Hojas de papel volando | Racismo nuestro de cada día ¡Indio Yope!

Que no le digan, que no le cuenten, que la luna es de queso… Nada. Cada día, cada hora y por tantos años, el racismo en México es pan nuestro de cada día

Joel Hernández Santiago

  · domingo 27 de enero de 2019

  1. Pintor de santos de alcoba,
  2. pintor sin tierra en el pecho,
  3. que cuando pintas tus santos
  4. no te acuerdas de tu pueblo,
  5. que cuando pintas tus Vírgenes
  6. pintas angelitos bellos,
  7. pero nunca te acordaste
  8. de pintar un ángel negro.

  9. [Andrés Eloy Blanco]

Que no le digan, que no le cuenten, que la luna es de queso… Nada. Cada día, cada hora y por tantos años, el racismo en México es pan nuestro de cada día. Es, digamos, una guerra secreta que parte de los güeritos y güeritas color de azúcar refinada y los morenitos y morenitas color de noche estrellada. Eso es… Racismo es racismo, con todas sus letras y lo hay en México hasta por debajo de las piedras…

Veamos. Todo esto viene a cuento porque –de nuevo- la película de Alfonso Cuarón “ Roma ” ha despertado todo tipo de comentarios; muchos de ellos verdaderamente sólidos, otros emocionados y hasta los hay llenos de “vergüenza”…

De vergüenza porque mexicanos sin grito y sin guerra se la han pasado descalificando e insultando a su protagonista, Yalitza Aparicio, quien en la película interpreta a una sirvienta en casa de clase media, y ella misma en su presencia física es lo que podríamos llamar, de raza de origen… A ella le ha ido bien. Requetebien. Porque hace una interpretación magistral de Cleo, la querida nana de los niños y quien prodiga toda su ternura en ellos y en esa familia en la que comparte soledades con su patrona, también sola: casa de mujeres termina siendo aquella casa.

Pero bueno. Una vez que la película comenzó a ser reconocida como una obra de arte del cine, y que su director Alfonso Cuarón comenzó a recoger los frutos de su excelente trabajo, los actores y actrices comenzaron también a dar la vuelta a la feria. Una de ellas, Yalitza, de pronto fue llamada para ser entrevistada y puesta en la órbita del éxito mundial en portadas de revistas famosas y de millonario tiraje: “Vanity Fair” una de ellas, la llevó en su portada e interiores, vistiendo ropa de marca: Prada, Gucci, Louis Vuitton…

Y fue entonces cuando la rabia racista en México comenzó a expulsar sus odios amargos y de clase. Hirientes todos ellos. Dardos envenenados que querían dar en el corazón de alguien que no les ha hecho nada, que no les conoce y que lo único que ha hecho en la vida es subir al tren del éxito en base a su trabajo de excelencia como actriz:

“La mona aunque se vista de seda, mona se queda” decían en Twitter; “Lo india no se le quita ni con esos trapos”…”Lo tianguis se le nota a leguas” … “Seguro que luego va a poner una tortillería”… “¿Te da gusto que esté triunfando la india?”… Y también preguntas brutales como aquella en la que el reportero de televisión le dice que si conocía a Alfonso Cuarón y si había visto cine antes; o que si sabía lo que es Netflix… Todo ahí, puesto en la charola de la ignominia racial…

Pero es así. Queda claro que ser moreno y con rasgos de origen étnico nacional es tarjeta de presentación para ser marcado como ‘ser menor’ como ‘fuchi’ como ‘hazte para allá’ como “¿Para qué lo invitaste, no ves que desentona en la mesa?” … “A ver si hay que enseñarle a usar los cubiertos”… y todo eso que marca un país en donde todos somos mestizos: dije todos, porque se sabe bien que no hay razas puras y mucho menos en nuestra Nación en las que “por las noches, con la luna, se baña su piel morena”…

¿Es que acaso no nos queremos los mexicanos? ¿Es que acaso fingimos ser felices en unidad, pero ‘con las debidas distancias’?...

Foto: AFP


En un estudio reciente, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) el 55% de la población nacional reconoce que insulta a otros sólo por su color de piel. Y que el color de la piel influye en el nivel de estudios y en las oportunidades laborales que tiene la gente en México. “Entre más oscura es la piel, resulta más difícil salir adelante”.

