/ jueves 22 de julio de 2021

Definir el futuro y pensar el pasado: filósofas

Por María Guadalupe Zavala Silva

…y restituyendo entera a los sentidos exteriores su operación, quedando a luz más cierta el Mundo iluminado y yo despierta.

PRIMERO SUEÑO, Sor Juana Inés de la Cruz

Quiero dedicar el espacio para hablar de las redes de filósofas. Del 18 al 21 de julio se realizó, en modalidad en línea, The XVIIIth Symposium of the International Association of Women Philosophers (IAPh): Defining the Future, Rethinking the Past, con sede en Paderborn University, Alemania, un congreso de la Asociación Internacional de las mujeres filósofas (www.historyofwomenphilosophers.org), fundada en 1976 y por desgracia poco conocida a 45 años de su existencia.

Supe de esta organización hace algunos años porque soy filósofa y buscaba becas para realizar una estancia de investigación en 2010, hace un poco más de un año supe que en nuestro país, la filósofa Cintia Martínez Velasco, profesora de filosofía de la UNAM, impulsaba con otras filósofas la creación de una Red de filósofas mexicanas; esta red surgía como parte de las tareas de la Red de mujeres filósofas de América Latina (https://reddem.org/). Pero hay más redes de mujeres filósofas en Italia, Suiza, Austria, Colombia, Chile y Brasil. La característica de estas redes son que puede ingresar cualquier mujer que se dedique o estudie filosofía, no se necesita aval, sino el interés de difundir el quehacer filosófico de las mujeres de ayer y hoy.

Todas las redes participaron en el congreso que concluyó hace dos días. En todas, la línea de la historia de las mujeres filósofas es muy fuerte, a esa precisamente me inscribo. No voy a detenerme en profundizar sobre las redes, me tomaría cuartillas ello, pero si quiero hablar de una de las filósofas de nuestro país del siglo XVII. Mujer filósofa a la que se le ha negado el derecho de serlo, solo porque se les ocurrió a algunos hombres doctos de su época y de ahora que ella solo es poeta. Como si las filósofas no hicieran poesía y como si las poetas no pudieran hacer filosofía. Sí, me refiero a sor Juana Inés de la Cruz. Y todo esto también nos conecta con nuestra propia profesión.

Las asambleístas en su mayoría somos filósofas, aunque hay también: psicólogas, interventoras educativas, artistas visuales, abogadas y politólogas, a todas nos caracteriza el ser mujeres profesionistas, con grados académicos, es decir, pasamos todas las pruebas habidas y por haber para ganarnos el título. No obstante, si miramos al pasado, pensamos en nuestras madres, abuelas, bisabuelas y tatarabuelas, salvo la madre de una de nosotras cursó estudios universitarios y de posgrado, especializada en el área de educación. No es raro esto, pues a las mujeres desde el siglo XIX se les permitió, así con esas palabras, estudiar para maestras de primera enseñanza, creyéndose por naturaleza que la mujer estaba destinada a cuidar de los vástagos; éramos pues en potencia madres, pensemos en Aristóteles.

Las filósofas de siglos pasados con todas las leyes en su contra y con la prohibición de publicar sus investigaciones fueron silenciadas y humilladas, incluso cuando se trataba de mujeres aristócratas, burguesas o de familias poderosas económicamente y políticamente; hubo pocas vitoreadas y admiradas por sus conocimientos, aquellas que era imposible no reconocerlas. Aunque para sus pares fueron anomalías de la naturaleza humana, las creían mujeres con mentes masculinas, no podía concebir el hombre docto y misógino que hubiera mujeres capaces de pensar y hacer filosofía. Recuérdese que la filosofía en siglos pasados estudiaba todas las ciencias de la época. Así que las mujeres filósofas tenían especialidades o predilección por alguna disciplina científica, el grueso de ellas fueron matemáticas, alquimistas, teólogas y físicas, con bastos conocimientos sobre los astros.

