TORRE DE BABEL
La política exterior del nuevo gobierno probablemente seguirá un curso de acción preponderantemente nacionalista, sin que ello signifique cerrazón ni proteccionismo a ultranza.
Visto así, es posible esperar que los intereses del México global, pondrán las cosas en su sitio: privilegiar sin ambigüedad, la relación bilateral con los Estados Unidos de América, desde el primer día. Ideal y necesariamente, deberemos contar con un embajador experto, culto y sagaz, que haya navegado más allá de las aguas de la academia, con amplio bagaje, que deseablemente incluya la diplomacia (pública) y los negocios, apoyado por una élite de asesores educados con experiencia internacional y con vocación nacionalista, así como un staff deintelligenziaque difunda de forma objetiva la imagen de México, ante inversores y organismos internacionales.
Un embajador con un perfil altamente negociador, que hable de tú a tú, en Washington DC, digamos tipo Adolfo Aguilar Zínser (qepd); se requiere para ese puesto clave, un servidor público congruente con los principios de política exterior consagrados en la Constitución, y que a la vez, sea fiel interlocutor del Presidente de la República, quien constitucionalmente es el máximo responsable de la política exterior.
Con ello en mente, por difícil que sea, deberá buscarse la posibilidad de mantener vigente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), negociando en conjunto otros temas de la agenda, incluyendo en la ecuación comercial, la seguridad fronteriza y de manera prominente y puntual, la defensa de los derechos humanos. Una tarea humanamente sensible y altamente complicada que requiere unidad de las fuerzas políticas nacionales.
A la par, deberá reforzarse el anhelo en curso de la diversificación real de las relaciones internacionales; la estrategia pasa por identificar las áreas que se quieren desarrollar con países o bloques comerciales: China, Corea del Norte, Corea del Sur, Japón, Australia, Rusia, algunos países de la Unión Europea, América Latina en su conjunto, en especial algunos países que pueden ser aliados en foros internacionales. Es un momento importante para fomentar el multilateralismo.
La mayor eficacia de la política exterior, pasa por limpiar embajadas y legaciones que están “salpicadas” de ineficientes amigos y parientes de los políticos en turno, y sobre todo de los políticos “en desgracia” que tradicionalmente van designados al Reino Unido, Reino de España, Francia y otras, para olvidar sus truncas aspiraciones en la política interna. Sin duda, un despropósito para los internacionalistas de carrera; reto importante en la lucha contra la prevaricación y la corrupción que adicionalmente pone en riesgo la valía y eficacia del servicio civil de carrera.
Para concluir, vale afirmar que el ámbito de la política exterior es transversal, importante y definitorio para todos los sectores de la vida nacional, y por ello sus principios están garantizados en nuestra Carta Magna. Su fuerza, tamaño y penetración en la sociedad genera amplias oportunidades para los mexicanos, por ello deberá reforzarse y redefinirse como una importantísima política pública con mecanismos que incluyan la defensa jurídica de los intereses de la nación y una alta protección del Estado a los connacionales, como hasta ahora pocas veces se ha visto. (M)