/ domingo 1 de marzo de 2020

Auténtico carnaval, de toritos de petate y cómo burlarse de un martes

La fiesta previa a la Semana Santa, ahora la tradición es una herramienta para burlarse de la cotidianidad y la rutina

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- La cita es en la 1ra de mayo. El llamado es a las 7 de la noche, pero minutos antes ya hay gente merodeando el lugar. En el ambiente previo ya se destapan las primeras cervezas, mientras al Misterioso del Centro le pulen los últimos detalles para que haga lo suyo por las calles del Centro y alrededores.

Conformado por tres cajones, el Misterioso no tiene un diseño fijo y cada año se le hacen modificaciones, siempre tratando de mostrarse atractivo en sus adornos. Para esta ocasión se trata de un pingüino sonriente y dorado, que se hace acompañar de un pulpo y un par de pescados.

Es el último día del carnaval antes de que el Misterioso tenga una tregua y se vaya a descansar por un rato. Los colonos lo saben y por eso han atiborrado la calle al grado de que los automovilistas optan por tomar vías alternas.

Los apaches, las maringuías, el caporal, el caballito y el picador se toman foto tras foto. Los vecinos se les acercan y les piden la instantánea como si de artistas famosos se trataran, aunque en la cotidianidad llevan años compartiendo el barrio y los buenos días.

Pasan de las 7 de la noche y el público se impacienta. Comienzan los silbidos y la banda de viento toca unas primeras notas al aire como para calmar los ánimos de la multitud. Ahora sí, el Misterioso del Centro ya se encuentra listo para caminar la Morelia como desde hace 27 años.

Al son de la primera tonada, una maringuía se persigna y comienza a bailar. Todos se mueven de un lado a otro, de la forma más tradicional pero también con coreografías novedosas y previamente ensayadas. La multitud brinda y los vitorea.


Bajan por la calle Abraham González y en el número 257 un trío de mujeres ya esperan al tan solicitado Misterioso, quien responde con gratitud y se detiene en este punto por varios minutos. Todos bailan en lo que parece ser un show vip para las féminas, quienes no dan señas de fastidiarse y se muestran dispuestas a observar y aplaudir por el resto de la noche.

Pero el carnaval es para todos y el Misterioso debe seguir su camino. Dice Sergio Mosqueda García que empezó a seguir el torito "desde hace un chingo de años", cuando su tío lo llevaba de la mano para que aprendiera la tradición. Lo gratificante, dice, es la cantidad de amigos que ha ganado con el paso del tiempo. Son relaciones estrechas que se forjaron con base al baile y la fiesta.

“Al Misterioso lo sacan como a media cuadra de la casa de mi abuelita, entonces gracias a él nos conocemos con mucha gente de la colonia y de diferentes generaciones. A mí me gusta por la tradición, anteriormente no contrataban a la banda de viento completa, entonces a muchos nos tocó hacerla de músicos con la tarola, la tambora y los platillos”.

Mientras más calles recorren con el torito de petate, la gente brinda con mayor entusiasmo y sin ninguna cohibición. ¡Y arriba el Morelia!, gritan de repente y el contingente responde. Toman rumbo por la avenida 5 de febrero y al ritmo de “taratatarata… wuuu” invitan a los colonos a que se asomen desde sus casas. Algunos atienden el llamado, hay quienes esperan con sillas sobre la banqueta, pero hay otros que cierran más que nunca sus ventanas.

El Misterioso presume ser de uno de los toritos más tranquilos de Morelia, aunque Sergio confiesa que de repente han llegado a tener “piques” con otras colonias, pero aclara que nada de gravedad.

Para seguir a un torito de petate hay que ser pacientes, saber que el trayecto será largo y que la noche es joven. En Padre Lloreda el Misterioso se detiene por más de una hora, baila y baila sin cansancio. El tequila pasa de un lado a otro y el reloj avanza sin preocupación. A los que la urgencia les ganó, utilizan la parte trasera de los autos para orinar. Nadie se inmuta, en tiempos de carnaval hay tolerancia máxima.

Todavía falta bajar a la Lázaro Cárdenas y ya se asoma las 11 de la noche. Es martes y parece que a nadie le importa. No son vacaciones, al día siguiente seguramente habrá que trabajar o ir a la escuela, pero qué importa, el Misterioso sale una vez al año y merece la pena el desvelo.

“Lo que más me gusta del torito es verlo levantado, que después de todo el esfuerzo y el sacrificio que implica hacerlo, por fin está listo; pero también me emociona ver a los niños bailando y disfrutando de todo lo que es el carnaval” confiesa Sergio, quien apenas es dos años mayor que el Misterioso.

Pasa de la media noche y el torito emprende su regreso, siempre acompañado de sus fieles seguidores que no dejan de bailar y alentar. “Camarón pelao tú quieres, camarión pelao te voy a dar” resuena por calles del centro de la ciudad. Algunos ya caminan con la botella vacía y con el mareo a cuesta por consecuencia del alcohol: objetivo logrado.

Si los toritos de petate fueron inventados por los indígenas para mofarse de las corridas de toros practicadas por los españoles, ahora la tradición es una herramienta idónea para burlarse de la cotidianidad y la rutina, para acortar la semana y poder hacer de un martes gris cualquiera y aburrido, un auténtico carnaval.