Si pensamos de nuevo en las redes de mujeres filósofas y hacemos una analogía con los salones literarios, los círculos de estudios de las mujeres doctas del siglo XVII, encontraremos que hacían algo análogo a estas redes. Se apoyaban, leían y compartían las investigaciones, también reunían recursos económicos para la publicación de las obras. Me viene a la cabeza el nombre de Isabel de Bohemia, precisamente el premio que otorga la Asociación Internacional de las Mujeres Filósofas; junto a ella estaban Ana María van Schurman, Marie de Gournay, Cristina Wasa, claro había más filósofas y hombres filósofos con estas mujeres filósofas como Montaigne, Menage, Descartes o Leibniz. Las tres filósofas se caracterizaron por abandonar el poder de las cortes y consagrarse a la filosofía y a la teología, a la reina de las ciencias según se decía. Sí, la teología fue la reina de las ciencias para sor Juana Inés de la Cruz y para Schurman.

Esta gran filósofa, sor Juana, todavía es despreciada: Hay quienes sostienen que es poeta, ¿acaso las poetas no pueden hacer filosofía? Sor Juana Inés de la Cruz rompió todos los esquemas impuestos a las mujeres, no solo escribió poesía, dominó las ciencias de la época. Les invito a leer la Respuesta a la carta a sor Filotea de la Cruz y conocer por su propia pluma las ideas filosóficas, no pidió enseñar, exigió el derecho de aprender. Y no pedía enseñar porque ella sabía algo que Platón había dicho en el siglo V a. de C.: la filosofía no se enseña, se aprende. Y todo en la vida se aprende. Enseñar, comparto con Platón, es imposible si el otro y la otra no están dispuestos a aprender. Hoy este es un principio pedagógico.

Como se ha dado cuenta, estimada y estimado lector, la labor de las redes intelectuales femeninas, sin importar la disciplina científica, filosófica, artística, social, económica, tecnológica, política, literaria, etc., a la que nos dediquemos con pasión, tiene como objetivo el restaurar a las mujeres que hicieron aportes a la cultura y también a los pensadores progresistas que estuvieron siempre con ellas. En nosotras y nosotros está el definir un futuro distinto. Seamos creativas y aprendamos de las filósofas del pasado, sobrevivieron a un mundo adverso y aportaron a nuestras culturas un legado científico sin el que no habríamos llegado a pensar el mundo como es hoy.

Por María Guadalupe Zavala Silva

…y restituyendo entera a los sentidos exteriores su operación, quedando a luz más cierta el Mundo iluminado y yo despierta.

PRIMERO SUEÑO, Sor Juana Inés de la Cruz

Quiero dedicar el espacio para hablar de las redes de filósofas. Del 18 al 21 de julio se realizó, en modalidad en línea, The XVIIIth Symposium of the International Association of Women Philosophers (IAPh): Defining the Future, Rethinking the Past, con sede en Paderborn University, Alemania, un congreso de la Asociación Internacional de las mujeres filósofas (www.historyofwomenphilosophers.org), fundada en 1976 y por desgracia poco conocida a 45 años de su existencia.

Supe de esta organización hace algunos años porque soy filósofa y buscaba becas para realizar una estancia de investigación en 2010, hace un poco más de un año supe que en nuestro país, la filósofa Cintia Martínez Velasco, profesora de filosofía de la UNAM, impulsaba con otras filósofas la creación de una Red de filósofas mexicanas; esta red surgía como parte de las tareas de la Red de mujeres filósofas de América Latina (https://reddem.org/). Pero hay más redes de mujeres filósofas en Italia, Suiza, Austria, Colombia, Chile y Brasil. La característica de estas redes son que puede ingresar cualquier mujer que se dedique o estudie filosofía, no se necesita aval, sino el interés de difundir el quehacer filosófico de las mujeres de ayer y hoy.

Todas las redes participaron en el congreso que concluyó hace dos días. En todas, la línea de la historia de las mujeres filósofas es muy fuerte, a esa precisamente me inscribo. No voy a detenerme en profundizar sobre las redes, me tomaría cuartillas ello, pero si quiero hablar de una de las filósofas de nuestro país del siglo XVII. Mujer filósofa a la que se le ha negado el derecho de serlo, solo porque se les ocurrió a algunos hombres doctos de su época y de ahora que ella solo es poeta. Como si las filósofas no hicieran poesía y como si las poetas no pudieran hacer filosofía. Sí, me refiero a sor Juana Inés de la Cruz. Y todo esto también nos conecta con nuestra propia profesión.

