/ miércoles 30 de marzo de 2022

El gobierno como Poncio Pilatos

Parece que tanto al gobierno estatal como al gobierno municipal les llegó antes el espíritu de la Semana Santa y es que ahora se les dio por montar, figurativamente hablando, la famosa escena de Poncio Pilatos lavándose las manos ante todo lo ocurrido hace menos de un mes durante la marcha del día internacional de la mujer.

Más de 15,000 mujeres estábamos ocupando el espacio público a manera de protesta. La marcha, que era completamente pacífica llegaba de Las Tarascas al Congreso del Estado. Cosa nunca antes vista en una movilización social totalmente ciudadana.

En el cierre de campaña del ahora gobernador, Ramírez Bedolla, los medios de comunicación dijeron que se habían visto al menos 10,000 simpatizantes, y en todos los portales y plataformas vimos fotos haciendo énfasis en la cantidad de personas. Era, según ellos, algo histórico; y entonces ¿por qué de la marcha de las mujeres no se habló? ¿Por qué lo único que dijeron los medios fue cómo un pequeño grupo pateaba e intentaba derrumbar las vallas que blindaban Palacio de Gobierno? ¿por qué no dijeron que en las calles habíamos el doble de mujeres de lo que los candidatos a gobernador juntaron en sus mítines hace menos de un año? Y eso sin mencionar que ellos tienen los recursos para traer gente del interior del estado y nosotras sólo nuestra voz para convocar a las mujeres de la ciudad.

Queda entonces perfectamente claro a qué fue a lo que le tuvieron miedo: A las miles de mujeres unidas y armadas con pancartas, cartulinas, bengalas de colores, diamantina y pañuelos morados y verdes. Le tuvieron miedo al poder de la ciudadanía enojada y harta y es que el mensaje que está detrás es que cada vez somos miles de mujeres más levantando la voz ante las injusticias.

Las michoacanas protagonizamos algo histórico y no sólo por la impresionante cantidad de asistentes, sino porque ante un episodio de represión policial con gases lacrimógenos, extintores, armas de aire, balines y canicas, ninguna mujer salió herida de gravedad. Las muestras de solidaridad y apoyo que vimos entre todas fueron lo que nos salvó de lo que pudo haber sido un gran desastre.

Mientras el gobierno estatal nos gaseaba y la policía municipal detenía compañeras arbitrariamente, las mujeres nos cuidábamos unas a otras; nos compartíamos agua, hacíamos vallas humanas alrededor de las adultas de la tercera edad que en las estampidas se cayeron, cuidábamos a las niñas y niños perdidos que en el caos no encontraban a sus mamás, nos prestábamos celulares para buscar y localizar a nuestras compañeras, compartíamos refresco para limpiarnos el gas lacrimógeno de la cara, nos organizábamos para seguir a las patrullas que se llevaban a nuestras compañeras, unas a otras nos cuidamos y si esta marcha tuvo un saldo blanco fue porque las mujeres pese a todo resistimos con amor y empatía. Y esa es una lección digna de ser contada y recordada.

Pero nada de esto lo vimos en los medios y nadie habló al respecto, no se diga siquiera que alguien se haya hecho responsable. Desde los gobiernos hubo un silencio sepulcral incluso a pesar de que la misma Organización de las Naciones Unidas emitió un comunicado manifestando preocupación por lo sucedido.

En Morelia la procesión del silencio comenzó el 9 de marzo, unos a otros se pasaron la bolita; nadie habló. No se iniciaron investigaciones contra el mal actuar de los policías, tampoco contra la violación a los protocolos de actuación en manifestaciones.

Las autoridades decidieron hacer como que nada había pasado, como si hubiese sido un martes más con sucesos insignificantes y esperan como siempre a que nosotras lo olvidemos, que lo dejemos pasar, y es que en un estado que alcanza registros de 20 personas asesinadas al día lo de menos es si gasean a las mujeres que se manifestan.

Pero lo que sucedió no pudo pasar desapercibido ni por la cantidad de personas, ni por la represión policial y si no dejaron que la marcha llegara a Palacio y que su magnitud saliera a la luz no fue porque haya sido insignificante, al contrario, la escondieron, la taparon con gas y la dispersaron con violencia pues fue un síntoma de un estado cansado de la violencia machista y patriarcal.

Los gobiernos saben que detrás de esa marcha histórica está la inquietud de las mujeres, ellos saben que esas 15000 mujeres marchando son el resultado del hartazgo y la preocupación por la violencia machista que nos ataca y que el Estado no para.

Las mujeres michoacanas no olvidamos lo que hicieron y mucho menos olvidamos lo que provocaron, y este silencio que desde el 8 de marzo han mantenido al respecto es la cereza que faltaba en el pastel: Los gobiernos se lavaron las manos.

