/ jueves 1 de julio de 2021

El metro, la nueva batalla política

Hoy en día, la noticia que ha invadido los medios de comunicación nacionales e internacionales, ha sido el derrumbe de la estación Olivos de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México.

El Sistema de Transporte Colectivo o como popularmente se le ha llamado “El Metro”, es uno de los motores de la ciudad, es el movilizador de la clase trabajadora de la Ciudad de México, es en pocas palabras el Sistema que da vida a la economía de la ciudad.

Queda claro, que con el colapso de una sola de sus líneas puede llegar a causar un caos sin precedentes, derivado de la gran demanda de este servicio y la ubicación estratégica que tiene cada una de las estaciones que conforman la red. Es, sin duda, el espacio más representativo de movilidad, cultura y de conciencia social que tiene la Ciudad de México donde convergen todas las clases sociales.

Para nadie es oculto, que la red ha sido descuidada por diferentes administraciones de los tiempos modernos y que la actual administración capitalina, busca, por todos los medios tener dos vertientes: sacar el beneficio político a favor, o la más irresponsable pero efectiva: deslindarse de este y apelar a la poca memoria de la población mexicana.

Los exfuncionarios involucrados van desde Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y Claudia Sheimbaum quienes han aparecido en todos los medios de comunicación para tratar de fijar posturas “no políticas” pero que claramente llevan tintes de deslinde de lo que ha sucedido en este percance que atrajo todas las miradas del mundo ante un hecho inevitable… la corrupción en la construcción de la línea 12 del metro, la famosa Línea dorada.

El colmo, es que ninguno busca realmente colaborar con las instituciones encargadas de la investigación, sino deslindarse de manera inmediata de lo que sucedió en sus administraciones (en el caso de Ebrard y Mancera) y dejaron a un lado lo realmente importante, la pérdida de veintiséis vidas humanas en este lamentable evento. Un dejo de sensibilidad con las víctimas hubiera sido un gran gesto de decencia por parte de estos políticos que al parecer están mas preocupados por salvar sus “limpias” trayectorias, que en lamentar -aunque fuera de palabra- la desgracia de estas familias.

Pero no menos lamentable ha sido el actuar de los legisladores, que en el afán de defender lo indefendible, rehusaron crear una comisión especial que investigue a fondo este suceso para llegar a las últimas consecuencias, con el argumento de que, sin duda “la oposición” busca capitalizar está tragedia para golpear al gobierno en turno, dejando a un lado la desgracia humana sin importar nada más que su beneficio y tranquilidad política.

Sin embargo, lo que hagan o digan es intrascendente ya que con este tipo de acciones, siguen sumando descrédito ante los ojos de la sociedad por privilegiar la “visión” presidencial de estos sucesos.

Molesta mucho, la falta de empatía y de solidaridad por parte de la clase política, sin duda ha sido más el efecto de circo mediático que la ayuda que han recibido las victimas o la pronta investigación que se haya llevado a cabo por parte de la autoridad pertinente.

Pero hay una atenuante…

Estamos en tiempo electoral, todo se politiza, la desgracia humana es carne para los buitres y sin dudarlo los políticos están tratando de sacar todo el provecho de ella. Ocultarán lo que sea necesario y negarán lo que sea preciso a pesar de que la realidad les escupa en la cara ya que queda claro que hubieron advertencias de que esto pasaría y no de ahora, sino de hace años cuando fue entregada la obra, lo que obligó a suspenderla mucho tiempo. Sin duda queda en el imaginario colectivo, qué tantas irregularidades en su construcción existieron.

Si una estación entera se derrumbó, que mas podrá pasar en este monumento a la corrupción y a la opacidad que mancha y señala con el dedo inquisidor a las administraciones de la quinta ciudad más habitada del mundo. Resulta inconcebible para cualquiera, el que no se afanaran en supervisar, dar el mantenimiento adecuado o en su defecto decidir por cancelar la obra o el cierre definitivo de dicha línea.

¿Y las víctimas?

Al parecer a nadie le importan, es época electoral y las tragedias no sirven para conseguir votos. Lo importante es y será capitalizarla, deslindarse de responsabilidades y buscar culpables externos, todo sea por mantener incólume el “prestigio” de aquellos que ocupan el poder hoy y buscan a toda costa mantenerlo.

