/ jueves 5 de mayo de 2022

Juventud

La juventud no es un periodo de vida; es un estado del espíritu, es el producto de una voluntad. Una cualidad de la imaginación y una intensidad emotiva. Es la victoria del coraje sobre la timidez, de la aventura sobre el confort.

No se envejece por haber vivido una cantidad de años, se envejece por haber desertado a un ideal. Los años arrugan la piel, pero renunciar a los ideales arruga el alma. Las preocupaciones, las dudas, los temores y la falta de esperanza son los enemigos que lentamente nos hacen inclinarnos hacia la tierra y convertirnos en polvo antes de la muerte.

Joven es aquel que se asombra y se maravilla. El que se pregunta cómo un chico insaciable: “¿Y después?”... El que desafía los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida.

Uno es tan joven como su fe y tan viejo como su duda. Tan joven como su confianza en sí mismo, tan joven como su esperanza y tan viejo como su abatimiento.

Sorprende ver, en ocasiones, a “jóvenes demasiado viejos”, sin un propósito trascendente en la vida, sorteando el día a día sin ilusión, ni para qué caminar. Sin duda existen otros, ojalá que la mayoría, con la chispa propia de la edad: creativos, talentosos y generosos a raudales porque son los rasgos que los caracterizan. Caminar al lado de los jóvenes, acompañarlos y animarlos nos convierte en beneficiarios de su espíritu.

Conscientes de la factura que impone el transcurso de la existencia, la juventud será siempre una forma de ser.

Y aún con ese espíritu joven, la violencia parece “cantar su triunfo”. Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible.

Vivimos en un mundo complejo y paradójico. La violencia física y verbal parece cosa de todos los días. Nos hemos mal acostumbrado a las imágenes crudas que producen la sinrazón, el atropello y el avasallamiento de unos hacia otros.

“Imaginemos a toda la gente viviendo en paz…”, la invitación a soñar corresponde a unos versos de John Lennon, lamentablemente asesinado.

Mahatma Gandhi, adalid de la resistencia pacífica y de la no violencia, cuyo ejemplo ha trascendido épocas y fronteras, ha impregnado las conciencias de muchas generaciones.

Hermanados con la trascendental herencia del líder espiritual indio, estamos convocados a poner en práctica sus ideales y a traducirlos en acciones de paz., de modo que sus raíces colectivas contribuyan a fortalecer el entramado cívico.

El método de Gandhi con su resistencia pasiva frente a los abusos del colonialismo inglés le valió la prisión y los ataques de los fanáticos de distinta índole. Finalmente, tras obtener la India su independencia del Reino Unido, Gandhi fue asesinado por un extremista de su propio pueblo que consideraba que el “Alma Grande” favorecía a la minoría islámica. El atentado extendió por todo el mundo la estela de Gandhi, misma que sirvió de modelo a destacados luchadores pacíficos, como Martin Luther King.

El aula no es un ente abstracto, sino un reflejo de la sociedad; como tal, reproduce las tensiones que se viven más allá de sus muros. La diferencia radica en que la plataforma educativa es el medio privilegiado que brinda las herramientas para desarrollar en la juventud estudiantil sus capacidades racionales y emotivas. Por ello nuestro propósito no debería de ser otro que el estimular la participación activa de nuestros estudiantes para así brindarles la oportunidad de construir la paz... además de soñarla.

Educar en la igualdad y el respeto es educar contra la violencia. Benjamín Franklin.

Mario Benedetti nos legó un bello poema (“No te rindas”) que se convierte en aliento para el quehacer cotidiano; particularmente cuando el viento sopla en contra.

No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo,

aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre,

retomar el vuelo.

No te rindas, que la vida es eso, continuar el viaje,

perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros, y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme,

aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento,

aún hay fuego en tu alma aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero, porque existe el vino y el amor, es cierto.

Porque no hay heridas que no cure el tiempo. Abrir las puertas,

quitar los cerrojos,

abandonar las murallas que te protegieron, vivir la vida y aceptar el reto,

recuperar la risa, ensayar un canto,

bajar la guardia y extender las manos desplegar las alas

e intentar de nuevo,

celebrar la vida y retomar los cielos. No te rindas, por favor no cedas,

aunque el frío queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se ponga y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma,

aún hay vida en tus sueños.

Porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento. Porque no estás solo, porque yo te quiero.

