/ domingo 30 de junio de 2019

¡Al agua Goyo!

A sus 73 años de edad, el campeón habla con El Sol de Morelia acerca de los más grandes tesoros que le ha dejado la natación

MORELIA, Mich. (OEM-Infomex).- La primera vez que Goyo estuvo en una alberca casi muere ahogado. Sucedió en 1952, cuando tenía apenas siete años de edad y una personalidad curiosa por naturaleza. Aquel día le pareció que era una buena idea saltar la barda de forma clandestina y echarse un chapuzón en el Deportivo que estaba cerca de la Río Blanco, en la Ciudad de México.

Pero la cosa no salió bien. Fue su hermano mayor quien tuvo que salir a su rescate y de paso reprenderlo. “Yo creía que sólo era mover las piernas y los brazos, pero cuál, empecé a tragar agua”, relata Goyo Franco desde su guarida, donde a sus 73 años de edad resguarda sus más grandes tesoros que le ha dejado la natación.

Foto Fernando Maldonado

Y es que a Goyo la primera experiencia con el agua no le traumó; al contrario, dice que eso le dio fuerza para aprender a nadar, por lo que al día siguiente decidió hacer todo de forma más legal, prudente y sin bardas de por medio: se inscribió al curso que ofrecía el Deportivo y hasta una credencial recibió.

Un año después, ya estaba compitiendo a nivel local y con el placer de bracear por debajo del agua; sin embargo, poco le duraría el gusto y un primer retiro llegaría de forma obligada cuando su papá le advirtió que primero “era la escuela”.

Pasaron los años, pero Goyo mantuvo el gusto intacto. Ya en la Vocacional que realizaba en el Instituto Politécnico Nacional, se le presentó otra oportunidad y compitió en el Campeonato Nacional que se realizó en la ciudad de Puebla.

Foto Fernando Maldonado

“En ese tiempo estaba buscando formar parte de la Selección Nacional, pero no logré dar los tiempos que se pedían para viajar a los Estados Unidos a competir; al año siguiente lo volví a intentar y aunque ya detenía el reloj con las marcas establecidas, mi padre de nueva cuenta me restringió la natación”.

Fue un segundo retiro obligado, pero más efímero. Con 19 años de edad, Goyo Franco ingresó a trabajar a la que era todavía la paraestatal de Telmex; aunque en aquel entonces la práctica de la natación era más recreativa que competitiva, nunca se alejó del todo de los complejos acuáticos.

Luego vino la jubilación laboral, en el año de 1995. Paradójicamente, este hecho le significó el inicio de una carrera deportiva más constante y que se mantiene firme hasta la fecha. “Me empecé a presentar a las competencias nacionales año con año y solamente me perdí el evento de 1999, a causa de una lesión ubicada en deltoides”.

Foto Cortesía


Un ejemplo de lo anterior, es el Campeonato Nacional de Curso Largo en el que participó este 2019. El evento se desarrolló en Cancún, Quintana Roo, y ahí Goyo obtuvo un total de cinco medallas; además de que rompió un récord dentro de una de sus categorías.

A este palmarés se le suma un Campeonato Panamericano y un Latinoamericano, además de cientos de medallas que no logra contabilizar con precisión, pues si bien un gran porcentaje de éstas las tiene protegidas en marcos de cristal, hay muchas otras que todavía se mantienen sin clasificar dentro de un baúl.

Admirador de nadadores como Guillermo Echevarría y Felipe Tibio Muñoz, Goyo se enorgullece de haber encontrado en esta disciplina un mecanismo de relajación y al mismo tiempo de identidad con el agua. “Al entrenar me despejo y simplemente me voy, me voy y me voy… mientras yo tenga fuerzas, lo seguiré haciendo”.

Más allá de las medallas, las posiciones y los récords obtenidos, explica que el valor real está en el esfuerzo que se hace en cada una de las competencias, en la preparación previa que se tuvo y en las horas aplicadas a cada uno de los entrenamientos.

A esta altura, sin importar cuando se lea esto, Goyo ya habrá cumplido con la estricta rutina de entrenamiento. Seguramente se levantó a las 5:00 de la mañana, desayunó algo ligero, se dirigió al club, hizo los respectivos ejercicios de calentamiento con base en sus conocimientos de entrenador, ingresó a la alberca para recorrer de 2.5 a 4 kilómetros y finalmente relajó los músculos.

Foto Fernando Maldonado


Confiesa que el protocolo y las emociones siguen siendo las mismas, como cuando decidió lanzarse por primera vez al agua. Con sonrisa placentera y pasional, detalla que los nervios y la adrenalina siempre lo invaden minutos antes de competir; aunque eso sí, aclara que no hay nada como la llegada a la meta. Es su momento favorito.

