Morelia, Mich. (OEM-Infomex).- La edición 31 del Festival de Música de Morelia Miguel Bernal Jiménez quedará marcada por tres incidentes que revelan deficiencias en su organización. Durante el concierto inaugural, un problema de audio impidió que los asistentes a Catedral escucharan las primeras piezas programadas; en el Teatro Ocampo, el director de la Orquesta Sinfónica de Michoacán ordenó no interpretar una obra de Mario Lavista con el argumento de que no les entregaron las partituras con el debido tiempo, y en la noche de clausura, un oboe de la Sinfonieta se encaprichó hasta el punto de ser retirado, lo que derivó en una incompleta ejecución de la Sinfonía No. 7 de Beethoven.
Después de un protocolo con palabras del alcalde Raúl Morón Orozco y la directora del encuentro, Mariol Arias, los asistentes al teatro Morelos recibieron entre aplausos a los miembros del la Sinfonieta FMM, quienes abrieron con el Coriolano de Ludwig Van Beethoven, estrenada originalmente en marzo de 1807 en la casa del príncipe Joseph Franz von Lobkowitz. La pieza musical tuvo como inspiración a la obra homónima escrita por el austriaco Heinrich Joseph von Collin, donde un general exiliado se une a los Volscos y marcha contra su propia gente.
Luego se unirían al coctel sonoro los integrantes del Brodsky Quartet para interpretar la Geometría Foliada del mexicano Javier Álvarez Fuentes, nacido en la Ciudad de México y reconocido por ser un compositor de obras tanto electroacústicas como experimentales. Aunque compleja y alejada de facturas complacientes, la pieza tuvo una buena recepción por parte de los asistentes, quienes reconocieron con palmas tanto al combo británico como a los elementos de la Sinfonieta, a quienes se sumó el propio Álvarez al centro del escenario.
Como tercer acto del concierto se programó el tercer movimiento de la Chamber Symphony de John Adams, Roadrunner, o como diría el director de la Sinfonieta, "El correcaminos". La ejecución no dejó molesto a nadie y entonces sólo faltaba cerrar la velada sabatina con la Sinfonía No. 7 de Beethoven, lo que representaba la despedida de la primera generación de la Sinfonieta, proyecto que aglutinó a músicos jóvenes de varios países del continente.
Pero los instrumentos musicales a veces faltan a su palabra. El oboe en manos de una chica simplemente se negó a estar listo. Tras varios intentos, el director Juan Felipe Molano se dirigió al público para argumentar que incluso condiciones como la humedad pueden afectar al sonido de cualquier instrumento, y tras una prolongada pausa sencillamente informó que tocarían sin el oboe.
Más allá de incidentes desafortunados y fortuitos, lo cierto es que dejar el acto de clausura bajo la responsabilidad de una Sinfonieta creada casi al vapor resultó una apuesta demasiado arriesgada por parte del FMM. Sus organizadores tendrán que lanzar la segunda convocatoria con mucho más tiempo de anticipación y no con escasos meses, como ocurrió en este 2019. El público de la ciudad es noble y nunca da la espalda a los músicos, pero dado el prestigio del Festival, no se pueden correr semejantes riesgos.