/ domingo 26 de mayo de 2019

Actividades deportivas en el Centro de Reinserción Social "David Franco Rodríguez"

MORELIA, Mich; (OEM-Infomex).- Son cientos bajo el sol. Algunos están congregados alrededor de la barda, otros tras las mallas y unos más simplemente observan a la distancia. Los gritos van y vienen, pasan de un extremo a otro. Son incesantes ecos que retumban en el lejano cerro que se tiene como único paisaje. En la cancha se está jugando la otra final, la de Cruz Azul vs Monterrey, la de Frugar vs Locos del Pueblo, la de los presos del Cereso “David Franco Rodríguez”.

Toño pelea cada balón, corre como desesperado cuando presiente que el rival se puede llevar el partido. Alienta a los suyos, suda la camiseta de los “Rayados”, se molesta ante las imprecisiones y hace el esfuerzo de bajar a defender aunque su posición natural sea la de delantero.

Cuando se encuentra ante el gol, no duda en gritarlo a todo pulmón. Lo festeja como se tiene que festejar en una final de fútbol. “¡A huevo!” exclama mientras regresa al centro de la cancha para reanudar el partido. Quiere más. Media hora de juego le resulta insuficiente.

Toño está pagando una condena de 20 años por homicidio, lleva la mitad. Afuera lo espera su madre, tres hermanos, sus primos y su pasión por la música. Confía en que le puedan otorgar el beneficio para poder reducir el tiempo, pero mientras eso ocurre, dice que en el futbol ha encontrado el pretexto perfecto para olvidarse por un rato del encierro.

Debajo del uniforme de Monterrey, lleva una playera de la banda española de hardcore “Soziedad Alkoholika”. Hacia allá orienta sus sueños en el futuro. Confiesa que cuando vuelva a estar en las calles le gustaría volver a tomar un instrumento, crear una banda de rock. Pero desde ahora, asegura que es consciente de que no será fácil. Costará adaptarse al mundo de allá afuera.

¿Qué te dice la palabra libertad? “¡Uff!, estando aquí esa palabra para mí es igual a esperanza, pero también dicen que cuando uno está bien consigo mismo, de alguna manera sigues siendo libre, no estás tan encerrado como parece”.

El próximo 4 de agosto se cumplen 10 años de aquel fatídico día para Toño, cuando un error lo orilló a hacer de las celdas su nueva casa. Ya con la distancia y el tiempo recorrido, a sus 29 años de edad reflexiona y asegura que las circunstancias no han sido tan malas: “Para muchos la cárcel puede ser un escalón hacia abajo, pero a mí me ha representado todo lo contrario, ya que por fin le hallé sentido a la vida”.

Apuesta por la tranquilidad

Las actividades deportivas dentro del Centro de Reinserción Social “David Franco Rodríguez” forman parte de los 5 ejes (respeto al derecho humano, salud, educación, trabajo y deporte) con los que actualmente están trabajando las autoridades penitenciarias con los poco más de mil 400 personas reos varones que alberga este lugar.

A decir del director del Cereso, Félix López Rosales, la apuesta con este tipo de dinámicas es poder inyectar tranquilidad a los presos, “sin importar si las sentencias son de 5 o 40 años, para nadie es fácil estar encerrado, abandonado, viviendo alguna soledad o algún problema”.

Foto Fernando Maldonado

Respecto al monto de recursos que necesitan para poder operar estas actividades y otros talleres que tienen disponibles dentro del lugar, el funcionario estatal explicó que no tienen una partida como tal por parte del gobierno del estado, a excepción de los alimentos y el pago de servicios de agua y luz que sí son cubiertos en su totalidad.

“Todo lo demás lo hacemos con recurso propio, es decir, con lo que se obtiene de la venta en tiendas y almacenes que fueron recuperados a nuestra llegada a este centro; gracias a ello, hemos podido solventar gastos como el internet, papelería, material para limpieza, medicamentos, inmobiliario y entre otras cosas”.

Si bien aclaró que hasta el momento les ha alcanzado para cubrir las necesidades básicas, reconoció que por momentos se enfrentan a dificultades, sobre todo en lo que se refiere a la compra de medicamentos.

