/ lunes 25 de julio de 2022

Hoyas de agua: las devoradoras del medio ambiente

Su proliferación en huertas de aguacate y berries ya ocasiona sequía en las comunidades cercanas a donde se ubican, además, su construcción no es penalizada por ninguna ley

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El cambio de uso de suelo para la producción intensiva de aguacate y berries ha traído consigo un fenómeno del que no se habla mucho y que tampoco se contempla en las leyes ambientales: las hoyas de agua, entendidas como una hondura grande formada en la tierra para el almacenamiento artificial del líquido.

Su presencia es tan abundante que las cifras más conservadoras hablan de 30 mil construcciones en la entidad, sobre todo en las zonas donde el bosque poco a poco ha desaparecido para dar pie a huertos que requieren cantidades abundantes para sus riegos.

Foto: Cortesía | Secma

La comunidad moreliana de Ichaqueo, perteneciente a la tenencia de Atécuaro, muestra lo que los habitantes de esta zona llaman como “deforestación invisible”, pues a paso lento pero seguro los árboles de pinos y encinos son cortados para sembrar el aguacate, con todo y que en algunas zonas no hay tierra apta para que crezcan con calidad.

Un recorrido por este lugar deja ver que la topografía caracterizada por escurrimientos, manantiales y cauces ahora se llena de hoyas que llegan a medir más de 50 metros de largo, listas para almacenar el agua que posteriormente será redistribuida hacia huertos originalmente ilegales que en muy poco benefician a sus habitantes.

Ubicada a solo 17 kilómetros de la zona urbana de Morelia, esta pequeña población que colinda al norte con Pico Azul comienza a estar en los planes de inversionistas que ya construyen algunas cabañas y restaurantes, una infraestructura turística sin un enfoque sustentable. A pesar de que no hay más de 200 habitantes en esta localidad, son siete los aserraderos que trabajan todos los días, a los que se suman dos astilladoras o molinos de leña, donde se procesan árboles convertidos en aserrín que terminan en fábricas papeleras. Es habitual ver el paso de camiones repletos de troncos y madera molida, situación que ha pasado inadvertida por instituciones como la Procuraduría del Medio Ambiente, cuyos inspectores de vez en cuando arriban, pero no ejercen acción alguna, de acuerdo al habitante que prefiere permanecer en el anonimato.

Foto: Cortesía | Secma

No hay distinción entre las especies de árboles sacrificadas, por lo que se llevan a su paso ejemplares de carpín, sirimo, palo de borrego, magnolia y palo blanco, algunos ya considerados en peligro de extinción.

El agua, tema que ha sido noticia en los más recientes días tras la escasez en Nuevo León y la declaratoria de emergencia nacional, es el elemento que acompaña el cada vez más ambicioso proceso de cultivos intensivos. En Ichaqueo las hoyas tienen presencia sobre todo en el lugar conocido como Puerto del Lobo, donde se autorizó el cambio de uso de suelo hace un par de años en el predio Las Palomas con un pago de 7 mil pesos por hectárea afectada, tras lo cual se levantaron árboles de aguacate que ahora captan el líquido gracias a tres grandes estructuras a su alrededor. No hay ilegalidad en ello, pues la Comisión Forestal del Estado de Michoacán (Cofom) impone estas multas también conocidas como “Fondo Verde”, un pase automático para deforestar sin consecuencias.


Se necesita el agua todo el año

“La función de la hoya de agua es recoger el líquido de los escurrimientos naturales y no se conforman con captar la lluvia, porque no sería proporcional con el tamaño promedio de sus estructuras”, asegura el ambientalista Julio Santoyo, integrante del Consejo Estatal de Ecología.

El activista en el municipio de Madero, donde la tala, las huertas ilegales y la presencia del narcotráfico ya son la norma, refiere que son acompañadas por un sistema de riego altamente tecnificado y sofisticado, permitiendo que el líquido penetre hasta la raíz de los árboles durante los 365 días del año. Incluso, ya hay estructuras que permiten que el nutriente artificial para el aguacate llegue por estos conductos. “Las hoyas deben ser capaces de abastecer de agua todo el año, sin descanso, lo mismo para el aguacate que para las berries, que incluso consumen más líquido. Esa es la razón por lo que todas estas huertas se suelen levantar en donde hay agua cercana, es decir, a través de manantiales y pozos”.

