/ viernes 1 de diciembre de 2023

Navidad sin guerra

“Los grandes cambios inician en pequeñas acciones... en nuestros propios territorios”

Las amenazas y los vientos de guerra, año con año se hacen presentes en esta época destinada a la paz y a la reconciliación. Brotes de intolerancia y conflicto en distintas latitudes del mundo. Lamentablemente también en nuestros ambientes próximos; incluso, en el seno familiar y en la cercana comunidad a la que pertenecemos, se generan tensiones.

Es importante contrarrestar estas inercias y fatales prácticas a las que la vida cotidiana nos ha acostumbrado.

Al prender el televisor, al leer, al navegar en el internet y al participar en las redes sociales, constatamos que se permea un bombardeo de malas noticias. Paradójicamente, esas son las “buenas noticias” … ¡las que venden!, las que llaman la atención y las que estamos permanentemente dispuestos a consumir.

Afortunadamente la nobleza del ser humano y el espíritu de la Navidad nos hacen de vez en cuando, “respirar los aires de la paz”.

Un “ejército de voces” se ha reunido año con año para irrumpir con sus cantos y su algarabía, creando un espejo multicolor, sin distingo de clases sociales, todos son uno y a coro evocan los villancicos y prenden una vela que se traduce en multiplicación espontánea de luces que por un instante nos recuerdan que la buena noticia está en nosotros mismos. Es el Coro Monumental Navideño de todos los tiempos, sin mayores pretensiones convoca y conmueve. Un batallón de estudiantes dispuestos a cantar, para que a través de cada frase y de cada nota, recordemos que es posible un mundo mejor.

“¡Navidad en cada quien, Navidad en los demás…es hora de hacer el bien!”; reza una de sus canciones. Y los niños gritan: “¡Yo quiero un mundo sin fronteras, sin odios y sin guerra!”. El marco escénico es la Catedral de Morelia, vestida de luz.

El tiempo sigue su marcha implacable… los hijos crecen, los plazos se cumplen; las cosas cambian, nueva gente nace y se incorpora a relevar a los que parten. Ciclos de vida que no cesan… y en medio de esta vorágine de acontecimientos de la dinámica existencial: llega Navidad con su magia y sus sonrisas. Habrá que recordar a los seres que se han ido…son estrellas más que en el cielo han encendido su luz para cantar: ¡que ha llegado Navidad!

Son estos tiempos, oportunidades y ocasión y de renovarnos dejándonos llevar por las buenas inercias de la época. Momentos de reflexionar y de replantear el rumbo, haciendo acopio de las facturas que el vivir va expidiendo, dejando sus huellas en nuestra historia y en nuestro organismo.

La vida pasa con velocidad inaudita. Por ello es importante recordar una vez más que es preciso aprovechar cada instante y experimentarlo con pasión e intensidad.

En este proceso, redimensiona nuestra percepción el hecho de atrevernos y disponernos a recontar las bendiciones… todo aquello que sí tenemos, sobre las limitaciones, carencias y pérdidas; pues son siempre más las cosas positivas.

El adviento que es en realidad un proceso de preparación a la conmemoración de la Navidad, nos puede resultar más que propicio para operar un cambio interior, reflejado en mejores actitudes, visión más optimista y quizá, una motivación a la reactivación de nuestro ser espiritual, reavivando convicciones, fe, creencias y aspiraciones.

El llamado a crecerse ante la crisis está latente. Requiere de respuestas prontas y decididas de nuestra persona en singular, dispuesta a sumarse, para después - en la pluralidad- caminar y animar el trabajo colectivo.

A nuestro alcance y libre albedrío está la mejor decisión. Cuando la encrucijada de la vida cotidiana nos presenta ofertas de mala crítica, será preciso sustituirlas por voces que reconozcan los méritos y cualidades del otro; ante el desaliento: alegría y ganas de seguir adelante.

Hoy mi padre cumpliría 97 años. Su poesía se queda como herencia al recordarlo decir:


“Noche Buena”

Año tras año a remozar la vida

con la savia feliz de la esperanza

llegas Noche de Paz, con tu llegada:

¡real unción infinita nos alcanza!


Alumbras un establo con estrellas

sanas con tu mensaje nuestras cuitas

a tu influjo las cosas son más bellas

y brillan más esferas y velitas.


Vienes para enlazar los corazones

al amoroso encanto de tu rito;

haces de villancicos oraciones

y al repartirnos luego colaciones

nos regalas un beso del Niñito.

¡Oh Navidad de amor la mensajera!

precedida por cantos de posada

de las noches felices la primera

de la vida remanso y alborada.


Con perfume de musgo, cedro y pino

aromas el portal del nacimiento,

nos parece estar en el camino

de Belén y el sentimiento

con fervor bendito se desata

y corre con la música del viento

y rompe entre risas la piñata.


Navidad: no te vayas

siempre queda el vacío de tus horas, mensajera.

déjanos tu calor, deja tu aroma;

quiero ser de tus dones el heraldo

y hablar eternamente con tu idioma de paz:

¡Déjame al Niño Dios como aguinaldo!



