/ lunes 3 de diciembre de 2018

Por el bien de México

Por el bien de México deseo que al nuevo gobierno de la República Mexicana le vaya muy bien, que lejos de poses personales, de promesas inviables y de despliegues populistas, sea la realidad del país la que ubique la dirección y el sentido de la política. Que los excesos sean frenados, que la euforia de los nuevos funcionarios sea controlada y que los deseos de venganza y los desplantes de arrogancia y de soberbia como los de Paco Ignacio Taibo II formen parte de un desliz que a destiempo fue cometido por efecto de la embriaguez que da el triunfo de quien jamás soñó servirle a la nación que les dio cobijo a sus antepasados y que les abrió los brazos en el exilio.

Por el bien de México que las señales cambien y se asienten los inversionistas para generar riqueza en nuestra nación, y que la lengua de los legisladores se mida al hablar de un tema tan delicado como lo es el económico, que se olviden de disponer de lo que no les ha dado trabajo conseguir y que no intenten repartir lo que no les ha costado. Por el bien de los pobres de México el Poder Legislativo debe asumir su responsabilidad y alejarse de desplantes triunfalistas que sólo confrontan y dañan a la nación erosionando en donde el hilo está por reventarse por estar corroído por la ignorancia y la miseria.

Por el bien de México debe gastarse lo que se tiene, deseo que la tentación de hipotecar la nación se aleje de la mente del nuevo equipo gobernante y que muchas locuras que se dijeron durante las campañas políticas queden en el olvido, que hayan sido registradas como una manera de acercar votos a los candidatos pero que por su inviabilidad no sean llevadas a la mesa de los proyectos nacionales. Por el bien de nuestro país, todos debemos ver la misma nación, con los mismos problemas, con su riqueza pluricultural y con sus limitaciones económicas. Debemos ver un solo México con su diversidad de contexto y de pensamiento.

Por el bien de México el nuevo Presidente de México debe de asumir su papel y dejar de ser candidato, no debe jugar con la esperanza de la gente, debe dejar de lado la manipulación y el engaño y dejar salir al estadista, al político honesto que dice ser, al emprendedor visionario, pero, sobre todo, al humano que se puede equivocar pero que también puede acertar. El nuevo Presidente de México no tiene derecho a fallarle a los mexicanos, tanto la buscó que ahora está comprometido a dar resultados y a recomponer el país, dice que va hacia la cuarta transformación, ojalá que así sea, pero no en el discurso, sino en los hechos, el país entero se lo agradecería y pasaría a la historia como un presidente reformador que cumplió su palabra.

Por el bien de México, como ciudadanos debemos dejar lugar para la duda, creer en todo lo que se dice nos puede traer una gran desilusión, para empezar, la corrupción que se ofrece terminar no acabará, me atrevo a decir que ni siquiera habrá de disminuir y hay una razón de peso que esgrimo para hacer mi afirmación: nada cae del cielo y no basta con que el Presidente de la República sea honesto para que el resto de funcionarios y la ciudadanía lo sea, eso es una falacia, las cosas no son así, un planteamiento tan banal no puede ser pilar de transformación alguna.

Quiero que le vaya bien a México y si en ese afán debe irle bien al Presidente de la República hago votos para que así lo sea, pero también, el Licenciado Andrés Manuel López Obrador debe asumirse como tal y tratar en todo momento de unir al país que él mismo dividió en el afán de conquistar el voto de los ciudadanos para llegar al poder. Las cosas han cambiado radicalmente ahora es el Presidente de todos los mexicanos y debe estar consciente que más de 20 millones de mexicanos no votaron por él y si dice ser el demócrata que arguye debe respetar a la minoría e incluir a todos en su plan de gobierno.