Refirió que han buscado respaldarse con el apoyo que otorgan las asociaciones civiles e instituciones como la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Michoacán, el Instituto de la Mujer Moreliana, las Iglesias y entre otros.

La celda es otra familia

El “Verrugas” defiende los tres postes del Frugar, el equipo que se viste de Cruz Azul. A las afueras de la cancha no paran de gritarle y darle indicaciones. Tratan de ponerlo nervioso, pero ni se inmuta. Juega con una gorra al estilo Miguel Calero y admite sus errores cuando el balón llega a sus redes.

Juan José Sánchez es su nombre real pero casi ni lo menciona porque está más acostumbrado al apodo. Tiene 24 años de edad, de los cuales 6 ha estado preso y aún le restan 21 más. Pero el “Verrugas” no se muestra cabizbajo, trata de sacarle aprendizaje a la experiencia.

Se refiere a la cárcel como una gran escuela y otra familia, donde se aprende a reflexionar y valorar lo físico antes que lo material. “Uno se vuelve más unido a sus seres queridos en este lugar, caes en la cuenta que bajo ese lema de mandarse solo siempre se generarán consecuencias de tus propios actos”.

Está sentenciado por homicidio calificado, pero considera que recordar lo sucedido ya está de más. Dice que es mejor pensar en lo que quiere, en visualizarse como una persona firme que está lista para no regresar a este lugar y dedicarse al 100 % a su esposa.

No reniega, pero admite que es difícil. “Los días que más me pesan durante el año es el 10 de mayo y la Navidad, el no poder estar cerca de mis padres y mi esposa; pero eso se compensa cuando me visitan”.

Cuando se le habla sobre ser libre, el “Verrugas” se proyecta emocionado y le cuesta trabajo poder definir qué es eso. Usa metáforas, sentimientos y todo lo que pasa por su mente en ese momento. Lo asume como lo más preciado que tiene el ser humano, pero también como una motivación personal para ir encontrando su propio camino. “Aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”, reflexiona finalmente.

La otra final está en el aire. Falta por jugarse el partido de vuelta, pero el primer capítulo ha regalado un empate a 5 tantos. El encuentro estuvo lleno de momentos de euforia y alaridos, tanto dentro como fuera de la cancha. Fueron gritos de goles que sabían a libertad.

MORELIA, Mich; (OEM-Infomex).- Son cientos bajo el sol. Algunos están congregados alrededor de la barda, otros tras las mallas y unos más simplemente observan a la distancia. Los gritos van y vienen, pasan de un extremo a otro. Son incesantes ecos que retumban en el lejano cerro que se tiene como único paisaje. En la cancha se está jugando la otra final, la de Cruz Azul vs Monterrey, la de Frugar vs Locos del Pueblo, la de los presos del Cereso “David Franco Rodríguez”.

Toño pelea cada balón, corre como desesperado cuando presiente que el rival se puede llevar el partido. Alienta a los suyos, suda la camiseta de los “Rayados”, se molesta ante las imprecisiones y hace el esfuerzo de bajar a defender aunque su posición natural sea la de delantero.

Cuando se encuentra ante el gol, no duda en gritarlo a todo pulmón. Lo festeja como se tiene que festejar en una final de fútbol. “¡A huevo!” exclama mientras regresa al centro de la cancha para reanudar el partido. Quiere más. Media hora de juego le resulta insuficiente.

Toño está pagando una condena de 20 años por homicidio, lleva la mitad. Afuera lo espera su madre, tres hermanos, sus primos y su pasión por la música. Confía en que le puedan otorgar el beneficio para poder reducir el tiempo, pero mientras eso ocurre, dice que en el futbol ha encontrado el pretexto perfecto para olvidarse por un rato del encierro.

Debajo del uniforme de Monterrey, lleva una playera de la banda española de hardcore “Soziedad Alkoholika”. Hacia allá orienta sus sueños en el futuro. Confiesa que cuando vuelva a estar en las calles le gustaría volver a tomar un instrumento, crear una banda de rock. Pero desde ahora, asegura que es consciente de que no será fácil. Costará adaptarse al mundo de allá afuera.

¿Qué te dice la palabra libertad? “¡Uff!, estando aquí esa palabra para mí es igual a esperanza, pero también dicen que cuando uno está bien consigo mismo, de alguna manera sigues siendo libre, no estás tan encerrado como parece”.