DATO

Para seguir a un torito de petate hay que ser pacientes, saber que el trayecto será largo y que la noche es joven


Gracias a él nos conocemos con mucha gente de la colonia y de diferentes generaciones

Sergio Mosqueda García. Seguidor


Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- La cita es en la 1ra de mayo. El llamado es a las 7 de la noche, pero minutos antes ya hay gente merodeando el lugar. En el ambiente previo ya se destapan las primeras cervezas, mientras al Misterioso del Centro le pulen los últimos detalles para que haga lo suyo por las calles del Centro y alrededores.

Conformado por tres cajones, el Misterioso no tiene un diseño fijo y cada año se le hacen modificaciones, siempre tratando de mostrarse atractivo en sus adornos. Para esta ocasión se trata de un pingüino sonriente y dorado, que se hace acompañar de un pulpo y un par de pescados.

Es el último día del carnaval antes de que el Misterioso tenga una tregua y se vaya a descansar por un rato. Los colonos lo saben y por eso han atiborrado la calle al grado de que los automovilistas optan por tomar vías alternas.

Los apaches, las maringuías, el caporal, el caballito y el picador se toman foto tras foto. Los vecinos se les acercan y les piden la instantánea como si de artistas famosos se trataran, aunque en la cotidianidad llevan años compartiendo el barrio y los buenos días.

Pasan de las 7 de la noche y el público se impacienta. Comienzan los silbidos y la banda de viento toca unas primeras notas al aire como para calmar los ánimos de la multitud. Ahora sí, el Misterioso del Centro ya se encuentra listo para caminar la Morelia como desde hace 27 años.

Al son de la primera tonada, una maringuía se persigna y comienza a bailar. Todos se mueven de un lado a otro, de la forma más tradicional pero también con coreografías novedosas y previamente ensayadas. La multitud brinda y los vitorea.


Bajan por la calle Abraham González y en el número 257 un trío de mujeres ya esperan al tan solicitado Misterioso, quien responde con gratitud y se detiene en este punto por varios minutos. Todos bailan en lo que parece ser un show vip para las féminas, quienes no dan señas de fastidiarse y se muestran dispuestas a observar y aplaudir por el resto de la noche.

Pero el carnaval es para todos y el Misterioso debe seguir su camino. Dice Sergio Mosqueda García que empezó a seguir el torito "desde hace un chingo de años", cuando su tío lo llevaba de la mano para que aprendiera la tradición. Lo gratificante, dice, es la cantidad de amigos que ha ganado con el paso del tiempo. Son relaciones estrechas que se forjaron con base al baile y la fiesta.

“Al Misterioso lo sacan como a media cuadra de la casa de mi abuelita, entonces gracias a él nos conocemos con mucha gente de la colonia y de diferentes generaciones. A mí me gusta por la tradición, anteriormente no contrataban a la banda de viento completa, entonces a muchos nos tocó hacerla de músicos con la tarola, la tambora y los platillos”.

Mientras más calles recorren con el torito de petate, la gente brinda con mayor entusiasmo y sin ninguna cohibición. ¡Y arriba el Morelia!, gritan de repente y el contingente responde. Toman rumbo por la avenida 5 de febrero y al ritmo de “taratatarata… wuuu” invitan a los colonos a que se asomen desde sus casas. Algunos atienden el llamado, hay quienes esperan con sillas sobre la banqueta, pero hay otros que cierran más que nunca sus ventanas.

El Misterioso presume ser de uno de los toritos más tranquilos de Morelia, aunque Sergio confiesa que de repente han llegado a tener “piques” con otras colonias, pero aclara que nada de gravedad.

Para seguir a un torito de petate hay que ser pacientes, saber que el trayecto será largo y que la noche es joven. En Padre Lloreda el Misterioso se detiene por más de una hora, baila y baila sin cansancio. El tequila pasa de un lado a otro y el reloj avanza sin preocupación. A los que la urgencia les ganó, utilizan la parte trasera de los autos para orinar. Nadie se inmuta, en tiempos de carnaval hay tolerancia máxima.

Todavía falta bajar a la Lázaro Cárdenas y ya se asoma las 11 de la noche. Es martes y parece que a nadie le importa. No son vacaciones, al día siguiente seguramente habrá que trabajar o ir a la escuela, pero qué importa, el Misterioso sale una vez al año y merece la pena el desvelo.

“Lo que más me gusta del torito es verlo levantado, que después de todo el esfuerzo y el sacrificio que implica hacerlo, por fin está listo; pero también me emociona ver a los niños bailando y disfrutando de todo lo que es el carnaval” confiesa Sergio, quien apenas es dos años mayor que el Misterioso.

Pasa de la media noche y el torito emprende su regreso, siempre acompañado de sus fieles seguidores que no dejan de bailar y alentar. “Camarón pelao tú quieres, camarión pelao te voy a dar” resuena por calles del centro de la ciudad. Algunos ya caminan con la botella vacía y con el mareo a cuesta por consecuencia del alcohol: objetivo logrado.

Si los toritos de petate fueron inventados por los indígenas para mofarse de las corridas de toros practicadas por los españoles, ahora la tradición es una herramienta idónea para burlarse de la cotidianidad y la rutina, para acortar la semana y poder hacer de un martes gris cualquiera y aburrido, un auténtico carnaval.

DATO

Para seguir a un torito de petate hay que ser pacientes, saber que el trayecto será largo y que la noche es joven


Gracias a él nos conocemos con mucha gente de la colonia y de diferentes generaciones

Sergio Mosqueda García. Seguidor


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