/ jueves 17 de marzo de 2022

Integridad académica

La integridad es hacer lo correcto, incluso cuando nadie está mirando

C.S. Lewis

La sociedad en general se encuentra ante una “crisis de integridad”. Las instituciones educativas tienen una responsabilidad muy especial ante esta crisis porque a menudo son el último recurso para erradicar sus causas. Si a los (las) estudiantes no se les inculca el hábito de la integridad antes de que salgan a desempeñarse en la sociedad, las probabilidades de que lo adquieran posteriormente son muy escasas.

La integridad académica es la acción de preservar, al menos, cinco valores fundamentales del proceso académico, asumiendo el compromiso de defenderlos, incluso ante la adversidad:

HONESTIDAD, CONFIANZA, JUSTICIA, RESPETO Y RESPONSABILIDAD

Al privilegiar la vigencia de estos valores, las instituciones promueven una cultura de integridad que favorece el desarrollo óptimo de su comunidad académica.

Se entiende por Integridad Académica: el actuar honesto, comprometido, confiable, responsable, justo y respetuoso en el aprendizaje, la investigación y la difusión de la cultura.

Atentan contra la Integridad Académica todas aquellas acciones individuales o colectivas de los alumnos (as) y docentes que se cometan dentro o fuera del salón de clases, que contravengan dichos principios.

Acciones indebidas son: la copia o tentativa de copia en cualquier tipo de examen o actividad de aprendizaje; el plagio parcial o total; facilitar alguna actividad o material para que sea copiada y/o presentada como propia; la suplantación de identidad; acceder y/o manipular, sin autorización expresa, cuentas de correo electrónico o sistemas institucionales; falsear información; alterar documentos académicos; vender o comprar exámenes o distribuirlos, mediante cualquier modalidad; hurtar información o intentar sobornar a un profesor o cualquier colaborador de la institución, entre otras acciones más.

De ahí la importancia de escuchar y acompañar creando la línea de integridad, para adoptar la convicción de generar una cultura de la integridad y de la mejora continua a partir de los canales de atención y acompañamiento que promuevan las organizaciones en todos los miembros de su comunidad educativa.

“La integridad es la cualidad más valiosa y respetada del líder que cumple siempre su palabra”, según Brian Tracy.

Es menester dar oportunidad al alumnado de manifestar hechos o situaciones que los colocan en un estado de vulnerabilidad, ante los que se requiere contar con la guía y el acompañamiento, para atender cuestiones académicas, espirituales, sociales, vocacionales, psicológicas y éticas; con perspectiva de género y sujetos a la interpelación por el contexto actual.

La honestidad es el valor que nos permite una vida congruente, es decir, que lo que pensamos, sentimos y hacemos, está en sincronía. La persona honesta sabe diferenciar entre lo que está bien y mal y actúa con base en valores inclinados al bien común.

La confianza es la creencia, esperanza y fe persistente que alguien tiene, referente a otra persona, entidad o grupo en que será idóneo para actuar de forma apropiada en una situación o circunstancia determinada.

La Justicia es el valor moral que posee una persona con el derecho de proporcionarle a otra lo que merece.

Una comunidad académica debe intentar asegurar que los estándares, las prácticas y procedimientos institucionales para fomentar la integridad académica y la interacción entre todos sus miembros, se fundamenten en el principio de la justicia.

El respeto es la consideración y valoración especial ante alguien y algo, al que se le reconoce valor social o especial deferencia. El respeto es un valor moral y el objetivo de su puesta en práctica es el tratar o reconocer a una, persona, un objeto, un animal o acontecimiento con sentido positivo.

La responsabilidad es la cualidad que tiene aquel individuo que cumple sus obligaciones o promesas y asume las consecuencias de sus actos, cuando los realiza de manera consciente e intencionada. Es una virtud que suele ser considerada como uno de los principios humanos más significativos, que puede encontrarse prácticamente en cualquier ámbito; bien sea familiar, político o jurídico.

Este llamado a la integridad académica exhorta a crear un equilibrio entre la norma y la compasión. Las instituciones académicas se dedican al aprendizaje; por lo tanto, debemos tratar de que cuando se trate de integridad académica, la experiencia sea aprendida.

Como miembros de comunidades académicas, podemos desempeñar un papel importante en la solución de esa "crisis de integridad" en la que se encuentra nuestra sociedad. Las instituciones y los individuos pueden iniciar y mantener un diálogo permanente sobre estos temas; actuar de manera que apoyen los valores y principios expuestos anteriormente.

