/ jueves 20 de diciembre de 2018

De pelos


En la popular canción “Despeinada” llama la atención que una estrofa cante así: “pareces la estatua de San Peluquín”, curiosa frase que nos lleva a pensar: de existir ese santo, ¿sería patrono de los estilistas?, ¿cómo luciría?, ¿aliñado o por el contrario, con el cabello “a la desgreñé”? Lo cierto es que el cabello dice mucho de la persona que lo luce, para bien o para mal y muchas expresiones populares lo emplean para los dichos más divertidos, ocurrentes y a la vez conocedores de la naturaleza humana.

Frases como: “se agarraron del chongo”, “me tomaron el pelo”, “a la oportunidad la pintan calva”, “está de pelos” o el clásico “me salvé por un pelito de rana calva”, nos hablan de engaño, de mentira o del acto de protagonizar una pelea tan pasional que la trifulca escala al grado de jalarse el cabello, dato histórico que respalda porqué los soldados romanos preferían traerlo corto y evitaban literalmente ponerse en un estado de indefensión por desgreñe.

En verdad que el cabello juega un papel importante en las sociedades de ogaño y de antaño y podemos identificar a los personajes de la vida pública, desde políticos, futbolistas, artistas o incluso científicos tan sólo por su característica melena (o ausencia de ella). Piensa lector en Mahatma Ghandi y no me negarás que además de sus lentes redondos, te vendrá a la mente su calvicie; si piensas en Amanda Miguel, una exuberante cabellera de dimensiones esponjosas y rojizas será lo primero que asocies con dicha cantante; si te digo Albert Einstein, albos y despeinados cabellos cual cauda de cometa será la imagen visual que tu cerebro genere y si piensas en Elvis Presley, un copete negro, brillante y engominado con laca te transportará a esa edad del rock n’ roll.

La lista se vuelve interminable: los rizos de Maradona o Memo Ochoa, la pulcritud del peinado de Peña Nieto, la cuadrada melena de Cleopatra, el rubio etéreo del cabello de Donald Trump o el liso y perfecto cabello de Miss Venezuela que brilló en la reciente entrega de premios Miss Universo, todos con sus texturas, largos y colores mandan un mensaje. Verdaderamente el pelo, la greña, la mata o cuanto sinónimo exista, “habla” desde tiempos inmemoriales de estatus y forma parte de la personalidad de quien la luce.

Por ejemplo, un cabello suave, perfumado y bien cuidado envía el mensaje de juventud, salud y posibilidad económica, porque para tenerlo limpio implica tener acceso al agua y por ello ausencia de piojos y de enfermedades derivadas de ello. El cabello largo nos habla de alguien que dedica tiempo a su cuidado y que el deseo de verse bien alimenta su vanidad, por eso las religiosas deben cortarlo y los monjes budistas se rapan, con el ánimo de demostrar que han trascendido a los deseos banales y buscan el minimalismo hasta en su persona.

Las mujeres creyentes del islam deben cubrir su cabello usando un hijab para evitar la indiscreción de las miradas masculinas y no despertar en ellos la sensualidad, mientras que los monjes cristianos desde tiempos de la Edad Media mostraban ante el mundo su condición de celibato y dedicación a la vida espiritual por medio de un curioso corte de cabello, consistente en recortar un círculo de cabello de la parte alta del testuz y el resto se moldeaba como si para ello hubiesen requerido una cazuela redonda que guiaba los tijerazos.

En los años cincuenta del siglo XX se popularizaron los llamados “victory rolls”, una especie de rulos montados sobre la cabeza diseñados para apoyar moralmente a los soldados durante la Segunda Guerra Mundial, denotando apoyo a una causa bélica sin importar clase social, mientras que mucho antes María Antonieta popularizó el estilo “pompadour” que involucraba cabello falso para generar peinados de alturas descomunales, indicando (ahí sí) diferenciación de clases sociales.

Por su parte, los hippies demostraron su rebeldía ante el sistema dejando el cabello largo aunque el estándar masculino imponía en su momento cortes tipo militares, mientras que los punks agredían la vista con mohawks fosforescentes que le gritaban al mundo su inconformidad.

