/ jueves 14 de julio de 2022

La justicia un camino sinuoso para las mujeres.


Para: la Familia de Ma. Del Rosario Marqués Mejía y de Lizeth Martínez Martínez, mi agradecimiento por permitirme acompañarles todos este tiempo.

Estos últimos días he estado acompañando nuevamente a víctimas indirectas de feminicidios en algunas audiencias, después de algunos años en uno de ellos se dará el veredicto final, el cual esperemos que el fallo sea condenatorio, para que su familia pueda transitar hacia una elaboración del duelo y la perdida de su amada hija, ya que acomodar el amor sin dolor es la situación más compleja que he visto en mi vida.

En otro de los casos una reposición del proceso completo, ante el amparo otorgado al imputado, y con ello todo lo que ha implicado para la familia que tiene que viajar más de 7 horas, de un extremo a otro para poder llevar a cabo las audiencias que por cierto el agresor ha estado saboteando de alguna manera, prolongando y apostando al desgaste de la familia para que esta no asista, pero les puedo asegurar que esta muy equivocado este hombre si cree que la familia dejará sin representación a su hija.

Resulta seriamente cuestionable que los imputados, agresores, culpables de los feminicidios sigan teniendo poder aun desde la cárcel, la intimidación, la coacción y las amenazas son estrategias que utilizan para que, según ellos, las personas testigas de los hechos se resistan a dar sus replicas y hacer los señalamientos que hundirán la retorica de los cobardes, que siempre se asumen como inocentes.

Un agresor siempre y casi siempre utiliza toda la fuerza que el otorga el Estado, el dinero y sus redes de violencia y complicidad para seguir violentando, ya que este sistema no sólo patriarcal y de justicia lo permiten, ya que estos hombres se escudan en la impunidad, en la protección que les brinda la ley a través de una serie de artilugios que muchos abogados y abogadas están dispuestos a utilizar, aunque estos no sean verdad, y aunque sepan que son culpables sus representados.

Aun hacen falta muchas cosas para que podamos tener un modelo de justicia equitativo entre las partes, no basta con este sistema de justicia penal, al que ya muchos quieren derrocar, cuando hay que ajustar, y es que tampoco el sistema penitenciario permite desempoderar a los agresores, que impide humanizarlos, como tampoco permite a las víctimas darles la protección que merecen principalmente centrada en su integridad y dignidad, así como en la certeza de la rearticulación familiar que requieren para reiniciar sus vidas y enfrentar las nuevas responsabilidades que van a asumir en esta nueva conformación familiar en la que están niñas, niños y adolescentes en orfandad.

Resulta deleznable que algunos familiares lo que menos les importe es la protección integral de los hijos a hijas que fueron testigos de ese crimen, sin importar pelean salvaje y despiadadamente por la reparación del daño y los inmuebles que haya dejado el sentenciado, y eso no es reparación del daño, eso se llama rapiña e indefensión, empeorando la condición de orfandad y pobreza sin que una sola institución verifique estos procesos.

La violencia contra las mujeres, especialmente el feminicidio, golpea fuertemente a las personas que integran su núcleo familiar, tiene efectos que devastan sus bolsillos, así como su estabilidad y continuidad de un futuro que al menos habían pensado tener. En el caso de las instituciones creadas exprofeso para ello, se ven rebasadas por una interminable lista de recortes presupuestarios que merma la calidad de la atención y el tipo de atención que requiere cada familia que busca justicia.

Aunque hay que señalar también que es innegable que su actuación puede ser la más eficiente como también todo lo contrario, saben usar las dos vías, y saben perfectamente bien donde están los puntos nodales de los procesos que están llevando, el problema radica en el dilema ético en el que puede transitar su trabajo, afortunadamente he sido testiga del buen desempeño y trabajo loable que realizan algunas instituciones, pero también he visto la otra cara de la moneda y con ello la indefensión de las víctimas, que se van sumamente decepcionadas y dolidas, y sin justicia.

Por lo que acceder a la justicia también implica que las víctimas tengan mucha fortaleza interior y que puedan ser crédulas de sí mismas para poder reacomodar y retomar sus vidas, ya que se requiere de mucha valentía y entereza. Este sistema de justicia, se queda corta, no basta con declarar culpables a quienes privaron de la vida a sus madres, hijas, hermanas, ya que no logra hacer un trabajo de resignificación, como tampoco garantiza la no repetición, porque siempre se queda corto en sus sentencias, no obliga al Estado a garantizar la seguridad, integridad y vida de las víctimas indirectas más si son niñas, niños y adolescentes, se las deja a las familias, lo que hace que sea una gran carga y un sinuoso camino con la sensación de injusticia.


