/ martes 5 de octubre de 2021

Los tiempos de crisis, son tiempos de oportunidades.

Con la promesa de un Michoacán unido y de mejorar la relación con la federación, Alfredo Ramírez Bedolla tomó posesión como gobernador de Michoacán el viernes pasado.

Cobijado por los exgobernadores del estado, dirigentes estatales de los partidos y la alta cumbre de diferentes partidos Ramírez Bedolla, afirmó que será un gobierno diferente, un gobierno a ras de tierra, al servicio del pueblo y además enfatizó que no tolerará violencia hacia la mujer y vimos a varios grupos decir que “le dan su voto de confianza”, pero esto más que un gesto político, es porque no nos queda de otra.

Bedolla está recibiendo un estado en crisis con problemas en todas las áreas que integran la gobernabilidad y el estado de derecho. Con más de 180 mujeres asesinadas en la entidad, con problemas con los sindicatos, con los trabajadores del poder ejecutivo, con maestros, con alumnos, con zonas en foco rojo de inseguridad, carreteras y vías del tren tomadas, con deudas y con problemas sin arreglar en todos los sectores de la sociedad recibe de manos de Silvano Aureoles un estado en decadencia, pero dicen las buenas lenguas que “los tiempos de crisis son tiempos de oportunidades” y esto es a lo que como michoacanas nos aferramos, a la esperanza de que este sea un gobierno donde nos encontremos mejor.

Sin embargo, sabemos qué, aunque la esperanza es lo último que muere, Alfredo no tiene una varita mágica que pueda ondear y con eso solucionar todo. El ahora gobernador del estado, Alfredo Ramírez, debe acercarse de un equipo de profesionales que puedan ayudarlo a impulsar al estado fuera del fango y no simples compadrazgos. Y esto cobra más importancia porque al pueblo morenista que votó por él, ya le dio la primera sorpresa: un gabinete legal integrado por cinco personas priístas.

Es por todos conocido que el presidente de la República fundador del partido que hoy arropa a Bedolla tiene un pleito casado con el PRI, aunque solo sea de dientes para afuera y en su equipo también estén expriístas, pero lo que no se esperaba el pueblo sabio es que esto se iba a repetir a nivel estatal.

Dos puestos son los que llaman mi atención por la evidente contradicción con los principios del gobernador y del partido del que él mismo es fundador. En primer lugar, Yarabí Ávila, una priísta conservadora y antiderechos frente a la Secretaría de Educación donde habrá de ayudar a conciliar y lograr la federalización de la nómina, así como los múltiples conflictos que representa esa área con el gremio magisterial y, en segundo lugar, el extitular de Planeación Estratégica, Seguridad e Inteligencia de la Sedena, el General José Alfredo Ortega, y aunque no se dudan de las capacidades, y confío en que implementarán la mejor estrategia para la grave crisis de seguridad y conflictos entre cárteles, se pone con esto en entredicho el compromiso de la 4T por desmilitarizar el país y la seguridad pública, pues a 3 años del gobierno de López Obrador sólo se ha profundizado la naturaleza militarizada de la seguridad pública en México. Sin lugar a dudas, nuestro bello estado representa un gran reto en todas las áreas, y seguridad no es la excepción, y con ella necesariamente tienen que ir de la mano las políticas públicas relacionadas a la prevención y no sólo a la reacción.

Como feminista, y además retomando su consigna de no violencia a la mujer, le recuerdo al gobernador, Alfredo Ramírez Bedolla que la SEIMujer es un logro de la lucha feminista, conseguido a través de la exigencia de la ciudadanía, es un área donde se necesita consciencia de género, suficiente conocimiento y marcada empatía hacia las mujeres y las violencias que nos atraviesan, no se olvide de escuchar a los sectores para los que están dirigidas las dependencias, pues si algo va a sacar adelante a Michoacán será el trabajo conjunto entre sociedad civil y gobierno y por último recordarle que las mujeres mexicanas y michoacanas pedimos NINGÚN AGRESOR EN EL PODER.