Hoy en día, la noticia que ha invadido los medios de comunicación nacionales e internacionales, ha sido el derrumbe de la estación Olivos de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México.

El Sistema de Transporte Colectivo o como popularmente se le ha llamado “El Metro”, es uno de los motores de la ciudad, es el movilizador de la clase trabajadora de la Ciudad de México, es en pocas palabras el Sistema que da vida a la economía de la ciudad.

Queda claro, que con el colapso de una sola de sus líneas puede llegar a causar un caos sin precedentes, derivado de la gran demanda de este servicio y la ubicación estratégica que tiene cada una de las estaciones que conforman la red. Es, sin duda, el espacio más representativo de movilidad, cultura y de conciencia social que tiene la Ciudad de México donde convergen todas las clases sociales.

Para nadie es oculto, que la red ha sido descuidada por diferentes administraciones de los tiempos modernos y que la actual administración capitalina, busca, por todos los medios tener dos vertientes: sacar el beneficio político a favor, o la más irresponsable pero efectiva: deslindarse de este y apelar a la poca memoria de la población mexicana.

Los exfuncionarios involucrados van desde Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y Claudia Sheimbaum quienes han aparecido en todos los medios de comunicación para tratar de fijar posturas “no políticas” pero que claramente llevan tintes de deslinde de lo que ha sucedido en este percance que atrajo todas las miradas del mundo ante un hecho inevitable… la corrupción en la construcción de la línea 12 del metro, la famosa Línea dorada.

El colmo, es que ninguno busca realmente colaborar con las instituciones encargadas de la investigación, sino deslindarse de manera inmediata de lo que sucedió en sus administraciones (en el caso de Ebrard y Mancera) y dejaron a un lado lo realmente importante, la pérdida de veintiséis vidas humanas en este lamentable evento. Un dejo de sensibilidad con las víctimas hubiera sido un gran gesto de decencia por parte de estos políticos que al parecer están mas preocupados por salvar sus “limpias” trayectorias, que en lamentar -aunque fuera de palabra- la desgracia de estas familias.

Pero no menos lamentable ha sido el actuar de los legisladores, que en el afán de defender lo indefendible, rehusaron crear una comisión especial que investigue a fondo este suceso para llegar a las últimas consecuencias, con el argumento de que, sin duda “la oposición” busca capitalizar está tragedia para golpear al gobierno en turno, dejando a un lado la desgracia humana sin importar nada más que su beneficio y tranquilidad política.

Sin embargo, lo que hagan o digan es intrascendente ya que con este tipo de acciones, siguen sumando descrédito ante los ojos de la sociedad por privilegiar la “visión” presidencial de estos sucesos.

Molesta mucho, la falta de empatía y de solidaridad por parte de la clase política, sin duda ha sido más el efecto de circo mediático que la ayuda que han recibido las victimas o la pronta investigación que se haya llevado a cabo por parte de la autoridad pertinente.

Pero hay una atenuante…

Estamos en tiempo electoral, todo se politiza, la desgracia humana es carne para los buitres y sin dudarlo los políticos están tratando de sacar todo el provecho de ella. Ocultarán lo que sea necesario y negarán lo que sea preciso a pesar de que la realidad les escupa en la cara ya que queda claro que hubieron advertencias de que esto pasaría y no de ahora, sino de hace años cuando fue entregada la obra, lo que obligó a suspenderla mucho tiempo. Sin duda queda en el imaginario colectivo, qué tantas irregularidades en su construcción existieron.

Si una estación entera se derrumbó, que mas podrá pasar en este monumento a la corrupción y a la opacidad que mancha y señala con el dedo inquisidor a las administraciones de la quinta ciudad más habitada del mundo. Resulta inconcebible para cualquiera, el que no se afanaran en supervisar, dar el mantenimiento adecuado o en su defecto decidir por cancelar la obra o el cierre definitivo de dicha línea.

¿Y las víctimas?

Al parecer a nadie le importan, es época electoral y las tragedias no sirven para conseguir votos. Lo importante es y será capitalizarla, deslindarse de responsabilidades y buscar culpables externos, todo sea por mantener incólume el “prestigio” de aquellos que ocupan el poder hoy y buscan a toda costa mantenerlo.