La toma de posesión del pasado 1 de diciembre del año en curso fue un día de fiesta nacional, eso obliga al nuevo gobierno a hacer las cosas bien, trae una gran responsabilidad sobre la espalda, el pueblo de México sabe reconocer y sabe rechazar cuando se le falla o se le ofende, un ejemplo lo fue el abucheo que se le dio al dictador venezolano Nicolás Maduro, símbolo del autoritarismo y de la imposición Latinoamericana. Los mexicanos ese día le enseñaron al mundo el sendero por el que se debe caminar y también cancelaron el que jamás debe transitarse: el de la dictadura. (--)


Por el bien de México deseo que al nuevo gobierno de la República Mexicana le vaya muy bien, que lejos de poses personales, de promesas inviables y de despliegues populistas, sea la realidad del país la que ubique la dirección y el sentido de la política. Que los excesos sean frenados, que la euforia de los nuevos funcionarios sea controlada y que los deseos de venganza y los desplantes de arrogancia y de soberbia como los de Paco Ignacio Taibo II formen parte de un desliz que a destiempo fue cometido por efecto de la embriaguez que da el triunfo de quien jamás soñó servirle a la nación que les dio cobijo a sus antepasados y que les abrió los brazos en el exilio.

Por el bien de México que las señales cambien y se asienten los inversionistas para generar riqueza en nuestra nación, y que la lengua de los legisladores se mida al hablar de un tema tan delicado como lo es el económico, que se olviden de disponer de lo que no les ha dado trabajo conseguir y que no intenten repartir lo que no les ha costado. Por el bien de los pobres de México el Poder Legislativo debe asumir su responsabilidad y alejarse de desplantes triunfalistas que sólo confrontan y dañan a la nación erosionando en donde el hilo está por reventarse por estar corroído por la ignorancia y la miseria.

Por el bien de México debe gastarse lo que se tiene, deseo que la tentación de hipotecar la nación se aleje de la mente del nuevo equipo gobernante y que muchas locuras que se dijeron durante las campañas políticas queden en el olvido, que hayan sido registradas como una manera de acercar votos a los candidatos pero que por su inviabilidad no sean llevadas a la mesa de los proyectos nacionales. Por el bien de nuestro país, todos debemos ver la misma nación, con los mismos problemas, con su riqueza pluricultural y con sus limitaciones económicas. Debemos ver un solo México con su diversidad de contexto y de pensamiento.

Por el bien de México el nuevo Presidente de México debe de asumir su papel y dejar de ser candidato, no debe jugar con la esperanza de la gente, debe dejar de lado la manipulación y el engaño y dejar salir al estadista, al político honesto que dice ser, al emprendedor visionario, pero, sobre todo, al humano que se puede equivocar pero que también puede acertar. El nuevo Presidente de México no tiene derecho a fallarle a los mexicanos, tanto la buscó que ahora está comprometido a dar resultados y a recomponer el país, dice que va hacia la cuarta transformación, ojalá que así sea, pero no en el discurso, sino en los hechos, el país entero se lo agradecería y pasaría a la historia como un presidente reformador que cumplió su palabra.

Por el bien de México, como ciudadanos debemos dejar lugar para la duda, creer en todo lo que se dice nos puede traer una gran desilusión, para empezar, la corrupción que se ofrece terminar no acabará, me atrevo a decir que ni siquiera habrá de disminuir y hay una razón de peso que esgrimo para hacer mi afirmación: nada cae del cielo y no basta con que el Presidente de la República sea honesto para que el resto de funcionarios y la ciudadanía lo sea, eso es una falacia, las cosas no son así, un planteamiento tan banal no puede ser pilar de transformación alguna.

Quiero que le vaya bien a México y si en ese afán debe irle bien al Presidente de la República hago votos para que así lo sea, pero también, el Licenciado Andrés Manuel López Obrador debe asumirse como tal y tratar en todo momento de unir al país que él mismo dividió en el afán de conquistar el voto de los ciudadanos para llegar al poder. Las cosas han cambiado radicalmente ahora es el Presidente de todos los mexicanos y debe estar consciente que más de 20 millones de mexicanos no votaron por él y si dice ser el demócrata que arguye debe respetar a la minoría e incluir a todos en su plan de gobierno.

La toma de posesión del pasado 1 de diciembre del año en curso fue un día de fiesta nacional, eso obliga al nuevo gobierno a hacer las cosas bien, trae una gran responsabilidad sobre la espalda, el pueblo de México sabe reconocer y sabe rechazar cuando se le falla o se le ofende, un ejemplo lo fue el abucheo que se le dio al dictador venezolano Nicolás Maduro, símbolo del autoritarismo y de la imposición Latinoamericana. Los mexicanos ese día le enseñaron al mundo el sendero por el que se debe caminar y también cancelaron el que jamás debe transitarse: el de la dictadura. (--)