/ miércoles 13 de octubre de 2021

El virreinato del Nuevo Michoacán

Tal parece que en Michoacán tenemos historia con los virreinatos, pero ni en broma han sido buenos capítulos; primero con la Nueva España en época de la colonia, hace unos años con Alfredo Castillo y Peña Nieto y según lo dicho por Andrés Manuel López Obrador en su visita de este fin de semana, ahora la tendremos con Alfredo Ramírez Bedolla.

“Él va a representar, como fue la voluntad del pueblo, a los michoacanos, pero también va a ser mi representante en Michoacán, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, me va a representar y va a coordinar todas las acciones del gobierno federal”. Con esa desafortunada elección palabras AMLO dio -figurativamente- una palmada en la espalda al gobernador Bedolla, y además con la presentación de todo su gabinete en la sesión del día sábado, le dio un abrazo y nos dejó ver que lo arropa bajo sus alas.

Bedolla llega a la gubernatura, por un chispazo de suerte, por un error del profe Morón, pero las fuerzas de su partido, el poder de la ola morena, y la esperanza del pueblo bueno lo coloca como ganador en las urnas. Sin embargo para muchos era una figura sin legitimidad, tanto al interior de su partido como al exterior con la oposición.

Hace apenas unos días el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dijo que la elección en Michoacán era válida, confirmando el triunfo de Bedolla. También dijo que éste no había sido impuesto por el narco, aunque sí nos dieron a entender que “el narco si le ayudó pero sólo fue poquito y nomás en 4 municipios”.

¿Cómo podemos leer que a menos de 15 días de Ramírez Bedolla haber tomado protesta como gobernador, el presidente de la República ya se haya presentado en la capital del estado acompañado por todo su gabinete? Creo que para muchos el mensaje está siendo muy claro, y es que AMLO no nos lo mandó decir con nadie, él vino y en nuestra cara lo dijo: “Bedolla me va a representar aquí”. Para otros “la visita a Michoacán de AMLO, en un hecho inédito, es una prueba de mejores tiempos” y para la de la pluma, esta visita fue una muestra clara de la voluntad política como principio rector en la 4T.

Por tres años el gobierno del estado estuvo peleado con el gobierno federal, y quienes pagaban los platos rotos eran los ciudadanos de a pie, pues a según lo que dicen, los fondos, los programas, los apoyos, no llegaban o bien no se implementaban en aquello a lo que estaban destinados y si bien la visita de AMLO no cambia las cosas de la noche a la mañana, lo que si hace es mandar el mensaje de esperanza y de reconciliación, algo que le urge a un estado que desde hace meses se encuentra en focos rojos en todas las áreas y no sólo por la inseguridad, si no por los problemas en la educación, la economía y en el descontento social.

La visita del presidente de la República es más que un acto protocolario, es un mensaje simbólico, como lo ha sido todo en este gobierno, es la manera morenista de apoyar y dar legitimidad a una figura que hasta hace 6 meses era desconocida por los michoacanos, es el emplazamiento de la llegada de la cuarta transformación a Michoacán, pero que no se equivoque López Obrador: no es el inicio de un virreinato más.

Bedolla no fue elegido para representar al presidente de la República en el estado. Esta no es una provincia de un nuevo reino, AMLO no es ni Carlos I y mucho menos Jesucristo y Bedolla no es ni Antonio de Mendoza ni el discípulo Pedro. Los votantes no esperan un representante o títere del presidente de la República en cada entidad, nosotros somos un estado libre y soberano que si bien necesita de la federación, no necesita de nuevo a un Virrey y mucho menos un embajador, necesitamos un gobernador.

Tal parece que en Michoacán tenemos historia con los virreinatos, pero ni en broma han sido buenos capítulos; primero con la Nueva España en época de la colonia, hace unos años con Alfredo Castillo y Peña Nieto y según lo dicho por Andrés Manuel López Obrador en su visita de este fin de semana, ahora la tendremos con Alfredo Ramírez Bedolla.

“Él va a representar, como fue la voluntad del pueblo, a los michoacanos, pero también va a ser mi representante en Michoacán, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, me va a representar y va a coordinar todas las acciones del gobierno federal”. Con esa desafortunada elección palabras AMLO dio -figurativamente- una palmada en la espalda al gobernador Bedolla, y además con la presentación de todo su gabinete en la sesión del día sábado, le dio un abrazo y nos dejó ver que lo arropa bajo sus alas.

Bedolla llega a la gubernatura, por un chispazo de suerte, por un error del profe Morón, pero las fuerzas de su partido, el poder de la ola morena, y la esperanza del pueblo bueno lo coloca como ganador en las urnas. Sin embargo para muchos era una figura sin legitimidad, tanto al interior de su partido como al exterior con la oposición.

Hace apenas unos días el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dijo que la elección en Michoacán era válida, confirmando el triunfo de Bedolla. También dijo que éste no había sido impuesto por el narco, aunque sí nos dieron a entender que “el narco si le ayudó pero sólo fue poquito y nomás en 4 municipios”.

¿Cómo podemos leer que a menos de 15 días de Ramírez Bedolla haber tomado protesta como gobernador, el presidente de la República ya se haya presentado en la capital del estado acompañado por todo su gabinete? Creo que para muchos el mensaje está siendo muy claro, y es que AMLO no nos lo mandó decir con nadie, él vino y en nuestra cara lo dijo: “Bedolla me va a representar aquí”. Para otros “la visita a Michoacán de AMLO, en un hecho inédito, es una prueba de mejores tiempos” y para la de la pluma, esta visita fue una muestra clara de la voluntad política como principio rector en la 4T.

Por tres años el gobierno del estado estuvo peleado con el gobierno federal, y quienes pagaban los platos rotos eran los ciudadanos de a pie, pues a según lo que dicen, los fondos, los programas, los apoyos, no llegaban o bien no se implementaban en aquello a lo que estaban destinados y si bien la visita de AMLO no cambia las cosas de la noche a la mañana, lo que si hace es mandar el mensaje de esperanza y de reconciliación, algo que le urge a un estado que desde hace meses se encuentra en focos rojos en todas las áreas y no sólo por la inseguridad, si no por los problemas en la educación, la economía y en el descontento social.

La visita del presidente de la República es más que un acto protocolario, es un mensaje simbólico, como lo ha sido todo en este gobierno, es la manera morenista de apoyar y dar legitimidad a una figura que hasta hace 6 meses era desconocida por los michoacanos, es el emplazamiento de la llegada de la cuarta transformación a Michoacán, pero que no se equivoque López Obrador: no es el inicio de un virreinato más.

Bedolla no fue elegido para representar al presidente de la República en el estado. Esta no es una provincia de un nuevo reino, AMLO no es ni Carlos I y mucho menos Jesucristo y Bedolla no es ni Antonio de Mendoza ni el discípulo Pedro. Los votantes no esperan un representante o títere del presidente de la República en cada entidad, nosotros somos un estado libre y soberano que si bien necesita de la federación, no necesita de nuevo a un Virrey y mucho menos un embajador, necesitamos un gobernador.