/ lunes 10 de diciembre de 2018

Como anillo al dedo

El progreso de un país se mide por el grado de educación y cultura que posee, se puede ver en la actualidad al voltear hacia los países desarrollados en el mundo, ahí le ponen especial énfasis a sus procesos educativos, la educación aquí es una prioridad, le destinan el presupuesto necesario, actualizan y profesionalizan a sus maestros, les pagan buenos salarios y su infraestructura educativa es de avanzada, en cambio, en los países pobres o en vías de desarrollo, sus sistemas educativos atraviesan por problemas de todos tipo, el más común es el de los cambios de acuerdo a la moda de duración de sus periodos de gobierno, no han sido capaces de planear con una visión de largo plazo, de tal forma que trasciendan los espacios de tiempo del grupo que gobierna, los salarios de los profesores son bajos, el presupuesto destinado a la educación es raquítico, no hay un esquema claro de formación, actualización y profesionalización para los trabajadores de la educación y se la pasan peleando por cualquier cosa; se alientan desde el interior del gobierno a grupos de mercenarios o esquiroles que impiden el avance educativo, la función de estos grupos es decir a todo que no, movilizar en las calles a los trabajadores y dejar sistemáticamente a los niños sin clases, con este triste esquema los malos resultados saltan a la vista, reflejándose principalmente en la corrupción, la delincuencia, pobreza, ignorancia e inseguridad.

Uno de los países del mundo donde se observa lo último del párrafo anterior es en México, cada sexenio de gobierno hacen “disque” ajustes, reformas o cambios en las leyes con la intención de mejorar la educación que se imparte, pero no se dan el tiempo suficiente para evaluar si tal o cual política dio resultados, al llegar el próximo gobierno, quita lo que estaba operando su antecesor para ponerle su “sello” personal, total, la educación en México ha sido un cuento de nunca acabar y en el trayecto, se padece con la falta de presupuesto en el rubro educativo, corrupción en el manejo de recursos públicos, casi nula profesionalización docente, infraestructura educativa en pésimas condiciones, movilizaciones frecuentes de grupos inconformes, en fin, con todo esto la rueda del desarrollo se detiene.

El más reciente “sismo” educativo lo estamos ya padeciendo, tenemos un nuevo gobierno y como es la costumbre van para abajo las reformas que su antecesor puso en práctica, sin una evaluación que permita redireccionar las políticas públicas, simplemente, por haber sido una promesa de campaña, derogarán la “mal llamada Reforma Educativa”, así de fácil, como si fueran enchiladas. Pero del dicho al hecho hay una gran distancia, después de las opiniones encontradas que entre los actores del mismo gobierno han hecho respecto a este tema, el actual secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, previo a su llegada al puesto, llevó a cabo una consulta nacional para implementar un acuerdo por la educación de este país, ahí, en la inauguración de los foros que se hizo en el estado de Chiapas, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lanzó la primera proclama: “No se tolerará la inasistencia de los maestros a sus escuelas”, cayó como balde de agua fría a los integrantes de la CNTE que tenían copado el auditorio donde se desarrolló el primer foro.

Siguiendo con el tema anterior, Esteban Moctezuma, secretario de Educación Pública, el viernes 7 de diciembre, lanza otra declaración que no debió de haber caído nada bien a las huestes de la CNTE, dijo: “Con profesores que no se presenten a clases seremos implacables” y remata anunciando que la próxima semana enviará el Ejecutivo el proyecto de nueva reforma educativa, pero ¡oh sorpresa!, se mantendrá la evaluación para el ingreso al servicio y la evaluación del desempeño docente con fines de diagnóstico y de mejora, pero además, quien no se evalúe no tendrá acceso a un mejor salario, le darán una revolcada a la gata y se la venderán al magisterio por liebre.

AMLO fue la coartada perfecta, cayó como anillo al dedo para someter al orden a los rijosos que se la pasaron los 6 años anteriores en la calle, fuera de sus escuelas, protestando para no aplicar una evaluación que consideraban “punitiva” y que ahora, la tendrán que realizar si es que quieren un mejor salario porque, además, si dejan de asistir a sus escuelas para realizar sus acostumbradas marchas callejeras para protestar serán sancionados, el gobierno ya dijo que será implacable con ellos, esperaremos a ver lo que pasa.