“La integridad es la esencia de todos los éxitos”, señaló R. Buckminster Fuller

La integridad es hacer lo correcto, incluso cuando nadie está mirando

C.S. Lewis

La sociedad en general se encuentra ante una “crisis de integridad”. Las instituciones educativas tienen una responsabilidad muy especial ante esta crisis porque a menudo son el último recurso para erradicar sus causas. Si a los (las) estudiantes no se les inculca el hábito de la integridad antes de que salgan a desempeñarse en la sociedad, las probabilidades de que lo adquieran posteriormente son muy escasas.

La integridad académica es la acción de preservar, al menos, cinco valores fundamentales del proceso académico, asumiendo el compromiso de defenderlos, incluso ante la adversidad:

HONESTIDAD, CONFIANZA, JUSTICIA, RESPETO Y RESPONSABILIDAD

Al privilegiar la vigencia de estos valores, las instituciones promueven una cultura de integridad que favorece el desarrollo óptimo de su comunidad académica.

Se entiende por Integridad Académica: el actuar honesto, comprometido, confiable, responsable, justo y respetuoso en el aprendizaje, la investigación y la difusión de la cultura.

Atentan contra la Integridad Académica todas aquellas acciones individuales o colectivas de los alumnos (as) y docentes que se cometan dentro o fuera del salón de clases, que contravengan dichos principios.

Acciones indebidas son: la copia o tentativa de copia en cualquier tipo de examen o actividad de aprendizaje; el plagio parcial o total; facilitar alguna actividad o material para que sea copiada y/o presentada como propia; la suplantación de identidad; acceder y/o manipular, sin autorización expresa, cuentas de correo electrónico o sistemas institucionales; falsear información; alterar documentos académicos; vender o comprar exámenes o distribuirlos, mediante cualquier modalidad; hurtar información o intentar sobornar a un profesor o cualquier colaborador de la institución, entre otras acciones más.

De ahí la importancia de escuchar y acompañar creando la línea de integridad, para adoptar la convicción de generar una cultura de la integridad y de la mejora continua a partir de los canales de atención y acompañamiento que promuevan las organizaciones en todos los miembros de su comunidad educativa.

“La integridad es la cualidad más valiosa y respetada del líder que cumple siempre su palabra”, según Brian Tracy.

Es menester dar oportunidad al alumnado de manifestar hechos o situaciones que los colocan en un estado de vulnerabilidad, ante los que se requiere contar con la guía y el acompañamiento, para atender cuestiones académicas, espirituales, sociales, vocacionales, psicológicas y éticas; con perspectiva de género y sujetos a la interpelación por el contexto actual.

La honestidad es el valor que nos permite una vida congruente, es decir, que lo que pensamos, sentimos y hacemos, está en sincronía. La persona honesta sabe diferenciar entre lo que está bien y mal y actúa con base en valores inclinados al bien común.

La confianza es la creencia, esperanza y fe persistente que alguien tiene, referente a otra persona, entidad o grupo en que será idóneo para actuar de forma apropiada en una situación o circunstancia determinada.

La Justicia es el valor moral que posee una persona con el derecho de proporcionarle a otra lo que merece.

Una comunidad académica debe intentar asegurar que los estándares, las prácticas y procedimientos institucionales para fomentar la integridad académica y la interacción entre todos sus miembros, se fundamenten en el principio de la justicia.

El respeto es la consideración y valoración especial ante alguien y algo, al que se le reconoce valor social o especial deferencia. El respeto es un valor moral y el objetivo de su puesta en práctica es el tratar o reconocer a una, persona, un objeto, un animal o acontecimiento con sentido positivo.

La responsabilidad es la cualidad que tiene aquel individuo que cumple sus obligaciones o promesas y asume las consecuencias de sus actos, cuando los realiza de manera consciente e intencionada. Es una virtud que suele ser considerada como uno de los principios humanos más significativos, que puede encontrarse prácticamente en cualquier ámbito; bien sea familiar, político o jurídico.

Este llamado a la integridad académica exhorta a crear un equilibrio entre la norma y la compasión. Las instituciones académicas se dedican al aprendizaje; por lo tanto, debemos tratar de que cuando se trate de integridad académica, la experiencia sea aprendida.

Como miembros de comunidades académicas, podemos desempeñar un papel importante en la solución de esa "crisis de integridad" en la que se encuentra nuestra sociedad. Las instituciones y los individuos pueden iniciar y mantener un diálogo permanente sobre estos temas; actuar de manera que apoyen los valores y principios expuestos anteriormente.

“La integridad es la esencia de todos los éxitos”, señaló R. Buckminster Fuller