Habida cuenta de lo anterior, concluiremos diciendo lector ¿qué mensaje le dará tu cabello al mundo el 2019 venidero? Suerte con ello. (M)


En la popular canción “Despeinada” llama la atención que una estrofa cante así: “pareces la estatua de San Peluquín”, curiosa frase que nos lleva a pensar: de existir ese santo, ¿sería patrono de los estilistas?, ¿cómo luciría?, ¿aliñado o por el contrario, con el cabello “a la desgreñé”? Lo cierto es que el cabello dice mucho de la persona que lo luce, para bien o para mal y muchas expresiones populares lo emplean para los dichos más divertidos, ocurrentes y a la vez conocedores de la naturaleza humana.

Frases como: “se agarraron del chongo”, “me tomaron el pelo”, “a la oportunidad la pintan calva”, “está de pelos” o el clásico “me salvé por un pelito de rana calva”, nos hablan de engaño, de mentira o del acto de protagonizar una pelea tan pasional que la trifulca escala al grado de jalarse el cabello, dato histórico que respalda porqué los soldados romanos preferían traerlo corto y evitaban literalmente ponerse en un estado de indefensión por desgreñe.

En verdad que el cabello juega un papel importante en las sociedades de ogaño y de antaño y podemos identificar a los personajes de la vida pública, desde políticos, futbolistas, artistas o incluso científicos tan sólo por su característica melena (o ausencia de ella). Piensa lector en Mahatma Ghandi y no me negarás que además de sus lentes redondos, te vendrá a la mente su calvicie; si piensas en Amanda Miguel, una exuberante cabellera de dimensiones esponjosas y rojizas será lo primero que asocies con dicha cantante; si te digo Albert Einstein, albos y despeinados cabellos cual cauda de cometa será la imagen visual que tu cerebro genere y si piensas en Elvis Presley, un copete negro, brillante y engominado con laca te transportará a esa edad del rock n’ roll.

La lista se vuelve interminable: los rizos de Maradona o Memo Ochoa, la pulcritud del peinado de Peña Nieto, la cuadrada melena de Cleopatra, el rubio etéreo del cabello de Donald Trump o el liso y perfecto cabello de Miss Venezuela que brilló en la reciente entrega de premios Miss Universo, todos con sus texturas, largos y colores mandan un mensaje. Verdaderamente el pelo, la greña, la mata o cuanto sinónimo exista, “habla” desde tiempos inmemoriales de estatus y forma parte de la personalidad de quien la luce.

Por ejemplo, un cabello suave, perfumado y bien cuidado envía el mensaje de juventud, salud y posibilidad económica, porque para tenerlo limpio implica tener acceso al agua y por ello ausencia de piojos y de enfermedades derivadas de ello. El cabello largo nos habla de alguien que dedica tiempo a su cuidado y que el deseo de verse bien alimenta su vanidad, por eso las religiosas deben cortarlo y los monjes budistas se rapan, con el ánimo de demostrar que han trascendido a los deseos banales y buscan el minimalismo hasta en su persona.

Las mujeres creyentes del islam deben cubrir su cabello usando un hijab para evitar la indiscreción de las miradas masculinas y no despertar en ellos la sensualidad, mientras que los monjes cristianos desde tiempos de la Edad Media mostraban ante el mundo su condición de celibato y dedicación a la vida espiritual por medio de un curioso corte de cabello, consistente en recortar un círculo de cabello de la parte alta del testuz y el resto se moldeaba como si para ello hubiesen requerido una cazuela redonda que guiaba los tijerazos.

En los años cincuenta del siglo XX se popularizaron los llamados “victory rolls”, una especie de rulos montados sobre la cabeza diseñados para apoyar moralmente a los soldados durante la Segunda Guerra Mundial, denotando apoyo a una causa bélica sin importar clase social, mientras que mucho antes María Antonieta popularizó el estilo “pompadour” que involucraba cabello falso para generar peinados de alturas descomunales, indicando (ahí sí) diferenciación de clases sociales.

Por su parte, los hippies demostraron su rebeldía ante el sistema dejando el cabello largo aunque el estándar masculino imponía en su momento cortes tipo militares, mientras que los punks agredían la vista con mohawks fosforescentes que le gritaban al mundo su inconformidad.

Habida cuenta de lo anterior, concluiremos diciendo lector ¿qué mensaje le dará tu cabello al mundo el 2019 venidero? Suerte con ello. (M)

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