Esta obra, dice Luis Fernando Peña, uno de los actores del elenco, empieza cuando termina, a partir de que el espectador se pregunta después de la función acerca del planteamiento: ¿qué harías si tuvieras en tus manos la vida de un delincuente?
Original de Luis Ahyllón, Cash, ¿cuál es tu precio?, se estrena este 5 de septiembre en El Telón de Asfalto, donde se presentará los jueves a las 20:30 horas con René Dupeyrón, Ruy Senderos, Carlos Speitzer, Luis Fernando Peña y Sahit Sosa, bajo la dirección de Rafael Perrín.
Hace 7 años de la temporada anterior del texto y hoy sigue vigente, asegura Carlos Speitzer, “en las condiciones sociales que tenemos, porque habla de lo que puede pasar si tienes el poder sobre alguien que tenía poder sobre ti”.
Cinco personajes involucrados en un secuestro pondrán en crisis los estereotipos de buenos y malos, porque los roles cambian según la situación que enfrentan, explica Luis Fernando Peña, “porque descubres que uno puede sacar sus peores demonios en una situación límite, ojo, no queremos educar a nadie ni justificar las acciones, al contrario, mostramos vidas totalmente diferentes reunidas por las circunstancias. Es necesario hablar de esto (la violencia en el país) con honestidad y no nada más como en las noticias, sino ahondar en las personas, tanto, que el espectador se va a ver reflejado en los sentimientos de los secuestrados y también de los secuestradores”.
Ruy Senderos agrega que en el montaje se muestra “la parte que no te cuentan los periódicos, que informan de asaltos, secuestros, homicidios, historias tan comunes que ya no solo están en la prensa, sino en redes sociales y por eso hemos perdido la indignación. Desde la butaca, el espectador va a ver el lado humano, tanto de las víctimas como de los victimarios y se va a preguntar qué ha hecho para bien o para mal, para que esta sea una sociedad en decadencia”.
Finalmente René Dupeyrón, quien además se estrena como productor, destaca que en el país donde la violencia va en aumento, es necesario que el teatro presente estos temas, sin violentar al público, aclara, sino para hacer conciencia. “No es una obra de pistolas, sino una exploración individual para reevaluar las creencias que tiene. Desde la butaca se va preguntar por qué creía que reaccionaría de cierta manera, o se sorprenderá porque va a salir un lado turbio de sí mismo, el experimento es personal para cada espectador”.