Para: la Familia de Ma. Del Rosario Marqués Mejía y de Lizeth Martínez Martínez, mi agradecimiento por permitirme acompañarles todos este tiempo.

Estos últimos días he estado acompañando nuevamente a víctimas indirectas de feminicidios en algunas audiencias, después de algunos años en uno de ellos se dará el veredicto final, el cual esperemos que el fallo sea condenatorio, para que su familia pueda transitar hacia una elaboración del duelo y la perdida de su amada hija, ya que acomodar el amor sin dolor es la situación más compleja que he visto en mi vida.

En otro de los casos una reposición del proceso completo, ante el amparo otorgado al imputado, y con ello todo lo que ha implicado para la familia que tiene que viajar más de 7 horas, de un extremo a otro para poder llevar a cabo las audiencias que por cierto el agresor ha estado saboteando de alguna manera, prolongando y apostando al desgaste de la familia para que esta no asista, pero les puedo asegurar que esta muy equivocado este hombre si cree que la familia dejará sin representación a su hija.

Resulta seriamente cuestionable que los imputados, agresores, culpables de los feminicidios sigan teniendo poder aun desde la cárcel, la intimidación, la coacción y las amenazas son estrategias que utilizan para que, según ellos, las personas testigas de los hechos se resistan a dar sus replicas y hacer los señalamientos que hundirán la retorica de los cobardes, que siempre se asumen como inocentes.

Un agresor siempre y casi siempre utiliza toda la fuerza que el otorga el Estado, el dinero y sus redes de violencia y complicidad para seguir violentando, ya que este sistema no sólo patriarcal y de justicia lo permiten, ya que estos hombres se escudan en la impunidad, en la protección que les brinda la ley a través de una serie de artilugios que muchos abogados y abogadas están dispuestos a utilizar, aunque estos no sean verdad, y aunque sepan que son culpables sus representados.

Aun hacen falta muchas cosas para que podamos tener un modelo de justicia equitativo entre las partes, no basta con este sistema de justicia penal, al que ya muchos quieren derrocar, cuando hay que ajustar, y es que tampoco el sistema penitenciario permite desempoderar a los agresores, que impide humanizarlos, como tampoco permite a las víctimas darles la protección que merecen principalmente centrada en su integridad y dignidad, así como en la certeza de la rearticulación familiar que requieren para reiniciar sus vidas y enfrentar las nuevas responsabilidades que van a asumir en esta nueva conformación familiar en la que están niñas, niños y adolescentes en orfandad.

Resulta deleznable que algunos familiares lo que menos les importe es la protección integral de los hijos a hijas que fueron testigos de ese crimen, sin importar pelean salvaje y despiadadamente por la reparación del daño y los inmuebles que haya dejado el sentenciado, y eso no es reparación del daño, eso se llama rapiña e indefensión, empeorando la condición de orfandad y pobreza sin que una sola institución verifique estos procesos.

La violencia contra las mujeres, especialmente el feminicidio, golpea fuertemente a las personas que integran su núcleo familiar, tiene efectos que devastan sus bolsillos, así como su estabilidad y continuidad de un futuro que al menos habían pensado tener. En el caso de las instituciones creadas exprofeso para ello, se ven rebasadas por una interminable lista de recortes presupuestarios que merma la calidad de la atención y el tipo de atención que requiere cada familia que busca justicia.

Aunque hay que señalar también que es innegable que su actuación puede ser la más eficiente como también todo lo contrario, saben usar las dos vías, y saben perfectamente bien donde están los puntos nodales de los procesos que están llevando, el problema radica en el dilema ético en el que puede transitar su trabajo, afortunadamente he sido testiga del buen desempeño y trabajo loable que realizan algunas instituciones, pero también he visto la otra cara de la moneda y con ello la indefensión de las víctimas, que se van sumamente decepcionadas y dolidas, y sin justicia.

Por lo que acceder a la justicia también implica que las víctimas tengan mucha fortaleza interior y que puedan ser crédulas de sí mismas para poder reacomodar y retomar sus vidas, ya que se requiere de mucha valentía y entereza. Este sistema de justicia, se queda corta, no basta con declarar culpables a quienes privaron de la vida a sus madres, hijas, hermanas, ya que no logra hacer un trabajo de resignificación, como tampoco garantiza la no repetición, porque siempre se queda corto en sus sentencias, no obliga al Estado a garantizar la seguridad, integridad y vida de las víctimas indirectas más si son niñas, niños y adolescentes, se las deja a las familias, lo que hace que sea una gran carga y un sinuoso camino con la sensación de injusticia.