Dr. en Educación: J. Jesús Vázquez Estupiñán

Rector de la universidad la Salle Morelia

jve@ulsamorelia.edu.mx

“Los grandes cambios inician en pequeñas acciones... en nuestros propios territorios”

Las amenazas y los vientos de guerra, año con año se hacen presentes en esta época destinada a la paz y a la reconciliación. Brotes de intolerancia y conflicto en distintas latitudes del mundo. Lamentablemente también en nuestros ambientes próximos; incluso, en el seno familiar y en la cercana comunidad a la que pertenecemos, se generan tensiones.

Es importante contrarrestar estas inercias y fatales prácticas a las que la vida cotidiana nos ha acostumbrado.

Al prender el televisor, al leer, al navegar en el internet y al participar en las redes sociales, constatamos que se permea un bombardeo de malas noticias. Paradójicamente, esas son las “buenas noticias” … ¡las que venden!, las que llaman la atención y las que estamos permanentemente dispuestos a consumir.

Afortunadamente la nobleza del ser humano y el espíritu de la Navidad nos hacen de vez en cuando, “respirar los aires de la paz”.

Un “ejército de voces” se ha reunido año con año para irrumpir con sus cantos y su algarabía, creando un espejo multicolor, sin distingo de clases sociales, todos son uno y a coro evocan los villancicos y prenden una vela que se traduce en multiplicación espontánea de luces que por un instante nos recuerdan que la buena noticia está en nosotros mismos. Es el Coro Monumental Navideño de todos los tiempos, sin mayores pretensiones convoca y conmueve. Un batallón de estudiantes dispuestos a cantar, para que a través de cada frase y de cada nota, recordemos que es posible un mundo mejor.

“¡Navidad en cada quien, Navidad en los demás…es hora de hacer el bien!”; reza una de sus canciones. Y los niños gritan: “¡Yo quiero un mundo sin fronteras, sin odios y sin guerra!”. El marco escénico es la Catedral de Morelia, vestida de luz.

El tiempo sigue su marcha implacable… los hijos crecen, los plazos se cumplen; las cosas cambian, nueva gente nace y se incorpora a relevar a los que parten. Ciclos de vida que no cesan… y en medio de esta vorágine de acontecimientos de la dinámica existencial: llega Navidad con su magia y sus sonrisas. Habrá que recordar a los seres que se han ido…son estrellas más que en el cielo han encendido su luz para cantar: ¡que ha llegado Navidad!

Son estos tiempos, oportunidades y ocasión y de renovarnos dejándonos llevar por las buenas inercias de la época. Momentos de reflexionar y de replantear el rumbo, haciendo acopio de las facturas que el vivir va expidiendo, dejando sus huellas en nuestra historia y en nuestro organismo.

La vida pasa con velocidad inaudita. Por ello es importante recordar una vez más que es preciso aprovechar cada instante y experimentarlo con pasión e intensidad.

En este proceso, redimensiona nuestra percepción el hecho de atrevernos y disponernos a recontar las bendiciones… todo aquello que sí tenemos, sobre las limitaciones, carencias y pérdidas; pues son siempre más las cosas positivas.

El adviento que es en realidad un proceso de preparación a la conmemoración de la Navidad, nos puede resultar más que propicio para operar un cambio interior, reflejado en mejores actitudes, visión más optimista y quizá, una motivación a la reactivación de nuestro ser espiritual, reavivando convicciones, fe, creencias y aspiraciones.

El llamado a crecerse ante la crisis está latente. Requiere de respuestas prontas y decididas de nuestra persona en singular, dispuesta a sumarse, para después - en la pluralidad- caminar y animar el trabajo colectivo.

A nuestro alcance y libre albedrío está la mejor decisión. Cuando la encrucijada de la vida cotidiana nos presenta ofertas de mala crítica, será preciso sustituirlas por voces que reconozcan los méritos y cualidades del otro; ante el desaliento: alegría y ganas de seguir adelante.

Hoy mi padre cumpliría 97 años. Su poesía se queda como herencia al recordarlo decir:


“Noche Buena”

Año tras año a remozar la vida

con la savia feliz de la esperanza

llegas Noche de Paz, con tu llegada:

¡real unción infinita nos alcanza!


Alumbras un establo con estrellas

sanas con tu mensaje nuestras cuitas

a tu influjo las cosas son más bellas

y brillan más esferas y velitas.


Vienes para enlazar los corazones

al amoroso encanto de tu rito;

haces de villancicos oraciones

y al repartirnos luego colaciones

nos regalas un beso del Niñito.

¡Oh Navidad de amor la mensajera!

precedida por cantos de posada

de las noches felices la primera

de la vida remanso y alborada.


Con perfume de musgo, cedro y pino

aromas el portal del nacimiento,

nos parece estar en el camino

de Belén y el sentimiento

con fervor bendito se desata

y corre con la música del viento

y rompe entre risas la piñata.


Navidad: no te vayas

siempre queda el vacío de tus horas, mensajera.

déjanos tu calor, deja tu aroma;

quiero ser de tus dones el heraldo

y hablar eternamente con tu idioma de paz:

¡Déjame al Niño Dios como aguinaldo!



Dr. en Educación: J. Jesús Vázquez Estupiñán

Rector de la universidad la Salle Morelia

jve@ulsamorelia.edu.mx