/ miércoles 27 de julio de 2022

Recuentos

Recordar representa volver a pasar por el corazón lo vivido. Así, recuento, puede ser el volver a la anécdota, al cuento o a la historia Raúl Linares Callejas

Recuentos es palabra de múltiple filo: suena a recopilar, volver a contar, aceptar con madurez la burla o la maledicencia… y a volver a escribir y a platicar la historia.

“Me das risa, pobre. Tus determinaciones trágicas, esa manera de andar golpeando las puertas como una actriz de “tournées” de provincia, uno se pregunta si realmente crees en tus amenazas, tus chantajes repugnantes, tus inagotables escenas patéticas untadas de lágrimas y adjetivos y recuentos”: Julio Cortázar.

“El marqués se demoró en el recuento de otras mentiras de la hija, no con disgusto sino con cierto orgullo de padre. «Quizás vaya a ser poeta», dijo. Abrenuncio no admitió que la mentira fuera una condición de las artes”: Gabriel García Márquez.

Siempre me han gustado mucho los cuentos. Mi abuela Virginita, nos contaba muchos de ellos al reunirnos en su entorno. Con gran audacia les cambiaba los contenidos y les añadía algún pasaje de su ocurrencia espontánea. A menudo le inquiríamos: “así no va, abuelita”.

Eran tan saborosas sus narraciones, que le pedíamos con insistencia: “¡cuéntanoslo otra vez!”. Ella hacía gala de creatividad y nos complacía.

Los cuentos de la infancia, inolvidables para mi hermana y mis hermanos; pero también para mis papás y para algunos amigos que eran mudos testigos del episodio.

La abuelita tocaba el piano, la mandolina y cantaba ópera. Su padre, Jesús, dirigió orquesta, orfeones y estudiantinas al igual que sus hermanos Carmen y Petronilo.

Mi bisabuela tenía nombre de “cuento”: Trifonía.

Algunos episodios de la vida han causado, por una parte, gratos recuerdos, algunas hilaridades y reflexiones a veces desestimativas de afanes y realizaciones, que para algunos han sonado a “puro cuento”; o acaso, inventos de mi mente inquieta, o a la paradoja de historietas percibidas como ficticias, con inexplicable escepticismo.

Otras veces, con auténtico reconocimiento, sorpresa o madruguete; adosadas de elogios desbordados, sinceridad, hipocresía evidente y quizá, de alguna envidia improcedente.

Por ejemplo, cuando le cantamos al Papa Juan Pablo II en Roma; los “expertos en fotografía”, “detectaron”, que, según su parecer, eran fotomontajes. Argüían que nunca habíamos estado con el Papa.

Después de más de quince veces a su lado, creo al fin se convencieron de su errada apreciación.

La gestión siempre fue, tocar puertas, presentar ideas y en ocasiones, “apechugar” las negativas naturales de estos trances y volverlo a intentar.

La Estudiantina de la Universidad La Salle de la Ciudad de México apareció en más de trescientos programas de televisión, otros tantos de radio y frecuentemente en la prensa nacional e internacional, producto de innumerables giras por los cinco continentes y por la bella geografía de nuestro país.

Recontar tantas “tocadas” (actuaciones) es una práctica frecuente, sobre todo cuando nos juntamos los miembros de las llamadas “Viejas guardias” de diversas generaciones.

Es grato conversar anécdotas con las nuevas generaciones; ávidas de saber, aprender y protagonizar su momento: ¡es su tiempo!

El medio de la música y el arte es seductor y apasionante, pero difícil. Hay que prepararse, leer, estudiar, crear y aprender unos de otros.

La improvisación es maravillosa. En su sentido estricto, improvisar es la capacidad de bordar un tema inédito al momento, basado en la progresión armónica convenida y a veces capaz de crear todo sobre la marcha.

Las estudiantinas y grupos escolares precisamos reinventarnos y sus maestros también; contando con el apoyo de los directivos de las instituciones educativas.

¡Hay que aprender tanto de los jóvenes! comprobado está que ellos tienen disposición e interés... les quedamos a deber: más allá de los “distractores y de su aparente desinterés” tan señalados.

Recuentos, es un nuevo texto que en breve será publicado para compartir temáticas asociadas al liderazgo, al proceso de creatividad, a la música incluyente, al valor de la familia, a la perseverancia académica, a la integridad, a la espiritualidad como territorio y a las religiones como mapa (a manera de “waze), a las relaciones interpersonales, a la autogestión, a la autonomía, a las habilidades de la comunicación, a la práctica de la lealtad y de la justicia.

Son tantos los temas a recontar que en la construcción de un mundo nuevo, se presentan como un apetitoso manjar a escribir y ojalá a leerse.

“Tengo un cuento que no todo el mundo cuenta. Mi cuento no es lo que aparenta, es de una cuenta, y no tiene episodios cruentos. No es polenta en avituallamiento ni mucho menos el recuento de dulces mentas Tan corto que no es de la infantil guarimba o juego de matas que se cuentan hasta cuarenta, y sí es de una regresiva cuenta 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0”

Dr. en Educ. J. Jesús Vázquez Estupiñán. Rector de la Universidad La Salle Morelia A.C. jve@ulsamorelia.edu.mx

Recordar representa volver a pasar por el corazón lo vivido. Así, recuento, puede ser el volver a la anécdota, al cuento o a la historia Raúl Linares Callejas

Recuentos es palabra de múltiple filo: suena a recopilar, volver a contar, aceptar con madurez la burla o la maledicencia… y a volver a escribir y a platicar la historia.