Las asambleístas en su mayoría somos filósofas, aunque hay también: psicólogas, interventoras educativas, artistas visuales, abogadas y politólogas, a todas nos caracteriza el ser mujeres profesionistas, con grados académicos, es decir, pasamos todas las pruebas habidas y por haber para ganarnos el título. No obstante, si miramos al pasado, pensamos en nuestras madres, abuelas, bisabuelas y tatarabuelas, salvo la madre de una de nosotras cursó estudios universitarios y de posgrado, especializada en el área de educación. No es raro esto, pues a las mujeres desde el siglo XIX se les permitió, así con esas palabras, estudiar para maestras de primera enseñanza, creyéndose por naturaleza que la mujer estaba destinada a cuidar de los vástagos; éramos pues en potencia madres, pensemos en Aristóteles.

Las filósofas de siglos pasados con todas las leyes en su contra y con la prohibición de publicar sus investigaciones fueron silenciadas y humilladas, incluso cuando se trataba de mujeres aristócratas, burguesas o de familias poderosas económicamente y políticamente; hubo pocas vitoreadas y admiradas por sus conocimientos, aquellas que era imposible no reconocerlas. Aunque para sus pares fueron anomalías de la naturaleza humana, las creían mujeres con mentes masculinas, no podía concebir el hombre docto y misógino que hubiera mujeres capaces de pensar y hacer filosofía. Recuérdese que la filosofía en siglos pasados estudiaba todas las ciencias de la época. Así que las mujeres filósofas tenían especialidades o predilección por alguna disciplina científica, el grueso de ellas fueron matemáticas, alquimistas, teólogas y físicas, con bastos conocimientos sobre los astros.

Si pensamos de nuevo en las redes de mujeres filósofas y hacemos una analogía con los salones literarios, los círculos de estudios de las mujeres doctas del siglo XVII, encontraremos que hacían algo análogo a estas redes. Se apoyaban, leían y compartían las investigaciones, también reunían recursos económicos para la publicación de las obras. Me viene a la cabeza el nombre de Isabel de Bohemia, precisamente el premio que otorga la Asociación Internacional de las Mujeres Filósofas; junto a ella estaban Ana María van Schurman, Marie de Gournay, Cristina Wasa, claro había más filósofas y hombres filósofos con estas mujeres filósofas como Montaigne, Menage, Descartes o Leibniz. Las tres filósofas se caracterizaron por abandonar el poder de las cortes y consagrarse a la filosofía y a la teología, a la reina de las ciencias según se decía. Sí, la teología fue la reina de las ciencias para sor Juana Inés de la Cruz y para Schurman.

Esta gran filósofa, sor Juana, todavía es despreciada: Hay quienes sostienen que es poeta, ¿acaso las poetas no pueden hacer filosofía? Sor Juana Inés de la Cruz rompió todos los esquemas impuestos a las mujeres, no solo escribió poesía, dominó las ciencias de la época. Les invito a leer la Respuesta a la carta a sor Filotea de la Cruz y conocer por su propia pluma las ideas filosóficas, no pidió enseñar, exigió el derecho de aprender. Y no pedía enseñar porque ella sabía algo que Platón había dicho en el siglo V a. de C.: la filosofía no se enseña, se aprende. Y todo en la vida se aprende. Enseñar, comparto con Platón, es imposible si el otro y la otra no están dispuestos a aprender. Hoy este es un principio pedagógico.

Como se ha dado cuenta, estimada y estimado lector, la labor de las redes intelectuales femeninas, sin importar la disciplina científica, filosófica, artística, social, económica, tecnológica, política, literaria, etc., a la que nos dediquemos con pasión, tiene como objetivo el restaurar a las mujeres que hicieron aportes a la cultura y también a los pensadores progresistas que estuvieron siempre con ellas. En nosotras y nosotros está el definir un futuro distinto. Seamos creativas y aprendamos de las filósofas del pasado, sobrevivieron a un mundo adverso y aportaron a nuestras culturas un legado científico sin el que no habríamos llegado a pensar el mundo como es hoy.