/ martes 19 de octubre de 2021

El desafío del educador: ¡las clases híbridas!

La escuela es el motor del cambio social. Desde ahí se forman los líderes y los funcionarios, los maestros del futuro, los empresarios; ingenieros y científicos que tendrán la responsabilidad de construir sociedades más justas, más igualitarias, más plurales y tolerantes. Sociedades, en suma, más democráticas. La escuela es la célula generadora, inicial, primigenia. Los ciudadanos responsables, comprometidos y honestos, son egresados de la escuela.

El respeto, respaldo y admiración social que debemos a los maestros, empieza en casa, en el mensaje de los padres, en la relación y opinión de los padres hacia los docentes. El maestro es un apóstol de la educación, su imagen y respeto social. Los primeros responsables de que –en efecto- sean ejemplo y motor de cambio, son los propios docentes.

Construyamos escuelas abiertas, libres, fértiles en el diálogo y en el debate; ricas en el análisis y en la interpretación; multicolores en la tolerancia y en la apertura. Escuelas modernas y digitales en la interconexión y sus posibilidades.

Aplaudamos a los maestros y maestras que abrazan con pasión su ejercicio profesional, que se dedican con ahínco y júbilo a trabajar con los jóvenes, a guiarlos y orientarlos en un mundo cambiante y con frecuencia confuso.

Los países se edifican desde la escuela. Los sistemas se integran con personas reales que recibieron una educación y una formación en valores. Ahí está el mundo, que no espera.

“La atmósfera digital educativa”, es una experiencia reveladora que los enlaza, conecta, y que los pone en contacto, con el mundo contemporáneo. ¿Y de qué forma se construyen esos vínculos y lazos? Con el lenguaje de la modernidad, con el lenguaje del siglo XXI: el digital, así lo señalan Leonardo Kourchenko y Pedro Landaverde, estudiosos del fenómeno educativo.

Profesores y maestras de zonas rurales o comunidades pequeñas responderán: ¿cómo lo hago si en mi escuela ni el director tiene computadora? Tenemos que encontrar respuestas y soluciones. Una escuela que hoy no está conectada al mundo, que no tiene facilidades de Internet que le permitan a los jóvenes ejercitar y hacer trabajos e investigación, permanece en el pasado.

Esto plantea la interrogante que hemos escuchado en muchos profesores: ¿qué hacemos con las computadoras, los celulares –y ahora- los iPads y teléfonos celulares en clase? ¿los deben apagar? ¿son distractores? Estamos convencidos de que la atmósfera digital educativa contribuye a la formación de los estudiantes en esta nueva ola tecnológica que lo abarca todo. Pero, especialmente, porque incorpora el lenguaje cotidiano con el cual se desenvuelven en su entorno y su comunidad. La escuela no puede ser un ente separado, distante y ajeno a lo que viven diariamente porque provoca desinterés, apatía, falta de atención y finalmente, como los estudios lo demuestran, deserción.

El eje de este ambiente digital sería la incorporación de esos mecanismos de trabajo grupal, colectivo e individual en clase y ahora en línea; es decir, en forma híbrida. Que la maestra y el profesor sean capaces de construir secuencias didácticas, dinámicas, trabajos de investigación, corroboración y comparación de fuentes con el uso de estos dispositivos. En eso consiste el esquema “híbrido o mixto”, permitiendo la participación. Esta sería la respuesta al acercamiento y construcción de un ambiente digital. Recordemos que todos estos instrumentos y dispositivos, son herramientas que requieren de un contenido.

La escuela es el motor del cambio social. Desde ahí se forman los líderes y los funcionarios, los maestros del futuro, los empresarios; ingenieros y científicos que tendrán la responsabilidad de construir sociedades más justas, más igualitarias, más plurales y tolerantes. Sociedades, en suma, más democráticas. La escuela es la célula generadora, inicial, primigenia. Los ciudadanos responsables, comprometidos y honestos, son egresados de la escuela.

El respeto, respaldo y admiración social que debemos a los maestros, empieza en casa, en el mensaje de los padres, en la relación y opinión de los padres hacia los docentes. El maestro es un apóstol de la educación, su imagen y respeto social. Los primeros responsables de que –en efecto- sean ejemplo y motor de cambio, son los propios docentes.

Construyamos escuelas abiertas, libres, fértiles en el diálogo y en el debate; ricas en el análisis y en la interpretación; multicolores en la tolerancia y en la apertura. Escuelas modernas y digitales en la interconexión y sus posibilidades.

Aplaudamos a los maestros y maestras que abrazan con pasión su ejercicio profesional, que se dedican con ahínco y júbilo a trabajar con los jóvenes, a guiarlos y orientarlos en un mundo cambiante y con frecuencia confuso.

Los países se edifican desde la escuela. Los sistemas se integran con personas reales que recibieron una educación y una formación en valores. Ahí está el mundo, que no espera.

“La atmósfera digital educativa”, es una experiencia reveladora que los enlaza, conecta, y que los pone en contacto, con el mundo contemporáneo. ¿Y de qué forma se construyen esos vínculos y lazos? Con el lenguaje de la modernidad, con el lenguaje del siglo XXI: el digital, así lo señalan Leonardo Kourchenko y Pedro Landaverde, estudiosos del fenómeno educativo.

Profesores y maestras de zonas rurales o comunidades pequeñas responderán: ¿cómo lo hago si en mi escuela ni el director tiene computadora? Tenemos que encontrar respuestas y soluciones. Una escuela que hoy no está conectada al mundo, que no tiene facilidades de Internet que le permitan a los jóvenes ejercitar y hacer trabajos e investigación, permanece en el pasado.

Esto plantea la interrogante que hemos escuchado en muchos profesores: ¿qué hacemos con las computadoras, los celulares –y ahora- los iPads y teléfonos celulares en clase? ¿los deben apagar? ¿son distractores? Estamos convencidos de que la atmósfera digital educativa contribuye a la formación de los estudiantes en esta nueva ola tecnológica que lo abarca todo. Pero, especialmente, porque incorpora el lenguaje cotidiano con el cual se desenvuelven en su entorno y su comunidad. La escuela no puede ser un ente separado, distante y ajeno a lo que viven diariamente porque provoca desinterés, apatía, falta de atención y finalmente, como los estudios lo demuestran, deserción.

El eje de este ambiente digital sería la incorporación de esos mecanismos de trabajo grupal, colectivo e individual en clase y ahora en línea; es decir, en forma híbrida. Que la maestra y el profesor sean capaces de construir secuencias didácticas, dinámicas, trabajos de investigación, corroboración y comparación de fuentes con el uso de estos dispositivos. En eso consiste el esquema “híbrido o mixto”, permitiendo la participación. Esta sería la respuesta al acercamiento y construcción de un ambiente digital. Recordemos que todos estos instrumentos y dispositivos, son herramientas que requieren de un contenido.