Herramientas:

  • Goyo ha participado en más de 40 competencias durante su carrera deportiva
  • Acumula más de 100 medallas y algunos reconocimientos individuales
  • Además de ser atleta, acredita como entrenador de alto rendimiento en nivel cinco de 10 estipulados
  • El Campeonato Nacional del año 2000 es uno de los más recordados por Goyo, ya que en esa edición logró romper récords dentro de sus categorías
  • Aunque maneja todas las modalidades, su especialidad en la natación son el estilo de pecho y mariposa

MORELIA, Mich. (OEM-Infomex).- La primera vez que Goyo estuvo en una alberca casi muere ahogado. Sucedió en 1952, cuando tenía apenas siete años de edad y una personalidad curiosa por naturaleza. Aquel día le pareció que era una buena idea saltar la barda de forma clandestina y echarse un chapuzón en el Deportivo que estaba cerca de la Río Blanco, en la Ciudad de México.

Pero la cosa no salió bien. Fue su hermano mayor quien tuvo que salir a su rescate y de paso reprenderlo. “Yo creía que sólo era mover las piernas y los brazos, pero cuál, empecé a tragar agua”, relata Goyo Franco desde su guarida, donde a sus 73 años de edad resguarda sus más grandes tesoros que le ha dejado la natación.

Foto Fernando Maldonado

Y es que a Goyo la primera experiencia con el agua no le traumó; al contrario, dice que eso le dio fuerza para aprender a nadar, por lo que al día siguiente decidió hacer todo de forma más legal, prudente y sin bardas de por medio: se inscribió al curso que ofrecía el Deportivo y hasta una credencial recibió.

Un año después, ya estaba compitiendo a nivel local y con el placer de bracear por debajo del agua; sin embargo, poco le duraría el gusto y un primer retiro llegaría de forma obligada cuando su papá le advirtió que primero “era la escuela”.

Pasaron los años, pero Goyo mantuvo el gusto intacto. Ya en la Vocacional que realizaba en el Instituto Politécnico Nacional, se le presentó otra oportunidad y compitió en el Campeonato Nacional que se realizó en la ciudad de Puebla.

Foto Fernando Maldonado

“En ese tiempo estaba buscando formar parte de la Selección Nacional, pero no logré dar los tiempos que se pedían para viajar a los Estados Unidos a competir; al año siguiente lo volví a intentar y aunque ya detenía el reloj con las marcas establecidas, mi padre de nueva cuenta me restringió la natación”.

Fue un segundo retiro obligado, pero más efímero. Con 19 años de edad, Goyo Franco ingresó a trabajar a la que era todavía la paraestatal de Telmex; aunque en aquel entonces la práctica de la natación era más recreativa que competitiva, nunca se alejó del todo de los complejos acuáticos.

Luego vino la jubilación laboral, en el año de 1995. Paradójicamente, este hecho le significó el inicio de una carrera deportiva más constante y que se mantiene firme hasta la fecha. “Me empecé a presentar a las competencias nacionales año con año y solamente me perdí el evento de 1999, a causa de una lesión ubicada en deltoides”.

Foto Cortesía


Un ejemplo de lo anterior, es el Campeonato Nacional de Curso Largo en el que participó este 2019. El evento se desarrolló en Cancún, Quintana Roo, y ahí Goyo obtuvo un total de cinco medallas; además de que rompió un récord dentro de una de sus categorías.

A este palmarés se le suma un Campeonato Panamericano y un Latinoamericano, además de cientos de medallas que no logra contabilizar con precisión, pues si bien un gran porcentaje de éstas las tiene protegidas en marcos de cristal, hay muchas otras que todavía se mantienen sin clasificar dentro de un baúl.

Admirador de nadadores como Guillermo Echevarría y Felipe Tibio Muñoz, Goyo se enorgullece de haber encontrado en esta disciplina un mecanismo de relajación y al mismo tiempo de identidad con el agua. “Al entrenar me despejo y simplemente me voy, me voy y me voy… mientras yo tenga fuerzas, lo seguiré haciendo”.

Más allá de las medallas, las posiciones y los récords obtenidos, explica que el valor real está en el esfuerzo que se hace en cada una de las competencias, en la preparación previa que se tuvo y en las horas aplicadas a cada uno de los entrenamientos.

A esta altura, sin importar cuando se lea esto, Goyo ya habrá cumplido con la estricta rutina de entrenamiento. Seguramente se levantó a las 5:00 de la mañana, desayunó algo ligero, se dirigió al club, hizo los respectivos ejercicios de calentamiento con base en sus conocimientos de entrenador, ingresó a la alberca para recorrer de 2.5 a 4 kilómetros y finalmente relajó los músculos.

Foto Fernando Maldonado


Confiesa que el protocolo y las emociones siguen siendo las mismas, como cuando decidió lanzarse por primera vez al agua. Con sonrisa placentera y pasional, detalla que los nervios y la adrenalina siempre lo invaden minutos antes de competir; aunque eso sí, aclara que no hay nada como la llegada a la meta. Es su momento favorito.

Herramientas:

  • Goyo ha participado en más de 40 competencias durante su carrera deportiva
  • Acumula más de 100 medallas y algunos reconocimientos individuales
  • Además de ser atleta, acredita como entrenador de alto rendimiento en nivel cinco de 10 estipulados
  • El Campeonato Nacional del año 2000 es uno de los más recordados por Goyo, ya que en esa edición logró romper récords dentro de sus categorías
  • Aunque maneja todas las modalidades, su especialidad en la natación son el estilo de pecho y mariposa

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