El progreso de un país se mide por el grado de educación y cultura que posee, se puede ver en la actualidad al voltear hacia los países desarrollados en el mundo, ahí le ponen especial énfasis a sus procesos educativos, la educación aquí es una prioridad, le destinan el presupuesto necesario, actualizan y profesionalizan a sus maestros, les pagan buenos salarios y su infraestructura educativa es de avanzada, en cambio, en los países pobres o en vías de desarrollo, sus sistemas educativos atraviesan por problemas de todos tipo, el más común es el de los cambios de acuerdo a la moda de duración de sus periodos de gobierno, no han sido capaces de planear con una visión de largo plazo, de tal forma que trasciendan los espacios de tiempo del grupo que gobierna, los salarios de los profesores son bajos, el presupuesto destinado a la educación es raquítico, no hay un esquema claro de formación, actualización y profesionalización para los trabajadores de la educación y se la pasan peleando por cualquier cosa; se alientan desde el interior del gobierno a grupos de mercenarios o esquiroles que impiden el avance educativo, la función de estos grupos es decir a todo que no, movilizar en las calles a los trabajadores y dejar sistemáticamente a los niños sin clases, con este triste esquema los malos resultados saltan a la vista, reflejándose principalmente en la corrupción, la delincuencia, pobreza, ignorancia e inseguridad.

Uno de los países del mundo donde se observa lo último del párrafo anterior es en México, cada sexenio de gobierno hacen “disque” ajustes, reformas o cambios en las leyes con la intención de mejorar la educación que se imparte, pero no se dan el tiempo suficiente para evaluar si tal o cual política dio resultados, al llegar el próximo gobierno, quita lo que estaba operando su antecesor para ponerle su “sello” personal, total, la educación en México ha sido un cuento de nunca acabar y en el trayecto, se padece con la falta de presupuesto en el rubro educativo, corrupción en el manejo de recursos públicos, casi nula profesionalización docente, infraestructura educativa en pésimas condiciones, movilizaciones frecuentes de grupos inconformes, en fin, con todo esto la rueda del desarrollo se detiene.

El más reciente “sismo” educativo lo estamos ya padeciendo, tenemos un nuevo gobierno y como es la costumbre van para abajo las reformas que su antecesor puso en práctica, sin una evaluación que permita redireccionar las políticas públicas, simplemente, por haber sido una promesa de campaña, derogarán la “mal llamada Reforma Educativa”, así de fácil, como si fueran enchiladas. Pero del dicho al hecho hay una gran distancia, después de las opiniones encontradas que entre los actores del mismo gobierno han hecho respecto a este tema, el actual secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, previo a su llegada al puesto, llevó a cabo una consulta nacional para implementar un acuerdo por la educación de este país, ahí, en la inauguración de los foros que se hizo en el estado de Chiapas, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lanzó la primera proclama: “No se tolerará la inasistencia de los maestros a sus escuelas”, cayó como balde de agua fría a los integrantes de la CNTE que tenían copado el auditorio donde se desarrolló el primer foro.

Siguiendo con el tema anterior, Esteban Moctezuma, secretario de Educación Pública, el viernes 7 de diciembre, lanza otra declaración que no debió de haber caído nada bien a las huestes de la CNTE, dijo: “Con profesores que no se presenten a clases seremos implacables” y remata anunciando que la próxima semana enviará el Ejecutivo el proyecto de nueva reforma educativa, pero ¡oh sorpresa!, se mantendrá la evaluación para el ingreso al servicio y la evaluación del desempeño docente con fines de diagnóstico y de mejora, pero además, quien no se evalúe no tendrá acceso a un mejor salario, le darán una revolcada a la gata y se la venderán al magisterio por liebre.

AMLO fue la coartada perfecta, cayó como anillo al dedo para someter al orden a los rijosos que se la pasaron los 6 años anteriores en la calle, fuera de sus escuelas, protestando para no aplicar una evaluación que consideraban “punitiva” y que ahora, la tendrán que realizar si es que quieren un mejor salario porque, además, si dejan de asistir a sus escuelas para realizar sus acostumbradas marchas callejeras para protestar serán sancionados, el gobierno ya dijo que será implacable con ellos, esperaremos a ver lo que pasa.