/ jueves 17 de marzo de 2022

El respeto a la norma para un futuro mejor

En el día a día, nos encontramos sujetos a leyes sociales, éstas son mandatos a la conducta humana que prescriben el comportamiento, señalan lo que debe realizarse y se considera justo, útil o conveniente. Estas leyes son esencialmente violables, ya que el supuesto de toda norma es la libertad de aquellos a quien se dirige. La moral supone y requiere libertad en su cumplimiento, pues, para que una conducta pueda ser objeto de un juicio moral, es preciso que el sujeto la realice por sí mismo, que responda a una posición de su propio deseo. Los mandatos contenidos en las normas morales tienen una finalidad ética, pues solo buscan la realización del bien, por lo que se dirigen a la conciencia de los individuos.

Por otro lado, las normas jurídicas tienen como objeto la regulación de la conducta para con los demás, a fin de organizar la vida social, previniendo los conflictos y dando las bases para su solución mediante diferentes decretos, leyes, códigos, reglamentos, jurisprudencias, acuerdos y demás. Son coercibles y heterónomas entre otras características de estas.

Para Kant los juicios que señalan deberes pueden ser imperativos categóricos o juicios apodícticos donde convergen los dos presupuestos fundamentales de la norma: un sujeto obligado, es decir, un sujeto que será susceptible de cumplir con dichas normas; y el libre albedrío de este, o sea, plena libertad de decidir si cumple con la norma o no.

Sin embargo, para desarrollar relaciones humanas de calidad, se deben acatar conductas según nuestros juicios valorativos, pero, tendientes al cumplimiento de la normativa sin importar el orden de esta, ya que las normas imponen una determinada conducta tendiente a hacer más agradable la convivencia, fundada en principios de buena educación, decoro, protocolo o cortesía para establecer el bien común de la sociedad.

Una sociedad se concibe como la organización de convivencia humana en la que cada persona está en posibilidad de realizarse, en identidad individual y de su ser colectivo, en todas las formas sociales –familia, asociación, clase social, municipio, Estado y comunidad internacional- donde destaca la interacción social como la forma determinante a través de la cual se generan las relaciones entre los sujetos. Aquí radica la importancia de estudiar, comprender y acatar la norma.

De acuerdo a un estudio del Instituto Nacional de Síntesis Matemática y Biológica de Estados Unidos sobre los orígenes de la cooperación humana donde los investigadores usaron simuladores para modelar tanto el comportamiento individual en acciones de grupo conjuntas, como la maquinaria genética subyacente que controla el comportamiento partiendo de la premisa de que la adhesión a las normas es reforzada socialmente por la aprobación y recompensa de los individuos que las siguen y por el castigo de los que infringen la norma. El objetivo de los científicos era ver si ciertas normas se interiorizaban, o si los individuos solo acatan la norma para evitar el castigo. El resultado arrojado, fue impresionante. Los individuos se ven mayormente presionados por el colectivo, ya que aquellos que salen de la generalidad son mal vistos, por lo que al final terminan integrándose a las acciones de grupo por el beneficio común.

De alguna manera, los resultados son alentadores, se espera que la capacidad de los humanos para interiorizar las normas sociales evolucione en una amplia gama de condiciones ayudando a forjar una especie de cooperación que se vuelva instintiva.

En conclusión, el irrestricto respeto de la norma es una obligación de los sujetos, que si bien, cuentan con la libertad de decidir si la cumplen o no, también deben tener la conciencia que al faltarle habrán consecuencias ya sea de carácter jurídico, moral o religioso. Por lo que resulta necesario reflexionar el que existe una proporcionalidad directa entre una sociedad evolucionada y el respeto a la norma.

Un ciudadano consciente del impacto del incumplimiento de la normativa, es un ciudadano que en la colectividad impactará de manera positiva al convertirse en un agente multiplicador. Seamos pues, aquellos que velan porque prevalezca el Estado de Derecho y el fortalecimiento de las instituciones como una constante, acatar la norma no solo funciona para la sana convivencia es también lo que nos llevará a ser una mejor sociedad.

