Morelia, Michoacán.- Huele a cigarro y café. Los asistentes, dice don Armando García Salinas, acuden para matar el tiempo. El pequeño local está ubicado sobre la calle Guerrero, casi esquina con Abasolo en Morelia. Es, probablemente, el último club de dominó en la ciudad...
Es la una de la tarde del sábado y las mesas lucen llenas, la televisión está apagada y el único sonido que se escucha es el golpe de las piezas. Las rondas son rápidas. Alguien lleva el control de los juegos ganados y anota sobre la mitad de una hoja blanca. Muy poquitos se distraen con los celulares sobre las tarimas, la concentración es indispensable.
Armando García, dueño del lugar, refiere que no tiene un nombre como tal, sino simplemente lo denomina Club Dominó, cuyo símbolo es un caballito de ajedrez plasmado en la pared. El local es reciente, abrió el 20 de octubre de 2022.
Sus clientes son hombres jubilados que, reitera, se reúnen para convivir y matar el tiempo. Asisten entre 20 y 25 personas quienes permanecen en el lugar desde una hasta tres o cuatro horas y cuando hay partidos de futbol, hasta más.
En entrevista con este medio comenta que hace algunos años jugaba en un club sobre la calle Virrey de Mendoza, y después de una plática extensa, decidió poner su propio negocio el cual abre desde las 10 de mañana y cierra hasta que el último cliente se va.
Las mesas están distribuidas por toda la pieza. Al fondo hay dos mostradores con café, refrescos, agua, botana y galletas. No hay venta de alcohol. Aparte del dominó, también se puede jugar ajedrez, pero el señor Armando, de pelo cano, apunta que este último casi no lo piden. El costo por hora es de 30 pesos. "Me han dicho que si otorgo membresías, pero no, aquí cualquier gente es bienvenida", dijo.
Hay gente que comenta que estos juegos como el sudoku, sopa de letras o dominó ayudan a agilizar la mente y también para divertirse.
Armando García Salinas, dueño del Club Dominó
Son clientes de aproximadamente 60 años. Visten de camisa, pantalón, zapato, algunos con chalecos, playeras y gorras. Mientras unos "revuelven la sopa", otros dan caladas profundas al tabaco y uno cuantos más le sorben a su vaso de café.
Don Antonio agrega que ya no existen este tipo de locales, incluso se aventura a decir que su club es el único en la urbe. "No es que me vaya bien en ganancias, pero estoy jubilado y la cosa es matar el tiempo, convivir con amigos, es un juego bonito y se divierte", finaliza mientras regresa a atender a la clientela. Es sábado y habrá partido de futbol: será una larga tarde.