/ lunes 5 de julio de 2021

Silvano cruzó el Rubicón

Michoacán está en crisis. A los graves problemas de seguridad se le suma ahora el conflicto político que desató Silvano Aureoles, luego de que su candidato, amigo y excolaborador, Carlos Herrera Tello, perdiera las elecciones el pasado 6 de junio frente al candidato de Morena, Alfredo Ramírez Bedolla.

La molestia del mandatario michoacano ha sido tal que decidió salir de su ostracismo para convertirse de facto en el dirigente de su partido y vocero del excandidato de la alianza Equipo por Michoacán para descalificar los comicios por medio de gravísimas acusaciones que buscan deslegitimar el triunfo de Ramírez Bedolla aunque, al mismo tiempo, lo coloquen en una situación de vulnerabilidad.

En su desesperado intento por descalificar a sus oponentes, Aureoles Conejo cae en una serie de falacias e incongruencias que lastiman a su propio partido y al trabajo realizado durante su administración. Olvidó que los exgobernadores Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel fueron postulados por el PRD y él mismo formó parte de la primera administración perredista como secretario de Desarrollo Agropecuario. Y entonces guardó silencio.

Fue su partido, el PRD, el que postuló como Diputado federal a Julio César Godoy Toscano y fueron legisladores del partido del sol azteca quienes lo escondieron en la cajuela de un automóvil para introducirlo a la Cámara de Diputados para que rindiera protesta y obtuviera el fuero. Y de nuevo guardó silencio.

Y fue el PRI el que postuló a Fausto Vallejo y Jesús Reyna como gobernadores, partido con el cual hoy mantiene una alianza y al cual le debe en gran medida el ascenso de su carrera política, especialmente al expresidente Enrique Peña Nieto y al exsecretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chog.

Olvida también que gracias a la intervención del gobierno federal –que logró abatir y detener a los principales cabecillas del cártel de Los Caballeros Templarios- fue posible resolver el gravísimo problema de inseguridad, lo que le permitió recibir un estado prácticamente sin grupos de autodefensa, cárteles de la droga y con índices mínimos de extorsión y secuestro.

Seis años después, Michoacán se encuentra en medio de una gravísima crisis de seguridad nuevamente. Con media docena de grupos criminales disputándose el territorio y retando abiertamente a las autoridades municipales, estatal y federal, así como con un resurgimiento de grupos de autodefensa ante la nula actuación gubernamental. Aguililla es el claro ejemplo de la desatención y el fracaso de su política en materia de seguridad.

Resulta incongruente que a menos de cien días de concluir su mandato advierta que grupos criminales controlen parte del territorio que él gobierna. También resulta contradictorio que los municipios que señala como parte del problema, votaron por él hace seis años y hoy son gobernados en su mayoría por los partidos que conforman su alianza.

Es verdad que el crimen organizado ha permeado en la política mexicana y ha penetrado a los partidos políticos pero lo ha hecho desde hace décadas en todos los partidos y gobiernos, incluido el PRD, tal cual lo ha expresado.

Pero las acciones emprendidas por Silvano Aureoles no deben considerarse como una decisión aislada, sino como parte de una estrategia nacional orquestada desde la cúpula opositora. Vincular a Morena con el crimen organizado y desacreditar a los alfiles lopezobradoristas para la sucesión presidencial es parte del juego. Y, por supuesto, no busca convertirse en mártir o perseguido político, sino en abrir sus horizontes con miras al 2024. Por lo pronto, con sus declaraciones, el todavía mandatario michoacano, cruzó el Rubicón y, como dijo Julio César: “Alea iacta est”.


Michoacán está en crisis. A los graves problemas de seguridad se le suma ahora el conflicto político que desató Silvano Aureoles, luego de que su candidato, amigo y excolaborador, Carlos Herrera Tello, perdiera las elecciones el pasado 6 de junio frente al candidato de Morena, Alfredo Ramírez Bedolla.

La molestia del mandatario michoacano ha sido tal que decidió salir de su ostracismo para convertirse de facto en el dirigente de su partido y vocero del excandidato de la alianza Equipo por Michoacán para descalificar los comicios por medio de gravísimas acusaciones que buscan deslegitimar el triunfo de Ramírez Bedolla aunque, al mismo tiempo, lo coloquen en una situación de vulnerabilidad.

En su desesperado intento por descalificar a sus oponentes, Aureoles Conejo cae en una serie de falacias e incongruencias que lastiman a su propio partido y al trabajo realizado durante su administración. Olvidó que los exgobernadores Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel fueron postulados por el PRD y él mismo formó parte de la primera administración perredista como secretario de Desarrollo Agropecuario. Y entonces guardó silencio.

Fue su partido, el PRD, el que postuló como Diputado federal a Julio César Godoy Toscano y fueron legisladores del partido del sol azteca quienes lo escondieron en la cajuela de un automóvil para introducirlo a la Cámara de Diputados para que rindiera protesta y obtuviera el fuero. Y de nuevo guardó silencio.

Y fue el PRI el que postuló a Fausto Vallejo y Jesús Reyna como gobernadores, partido con el cual hoy mantiene una alianza y al cual le debe en gran medida el ascenso de su carrera política, especialmente al expresidente Enrique Peña Nieto y al exsecretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chog.

Olvida también que gracias a la intervención del gobierno federal –que logró abatir y detener a los principales cabecillas del cártel de Los Caballeros Templarios- fue posible resolver el gravísimo problema de inseguridad, lo que le permitió recibir un estado prácticamente sin grupos de autodefensa, cárteles de la droga y con índices mínimos de extorsión y secuestro.

Seis años después, Michoacán se encuentra en medio de una gravísima crisis de seguridad nuevamente. Con media docena de grupos criminales disputándose el territorio y retando abiertamente a las autoridades municipales, estatal y federal, así como con un resurgimiento de grupos de autodefensa ante la nula actuación gubernamental. Aguililla es el claro ejemplo de la desatención y el fracaso de su política en materia de seguridad.

Resulta incongruente que a menos de cien días de concluir su mandato advierta que grupos criminales controlen parte del territorio que él gobierna. También resulta contradictorio que los municipios que señala como parte del problema, votaron por él hace seis años y hoy son gobernados en su mayoría por los partidos que conforman su alianza.

Es verdad que el crimen organizado ha permeado en la política mexicana y ha penetrado a los partidos políticos pero lo ha hecho desde hace décadas en todos los partidos y gobiernos, incluido el PRD, tal cual lo ha expresado.

Pero las acciones emprendidas por Silvano Aureoles no deben considerarse como una decisión aislada, sino como parte de una estrategia nacional orquestada desde la cúpula opositora. Vincular a Morena con el crimen organizado y desacreditar a los alfiles lopezobradoristas para la sucesión presidencial es parte del juego. Y, por supuesto, no busca convertirse en mártir o perseguido político, sino en abrir sus horizontes con miras al 2024. Por lo pronto, con sus declaraciones, el todavía mandatario michoacano, cruzó el Rubicón y, como dijo Julio César: “Alea iacta est”.