Este martes 7 de diciembre inicia la vacunación de refuerzo anticovid en México para las personas de la tercera edad, ello en un marco plagado de incertidumbre por la aparición de la nueva cepa del coronavirus llamada ómicron que ya se ha propagado con velocidad en el mundo, ello incluye México, Chile, Estados Unidos y Brasil por hablar de América, qué decir de Europa y África donde se originó.
La pesadilla no termina, los efectos del ómicron se hacen patentes, de nueva cuenta la afectación a la salud, evidentemente en la movilidad de personas, cancelación de vuelos y restricciones naturales, lógicas, ante un escenario incierto que genera mayor incertidumbre, la cual impactó los mercados globales de la economía.
Este fin de año nos sorprende con la nueva variante de Covid-19, ómicron registra múltiples mutaciones que contribuye para aumentar la zozobra desde que se descubre en Sudáfrica este flagelo que, parece ser, es más contagioso.
La pandemia se ha prolongado, de inicio se puede constatar que los sistemas sanitarios en el mundo no contaban con este imponderable y en consecuencia la capacidad de respuesta fue lenta desde el origen del mal, este problema sacudió nuestro tiempo al instalarse como la primera gran crisis de salud que se extendió por el orbe en el siglo XXI.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte en torno a los probables daños, el riesgo global es un hecho y ello ha motivado la reacción en casi todos los 194 estados que conforman la Organización de las Naciones Unidas, acelerar proceso de vacunación porque son muchas las comunidades vulnerables. La OMS ha señalado que puede registrarse un alto impacto sanitario, el cual puede propagar una severa ola de contagios.
Estamos en el cierre del 2021, aunque los números de contagios y fallecimientos han disminuido en México si lo comparamos con el cuadro de hace un año, en otras partes del hemisferio se han incrementado y la alerta mundial respecto a la pandemia se volvió a encender, observamos la crónica del espanto en cuanto a los dramas multiplicados. Esto no ha terminado, la realidad lo reafirma, máxime con la variante ómicron.
El primer día del mes en curso fue el aniversario tercero de la actual administración federal que encabeza el presidente Manuel López Obrador, un elemento recurrente ha sido la polarización política que parece no mermar.
López Obrador llegó a Palacio Nacional con la legitimidad que otorgan más de treinta millones de votos, eso es indiscutible, le antecedieron dos elecciones previas y la tercera fue no la vencida pero si la victoria.
Ninguna fuerza política tiene el monopolio de las ideas políticas porque en un régimen democrático destacan las confrontaciones ideológicas, contrastes en cuanto a visiones de país como elementos vivos de una polifonía que pone distancia de algún formato monolítico.
El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene su estilo personal de gobernar y hacerse escuchar, divide opiniones, la cámara de diputados es un ejemplo de ello, no pocas veces hemos escuchado como el debate se convierte en una catarsis en donde se multiplican las ofensas y procacidades para trivializar las participaciones desde la más alta tribuna de la nación.
La actual clase política en muchos momentos parece huérfana de ideologías, opta por el pragmatismo que desdibuja identidades y se queda anclada en el corto plazo, es conveniente la unidad en medio de la fragmentación que prevalece aunque esta aspiración parece no rebasar los linderos de la utopía.