“Me das risa, pobre. Tus determinaciones trágicas, esa manera de andar golpeando las puertas como una actriz de “tournées” de provincia, uno se pregunta si realmente crees en tus amenazas, tus chantajes repugnantes, tus inagotables escenas patéticas untadas de lágrimas y adjetivos y recuentos”: Julio Cortázar.

“El marqués se demoró en el recuento de otras mentiras de la hija, no con disgusto sino con cierto orgullo de padre. «Quizás vaya a ser poeta», dijo. Abrenuncio no admitió que la mentira fuera una condición de las artes”: Gabriel García Márquez.

Siempre me han gustado mucho los cuentos. Mi abuela Virginita, nos contaba muchos de ellos al reunirnos en su entorno. Con gran audacia les cambiaba los contenidos y les añadía algún pasaje de su ocurrencia espontánea. A menudo le inquiríamos: “así no va, abuelita”.

Eran tan saborosas sus narraciones, que le pedíamos con insistencia: “¡cuéntanoslo otra vez!”. Ella hacía gala de creatividad y nos complacía.

Los cuentos de la infancia, inolvidables para mi hermana y mis hermanos; pero también para mis papás y para algunos amigos que eran mudos testigos del episodio.

La abuelita tocaba el piano, la mandolina y cantaba ópera. Su padre, Jesús, dirigió orquesta, orfeones y estudiantinas al igual que sus hermanos Carmen y Petronilo.

Mi bisabuela tenía nombre de “cuento”: Trifonía.

Algunos episodios de la vida han causado, por una parte, gratos recuerdos, algunas hilaridades y reflexiones a veces desestimativas de afanes y realizaciones, que para algunos han sonado a “puro cuento”; o acaso, inventos de mi mente inquieta, o a la paradoja de historietas percibidas como ficticias, con inexplicable escepticismo.

Otras veces, con auténtico reconocimiento, sorpresa o madruguete; adosadas de elogios desbordados, sinceridad, hipocresía evidente y quizá, de alguna envidia improcedente.

Por ejemplo, cuando le cantamos al Papa Juan Pablo II en Roma; los “expertos en fotografía”, “detectaron”, que, según su parecer, eran fotomontajes. Argüían que nunca habíamos estado con el Papa.

Después de más de quince veces a su lado, creo al fin se convencieron de su errada apreciación.

La gestión siempre fue, tocar puertas, presentar ideas y en ocasiones, “apechugar” las negativas naturales de estos trances y volverlo a intentar.

La Estudiantina de la Universidad La Salle de la Ciudad de México apareció en más de trescientos programas de televisión, otros tantos de radio y frecuentemente en la prensa nacional e internacional, producto de innumerables giras por los cinco continentes y por la bella geografía de nuestro país.

Recontar tantas “tocadas” (actuaciones) es una práctica frecuente, sobre todo cuando nos juntamos los miembros de las llamadas “Viejas guardias” de diversas generaciones.

Es grato conversar anécdotas con las nuevas generaciones; ávidas de saber, aprender y protagonizar su momento: ¡es su tiempo!

El medio de la música y el arte es seductor y apasionante, pero difícil. Hay que prepararse, leer, estudiar, crear y aprender unos de otros.

La improvisación es maravillosa. En su sentido estricto, improvisar es la capacidad de bordar un tema inédito al momento, basado en la progresión armónica convenida y a veces capaz de crear todo sobre la marcha.

Las estudiantinas y grupos escolares precisamos reinventarnos y sus maestros también; contando con el apoyo de los directivos de las instituciones educativas.

¡Hay que aprender tanto de los jóvenes! comprobado está que ellos tienen disposición e interés... les quedamos a deber: más allá de los “distractores y de su aparente desinterés” tan señalados.

Recuentos, es un nuevo texto que en breve será publicado para compartir temáticas asociadas al liderazgo, al proceso de creatividad, a la música incluyente, al valor de la familia, a la perseverancia académica, a la integridad, a la espiritualidad como territorio y a las religiones como mapa (a manera de “waze), a las relaciones interpersonales, a la autogestión, a la autonomía, a las habilidades de la comunicación, a la práctica de la lealtad y de la justicia.

Son tantos los temas a recontar que en la construcción de un mundo nuevo, se presentan como un apetitoso manjar a escribir y ojalá a leerse.

“Tengo un cuento que no todo el mundo cuenta. Mi cuento no es lo que aparenta, es de una cuenta, y no tiene episodios cruentos. No es polenta en avituallamiento ni mucho menos el recuento de dulces mentas Tan corto que no es de la infantil guarimba o juego de matas que se cuentan hasta cuarenta, y sí es de una regresiva cuenta 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0”

Dr. en Educ. J. Jesús Vázquez Estupiñán. Rector de la Universidad La Salle Morelia A.C. jve@ulsamorelia.edu.mx