/ lunes 17 de mayo de 2021

Sin agendas culturales

A medida que se acerca la fecha para los comicios el próximo 6 de junio, aún seguimos a la espera de que quienes aspiran a cargos de elección popular muestren su catálogo de propuestas en materia cultural, ha sido un tema desapercibido en materia de las agendas partidistas, se ha preferido el encono, la descalificación y los exabruptos.

Por ello en más de una ocasión pareciera que la política a la mexicana parece haberse fugado por un laberinto oscuro en el que se eclipsó el debate para dar paso a las disputas y contrasentidos. Las descalificaciones abundan, con o sin razón, ello pinta nebulosa la atmósfera política de cara a los comicios del mes entrante que registra, como nunca, un modelo pragmático en la era de la Covid-19 que modifica los modos y formas de hacer campaña.

Las discrepancias mellan cualquier intento de unidad, además no hay exhortos que la convoquen, al parecer es parte de los motivos para polarizar en tiempos electorales aunque no existe la confrontación ideológica como tal. En todo este trayecto no se proponen diseños de políticas públicas en materia del arte y la cultura que tanta falta hacen en estos tiempos plagados de incertidumbre.

Se opta por un esquema maniqueo, buenos contra malos, se agigantan los dogmas y prevalece la descalificación, se desconoce que en las democracias es válida y necesaria la disidencia.

La política, como la vida, no debe verse en blanco y negro y menos cabe la posibilidad de enquistar dogmas que anulan los razonamientos para dar paso a verdades reveladas que suelen conectar, en automático, con el fanatismo.

La lista de temas a discusión se incrementan como era previsible, aunque persiste la ausencia del verdadero debate que exhiba las diferencias de fondo entre los contrincantes, además clarificar posiciones en los temas de interés común ayudaría para tener una visión digamos más exacta de la realidad con propuestas y opciones tangibles.

En tanto, las dificultades en materia de salud pública son evidentes, la era de una pandemia sombría que afecta en todos los rubros, consecuencias en materia de la economía real, desempleo, cierre de empresas principalmente pequeñas y medianas que agravan la situación. Los daños en la salud mental y emocional se han incrementado mientras avanza con lentitud el proceso de vacunación. Tiempo también de recordar y practicar los valores, otredad y solidaridad, empatía.

Retomamos el asunto electoral, las descalificaciones seguro se incrementarán conforme avance el reloj porque ya falta menos de un mes para los comicios que ha registrado situaciones atípicas como lo fue la cancelación de candidaturas a gobernador en Michoacán y Guerrero, en su momento. No han estado exentas las acciones violentas que son lo contrario a la verdadera política.

Mientras tanto, las ideologías no figuran, las doctrinas políticas quedan como vagos referentes porque lo importante es ganar en las urnas aunque los contenidos programáticos apenas si puedan ser visibles. Es urgente la manifestación plena de la vocación democrática.

A veces parece que vivimos en una gigantesca Torre de Babel, cada quien su idioma, sus objetivos por el poder como sea, la perversidad como discurso inflamable.


A medida que se acerca la fecha para los comicios el próximo 6 de junio, aún seguimos a la espera de que quienes aspiran a cargos de elección popular muestren su catálogo de propuestas en materia cultural, ha sido un tema desapercibido en materia de las agendas partidistas, se ha preferido el encono, la descalificación y los exabruptos.

Por ello en más de una ocasión pareciera que la política a la mexicana parece haberse fugado por un laberinto oscuro en el que se eclipsó el debate para dar paso a las disputas y contrasentidos. Las descalificaciones abundan, con o sin razón, ello pinta nebulosa la atmósfera política de cara a los comicios del mes entrante que registra, como nunca, un modelo pragmático en la era de la Covid-19 que modifica los modos y formas de hacer campaña.

Las discrepancias mellan cualquier intento de unidad, además no hay exhortos que la convoquen, al parecer es parte de los motivos para polarizar en tiempos electorales aunque no existe la confrontación ideológica como tal. En todo este trayecto no se proponen diseños de políticas públicas en materia del arte y la cultura que tanta falta hacen en estos tiempos plagados de incertidumbre.

Se opta por un esquema maniqueo, buenos contra malos, se agigantan los dogmas y prevalece la descalificación, se desconoce que en las democracias es válida y necesaria la disidencia.

La política, como la vida, no debe verse en blanco y negro y menos cabe la posibilidad de enquistar dogmas que anulan los razonamientos para dar paso a verdades reveladas que suelen conectar, en automático, con el fanatismo.

La lista de temas a discusión se incrementan como era previsible, aunque persiste la ausencia del verdadero debate que exhiba las diferencias de fondo entre los contrincantes, además clarificar posiciones en los temas de interés común ayudaría para tener una visión digamos más exacta de la realidad con propuestas y opciones tangibles.

En tanto, las dificultades en materia de salud pública son evidentes, la era de una pandemia sombría que afecta en todos los rubros, consecuencias en materia de la economía real, desempleo, cierre de empresas principalmente pequeñas y medianas que agravan la situación. Los daños en la salud mental y emocional se han incrementado mientras avanza con lentitud el proceso de vacunación. Tiempo también de recordar y practicar los valores, otredad y solidaridad, empatía.

Retomamos el asunto electoral, las descalificaciones seguro se incrementarán conforme avance el reloj porque ya falta menos de un mes para los comicios que ha registrado situaciones atípicas como lo fue la cancelación de candidaturas a gobernador en Michoacán y Guerrero, en su momento. No han estado exentas las acciones violentas que son lo contrario a la verdadera política.

Mientras tanto, las ideologías no figuran, las doctrinas políticas quedan como vagos referentes porque lo importante es ganar en las urnas aunque los contenidos programáticos apenas si puedan ser visibles. Es urgente la manifestación plena de la vocación democrática.

A veces parece que vivimos en una gigantesca Torre de Babel, cada quien su idioma, sus objetivos por el poder como sea, la perversidad como discurso inflamable.


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