/ jueves 26 de mayo de 2022

La opresión hacia los hacia los cuerpos de las mujeres

Sabía usted que existe una “promoción” para realizarse una operación para el control de peso, ya sea una manga, bypass, banda gástrica, entre otras, que son ofertadas en diversas redes sociales, sin que haya una regulación por parte de las instancias correspondientes, al menos en materia de salud y la regulación de los servicios.

La mercenaria oferta de algunas personas de dudosa profesión médica, han hecho una fortuna con el cuerpo de las mujeres, su incisiva denigración hacia la diversidad de nuestros cuerpos, así como de cualquier vestigio que denote rasgos indígenas y afros, o que evidencie cuerpos robustos y de pigmentación oscura, estos rasgos los asociaran a vidas fracasadas de personas sexualmente no atractivos, gordas, flojas y descuidadas, con poca autoestima, las cuales son rechazados y señaladas socialmente, imponiendo en el imaginario colectivo, mujeres no reales.

Ahora, igual que siempre, pero mucho más ahora, acceden con mayor facilidad a transformaciones estéticas para ser deseables y aceptadas, exitosas y con mayores oportunidades, estableciendo como estándares de lo femenino, ser excesivamente voluptuosa, principalmente focalizado en los pechos y las nalgas, cinturas reducidas, caras delgadas sin mejillas, cuello sin papada, hombros delgados, piernas torneadas sin celulitis, blanqueadas de las axilas hasta los genitales incluyendo la reconstrucción del himen, así como rostros sin manchas, cabelleras largas y espaldas “perfectas”, nada de estrías en el abdomen ni colgajos de piel que denote vestigios de un parto o envejecimiento, y un largo etc.

Esta reflexión no se trata de hacer una simple reducción sobre lo que se cree sexual y atractivo, sino en la necesaria crítica a la imposición de lo que no somos las mujeres, de evidenciar y poner en debate esta incansable lucha pretenciosa por arrebatarnos nuestros cuerpos, en esa insistente e incansable obsesión de establecer estándares y estereotipos de lo que se piensa “deben ser” las mujeres.

Esta opresión ideologizada sobre la propiedad y pertenencia de los cuerpos de las mujeres, como un espacio que debe ser colonizado y expropiado, para el capitalizable enriquecimiento de un grupo de personas, que operan como el crimen organizado, que les vale un comino nuestra salud, que no se trata de bienestar integral, sino de un dispositivo social de control para enganchar mujeres dispuestas a aprovecharse de su debilidad y vulnerabilidad en aras de algo que no son.

Esta salvaje campaña emprendida y voceada por diversos actores, en los que se venden indiscriminadamente dietas, ayunos, desintoxicaciones, rutinas, abstenciones alimenticias que rayan en la inanición, productos milagros, etc. que presionan a las mujeres y también a muchos hombres, a adoptar sistemas de opresión y torturas personales, que fustigan con la mentira de la “fuerza de voluntad”, “no cambias porque no quieres”, “la constancia es la clave del éxito”, y así cada frase que debería ser sancionada por las instituciones que defienden nuestros derechos humanos y que previenen la discriminación, ya que detrás de cada historia que ansía un cuerpo diferente al propio, hay un rechazo absoluto, profundo y oscuro a sí misma, enmascarada so pretexto de “salud”.

La salud física y emocional no se trata tan sólo de voluntad, se requiere de la transformación de un sistema social y médico basado en la exclusión y el rechazo a las diferencias, dispuesto a no incidir en la alteración de la percepción de nuestras características físicas para anular el amor propio, sino para que fortalezcamos nuestra inteligencia emocional y aprendamos a manejar el rechazo y la denostación. Por qué no exigir un sistema de salud que establezca como principio el ejercicio de un trato digno e interesado en las verdaderas causas de los trastornos alimenticios, las alteraciones hormonales, las razones etológicas, endógenas y emocionales, que se traducen en alteraciones de peso, ya sea de incremento o disminución, con la finalidad de desmontar la gordofobia principalmente.

Una verdadera transformación social sería sancionar campañas como estás que pueden provocar la muerte, es sabido de historias que como estas hicieron permisivas otras formas de violencias hacia las mujeres, como aquellas de buscarse un financiador para las mismas, lo que ocasiono relacionarse con hombres dispuestos a hacerlo producto de la venta de drogas o estafas, como también a acceder a endeudamientos impagables, o bien ampliando las formas de explotación sexual en aras de ser un objeto que no somos. Todos los cuerpos importan, así como somos diversas, y que aceptar el paso del tiempo es verdaderamente un acto de amor profundo por nosotras mismas.


