/ lunes 25 de abril de 2022

Democracia, no sin las mujeres.

Por: Circe López Ríofrío

Quienes se autonombran demócratas no pueden hacerlo sin las mujeres, como tampoco pueden hacerlo sin que haya otras formas de participación, principalmente en donde la ciudadanía, como las mujeres tengan opciones y diversidad de formas para hacerlo, sin que necesariamente pasen o pertenezcan a un partido político. Hace varios años una persona me dijo, que la participación política sólo puede ser a través de un sistema de partidos, si es que así se quiere incidir, lo que me genero varios días de estar enmuinada.

El asunto es que las mujeres, pocas oportunidades tienen de representar a la ciudadanía, ya no se diga a las mujeres, pero a ciertos grupos e intereses sí, tal y como ha sucedido en estos últimos días, acusaciones, agresiones, exhibicionismo, linchamiento, etc. situaciones que obligan a repensar no sólo en la evidente violencia de la que son objeto, sino en la ausencia de un verdadero reconocimiento como sujetas políticas.

Las violencias que se ejercen contra las mujeres que militan o forman parte de algunos partidos políticos no es para nada un hecho aislado, de la violencia generalizada en todo el país y en nuestro estado, sino también el reflejo de la omisión de la que ellas han sido parte para atender de lleno esta grave problemática.

Reducir la participación política de las mujeres a la integración de un partido político es en si mismo un acto de violencia, porque limita la posibilidad de construir una sociedad más crítica, consciente de sus derechos políticos y sociales con la finalidad de poder exigirlos y ser verdaderamente una contraparte cuando se trata de asuntos torales que deben integrar una agenda política para el avance de las mujeres, más no partidista.

Haber avanzado en el principio de paridad fue muy importante, pero también tuvo un costo muy alto, poque siguen siendo utilizadas las mujeres, expropiadas, explotadas y utilizadas para la legitimidad y cumplimiento de un porcentaje que exigía la “ley”, pero que nunca se consideraron las formas, las particularidades, las diferencias, las ideologías, etc. que requerían las mujeres para una plena participación y representación.

La violencia exacerbada como hoy la tenemos, en donde hay más o menos 100 mujeres asesinadas en nuestro estado, donde se suponía que estas víctimas también tenían derechos, pero solo siéndolo “se les reconocen”. Al igual que las mujeres diputadas, presidentas municipales, funcionarias, que están siendo agredidas de manera brutal, con un encono que nos estremece y produce una gran impotencia, y que no son para nada situaciones aisladas, todas estas expresiones están terriblemente conectadas, no en términos jurídicos, pero si en términos sociales y culturales, alentadas por discursos en los que siempre se moraliza a las mujeres, como esto de ser traidoras, aunque se quiera justificar como no actos de violencia y discriminación, la verdad es que lo son.

No es posible que la participación ciudadana de las mujeres, sólo se nos exija a nosotras y se nos obligue hacer la tarea que la omisión del Estado, no quiere hacer, como buscar a nuestras hijas e hijos, defender derechos humanos, acceso a la justicia, derechos ambientales, libertad de expresión, entre otros, derechos que son cada día deslegitimados y cancelados cuando no estamos de acuerdo. Entonces qué clase de democracia estamos viviendo, me parece que no es nada trivial este cuestionamiento, por lo que hago un atento llamado a la interlocución, al dialogo, hacia la búsqueda de nuevos acuerdos de cara a la sociedad, ya que de otra forma la participación política de las mujeres estará en riesgo de expresar una coacción moral y psicológica, lo que ampliará desafortunadamente otras formas de violencia.

Por: Circe López Ríofrío

Quienes se autonombran demócratas no pueden hacerlo sin las mujeres, como tampoco pueden hacerlo sin que haya otras formas de participación, principalmente en donde la ciudadanía, como las mujeres tengan opciones y diversidad de formas para hacerlo, sin que necesariamente pasen o pertenezcan a un partido político. Hace varios años una persona me dijo, que la participación política sólo puede ser a través de un sistema de partidos, si es que así se quiere incidir, lo que me genero varios días de estar enmuinada.

El asunto es que las mujeres, pocas oportunidades tienen de representar a la ciudadanía, ya no se diga a las mujeres, pero a ciertos grupos e intereses sí, tal y como ha sucedido en estos últimos días, acusaciones, agresiones, exhibicionismo, linchamiento, etc. situaciones que obligan a repensar no sólo en la evidente violencia de la que son objeto, sino en la ausencia de un verdadero reconocimiento como sujetas políticas.

Las violencias que se ejercen contra las mujeres que militan o forman parte de algunos partidos políticos no es para nada un hecho aislado, de la violencia generalizada en todo el país y en nuestro estado, sino también el reflejo de la omisión de la que ellas han sido parte para atender de lleno esta grave problemática.

Reducir la participación política de las mujeres a la integración de un partido político es en si mismo un acto de violencia, porque limita la posibilidad de construir una sociedad más crítica, consciente de sus derechos políticos y sociales con la finalidad de poder exigirlos y ser verdaderamente una contraparte cuando se trata de asuntos torales que deben integrar una agenda política para el avance de las mujeres, más no partidista.

Haber avanzado en el principio de paridad fue muy importante, pero también tuvo un costo muy alto, poque siguen siendo utilizadas las mujeres, expropiadas, explotadas y utilizadas para la legitimidad y cumplimiento de un porcentaje que exigía la “ley”, pero que nunca se consideraron las formas, las particularidades, las diferencias, las ideologías, etc. que requerían las mujeres para una plena participación y representación.

La violencia exacerbada como hoy la tenemos, en donde hay más o menos 100 mujeres asesinadas en nuestro estado, donde se suponía que estas víctimas también tenían derechos, pero solo siéndolo “se les reconocen”. Al igual que las mujeres diputadas, presidentas municipales, funcionarias, que están siendo agredidas de manera brutal, con un encono que nos estremece y produce una gran impotencia, y que no son para nada situaciones aisladas, todas estas expresiones están terriblemente conectadas, no en términos jurídicos, pero si en términos sociales y culturales, alentadas por discursos en los que siempre se moraliza a las mujeres, como esto de ser traidoras, aunque se quiera justificar como no actos de violencia y discriminación, la verdad es que lo son.

No es posible que la participación ciudadana de las mujeres, sólo se nos exija a nosotras y se nos obligue hacer la tarea que la omisión del Estado, no quiere hacer, como buscar a nuestras hijas e hijos, defender derechos humanos, acceso a la justicia, derechos ambientales, libertad de expresión, entre otros, derechos que son cada día deslegitimados y cancelados cuando no estamos de acuerdo. Entonces qué clase de democracia estamos viviendo, me parece que no es nada trivial este cuestionamiento, por lo que hago un atento llamado a la interlocución, al dialogo, hacia la búsqueda de nuevos acuerdos de cara a la sociedad, ya que de otra forma la participación política de las mujeres estará en riesgo de expresar una coacción moral y psicológica, lo que ampliará desafortunadamente otras formas de violencia.