/ jueves 13 de enero de 2022

La importancia de la oposición política

La oposición política es una fuerza –sana– que contrabalancea al gobierno, ejercida centralmente por los partidos políticos que no están en el poder. Principalmente en las cámaras de legisladores, frenando posibles acciones que se conviertan en abusos de poder, el eterno riesgo político de todos los tiempos. Es también una forma de cultura y conocimiento político necesaria en el ciudadano, que busca desarrollarse en un régimen de libertades políticas.

La oposición política es pues, fundamental para la división del poder, como mecanismo de protección contra los abusos de poder en un sistema democrático y republicano, siempre y cuando no caiga en los excesos de la radicalización política. Por ello es tan relevante el que los partidos, sus miembros, y en general los ciudadanos participen, y respeten las reglas del juego, es decir, las leyes. Lo que garantice que prevalezca el Estado de Derecho, la sana colaboración entre las fuerzas políticas y el trabajo conjunto para preservarlo.

No es sorpresa para nadie que la oposición, sea una extrema molestia para muchos, especialmente para el gobierno y la fuerza política de turno. Algo así, como la libertad de expresión, otro de los contrapesos fundamentales, a regímenes autoritarios que abusan de sus facultades.

Por ello, es importante hacer hincapié en los actores clave de la oposición en México: los partidos políticos. Entidades de interés público creadas para promover la participación de la ciudadanía en la vida democrática, que contribuyen a la integración de la representación nacional; que proponen candidatos a puestos de gobierno para fortalecer la división del poder político. Que además, acceden a estos encargos a manera de representantes de la población en general, que deben brindar estabilidad y confianza a la vida pública, permitiendo cambios pacíficos de gobierno, acordando acciones gubernamentales convenientes para todos, más allá de ideologías particulares o de grupo.

A pesar de que piensen que lo suyo es implantar un sistema político, no es así, su función y responsabilidad no es otra, que la de representar al ciudadano.

Sin embargo en México, esta participación es mediocre, apenas algunas voces se levantan de vez en cuando para manifestar que la toma de decisiones del gobierno no es favorable para aquellos a los que prometieron proteger y mejorar sus condiciones de vida. Pareciera que le resulta imposible levantarse de los errores que cometieron en el pasado, y que además, no alcanzan a generar estrategias efectivas para hacer visibles los errores del gobierno y partido en turno. Existen varias teorías, algunas apuntan a que no pueden hacerlo por temor a que les saquen “sus trapitos al sol” o que se les finquen responsabilidades legales, ya sea por algún delito cometido o inventado.

No han podido transmitir fuerte y claro, que lo que más les fortalece es el hecho de que los actores políticos que representan a la corrupción y a la impunidad, son aquellos que hoy se erigen con un manto de pureza y santidad que les permite hacer y deshacer a su antojo.

Hoy más que nunca, requerimos de una oposición fuerte, con propuestas reales pero que sobre todo actúe como contrapeso al gobierno que no para de restregarnos en la cara que la división de poderes, la democracia y el Estado de Derecho se dará cómo y cuándo ellos lo permitan. La situación nacional está polarizada, más bien radicalizada y sin el contrapeso que significa la oposición se pierde cada vez más la posibilidad de que las vías que se implementaron a lo largo de los años se pierdan para quizá no volver. Hacer y ser oposición no es tarea fácil, pero es responsabilidad de todos exigir que se respeten las reglas del juego, pero para ello es imprescindible alzar la voz desde donde nos encontremos. No es posible obtener resultados distintos haciendo siempre las mismas cosas, es momento de aceptar que se tienen que plantear nuevas metas; la sociedad se los demanda es momento de acudir a su llamado.

La oposición política es una fuerza –sana– que contrabalancea al gobierno, ejercida centralmente por los partidos políticos que no están en el poder. Principalmente en las cámaras de legisladores, frenando posibles acciones que se conviertan en abusos de poder, el eterno riesgo político de todos los tiempos. Es también una forma de cultura y conocimiento político necesaria en el ciudadano, que busca desarrollarse en un régimen de libertades políticas.

La oposición política es pues, fundamental para la división del poder, como mecanismo de protección contra los abusos de poder en un sistema democrático y republicano, siempre y cuando no caiga en los excesos de la radicalización política. Por ello es tan relevante el que los partidos, sus miembros, y en general los ciudadanos participen, y respeten las reglas del juego, es decir, las leyes. Lo que garantice que prevalezca el Estado de Derecho, la sana colaboración entre las fuerzas políticas y el trabajo conjunto para preservarlo.

No es sorpresa para nadie que la oposición, sea una extrema molestia para muchos, especialmente para el gobierno y la fuerza política de turno. Algo así, como la libertad de expresión, otro de los contrapesos fundamentales, a regímenes autoritarios que abusan de sus facultades.

Por ello, es importante hacer hincapié en los actores clave de la oposición en México: los partidos políticos. Entidades de interés público creadas para promover la participación de la ciudadanía en la vida democrática, que contribuyen a la integración de la representación nacional; que proponen candidatos a puestos de gobierno para fortalecer la división del poder político. Que además, acceden a estos encargos a manera de representantes de la población en general, que deben brindar estabilidad y confianza a la vida pública, permitiendo cambios pacíficos de gobierno, acordando acciones gubernamentales convenientes para todos, más allá de ideologías particulares o de grupo.

A pesar de que piensen que lo suyo es implantar un sistema político, no es así, su función y responsabilidad no es otra, que la de representar al ciudadano.

Sin embargo en México, esta participación es mediocre, apenas algunas voces se levantan de vez en cuando para manifestar que la toma de decisiones del gobierno no es favorable para aquellos a los que prometieron proteger y mejorar sus condiciones de vida. Pareciera que le resulta imposible levantarse de los errores que cometieron en el pasado, y que además, no alcanzan a generar estrategias efectivas para hacer visibles los errores del gobierno y partido en turno. Existen varias teorías, algunas apuntan a que no pueden hacerlo por temor a que les saquen “sus trapitos al sol” o que se les finquen responsabilidades legales, ya sea por algún delito cometido o inventado.

No han podido transmitir fuerte y claro, que lo que más les fortalece es el hecho de que los actores políticos que representan a la corrupción y a la impunidad, son aquellos que hoy se erigen con un manto de pureza y santidad que les permite hacer y deshacer a su antojo.

Hoy más que nunca, requerimos de una oposición fuerte, con propuestas reales pero que sobre todo actúe como contrapeso al gobierno que no para de restregarnos en la cara que la división de poderes, la democracia y el Estado de Derecho se dará cómo y cuándo ellos lo permitan. La situación nacional está polarizada, más bien radicalizada y sin el contrapeso que significa la oposición se pierde cada vez más la posibilidad de que las vías que se implementaron a lo largo de los años se pierdan para quizá no volver. Hacer y ser oposición no es tarea fácil, pero es responsabilidad de todos exigir que se respeten las reglas del juego, pero para ello es imprescindible alzar la voz desde donde nos encontremos. No es posible obtener resultados distintos haciendo siempre las mismas cosas, es momento de aceptar que se tienen que plantear nuevas metas; la sociedad se los demanda es momento de acudir a su llamado.