En la última Encuesta Nacional sobre Discriminación en México de la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) [El sólo hecho de la existencia de esta Comisión, es indicativo de la existencia y preocupante situación del racismo en México], mostró que 20% de las personas en México no se sienten a gusto con su tono de piel. “Uno de cuatro mexicanos dijo sentirse discriminado por su apariencia física. Un 23% de los encuestados, habitantes de México, dijo no estar dispuesto a vivir con alguien de otra “raza” o con una cultura distinta…”

Otro estudio más: el de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dice que el año pasado, “al cuestionar si el color de la piel influye o no en el trato que reciben las personas, el 51.2 por ciento dijo que sí”. “Un 72.2% consideró que sí hay racismo en México, y un 47% señaló que los indígenas no tienen las mismas oportunidades para obtener un trabajo en México”.

Todavía se recuerda que hace algunos años el Conapred llevó a cabo una campaña para mostrar el estado del racismo en México desde la infancia. Esto es: En un video mostró a unas niñas dos muñecos, uno de piel blanca y otro de piel morena. Tenían que escoger al que más les gustara. Todos los niños escogieron al de la piel blanca: “por mayor simpatía, confianza y similitud”.

Y más. El INEGI describió: “Las personas con piel más clara son directores, jefes o profesionistas; la de piel más oscura son artesanos, operadores o de apoyo” según Julio Santaella. “El racismo, dice el Conapred en un texto de 2012- se expresa con actitudes e ideas erróneas en el sentido de que algunos grupos sociales son superiores a otros, y que esa superioridad es “natural” y se expresa en el color de la piel, los rasgos de la cara o el tipo de pelo”.

Foto: Cuartoscuro


“El racismo –Conapred- se expresa sobre todo en chistes, comentarios y frases hirientes o que ridiculizan, minusvalora o desprecian a las personas por su tono de piel, su historia, su cultura, sus tradiciones o su condición social”.

No hace mucho, en Oaxaca, dos abogados tuvieron que atender un asunto legal. Ambos llevaron sus alegatos a los tribunales y, al final, el juez dictó sentencia en favor de uno de ellos. Una vez que terminó el proceso, al salir, el abogado que ganó el trámite en favor de su cliente extendió la mano al otro. La respuesta fue: “¡Quíte de aquí, pinche indio pelos parados! “¡Pinche yope!” Lo cual en Oaxaca es un insulto extremo de tono racista para referirse a los indígenas.

Otro caso, que se relata, es cuando un universitario va en el automóvil con un amigo. De pronto ven a unos menonitas que se acercan para vender sus quesos. Cuando se puso la luz verde el universitario comentó: “Los güeritos no deberían trabajar en la calle. No se ve bien”… “El racismo puede ser sutil, pero es poderoso”. [Diego Rodríguez Eternod]

“El racismo es un problema porque afecta la vida de las personas (dice Eternod). Se utiliza para negar beneficios o derechos a unos, al mismo tiempo que privilegia a otros”

Foto: Cuartoscuro


Y a este racismo intrínseco, lo alimenta la televisión mexicana de hoy. Pocas veces se ve a actores estelares de piel morena o rasgos autóctonos. Casi siempre son gente de piel clara, cabello claro –natural o pintado- y ojos precisamente transparentes ya azules o verdes… El estereotipo de la belleza, según la tele, es de gente “bonita”, en tanto que los de piel oscura son los actores de apoyo, los malvados o los cómicos, cuando consiguen trabajo.

En Monterrey se llevó a cabo un experimento. En un anuncio de leche puso a una familia rubia, como es usual; en otro puso a una familia morena. La clientela reaccionó diciendo que la leche con gente de piel morena ‘es leche para pobres’…

Pero, bueno, es histórico y nos viene de siglos. No olvidemos que durante muchos años, por ejemplo, el sur del país, los indígenas no podían subir a las banquetas de las calles porque eran exclusivas para la gente de piel clara y de dinero.

Hoy mismo en algunos “antros” sólo se da acceso a la gente de color claro, de no ser así, ni soñar en entrar al lugar: “Prietos no” pusieron como letrero en la puerta de uno de ellos.

Lo de Yalitza Aparicio es de nueva cuenta la historia del principio. La de una mujer que triunfa por sí misma, por su talento, por la suerte de estar en el lugar y con la gente apropiada para participar en la creación de una obra de arte y ser parte de ella. Pero lo que no le perdonan los siniestros hijos de su piel clara y sentido de clase –aunque lo deban todo-, es el éxito de una “indígena”…

jhsantiago@prodigy.net.mx