/ lunes 17 de diciembre de 2018

Reforma en materia educativa

El día de la Virgen de Guadalupe, el pasado 12 de diciembre, surge la iniciativa de reformar los artículos 3°, 31° y 73° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Consideramos vigentes los conceptos que ubican a la educación, las escuelas y el conjunto de comunidades educativas como ámbitos privilegiados donde se concretan las relaciones para cumplir con objetivos individuales, comunitarios y nacionales. Veamos la vigencia de otras propuestas en otro tiempo:

Es impostergable impulsar una transformación por la calidad y ahora excelencia de la educación al propiciar e inducir una amplia movilización, a efecto de que la sociedad vigile y haga suyos los compromisos que reclama la profunda transformación del sistema educativo nacional, haciéndola un factor de libertad, legalidad, igualdad y equidad, fundamento de oportunidades, desarrollo integral y dignidad para todos los mexicanos.

Los diferentes actores habrán de participar en la transformación educativa y de asumir compromisos explícitos, claros y precisos, emprendiendo un proceso de trabajo corresponsable que responda a las necesidades y demandas en torno a cada plantel escolar.

Avanzar en una agenda de compromisos que, en conjunto, articulen una estrategia clara e incluyente para hacerla una política de Estado efectiva, capaz de transformar y poner al día el sistema educativo, realizando amplias consultas y formular propuestas y compromisos reflejados en el sustento a las acciones en materia educativa.

Teniendo claro el mandato de los artículos 3°, 31° y 73° de la Constitución y ubicando con precisión los retos a enfrentar en todos los espacios del sistema educativo mexicano, desarrollar acciones para garantizar que los centros escolares sean lugares dignos, libres de riesgos, que sirvan a su comunidad, que cuenten con la infraestructura, el equipamiento necesario y la tecnología de vanguardia, apropiados para enseñar y aprender.

Garantizar que quienes dirigen el sistema educativo, los centros escolares y quienes enseñan a nuestros hijos sean seleccionados adecuadamente, estén debidamente formados y reciban los estímulos e incentivos que merezcan en función del logro educativo de niñas, niños y jóvenes.

La transformación de nuestro sistema educativo descansa en el mejoramiento del bienestar y desarrollo integral de niñas, niños y jóvenes, condición esencial para el logro educativo, con una escuela que asegura una formación basada en valores y una educación de calidad, que propicie la construcción de ciudadanía, el impulso a la productividad y la promoción de la competitividad para que las personas puedan desarrollar todo su potencial, fortaleciendo la calidad como elemento central, desplegando un nuevo modelo de promoción y certificación, orientado a resolver las necesidades y debilidades detectadas en la educación básica, con un estímulo hacia el mérito individual de los maestros en función exclusiva de los resultados de logro de sus alumnos, sin descuidar el mejoramiento de la calidad del personal docente de las Normales, así como el desempeño de los alumnos.

Impulsar una transformación por la calidad y excelencia educativa, con actores indispensables como son los gobiernos estatales y municipales, legisladores, autoridades educativas estatales, padres de familia, estudiantes de todos los niveles, sociedad civil, empresarios y academia, para construir la política de Estado.

Estas ideas surgieron allá por el año 2008, hace más de 10 años, sin que se pudiera concretar en la reforma de 2013, esperamos que en la cuarta transformación sea una realidad, con la educación como eje imprescindible que no ha logrado ser la mejor opción ni ha mostrado los resultados que presumiblemente se podrán alcanzar. (F)

El día de la Virgen de Guadalupe, el pasado 12 de diciembre, surge la iniciativa de reformar los artículos 3°, 31° y 73° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Consideramos vigentes los conceptos que ubican a la educación, las escuelas y el conjunto de comunidades educativas como ámbitos privilegiados donde se concretan las relaciones para cumplir con objetivos individuales, comunitarios y nacionales. Veamos la vigencia de otras propuestas en otro tiempo:

Es impostergable impulsar una transformación por la calidad y ahora excelencia de la educación al propiciar e inducir una amplia movilización, a efecto de que la sociedad vigile y haga suyos los compromisos que reclama la profunda transformación del sistema educativo nacional, haciéndola un factor de libertad, legalidad, igualdad y equidad, fundamento de oportunidades, desarrollo integral y dignidad para todos los mexicanos.

Los diferentes actores habrán de participar en la transformación educativa y de asumir compromisos explícitos, claros y precisos, emprendiendo un proceso de trabajo corresponsable que responda a las necesidades y demandas en torno a cada plantel escolar.

Avanzar en una agenda de compromisos que, en conjunto, articulen una estrategia clara e incluyente para hacerla una política de Estado efectiva, capaz de transformar y poner al día el sistema educativo, realizando amplias consultas y formular propuestas y compromisos reflejados en el sustento a las acciones en materia educativa.

Teniendo claro el mandato de los artículos 3°, 31° y 73° de la Constitución y ubicando con precisión los retos a enfrentar en todos los espacios del sistema educativo mexicano, desarrollar acciones para garantizar que los centros escolares sean lugares dignos, libres de riesgos, que sirvan a su comunidad, que cuenten con la infraestructura, el equipamiento necesario y la tecnología de vanguardia, apropiados para enseñar y aprender.

Garantizar que quienes dirigen el sistema educativo, los centros escolares y quienes enseñan a nuestros hijos sean seleccionados adecuadamente, estén debidamente formados y reciban los estímulos e incentivos que merezcan en función del logro educativo de niñas, niños y jóvenes.

La transformación de nuestro sistema educativo descansa en el mejoramiento del bienestar y desarrollo integral de niñas, niños y jóvenes, condición esencial para el logro educativo, con una escuela que asegura una formación basada en valores y una educación de calidad, que propicie la construcción de ciudadanía, el impulso a la productividad y la promoción de la competitividad para que las personas puedan desarrollar todo su potencial, fortaleciendo la calidad como elemento central, desplegando un nuevo modelo de promoción y certificación, orientado a resolver las necesidades y debilidades detectadas en la educación básica, con un estímulo hacia el mérito individual de los maestros en función exclusiva de los resultados de logro de sus alumnos, sin descuidar el mejoramiento de la calidad del personal docente de las Normales, así como el desempeño de los alumnos.

Impulsar una transformación por la calidad y excelencia educativa, con actores indispensables como son los gobiernos estatales y municipales, legisladores, autoridades educativas estatales, padres de familia, estudiantes de todos los niveles, sociedad civil, empresarios y academia, para construir la política de Estado.

Estas ideas surgieron allá por el año 2008, hace más de 10 años, sin que se pudiera concretar en la reforma de 2013, esperamos que en la cuarta transformación sea una realidad, con la educación como eje imprescindible que no ha logrado ser la mejor opción ni ha mostrado los resultados que presumiblemente se podrán alcanzar. (F)