/ jueves 9 de agosto de 2018

Torre de Babel

¿Qué oposición para 2018-2024?

“El Ejecutivo no será más el poder de los poderes”.

Andrés Manuel López Obrador, Presidente electo

Tras el aplastante triunfo del luchador social, de ese hombre terco, quien con sus acciones está mostrando formas de estadista revolucionario. Sí, estadista revolucionario por más incompatible que eso suene; Andrés Manuel, el presidente electo, López Obrador y su partido, Movimiento Regeneración Nacional (Morena), marcan un hito en la historia del México democrático (sic).

El Morena, será mayoría absoluta y su coalición tendrá mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado. De los nueve gobiernos estatales que se disputaron, obtuvo cinco y alcanzó mayoría en diecinueve de veintisiete congresos que fueron renovados a nivel estatal. Esos son hechos incontestables, como los retos de combatir la corrupción institucionalizada.

Las descalificaciones fáciles, empiezan a tejer sus redes y a criticar a diestra y siniestra, como se diría en la lengua de Bobbio, porque a partir del 1 de diciembre Andrés Manuel será presidente constitucional. De quienes ahora serán una débil oposición formal -con cuestionable autoridad moral- debería esperarse una sana recomposición desde la reflexión y la humildad que amerita el ave fénix, con sensatez y honradez humana, no solamente política; el Morena, presumiblemente gobernará con un amplio apoyo, en diversos estamentos de gobierno, con una oposición que se ha ganado a pulso, su escasa presencia en los escaños.

La intensa actividad política desplegada por el candidato ganador, ha inaugurado una vía jamás transitada en el México moderno: dos poderes fungiendo en paralelo, conviviendo entre algodones, uno de jure y uno de facto… El candidato ganador, ha tomado desde el primer momento su responsabilidad y se ha conducido, hasta ahora, de forma, impecable, ha tendido puentes donde había zanjas y muros. Y ha concitado la aceptación internacional, que ha sido la cereza del pastel.

La tarea de reconstruir la paz, la de generar desarrollo y de crear condiciones de convivencia social que permitan la concurrencia de los individuos para ejercer el respeto de los derechos de todos, es una tarea titánica. Andrés Manuel, el candidato ganador, ha estrechado la mano de los líderes cupulares, de los periodistas, de los barones del poder y del pueblo llano.  Es por ello, que requiere de la más amplia participación ciudadana.

Entiéndase que la responsabilidad del presidente entrante y de su equipo, va con la de los conciudadanos; los mexicanos en su conjunto, dimos poderes amplios a los gobiernos del PRI, del PAN y del PRD, con los acólitos del Partido Verde y otros… Hoy, la ciudadanía en su conjunto, junto con los hombres y mujeres del Presidente, los responsables de nuestro éxito para vivir en paz y armonía.

Las acciones comprenden acciones diarias, del respeto a los demás, a dirimir las diferencias en los juzgados, a que el burócrata respete su tarea y al contribuyente… Aunque no lo parezca, esas sencillas acciones abonan una a una, en la paz, en la honradez y civilidad: a respetar la ley. Olvidemos al “prianista” que todos llevamos dentro.

Es por ello, que hoy cuando muchos hablan de la necesaria oposición al Presidente López Obrador, deberíamos reflexionar. La mejor oposición dentro de esta vía poco ortodoxa e inédita de esperanza, que estamos fraguando la gran mayoría de los mexicanos, la mejor y más honesta oposición que podrá tener el “prejidente”, no será la de los vapuleados, desacreditados, y muy conocidos partidos, sino de los ciudadanos.

El inicio formal de la cuarta transformación, está en marcha. ¿Esperaremos que el presidente se convierta en el “Mesías Tropical” de sus detractores? Sólo el que cumple puede ser ejemplo a seguir y de momento, visto lo visto en la partidocracia, “la caballada está flaca”. (M)

¿Qué oposición para 2018-2024?

“El Ejecutivo no será más el poder de los poderes”.

Andrés Manuel López Obrador, Presidente electo

Tras el aplastante triunfo del luchador social, de ese hombre terco, quien con sus acciones está mostrando formas de estadista revolucionario. Sí, estadista revolucionario por más incompatible que eso suene; Andrés Manuel, el presidente electo, López Obrador y su partido, Movimiento Regeneración Nacional (Morena), marcan un hito en la historia del México democrático (sic).

El Morena, será mayoría absoluta y su coalición tendrá mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado. De los nueve gobiernos estatales que se disputaron, obtuvo cinco y alcanzó mayoría en diecinueve de veintisiete congresos que fueron renovados a nivel estatal. Esos son hechos incontestables, como los retos de combatir la corrupción institucionalizada.

Las descalificaciones fáciles, empiezan a tejer sus redes y a criticar a diestra y siniestra, como se diría en la lengua de Bobbio, porque a partir del 1 de diciembre Andrés Manuel será presidente constitucional. De quienes ahora serán una débil oposición formal -con cuestionable autoridad moral- debería esperarse una sana recomposición desde la reflexión y la humildad que amerita el ave fénix, con sensatez y honradez humana, no solamente política; el Morena, presumiblemente gobernará con un amplio apoyo, en diversos estamentos de gobierno, con una oposición que se ha ganado a pulso, su escasa presencia en los escaños.

La intensa actividad política desplegada por el candidato ganador, ha inaugurado una vía jamás transitada en el México moderno: dos poderes fungiendo en paralelo, conviviendo entre algodones, uno de jure y uno de facto… El candidato ganador, ha tomado desde el primer momento su responsabilidad y se ha conducido, hasta ahora, de forma, impecable, ha tendido puentes donde había zanjas y muros. Y ha concitado la aceptación internacional, que ha sido la cereza del pastel.

La tarea de reconstruir la paz, la de generar desarrollo y de crear condiciones de convivencia social que permitan la concurrencia de los individuos para ejercer el respeto de los derechos de todos, es una tarea titánica. Andrés Manuel, el candidato ganador, ha estrechado la mano de los líderes cupulares, de los periodistas, de los barones del poder y del pueblo llano.  Es por ello, que requiere de la más amplia participación ciudadana.

Entiéndase que la responsabilidad del presidente entrante y de su equipo, va con la de los conciudadanos; los mexicanos en su conjunto, dimos poderes amplios a los gobiernos del PRI, del PAN y del PRD, con los acólitos del Partido Verde y otros… Hoy, la ciudadanía en su conjunto, junto con los hombres y mujeres del Presidente, los responsables de nuestro éxito para vivir en paz y armonía.

Las acciones comprenden acciones diarias, del respeto a los demás, a dirimir las diferencias en los juzgados, a que el burócrata respete su tarea y al contribuyente… Aunque no lo parezca, esas sencillas acciones abonan una a una, en la paz, en la honradez y civilidad: a respetar la ley. Olvidemos al “prianista” que todos llevamos dentro.

Es por ello, que hoy cuando muchos hablan de la necesaria oposición al Presidente López Obrador, deberíamos reflexionar. La mejor oposición dentro de esta vía poco ortodoxa e inédita de esperanza, que estamos fraguando la gran mayoría de los mexicanos, la mejor y más honesta oposición que podrá tener el “prejidente”, no será la de los vapuleados, desacreditados, y muy conocidos partidos, sino de los ciudadanos.

El inicio formal de la cuarta transformación, está en marcha. ¿Esperaremos que el presidente se convierta en el “Mesías Tropical” de sus detractores? Sólo el que cumple puede ser ejemplo a seguir y de momento, visto lo visto en la partidocracia, “la caballada está flaca”. (M)

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