La juventud no es un periodo de vida; es un estado del espíritu, es el producto de una voluntad. Una cualidad de la imaginación y una intensidad emotiva. Es la victoria del coraje sobre la timidez, de la aventura sobre el confort.

No se envejece por haber vivido una cantidad de años, se envejece por haber desertado a un ideal. Los años arrugan la piel, pero renunciar a los ideales arruga el alma. Las preocupaciones, las dudas, los temores y la falta de esperanza son los enemigos que lentamente nos hacen inclinarnos hacia la tierra y convertirnos en polvo antes de la muerte.

Joven es aquel que se asombra y se maravilla. El que se pregunta cómo un chico insaciable: “¿Y después?”... El que desafía los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida.

Uno es tan joven como su fe y tan viejo como su duda. Tan joven como su confianza en sí mismo, tan joven como su esperanza y tan viejo como su abatimiento.

Sorprende ver, en ocasiones, a “jóvenes demasiado viejos”, sin un propósito trascendente en la vida, sorteando el día a día sin ilusión, ni para qué caminar. Sin duda existen otros, ojalá que la mayoría, con la chispa propia de la edad: creativos, talentosos y generosos a raudales porque son los rasgos que los caracterizan. Caminar al lado de los jóvenes, acompañarlos y animarlos nos convierte en beneficiarios de su espíritu.

Conscientes de la factura que impone el transcurso de la existencia, la juventud será siempre una forma de ser.

Y aún con ese espíritu joven, la violencia parece “cantar su triunfo”. Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible.

Vivimos en un mundo complejo y paradójico. La violencia física y verbal parece cosa de todos los días. Nos hemos mal acostumbrado a las imágenes crudas que producen la sinrazón, el atropello y el avasallamiento de unos hacia otros.

“Imaginemos a toda la gente viviendo en paz…”, la invitación a soñar corresponde a unos versos de John Lennon, lamentablemente asesinado.

Mahatma Gandhi, adalid de la resistencia pacífica y de la no violencia, cuyo ejemplo ha trascendido épocas y fronteras, ha impregnado las conciencias de muchas generaciones.

Hermanados con la trascendental herencia del líder espiritual indio, estamos convocados a poner en práctica sus ideales y a traducirlos en acciones de paz., de modo que sus raíces colectivas contribuyan a fortalecer el entramado cívico.

El método de Gandhi con su resistencia pasiva frente a los abusos del colonialismo inglés le valió la prisión y los ataques de los fanáticos de distinta índole. Finalmente, tras obtener la India su independencia del Reino Unido, Gandhi fue asesinado por un extremista de su propio pueblo que consideraba que el “Alma Grande” favorecía a la minoría islámica. El atentado extendió por todo el mundo la estela de Gandhi, misma que sirvió de modelo a destacados luchadores pacíficos, como Martin Luther King.

El aula no es un ente abstracto, sino un reflejo de la sociedad; como tal, reproduce las tensiones que se viven más allá de sus muros. La diferencia radica en que la plataforma educativa es el medio privilegiado que brinda las herramientas para desarrollar en la juventud estudiantil sus capacidades racionales y emotivas. Por ello nuestro propósito no debería de ser otro que el estimular la participación activa de nuestros estudiantes para así brindarles la oportunidad de construir la paz... además de soñarla.

Educar en la igualdad y el respeto es educar contra la violencia. Benjamín Franklin.

Mario Benedetti nos legó un bello poema (“No te rindas”) que se convierte en aliento para el quehacer cotidiano; particularmente cuando el viento sopla en contra.

No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo,

aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre,

retomar el vuelo.

No te rindas, que la vida es eso, continuar el viaje,

perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros, y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme,

aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento,

aún hay fuego en tu alma aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero, porque existe el vino y el amor, es cierto.

Porque no hay heridas que no cure el tiempo. Abrir las puertas,

quitar los cerrojos,

abandonar las murallas que te protegieron, vivir la vida y aceptar el reto,

recuperar la risa, ensayar un canto,

bajar la guardia y extender las manos desplegar las alas

e intentar de nuevo,

celebrar la vida y retomar los cielos. No te rindas, por favor no cedas,

aunque el frío queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se ponga y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma,

aún hay vida en tus sueños.

Porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento. Porque no estás solo, porque yo te quiero.