En el día a día, nos encontramos sujetos a leyes sociales, éstas son mandatos a la conducta humana que prescriben el comportamiento, señalan lo que debe realizarse y se considera justo, útil o conveniente. Estas leyes son esencialmente violables, ya que el supuesto de toda norma es la libertad de aquellos a quien se dirige. La moral supone y requiere libertad en su cumplimiento, pues, para que una conducta pueda ser objeto de un juicio moral, es preciso que el sujeto la realice por sí mismo, que responda a una posición de su propio deseo. Los mandatos contenidos en las normas morales tienen una finalidad ética, pues solo buscan la realización del bien, por lo que se dirigen a la conciencia de los individuos.

Por otro lado, las normas jurídicas tienen como objeto la regulación de la conducta para con los demás, a fin de organizar la vida social, previniendo los conflictos y dando las bases para su solución mediante diferentes decretos, leyes, códigos, reglamentos, jurisprudencias, acuerdos y demás. Son coercibles y heterónomas entre otras características de estas.

Para Kant los juicios que señalan deberes pueden ser imperativos categóricos o juicios apodícticos donde convergen los dos presupuestos fundamentales de la norma: un sujeto obligado, es decir, un sujeto que será susceptible de cumplir con dichas normas; y el libre albedrío de este, o sea, plena libertad de decidir si cumple con la norma o no.

Sin embargo, para desarrollar relaciones humanas de calidad, se deben acatar conductas según nuestros juicios valorativos, pero, tendientes al cumplimiento de la normativa sin importar el orden de esta, ya que las normas imponen una determinada conducta tendiente a hacer más agradable la convivencia, fundada en principios de buena educación, decoro, protocolo o cortesía para establecer el bien común de la sociedad.

Una sociedad se concibe como la organización de convivencia humana en la que cada persona está en posibilidad de realizarse, en identidad individual y de su ser colectivo, en todas las formas sociales –familia, asociación, clase social, municipio, Estado y comunidad internacional- donde destaca la interacción social como la forma determinante a través de la cual se generan las relaciones entre los sujetos. Aquí radica la importancia de estudiar, comprender y acatar la norma.

De acuerdo a un estudio del Instituto Nacional de Síntesis Matemática y Biológica de Estados Unidos sobre los orígenes de la cooperación humana donde los investigadores usaron simuladores para modelar tanto el comportamiento individual en acciones de grupo conjuntas, como la maquinaria genética subyacente que controla el comportamiento partiendo de la premisa de que la adhesión a las normas es reforzada socialmente por la aprobación y recompensa de los individuos que las siguen y por el castigo de los que infringen la norma. El objetivo de los científicos era ver si ciertas normas se interiorizaban, o si los individuos solo acatan la norma para evitar el castigo. El resultado arrojado, fue impresionante. Los individuos se ven mayormente presionados por el colectivo, ya que aquellos que salen de la generalidad son mal vistos, por lo que al final terminan integrándose a las acciones de grupo por el beneficio común.

De alguna manera, los resultados son alentadores, se espera que la capacidad de los humanos para interiorizar las normas sociales evolucione en una amplia gama de condiciones ayudando a forjar una especie de cooperación que se vuelva instintiva.

En conclusión, el irrestricto respeto de la norma es una obligación de los sujetos, que si bien, cuentan con la libertad de decidir si la cumplen o no, también deben tener la conciencia que al faltarle habrán consecuencias ya sea de carácter jurídico, moral o religioso. Por lo que resulta necesario reflexionar el que existe una proporcionalidad directa entre una sociedad evolucionada y el respeto a la norma.

Un ciudadano consciente del impacto del incumplimiento de la normativa, es un ciudadano que en la colectividad impactará de manera positiva al convertirse en un agente multiplicador. Seamos pues, aquellos que velan porque prevalezca el Estado de Derecho y el fortalecimiento de las instituciones como una constante, acatar la norma no solo funciona para la sana convivencia es también lo que nos llevará a ser una mejor sociedad.