/ miércoles 29 de agosto de 2018

Golpe de Timón

Saldos

No hay fecha que no se cumpla y el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto llega a su final con el Sexto Informe, los saldos que cuenta la opinión pública son demoledores porque en términos de seguridad pública estamos peor que hace seis años.

Ha sido infructuoso el gobierno federal y una prueba de esta afirmación se expresó en grado superlativo el primero de julio, su partido fue reprobado, vapuleado como nunca. La alternancia pronosticada simplemente se confirmó.

Los escándalos persiguieron al presidente saliente desde 2014 con el tema de la Casa Blanca, desde entonces la debacle nunca se detuvo hasta llegar al expediente tortuoso de la mediática estafa maestra. El resultado en las urnas que lleva a Palacio Nacional a López Obrador operó como una sentencia condenatoria contra Peña Nieto, tratar de atenuar el fracaso con spots es un autoengaño.

Recién al comenzar la administración próxima a concluir, las señales no fueron negativas, a los pocos días se signó el Pacto por México con la aprobación de las cúpulas de los partidos más importantes de oposición en ese momento: PAN y PRD.

El citado acuerdo fue la plataforma para allanar el camino a 14 reformas estructurales, se reconoció la hábil operación política, los buenos augurios cobraban forma, se decía, mejor imposible.

Los escándalos de corrupción, la violación a los derechos humanos, los altos índices de violencia, entre otros asuntos lastimosos, mermaron la credibilidad del mandatario; los debates en la opinión pública los perdía la Presidencia porque el esquema institucional de comunicación operó con lentitud paquidérmica desde Los Pinos.

Acaba el sexenio, se destaca la casi inexistente autocrítica, finalmente los hombres del poder suelen no ser aficionados a dicha práctica porque la desinformación unida a la vanidad les impiden ver las cosas de manera realista.

La transición entre el gobierno saliente y el próximo a iniciar ha sido, hay que decirlo, de terciopelo, no registra confrontaciones, al final del día Andrés Manuel López Obrador tiene una legitimidad contundente derivada de las urnas.

En la actualidad los informes de gobierno son un asunto simplificado, se entrega al Poder Legislativo y el mandatario dirige un mensaje político, en otros tiempos fue una estampa imperial, un escenario plagado de servilismo entre papelitos blancos. No más el día del presidente.

Regularmente cada jefe del Ejecutivo de turno refleja estar convencido de que ha reinventado México, parecen no renunciar al toque de megalomanía auspiciado por sus cortesanos.

El Presidente Peña Nieto ha sido enfático en repetir sus logros, los cree, seguramente los hubo, aunque no en la magnitud como él lo festina, porque en definitiva no estamos mejor que hace seis años, aunque diga lo contrario.

La impunidad cabalga, la corrupción se disparó en los últimos años, principalmente con personajes en su momento correligionarios del Presidente Peña, como el exgobernador de Veracruz Javier Duarte. El saldo final no favorece al Presidente Peña Nieto y algunas de las publicitadas reformas estructurales no tienen futuro. (F)

Saldos

No hay fecha que no se cumpla y el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto llega a su final con el Sexto Informe, los saldos que cuenta la opinión pública son demoledores porque en términos de seguridad pública estamos peor que hace seis años.

Ha sido infructuoso el gobierno federal y una prueba de esta afirmación se expresó en grado superlativo el primero de julio, su partido fue reprobado, vapuleado como nunca. La alternancia pronosticada simplemente se confirmó.

Los escándalos persiguieron al presidente saliente desde 2014 con el tema de la Casa Blanca, desde entonces la debacle nunca se detuvo hasta llegar al expediente tortuoso de la mediática estafa maestra. El resultado en las urnas que lleva a Palacio Nacional a López Obrador operó como una sentencia condenatoria contra Peña Nieto, tratar de atenuar el fracaso con spots es un autoengaño.

Recién al comenzar la administración próxima a concluir, las señales no fueron negativas, a los pocos días se signó el Pacto por México con la aprobación de las cúpulas de los partidos más importantes de oposición en ese momento: PAN y PRD.

El citado acuerdo fue la plataforma para allanar el camino a 14 reformas estructurales, se reconoció la hábil operación política, los buenos augurios cobraban forma, se decía, mejor imposible.

Los escándalos de corrupción, la violación a los derechos humanos, los altos índices de violencia, entre otros asuntos lastimosos, mermaron la credibilidad del mandatario; los debates en la opinión pública los perdía la Presidencia porque el esquema institucional de comunicación operó con lentitud paquidérmica desde Los Pinos.

Acaba el sexenio, se destaca la casi inexistente autocrítica, finalmente los hombres del poder suelen no ser aficionados a dicha práctica porque la desinformación unida a la vanidad les impiden ver las cosas de manera realista.

La transición entre el gobierno saliente y el próximo a iniciar ha sido, hay que decirlo, de terciopelo, no registra confrontaciones, al final del día Andrés Manuel López Obrador tiene una legitimidad contundente derivada de las urnas.

En la actualidad los informes de gobierno son un asunto simplificado, se entrega al Poder Legislativo y el mandatario dirige un mensaje político, en otros tiempos fue una estampa imperial, un escenario plagado de servilismo entre papelitos blancos. No más el día del presidente.

Regularmente cada jefe del Ejecutivo de turno refleja estar convencido de que ha reinventado México, parecen no renunciar al toque de megalomanía auspiciado por sus cortesanos.

El Presidente Peña Nieto ha sido enfático en repetir sus logros, los cree, seguramente los hubo, aunque no en la magnitud como él lo festina, porque en definitiva no estamos mejor que hace seis años, aunque diga lo contrario.

La impunidad cabalga, la corrupción se disparó en los últimos años, principalmente con personajes en su momento correligionarios del Presidente Peña, como el exgobernador de Veracruz Javier Duarte. El saldo final no favorece al Presidente Peña Nieto y algunas de las publicitadas reformas estructurales no tienen futuro. (F)

ÚLTIMASCOLUMNAS
jueves 04 de abril de 2024

París bien vale una misa

Golpe de Timón

Teodoro Barajas

miércoles 14 de febrero de 2024

Relevo generacional, deseos y riesgos

Golpe de Timón

Teodoro Barajas

martes 30 de enero de 2024

Evangelio laico

Golpe de Timón

Teodoro Barajas

lunes 15 de enero de 2024

Tiempos complicados

Golpe de Timón

Teodoro Barajas

martes 02 de enero de 2024

Año nuevo, proceso electoral

Golpe de Timón

Teodoro Barajas

martes 19 de diciembre de 2023

Feliz Navidad

Golpe de Timón

Teodoro Barajas

martes 05 de diciembre de 2023

Precampañas

Golpe de Timón

Teodoro Barajas

miércoles 22 de noviembre de 2023

Serrat y la poesía

Golpe de Timón

Teodoro Barajas

martes 07 de noviembre de 2023

Acapulco

Golpe de Timón

Teodoro Barajas

lunes 23 de octubre de 2023

Día de Muertos

Golpe de Timón

Teodoro Barajas

Cargar Más