El próximo 4 de agosto se cumplen 10 años de aquel fatídico día para Toño, cuando un error lo orilló a hacer de las celdas su nueva casa. Ya con la distancia y el tiempo recorrido, a sus 29 años de edad reflexiona y asegura que las circunstancias no han sido tan malas: “Para muchos la cárcel puede ser un escalón hacia abajo, pero a mí me ha representado todo lo contrario, ya que por fin le hallé sentido a la vida”.

Apuesta por la tranquilidad

Las actividades deportivas dentro del Centro de Reinserción Social “David Franco Rodríguez” forman parte de los 5 ejes (respeto al derecho humano, salud, educación, trabajo y deporte) con los que actualmente están trabajando las autoridades penitenciarias con los poco más de mil 400 personas reos varones que alberga este lugar.

A decir del director del Cereso, Félix López Rosales, la apuesta con este tipo de dinámicas es poder inyectar tranquilidad a los presos, “sin importar si las sentencias son de 5 o 40 años, para nadie es fácil estar encerrado, abandonado, viviendo alguna soledad o algún problema”.

Foto Fernando Maldonado

Respecto al monto de recursos que necesitan para poder operar estas actividades y otros talleres que tienen disponibles dentro del lugar, el funcionario estatal explicó que no tienen una partida como tal por parte del gobierno del estado, a excepción de los alimentos y el pago de servicios de agua y luz que sí son cubiertos en su totalidad.

“Todo lo demás lo hacemos con recurso propio, es decir, con lo que se obtiene de la venta en tiendas y almacenes que fueron recuperados a nuestra llegada a este centro; gracias a ello, hemos podido solventar gastos como el internet, papelería, material para limpieza, medicamentos, inmobiliario y entre otras cosas”.

Si bien aclaró que hasta el momento les ha alcanzado para cubrir las necesidades básicas, reconoció que por momentos se enfrentan a dificultades, sobre todo en lo que se refiere a la compra de medicamentos.

Refirió que han buscado respaldarse con el apoyo que otorgan las asociaciones civiles e instituciones como la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Michoacán, el Instituto de la Mujer Moreliana, las Iglesias y entre otros.

La celda es otra familia

El “Verrugas” defiende los tres postes del Frugar, el equipo que se viste de Cruz Azul. A las afueras de la cancha no paran de gritarle y darle indicaciones. Tratan de ponerlo nervioso, pero ni se inmuta. Juega con una gorra al estilo Miguel Calero y admite sus errores cuando el balón llega a sus redes.

Juan José Sánchez es su nombre real pero casi ni lo menciona porque está más acostumbrado al apodo. Tiene 24 años de edad, de los cuales 6 ha estado preso y aún le restan 21 más. Pero el “Verrugas” no se muestra cabizbajo, trata de sacarle aprendizaje a la experiencia.

Se refiere a la cárcel como una gran escuela y otra familia, donde se aprende a reflexionar y valorar lo físico antes que lo material. “Uno se vuelve más unido a sus seres queridos en este lugar, caes en la cuenta que bajo ese lema de mandarse solo siempre se generarán consecuencias de tus propios actos”.

Está sentenciado por homicidio calificado, pero considera que recordar lo sucedido ya está de más. Dice que es mejor pensar en lo que quiere, en visualizarse como una persona firme que está lista para no regresar a este lugar y dedicarse al 100 % a su esposa.

No reniega, pero admite que es difícil. “Los días que más me pesan durante el año es el 10 de mayo y la Navidad, el no poder estar cerca de mis padres y mi esposa; pero eso se compensa cuando me visitan”.

Cuando se le habla sobre ser libre, el “Verrugas” se proyecta emocionado y le cuesta trabajo poder definir qué es eso. Usa metáforas, sentimientos y todo lo que pasa por su mente en ese momento. Lo asume como lo más preciado que tiene el ser humano, pero también como una motivación personal para ir encontrando su propio camino. “Aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”, reflexiona finalmente.

La otra final está en el aire. Falta por jugarse el partido de vuelta, pero el primer capítulo ha regalado un empate a 5 tantos. El encuentro estuvo lleno de momentos de euforia y alaridos, tanto dentro como fuera de la cancha. Fueron gritos de goles que sabían a libertad.

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