/ jueves 11 de agosto de 2022

El deseo por lo opuesto.

Deseo es el fuego, deseo es el rayo, deseo es el beso de signos contrarios Deseo es la pregunta... Luis Eduardo Aute, estrofa de la canción Deseo

Desear, desear al otro o la otra, sentir atracción, excitación, impulsos, sentir mariposas o cositas, irresistible, sonrojarse, apenarse, subirse el color a la cara y cuando hay un rose o un tocamiento que parece espontaneo entonces las manifestaciones pueden ser más intensas, como tener una respuesta sexual indicativa de receptividad que la traduciremos en atracción, complicidad y aceptación, posiblemente sin palabras, pero tal vez reconociendo esa expresión que demuestra deseo y que algunas personas reconocen, justifican y asocian como amor.

Lo cierto es que nada malo hay en ello, es parte de una serie de reacciones biológicas y también de aprendizajes, aunque es importante señalar que no todas las personas saben reconocer el deseo o darse cuenta que le gustan a alguien, otras pueden tomarlo como una invasión a su espacio vital, como intimidación y violencia, como respuesta ante personas que no les agrada y que está mandando el mensaje equivocado o bien porque son simplemente despistadas y no han aprendido a leer esos mensajes ni tampoco a mandarlos.

Lo cierto es que hoy en día es mucho más complicado lograr esos acercamientos y actos que no estén revisados por la violencia, lo cual es muy importante pero donde dejamos el espacio si es que le agrada esa persona para la seducción y el enamoramiento. Ya que por un lado puede haber una persona con pocas habilidades pero que cae en la torpeza de no saberlo hacer bien o si lo hace extremadamente bien podrían catalogarlo como un “acosador profesional”.

Pero ¿dónde esta el punto medio? ¿cómo distinguir si es violencia o seducción?, ya que la cotidiana convivencia no necesariamente ayuda a seamos certeras/os en saber si estamos seduciendo o acosando, ahora pareciera que todo es confuso, antes no había cursos, talleres y seminarios para aprender a seducir y lograr acercarse a una persona que nos guste o sintamos atracción, ahora se cobra por ello y lo peor es que los cursos van dirigidos casi siempre a hombres, por otros hombres que lo que hacen es confundir todo y en realidad dar cursos de acoso, intimidación y violencia sexual.

Aunque también hay cursos dirigidos a mujeres, que se venden con el slogan de ¿cómo ligar a un rico y guapo?, reforzando los estereotipos de género, centrados en ¿cómo verse bien?, ¿cómo ser una “niña bien” ?, ¿cómo vestirte y maquillarte súper bien?, lo cual es terrible, el asunto es que nadie abre cursos sobre el “amor romántico y sus trampas”, todo el tiempo, es como hacer uso del “capital erótico y económico”, que en realidad es la mercantilización de los cuerpos y de la sexualidad.

Y no soy una aguafiestas, si bien sí soy del siglo pasado y en mi siglo todo era ver qué tal huele, se baña, es limpio, es ordenado, va a la escuela, lee, trabaja, tiene familia, por dónde vive, salir y conocerse, tal vez con chaperones, pero eso ayudaba a no sentirse insegura, y también existía el chismografo en la adolescencia, que proporcionaba la información más íntima e importante de la persona que nos atraía, lo cierto es que la decepción o el enamoramiento llegaban con el tiempo y en ocasiones al mismo tiempo.

Hablar del amor romántico es necesario e importante, desmitificar el amor y el deseo, ya que sigue habiendo personas que se relacionan por deseo y otras por amor, aunque el deseo y el amor no necesariamente satisface ni produce felicidad, como también hay mujeres que justifican el ejercicio de su sexualidad con el enamoramiento y algunos hombres mienten estar enamorados por acceder sexualmente a las mujeres, hablando de relaciones heterosexuales.

La violencia de pareja esta presente en todo tipo de relaciones, no es exclusiva de las heterosexuales, lo que también habría que desmitificar, porque es un hecho que las relaciones de pareja están atravesadas por la jerarquía y el dominio, y no me refiero a las practicas sexuales, sino a la posición que se adopta desde el poder y con ello la violencia de cualquier tipo y expresión, no sólo el no decirse y hablarse con groserías, sino mentir que se quiere a esa persona pero que en realidad lo único que se quiere salvar es la apariencia o el cinismo de la autocompasión bajo la mentira.

Abrir espacios para trabajar el amor romántico, puede resultar una estrategia muy confiable para liberarnos de las tiranías de sometimiento que hay sobre los cuerpos a una estética absurda, dolorosa e inexistente de la perfección; la comprensión sobre el mito compulsivo a la felicidad; el ejercicio de la sexualidad sin culpas, bajo el consenso y el respeto; lo agradable que puede ser el envejecimiento y los cambios que conlleva; dejar la esclavitud de la compulsión de la moda; del castigo del abstencionismo a una alimentación para “no engordar” muy diferente al equilibrio que cada cuerpo requiere; la posibilidad de compatibilizar y sentirse a gusto con esa persona que no cumple el estereotipo típico de la seducción; posiblemente sea bastante complejo romper con ello, pero requerimos de educación para la vida y esos no los tenemos en ningún lado, tal vez ya va siendo el momento de exigirlos como parte del sistema educativo formal, que lo único que hace es garantizar el conservadurismo y la prohibición, pero no se trate de violencia como el bullying y el acoso sexual en sus planteles porque esta tiene permiso e impunidad.

