/ jueves 1 de julio de 2021

Mexicanos aspiracionistas

¡Lo somos!

A lo largo de esta semana en todos los medios de comunicación hemos leído y escuchado sin cesar las palabras del Presidente para referirse de manera despectiva de un sector de la sociedad, pero… en realidad, ¿solo la clase media mexicana puede considerarse aspiracionista? Por principio de cuentas, considero importante definir la palabra de la que proviene dicho concepto.

Según la definición de la Real Academia Española (RAE) la palabra ‘aspiración’ es una acción o efecto de pretender o desear algún empleo, dignidad u otra cosa.

El hombre, como raza humana, desde el principio de los tiempos ha buscado ser y estar mejor en todos los aspectos de la vida, desde organizarse y conformar asentamientos humanos; crear usos y costumbres que lo definan y diferencien de los demás grupos; la observación, la investigación, así como las ventajas que le brindan a la humanidad la ciencia, la cultura, el arte, la tecnología, la industria. La mejora en los procesos de todos y cada uno de los artículos que consumimos, son parte pues, de este espíritu de aspirar a tener una vida digna.

Entonces… despreciar a una persona que busca tener una mejor calidad de vida, que no se conforma con levantarse por el simple hecho de ver pasar los días, es despreciar la propia naturaleza, esa que nos hace abismalmente distintos del reino animal y que nos ha llevado a que la brecha entre éstos, sea cada vez más grande.

Reflexionemos pues, apreciado lector, en si como mexicanos debemos permitirle a la clase política de nuestro país, que nos etiquete, segmente, divida y califique de acuerdo a parámetros absurdos que no nada más minimizan el esfuerzo de aquellos padres que con sacrificio buscan que sus hijos estudien una carrera universitaria, de los jóvenes que anhelan tener una empresa que los impulse a contar con un patrimonio para su descendencia, de los niños que admiran a sus maestros, familiares o vecinos los que en su mente inocente son un ejemplo a seguir. Por qué tenemos que tolerar que aquel que nos representará durante solo seis años de nuestra vida se atreva a juzgarnos por ser aspiracionistas como si esto fuera algo que solo aquellos malvados, sin escrúpulos y valores pueden hacer.

Lamentablemente para el Presidente su discurso deja al descubierto no solo su personalidad narcisista y egocéntrica, pone en la mesa su claro afán de destruir todo lo que no se alinee con sus necesidades personales, dónde las de los ciudadanos sobran, son irrelevantes y por lo tanto debe desacreditar para desaparecer.

Ser mexicano, más que una nacionalidad, es un concepto, que distingue a los que aquí radican por ser solidarios, buenos amigos, alegres, creativos, trabajadores; nuestro país se mantiene en pie por esa gente que no se rinde, que lucha, que sueña, que construye puentes no muros y ningún Presidente podrá dividirnos o quitarnos el hambre de ser mejores, por qué México es mucho más que un partido político o sus representantes. Espero le quede claro al inquilino de Palacio, que en su afán de desdibujar al mexicano real, va perdiendo fuerza y ganando la antipatía no nada más de los clasemedieros como despectivamente los llama, sino de todos aquellos que se encuentran luchando día tras día por vivir con mejores condiciones a pesar de él y las adversidades.


¡Lo somos!

A lo largo de esta semana en todos los medios de comunicación hemos leído y escuchado sin cesar las palabras del Presidente para referirse de manera despectiva de un sector de la sociedad, pero… en realidad, ¿solo la clase media mexicana puede considerarse aspiracionista? Por principio de cuentas, considero importante definir la palabra de la que proviene dicho concepto.

Según la definición de la Real Academia Española (RAE) la palabra ‘aspiración’ es una acción o efecto de pretender o desear algún empleo, dignidad u otra cosa.

El hombre, como raza humana, desde el principio de los tiempos ha buscado ser y estar mejor en todos los aspectos de la vida, desde organizarse y conformar asentamientos humanos; crear usos y costumbres que lo definan y diferencien de los demás grupos; la observación, la investigación, así como las ventajas que le brindan a la humanidad la ciencia, la cultura, el arte, la tecnología, la industria. La mejora en los procesos de todos y cada uno de los artículos que consumimos, son parte pues, de este espíritu de aspirar a tener una vida digna.

Entonces… despreciar a una persona que busca tener una mejor calidad de vida, que no se conforma con levantarse por el simple hecho de ver pasar los días, es despreciar la propia naturaleza, esa que nos hace abismalmente distintos del reino animal y que nos ha llevado a que la brecha entre éstos, sea cada vez más grande.

Reflexionemos pues, apreciado lector, en si como mexicanos debemos permitirle a la clase política de nuestro país, que nos etiquete, segmente, divida y califique de acuerdo a parámetros absurdos que no nada más minimizan el esfuerzo de aquellos padres que con sacrificio buscan que sus hijos estudien una carrera universitaria, de los jóvenes que anhelan tener una empresa que los impulse a contar con un patrimonio para su descendencia, de los niños que admiran a sus maestros, familiares o vecinos los que en su mente inocente son un ejemplo a seguir. Por qué tenemos que tolerar que aquel que nos representará durante solo seis años de nuestra vida se atreva a juzgarnos por ser aspiracionistas como si esto fuera algo que solo aquellos malvados, sin escrúpulos y valores pueden hacer.

Lamentablemente para el Presidente su discurso deja al descubierto no solo su personalidad narcisista y egocéntrica, pone en la mesa su claro afán de destruir todo lo que no se alinee con sus necesidades personales, dónde las de los ciudadanos sobran, son irrelevantes y por lo tanto debe desacreditar para desaparecer.

Ser mexicano, más que una nacionalidad, es un concepto, que distingue a los que aquí radican por ser solidarios, buenos amigos, alegres, creativos, trabajadores; nuestro país se mantiene en pie por esa gente que no se rinde, que lucha, que sueña, que construye puentes no muros y ningún Presidente podrá dividirnos o quitarnos el hambre de ser mejores, por qué México es mucho más que un partido político o sus representantes. Espero le quede claro al inquilino de Palacio, que en su afán de desdibujar al mexicano real, va perdiendo fuerza y ganando la antipatía no nada más de los clasemedieros como despectivamente los llama, sino de todos aquellos que se encuentran luchando día tras día por vivir con mejores condiciones a pesar de él y las adversidades.