Con la promesa de un Michoacán unido y de mejorar la relación con la federación, Alfredo Ramírez Bedolla tomó posesión como gobernador de Michoacán el viernes pasado.

Cobijado por los exgobernadores del estado, dirigentes estatales de los partidos y la alta cumbre de diferentes partidos Ramírez Bedolla, afirmó que será un gobierno diferente, un gobierno a ras de tierra, al servicio del pueblo y además enfatizó que no tolerará violencia hacia la mujer y vimos a varios grupos decir que “le dan su voto de confianza”, pero esto más que un gesto político, es porque no nos queda de otra.

Bedolla está recibiendo un estado en crisis con problemas en todas las áreas que integran la gobernabilidad y el estado de derecho. Con más de 180 mujeres asesinadas en la entidad, con problemas con los sindicatos, con los trabajadores del poder ejecutivo, con maestros, con alumnos, con zonas en foco rojo de inseguridad, carreteras y vías del tren tomadas, con deudas y con problemas sin arreglar en todos los sectores de la sociedad recibe de manos de Silvano Aureoles un estado en decadencia, pero dicen las buenas lenguas que “los tiempos de crisis son tiempos de oportunidades” y esto es a lo que como michoacanas nos aferramos, a la esperanza de que este sea un gobierno donde nos encontremos mejor.

Sin embargo, sabemos qué, aunque la esperanza es lo último que muere, Alfredo no tiene una varita mágica que pueda ondear y con eso solucionar todo. El ahora gobernador del estado, Alfredo Ramírez, debe acercarse de un equipo de profesionales que puedan ayudarlo a impulsar al estado fuera del fango y no simples compadrazgos. Y esto cobra más importancia porque al pueblo morenista que votó por él, ya le dio la primera sorpresa: un gabinete legal integrado por cinco personas priístas.

Es por todos conocido que el presidente de la República fundador del partido que hoy arropa a Bedolla tiene un pleito casado con el PRI, aunque solo sea de dientes para afuera y en su equipo también estén expriístas, pero lo que no se esperaba el pueblo sabio es que esto se iba a repetir a nivel estatal.

Dos puestos son los que llaman mi atención por la evidente contradicción con los principios del gobernador y del partido del que él mismo es fundador. En primer lugar, Yarabí Ávila, una priísta conservadora y antiderechos frente a la Secretaría de Educación donde habrá de ayudar a conciliar y lograr la federalización de la nómina, así como los múltiples conflictos que representa esa área con el gremio magisterial y, en segundo lugar, el extitular de Planeación Estratégica, Seguridad e Inteligencia de la Sedena, el General José Alfredo Ortega, y aunque no se dudan de las capacidades, y confío en que implementarán la mejor estrategia para la grave crisis de seguridad y conflictos entre cárteles, se pone con esto en entredicho el compromiso de la 4T por desmilitarizar el país y la seguridad pública, pues a 3 años del gobierno de López Obrador sólo se ha profundizado la naturaleza militarizada de la seguridad pública en México. Sin lugar a dudas, nuestro bello estado representa un gran reto en todas las áreas, y seguridad no es la excepción, y con ella necesariamente tienen que ir de la mano las políticas públicas relacionadas a la prevención y no sólo a la reacción.

Como feminista, y además retomando su consigna de no violencia a la mujer, le recuerdo al gobernador, Alfredo Ramírez Bedolla que la SEIMujer es un logro de la lucha feminista, conseguido a través de la exigencia de la ciudadanía, es un área donde se necesita consciencia de género, suficiente conocimiento y marcada empatía hacia las mujeres y las violencias que nos atraviesan, no se olvide de escuchar a los sectores para los que están dirigidas las dependencias, pues si algo va a sacar adelante a Michoacán será el trabajo conjunto entre sociedad civil y gobierno y por último recordarle que las mujeres mexicanas y michoacanas pedimos NINGÚN AGRESOR EN EL PODER.