Deseo es el fuego, deseo es el rayo, deseo es el beso de signos contrarios Deseo es la pregunta... Luis Eduardo Aute, estrofa de la canción Deseo

Desear, desear al otro o la otra, sentir atracción, excitación, impulsos, sentir mariposas o cositas, irresistible, sonrojarse, apenarse, subirse el color a la cara y cuando hay un rose o un tocamiento que parece espontaneo entonces las manifestaciones pueden ser más intensas, como tener una respuesta sexual indicativa de receptividad que la traduciremos en atracción, complicidad y aceptación, posiblemente sin palabras, pero tal vez reconociendo esa expresión que demuestra deseo y que algunas personas reconocen, justifican y asocian como amor.

Lo cierto es que nada malo hay en ello, es parte de una serie de reacciones biológicas y también de aprendizajes, aunque es importante señalar que no todas las personas saben reconocer el deseo o darse cuenta que le gustan a alguien, otras pueden tomarlo como una invasión a su espacio vital, como intimidación y violencia, como respuesta ante personas que no les agrada y que está mandando el mensaje equivocado o bien porque son simplemente despistadas y no han aprendido a leer esos mensajes ni tampoco a mandarlos.

Lo cierto es que hoy en día es mucho más complicado lograr esos acercamientos y actos que no estén revisados por la violencia, lo cual es muy importante pero donde dejamos el espacio si es que le agrada esa persona para la seducción y el enamoramiento. Ya que por un lado puede haber una persona con pocas habilidades pero que cae en la torpeza de no saberlo hacer bien o si lo hace extremadamente bien podrían catalogarlo como un “acosador profesional”.

Pero ¿dónde esta el punto medio? ¿cómo distinguir si es violencia o seducción?, ya que la cotidiana convivencia no necesariamente ayuda a seamos certeras/os en saber si estamos seduciendo o acosando, ahora pareciera que todo es confuso, antes no había cursos, talleres y seminarios para aprender a seducir y lograr acercarse a una persona que nos guste o sintamos atracción, ahora se cobra por ello y lo peor es que los cursos van dirigidos casi siempre a hombres, por otros hombres que lo que hacen es confundir todo y en realidad dar cursos de acoso, intimidación y violencia sexual.

Aunque también hay cursos dirigidos a mujeres, que se venden con el slogan de ¿cómo ligar a un rico y guapo?, reforzando los estereotipos de género, centrados en ¿cómo verse bien?, ¿cómo ser una “niña bien” ?, ¿cómo vestirte y maquillarte súper bien?, lo cual es terrible, el asunto es que nadie abre cursos sobre el “amor romántico y sus trampas”, todo el tiempo, es como hacer uso del “capital erótico y económico”, que en realidad es la mercantilización de los cuerpos y de la sexualidad.

Y no soy una aguafiestas, si bien sí soy del siglo pasado y en mi siglo todo era ver qué tal huele, se baña, es limpio, es ordenado, va a la escuela, lee, trabaja, tiene familia, por dónde vive, salir y conocerse, tal vez con chaperones, pero eso ayudaba a no sentirse insegura, y también existía el chismografo en la adolescencia, que proporcionaba la información más íntima e importante de la persona que nos atraía, lo cierto es que la decepción o el enamoramiento llegaban con el tiempo y en ocasiones al mismo tiempo.

Hablar del amor romántico es necesario e importante, desmitificar el amor y el deseo, ya que sigue habiendo personas que se relacionan por deseo y otras por amor, aunque el deseo y el amor no necesariamente satisface ni produce felicidad, como también hay mujeres que justifican el ejercicio de su sexualidad con el enamoramiento y algunos hombres mienten estar enamorados por acceder sexualmente a las mujeres, hablando de relaciones heterosexuales.

La violencia de pareja esta presente en todo tipo de relaciones, no es exclusiva de las heterosexuales, lo que también habría que desmitificar, porque es un hecho que las relaciones de pareja están atravesadas por la jerarquía y el dominio, y no me refiero a las practicas sexuales, sino a la posición que se adopta desde el poder y con ello la violencia de cualquier tipo y expresión, no sólo el no decirse y hablarse con groserías, sino mentir que se quiere a esa persona pero que en realidad lo único que se quiere salvar es la apariencia o el cinismo de la autocompasión bajo la mentira.

Abrir espacios para trabajar el amor romántico, puede resultar una estrategia muy confiable para liberarnos de las tiranías de sometimiento que hay sobre los cuerpos a una estética absurda, dolorosa e inexistente de la perfección; la comprensión sobre el mito compulsivo a la felicidad; el ejercicio de la sexualidad sin culpas, bajo el consenso y el respeto; lo agradable que puede ser el envejecimiento y los cambios que conlleva; dejar la esclavitud de la compulsión de la moda; del castigo del abstencionismo a una alimentación para “no engordar” muy diferente al equilibrio que cada cuerpo requiere; la posibilidad de compatibilizar y sentirse a gusto con esa persona que no cumple el estereotipo típico de la seducción; posiblemente sea bastante complejo romper con ello, pero requerimos de educación para la vida y esos no los tenemos en ningún lado, tal vez ya va siendo el momento de exigirlos como parte del sistema educativo formal, que lo único que hace es garantizar el conservadurismo y la prohibición, pero no se trate de violencia como el bullying y el acoso sexual en sus planteles porque esta tiene permiso e impunidad.