/ sábado 18 de junio de 2022

El PRI en crisis

Tiempos de polarización, arrebatos y desencuentros son la tónica que marca los tiempos actuales en nuestro país, así se ha observado en los últimos años, a ello se suman escándalos de diversa índole en donde la clase política adquiere protagonismo en muchos casos de mal gusto.

En este contexto, el PRI afronta una severa crisis dadas las últimas derrotas que parece son una cadena que no indica cuándo terminará dicho proceso a la baja.

Si revisamos la historia moderna de México ésta no se podría escribir sin el Partido Revolucionario Institucional que fuera una pesada maquinaria electoral para cincelar una hegemonía que ahora es parte de los recuerdos porque nuestro país cambió y esto implica contar con otro modelo partidista en donde la alternancia es un hecho desde que inició este aún joven siglo XXI.

La actualidad indica que el Revolucionario Institucional vive la peor crisis de su historia. El génesis priista inició en 1929 como el Partido Nacional Revolucionario bajo el mando de Plutarco Elías Calles durante el periodo conocido como el Maximato, lapso en el cual el profesor y general sonorense fue el hombre fuerte, una especie de monarca que puso y quitó presidentes hasta que Lázaro Cárdenas lo expulsó del país.

Desde 1929 al año 2000 el PRI se mantuvo en el poder, pregonaba su nomenclatura de hace décadas que el partido representaba al nacionalismo revolucionario, le correspondió a los mandatarios de dicha extracción el denominado desarrollo estabilizador y posteriormente las crisis recurrentes, también el origen del neoliberalismo como nuevo paradigma de la política económica siguiendo los dictados de organismos externos.

Ha sido el PRI una escuela de cuadros porque si se revisa la mayoría de partidos actuales tienen en su ADN restos y rasgos del tricolor, los alcances del Revolucionario Institucional se han mermado: en el año 2000 fue destronado por Vicente Fox, regresó con Enrique Peña Nieto en 2012 y fue sacudido por Andrés Manuel López Obrador para ser contundentemente vencido en el 2018.

El dirigente actual del PRI Alejandro Moreno Cárdenas es ya un coleccionista de derrotas, diez en dos años, en otros tiempos hace rato habría renunciado aunque el originario de Campeche insiste en mantenerse al frente aunque cada vez son más crecientes las voces al interior que piden al exterior la salida del conocido Alito, como Fernando Lerdo de Tejada, José Encarnación Álfaro y José Ramón Martell porque consideran que se ocupa de una cirugía mayor ante la pobre cosecha de votos en las últimas jornadas electorales. Recientemente se reunió con ex dirigentes de su partido, quienes le pidieron renunciar aunque dicho propósito no se consiguió.

El próximo año se efectuarán los comicios en Coahuila y Estado de México, será un termómetro importante para evaluar si el declive continúa o hubiese un repunte, ambas entidades son gobernadas por el Revolucionario Institucional que corre el riesgo de ser destronado.

El Estado de México tiene un gran simbolismo para el tricolor porque de dicha región surgieron cuadros destacados como Adolfo López Mateos, Carlos Hank González y el denominado Grupo Atlacomulco que para algunos es una leyenda urbana y para otros un factor clave de poder. De la citada entidad también surgió Enrique Peña Nieto, si pierde esta demarcación el futuro inmediato sería aún más sombrío.

A la actual dirigencia le hace falta tener un enfoque autocrítico, resulta increíble que se hable post elecciones como si hubieran ganado carro completo, eso ya es historia, Morena derrotó a la alianza opositora con cierta facilidad, los números son fríos pero reales y si el estado de cosas se mantiene como ahora seguramente el partido guinda refrendará el triunfo en el 2024.

Al PRI le urge un cambio, un golpe de timón o terminará por convertirse en un partido marginal que viva de su historia y desdeñe al presente.

Tiempos de polarización, arrebatos y desencuentros son la tónica que marca los tiempos actuales en nuestro país, así se ha observado en los últimos años, a ello se suman escándalos de diversa índole en donde la clase política adquiere protagonismo en muchos casos de mal gusto.

En este contexto, el PRI afronta una severa crisis dadas las últimas derrotas que parece son una cadena que no indica cuándo terminará dicho proceso a la baja.

Si revisamos la historia moderna de México ésta no se podría escribir sin el Partido Revolucionario Institucional que fuera una pesada maquinaria electoral para cincelar una hegemonía que ahora es parte de los recuerdos porque nuestro país cambió y esto implica contar con otro modelo partidista en donde la alternancia es un hecho desde que inició este aún joven siglo XXI.

La actualidad indica que el Revolucionario Institucional vive la peor crisis de su historia. El génesis priista inició en 1929 como el Partido Nacional Revolucionario bajo el mando de Plutarco Elías Calles durante el periodo conocido como el Maximato, lapso en el cual el profesor y general sonorense fue el hombre fuerte, una especie de monarca que puso y quitó presidentes hasta que Lázaro Cárdenas lo expulsó del país.

Desde 1929 al año 2000 el PRI se mantuvo en el poder, pregonaba su nomenclatura de hace décadas que el partido representaba al nacionalismo revolucionario, le correspondió a los mandatarios de dicha extracción el denominado desarrollo estabilizador y posteriormente las crisis recurrentes, también el origen del neoliberalismo como nuevo paradigma de la política económica siguiendo los dictados de organismos externos.

Ha sido el PRI una escuela de cuadros porque si se revisa la mayoría de partidos actuales tienen en su ADN restos y rasgos del tricolor, los alcances del Revolucionario Institucional se han mermado: en el año 2000 fue destronado por Vicente Fox, regresó con Enrique Peña Nieto en 2012 y fue sacudido por Andrés Manuel López Obrador para ser contundentemente vencido en el 2018.

El dirigente actual del PRI Alejandro Moreno Cárdenas es ya un coleccionista de derrotas, diez en dos años, en otros tiempos hace rato habría renunciado aunque el originario de Campeche insiste en mantenerse al frente aunque cada vez son más crecientes las voces al interior que piden al exterior la salida del conocido Alito, como Fernando Lerdo de Tejada, José Encarnación Álfaro y José Ramón Martell porque consideran que se ocupa de una cirugía mayor ante la pobre cosecha de votos en las últimas jornadas electorales. Recientemente se reunió con ex dirigentes de su partido, quienes le pidieron renunciar aunque dicho propósito no se consiguió.

El próximo año se efectuarán los comicios en Coahuila y Estado de México, será un termómetro importante para evaluar si el declive continúa o hubiese un repunte, ambas entidades son gobernadas por el Revolucionario Institucional que corre el riesgo de ser destronado.

El Estado de México tiene un gran simbolismo para el tricolor porque de dicha región surgieron cuadros destacados como Adolfo López Mateos, Carlos Hank González y el denominado Grupo Atlacomulco que para algunos es una leyenda urbana y para otros un factor clave de poder. De la citada entidad también surgió Enrique Peña Nieto, si pierde esta demarcación el futuro inmediato sería aún más sombrío.

A la actual dirigencia le hace falta tener un enfoque autocrítico, resulta increíble que se hable post elecciones como si hubieran ganado carro completo, eso ya es historia, Morena derrotó a la alianza opositora con cierta facilidad, los números son fríos pero reales y si el estado de cosas se mantiene como ahora seguramente el partido guinda refrendará el triunfo en el 2024.

Al PRI le urge un cambio, un golpe de timón o terminará por convertirse en un partido marginal que viva de su historia y desdeñe al presente.

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