Sabía usted que existe una “promoción” para realizarse una operación para el control de peso, ya sea una manga, bypass, banda gástrica, entre otras, que son ofertadas en diversas redes sociales, sin que haya una regulación por parte de las instancias correspondientes, al menos en materia de salud y la regulación de los servicios.

La mercenaria oferta de algunas personas de dudosa profesión médica, han hecho una fortuna con el cuerpo de las mujeres, su incisiva denigración hacia la diversidad de nuestros cuerpos, así como de cualquier vestigio que denote rasgos indígenas y afros, o que evidencie cuerpos robustos y de pigmentación oscura, estos rasgos los asociaran a vidas fracasadas de personas sexualmente no atractivos, gordas, flojas y descuidadas, con poca autoestima, las cuales son rechazados y señaladas socialmente, imponiendo en el imaginario colectivo, mujeres no reales.

Ahora, igual que siempre, pero mucho más ahora, acceden con mayor facilidad a transformaciones estéticas para ser deseables y aceptadas, exitosas y con mayores oportunidades, estableciendo como estándares de lo femenino, ser excesivamente voluptuosa, principalmente focalizado en los pechos y las nalgas, cinturas reducidas, caras delgadas sin mejillas, cuello sin papada, hombros delgados, piernas torneadas sin celulitis, blanqueadas de las axilas hasta los genitales incluyendo la reconstrucción del himen, así como rostros sin manchas, cabelleras largas y espaldas “perfectas”, nada de estrías en el abdomen ni colgajos de piel que denote vestigios de un parto o envejecimiento, y un largo etc.

Esta reflexión no se trata de hacer una simple reducción sobre lo que se cree sexual y atractivo, sino en la necesaria crítica a la imposición de lo que no somos las mujeres, de evidenciar y poner en debate esta incansable lucha pretenciosa por arrebatarnos nuestros cuerpos, en esa insistente e incansable obsesión de establecer estándares y estereotipos de lo que se piensa “deben ser” las mujeres.

Esta opresión ideologizada sobre la propiedad y pertenencia de los cuerpos de las mujeres, como un espacio que debe ser colonizado y expropiado, para el capitalizable enriquecimiento de un grupo de personas, que operan como el crimen organizado, que les vale un comino nuestra salud, que no se trata de bienestar integral, sino de un dispositivo social de control para enganchar mujeres dispuestas a aprovecharse de su debilidad y vulnerabilidad en aras de algo que no son.

Esta salvaje campaña emprendida y voceada por diversos actores, en los que se venden indiscriminadamente dietas, ayunos, desintoxicaciones, rutinas, abstenciones alimenticias que rayan en la inanición, productos milagros, etc. que presionan a las mujeres y también a muchos hombres, a adoptar sistemas de opresión y torturas personales, que fustigan con la mentira de la “fuerza de voluntad”, “no cambias porque no quieres”, “la constancia es la clave del éxito”, y así cada frase que debería ser sancionada por las instituciones que defienden nuestros derechos humanos y que previenen la discriminación, ya que detrás de cada historia que ansía un cuerpo diferente al propio, hay un rechazo absoluto, profundo y oscuro a sí misma, enmascarada so pretexto de “salud”.

La salud física y emocional no se trata tan sólo de voluntad, se requiere de la transformación de un sistema social y médico basado en la exclusión y el rechazo a las diferencias, dispuesto a no incidir en la alteración de la percepción de nuestras características físicas para anular el amor propio, sino para que fortalezcamos nuestra inteligencia emocional y aprendamos a manejar el rechazo y la denostación. Por qué no exigir un sistema de salud que establezca como principio el ejercicio de un trato digno e interesado en las verdaderas causas de los trastornos alimenticios, las alteraciones hormonales, las razones etológicas, endógenas y emocionales, que se traducen en alteraciones de peso, ya sea de incremento o disminución, con la finalidad de desmontar la gordofobia principalmente.

Una verdadera transformación social sería sancionar campañas como estás que pueden provocar la muerte, es sabido de historias que como estas hicieron permisivas otras formas de violencias hacia las mujeres, como aquellas de buscarse un financiador para las mismas, lo que ocasiono relacionarse con hombres dispuestos a hacerlo producto de la venta de drogas o estafas, como también a acceder a endeudamientos impagables, o bien ampliando las formas de explotación sexual en aras de ser un objeto que no somos. Todos los cuerpos importan, así como somos diversas, y que aceptar el paso del tiempo es verdaderamente un acto de amor profundo por nosotras mismas.