Parece que tanto al gobierno estatal como al gobierno municipal les llegó antes el espíritu de la Semana Santa y es que ahora se les dio por montar, figurativamente hablando, la famosa escena de Poncio Pilatos lavándose las manos ante todo lo ocurrido hace menos de un mes durante la marcha del día internacional de la mujer.

Más de 15,000 mujeres estábamos ocupando el espacio público a manera de protesta. La marcha, que era completamente pacífica llegaba de Las Tarascas al Congreso del Estado. Cosa nunca antes vista en una movilización social totalmente ciudadana.

En el cierre de campaña del ahora gobernador, Ramírez Bedolla, los medios de comunicación dijeron que se habían visto al menos 10,000 simpatizantes, y en todos los portales y plataformas vimos fotos haciendo énfasis en la cantidad de personas. Era, según ellos, algo histórico; y entonces ¿por qué de la marcha de las mujeres no se habló? ¿Por qué lo único que dijeron los medios fue cómo un pequeño grupo pateaba e intentaba derrumbar las vallas que blindaban Palacio de Gobierno? ¿por qué no dijeron que en las calles habíamos el doble de mujeres de lo que los candidatos a gobernador juntaron en sus mítines hace menos de un año? Y eso sin mencionar que ellos tienen los recursos para traer gente del interior del estado y nosotras sólo nuestra voz para convocar a las mujeres de la ciudad.

Queda entonces perfectamente claro a qué fue a lo que le tuvieron miedo: A las miles de mujeres unidas y armadas con pancartas, cartulinas, bengalas de colores, diamantina y pañuelos morados y verdes. Le tuvieron miedo al poder de la ciudadanía enojada y harta y es que el mensaje que está detrás es que cada vez somos miles de mujeres más levantando la voz ante las injusticias.

Las michoacanas protagonizamos algo histórico y no sólo por la impresionante cantidad de asistentes, sino porque ante un episodio de represión policial con gases lacrimógenos, extintores, armas de aire, balines y canicas, ninguna mujer salió herida de gravedad. Las muestras de solidaridad y apoyo que vimos entre todas fueron lo que nos salvó de lo que pudo haber sido un gran desastre.

Mientras el gobierno estatal nos gaseaba y la policía municipal detenía compañeras arbitrariamente, las mujeres nos cuidábamos unas a otras; nos compartíamos agua, hacíamos vallas humanas alrededor de las adultas de la tercera edad que en las estampidas se cayeron, cuidábamos a las niñas y niños perdidos que en el caos no encontraban a sus mamás, nos prestábamos celulares para buscar y localizar a nuestras compañeras, compartíamos refresco para limpiarnos el gas lacrimógeno de la cara, nos organizábamos para seguir a las patrullas que se llevaban a nuestras compañeras, unas a otras nos cuidamos y si esta marcha tuvo un saldo blanco fue porque las mujeres pese a todo resistimos con amor y empatía. Y esa es una lección digna de ser contada y recordada.

Pero nada de esto lo vimos en los medios y nadie habló al respecto, no se diga siquiera que alguien se haya hecho responsable. Desde los gobiernos hubo un silencio sepulcral incluso a pesar de que la misma Organización de las Naciones Unidas emitió un comunicado manifestando preocupación por lo sucedido.

En Morelia la procesión del silencio comenzó el 9 de marzo, unos a otros se pasaron la bolita; nadie habló. No se iniciaron investigaciones contra el mal actuar de los policías, tampoco contra la violación a los protocolos de actuación en manifestaciones.

Las autoridades decidieron hacer como que nada había pasado, como si hubiese sido un martes más con sucesos insignificantes y esperan como siempre a que nosotras lo olvidemos, que lo dejemos pasar, y es que en un estado que alcanza registros de 20 personas asesinadas al día lo de menos es si gasean a las mujeres que se manifestan.

Pero lo que sucedió no pudo pasar desapercibido ni por la cantidad de personas, ni por la represión policial y si no dejaron que la marcha llegara a Palacio y que su magnitud saliera a la luz no fue porque haya sido insignificante, al contrario, la escondieron, la taparon con gas y la dispersaron con violencia pues fue un síntoma de un estado cansado de la violencia machista y patriarcal.

Los gobiernos saben que detrás de esa marcha histórica está la inquietud de las mujeres, ellos saben que esas 15000 mujeres marchando son el resultado del hartazgo y la preocupación por la violencia machista que nos ataca y que el Estado no para.

Las mujeres michoacanas no olvidamos lo que hicieron y mucho menos olvidamos lo que provocaron, y este silencio que desde el 8 de marzo han mantenido al respecto es la cereza que faltaba en el pastel: Los gobiernos se lavaron las manos.