/ viernes 21 de diciembre de 2018

Torre de Babel

Conocí a José Luis Cuevas pero añoro no haber podido

conversar con Octavio Paz o Carlos Fuentes

Experiencias personales #GR


La paz y el amor, son bienes escasos y restringidos, así como la buena voluntad, aún en las fiestas decembrinas. Hago énfasis en “escasos y restringidos”, por qué podríamos decir que son nulos; afortunadamente, la esperanza brilla. La humanidad entera, nos debatimos entre lo bueno y lo malo; la dualidad, es el lastre en los vaivenes de nuestro comportamiento mundial, al menos durante 2018 años, de la era moderna. Será por ello que la esperanza toma mayor dimensión en estas fechas.

Y para muestra de la buena voluntad en la sociedad mexicana, inmersa, de forma innegable en el vaivén de la cuarta transformación o la transformación de cuarta, se sabe desplegar ante casi cualquier adversidad social pero sobre todo sabe entregar amor y paz, o cuando menos buena voluntad; de eso queremos convencernos, muy en el fondo de nuestro ser, queremos engañarnos.

Tomemos como ejemplo, Roma, la reciente producción de Cuarón. Una película, que entre otras, se conoce por darle lustre a la presencia del México indígena, a través de Yalitza Aparicio. Los mixtecos tienen lustre como cultura ancestral en el México cruce de civilizaciones, del que formamos parte, aunque resulte novedoso para algunos. Retomando, decía que para una parte de los mexicanos, es por lo menos sorprendentemente hermoso que se tome en cuenta la belleza de la mujer oaxaqueña, y el mensaje implícito: la inclusión de una de las cosmogonías de los pilares que son base de la mexicanidad: lo indígena. Ese que suma a lo europeo, árabe y africano.

Lo más sorprendente es que, una parte importante de esos mismos conciudadanos aduladores, son quienes en redes, se ofenden y despotrican que México “va para atrás”, que demuestra ignorancia, al incorporar un ritual indígena en la ceremonia de inicio de actividades de la construcción del tren maya. Ese mismo público que en teoría rompe con prejuicios y estereotipos, de la aparición de Yalitza en la portada de Vogue, son quienes atacan sin argumentos, más que el odio, escondido tras el supuesto amor a México, agazapados en las redes.

Quienes atacan per se, demuestran esa ignorancia que no proviene del sistema educativo privado o público, al menos no formalmente, sino de la educación en valores de las familias, recreada en la sociedad. El cine nacional actual -salvo excepciones- es todo menos orgullo, eso retrata el séptimo arte, eso somos los mexicanos de hoy. Formalidad confuciana pública, la que en privado exhibe lo que en verdad somos, amén la violencia en todas sus expresiones, de la que casi nadie estamos exentos.

Una parte sensible de la sociedad mexicana, carecemos de la educación en valores; no toleramos al que piensa distinto, y aunque hagamos lo mismo, si lo hace el de enfrente, está mal, si lo hago yo, está bien; frecuentemente olvidamos que el argumento es esencial, la descalificación y la ofensa innecesaria; muestra debilidad, la fragilidad de ese universo de mexicanos que no aceptamos el multiverso de nuestras tradiciones. Conceptos de amplitud de miras como el “relativismo cultural”, son necesarios, ya no digamos, el cosmopolitanismo, eso está fuera de nuestras ligas.

La síntesis hoy, viene cuando tras regresar del cine, te encuentras que ahora deberás asegurar ante el IMSS, a la persona que ayuda en tu casa con las labores domésticas, a esa persona que se parece a la protagonista de Roma. Eh! ¿Qué pasa? ¡Los pájaros tirándole a las escopetas! Se rompen el paradigma ¿Esto es la cuarta transformación o la transformación de cuarta? Así ya no juego con estos locos #GR (M)


Conocí a José Luis Cuevas pero añoro no haber podido

conversar con Octavio Paz o Carlos Fuentes

Experiencias personales #GR


La paz y el amor, son bienes escasos y restringidos, así como la buena voluntad, aún en las fiestas decembrinas. Hago énfasis en “escasos y restringidos”, por qué podríamos decir que son nulos; afortunadamente, la esperanza brilla. La humanidad entera, nos debatimos entre lo bueno y lo malo; la dualidad, es el lastre en los vaivenes de nuestro comportamiento mundial, al menos durante 2018 años, de la era moderna. Será por ello que la esperanza toma mayor dimensión en estas fechas.

Y para muestra de la buena voluntad en la sociedad mexicana, inmersa, de forma innegable en el vaivén de la cuarta transformación o la transformación de cuarta, se sabe desplegar ante casi cualquier adversidad social pero sobre todo sabe entregar amor y paz, o cuando menos buena voluntad; de eso queremos convencernos, muy en el fondo de nuestro ser, queremos engañarnos.

Tomemos como ejemplo, Roma, la reciente producción de Cuarón. Una película, que entre otras, se conoce por darle lustre a la presencia del México indígena, a través de Yalitza Aparicio. Los mixtecos tienen lustre como cultura ancestral en el México cruce de civilizaciones, del que formamos parte, aunque resulte novedoso para algunos. Retomando, decía que para una parte de los mexicanos, es por lo menos sorprendentemente hermoso que se tome en cuenta la belleza de la mujer oaxaqueña, y el mensaje implícito: la inclusión de una de las cosmogonías de los pilares que son base de la mexicanidad: lo indígena. Ese que suma a lo europeo, árabe y africano.

Lo más sorprendente es que, una parte importante de esos mismos conciudadanos aduladores, son quienes en redes, se ofenden y despotrican que México “va para atrás”, que demuestra ignorancia, al incorporar un ritual indígena en la ceremonia de inicio de actividades de la construcción del tren maya. Ese mismo público que en teoría rompe con prejuicios y estereotipos, de la aparición de Yalitza en la portada de Vogue, son quienes atacan sin argumentos, más que el odio, escondido tras el supuesto amor a México, agazapados en las redes.

Quienes atacan per se, demuestran esa ignorancia que no proviene del sistema educativo privado o público, al menos no formalmente, sino de la educación en valores de las familias, recreada en la sociedad. El cine nacional actual -salvo excepciones- es todo menos orgullo, eso retrata el séptimo arte, eso somos los mexicanos de hoy. Formalidad confuciana pública, la que en privado exhibe lo que en verdad somos, amén la violencia en todas sus expresiones, de la que casi nadie estamos exentos.

Una parte sensible de la sociedad mexicana, carecemos de la educación en valores; no toleramos al que piensa distinto, y aunque hagamos lo mismo, si lo hace el de enfrente, está mal, si lo hago yo, está bien; frecuentemente olvidamos que el argumento es esencial, la descalificación y la ofensa innecesaria; muestra debilidad, la fragilidad de ese universo de mexicanos que no aceptamos el multiverso de nuestras tradiciones. Conceptos de amplitud de miras como el “relativismo cultural”, son necesarios, ya no digamos, el cosmopolitanismo, eso está fuera de nuestras ligas.

La síntesis hoy, viene cuando tras regresar del cine, te encuentras que ahora deberás asegurar ante el IMSS, a la persona que ayuda en tu casa con las labores domésticas, a esa persona que se parece a la protagonista de Roma. Eh! ¿Qué pasa? ¡Los pájaros tirándole a las escopetas! Se rompen el paradigma ¿Esto es la cuarta transformación o la transformación de cuarta? Así ya no juego con estos locos #GR (M)


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