Foto: Cortesía | Secma

El tamaño promedio de una hoya es de 25 metros de largo por 15 de ancho, pero incluso se han detectado las de 160 metros de largo por 55 de ancho, todas con entre 6 y 8 metros de profundidad: “unas terribles represas”, sintetiza Santoyo, quien añade que son cubiertas con geomembrana, un material que impide que el agua se filtre en los muros de tierra.


Sin regulación

En México no hay una sola ley ambiental que siquiera mencione la existencia de las hoyas de agua, por lo tanto, su construcción no es penalizada por nadie. “Es un factor decisivo para el estrés hídrico, pero en materia legal, no están reconocidas”, lamenta el activista. Dice que una vía para prohibirlas sería incluirlas como parte del cambio de uso de suelo, sólo que hasta ahora no forma parte de la conversación oficial: “Si revisamos la Ley de Aguas Nacionales, no viene en ninguna parte el concepto de las hoyas de agua”.

Ante los problemas de sequía en algunos estados del país han surgido propuestas como la construcción de presas o un parón de industrias extractivas como las refresqueras o de cerveza. Sin embargo, tales medidas servirían de muy poco, pues lo importante, dice Santoyo, es apostarle a “las fábricas naturales de agua”, es decir, a la reforestación de bosques.

El hecho de que las hoyas no estén reguladas implica que su construcción sea totalmente arbitraria, sin los mínimos estudios de impacto ambiental. Cada que aparece una nueva, de forma paralela hay comunidades afectadas que ya no van a gozar de ese derecho humano, el del consumo del agua. En la localidad de Santas Marías, municipio de Madero, sus 1,200 habitantes han visto proliferar las huertas de aguacate, por lo menos 300 hectáreas en las que el agua se ha retrancado para bombearla a las hoyas y luego regar los plantíos. Esto ha ocasionado que en temporada de estiaje simplemente no haya agua para los pobladores, quienes han intentado derrumbar diques y han denunciado ante las autoridades, pero sin éxito alguno.

Foto: Cortesía | Secma

A la par, hay daños para los ecosistemas tierras abajo, como pinares, encinales y fauna salvaje. Pumas, lobos, coyotes, gatos montés o venados se quedan sin sus lugares de tomas habituales, por lo que salen a buscar el líquido exponiéndose a la cacería e incluso cayendo en las propias hoyas que se convierten así en una trampa mortal.

Otro peligro latente es que una de estas estructuras no se hayan construido de forma adecuada y llegue a romperse, sobre todo en época de lluvias abundantes. Ya ha sucedido en ciertos lugares del estado, dice Santoyo, quien alerta sobre el riesgo de recibir un derramamiento abrupto de un contenedor de hasta 12 mil metros cúbicos. “Si no hay una legislación, por lo menos se necesita que a nivel municipal actúen las direcciones de Protección Civil, para evitar tragedias humanas”.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El cambio de uso de suelo para la producción intensiva de aguacate y berries ha traído consigo un fenómeno del que no se habla mucho y que tampoco se contempla en las leyes ambientales: las hoyas de agua, entendidas como una hondura grande formada en la tierra para el almacenamiento artificial del líquido.

Su presencia es tan abundante que las cifras más conservadoras hablan de 30 mil construcciones en la entidad, sobre todo en las zonas donde el bosque poco a poco ha desaparecido para dar pie a huertos que requieren cantidades abundantes para sus riegos.

Foto: Cortesía | Secma

La comunidad moreliana de Ichaqueo, perteneciente a la tenencia de Atécuaro, muestra lo que los habitantes de esta zona llaman como “deforestación invisible”, pues a paso lento pero seguro los árboles de pinos y encinos son cortados para sembrar el aguacate, con todo y que en algunas zonas no hay tierra apta para que crezcan con calidad.

Un recorrido por este lugar deja ver que la topografía caracterizada por escurrimientos, manantiales y cauces ahora se llena de hoyas que llegan a medir más de 50 metros de largo, listas para almacenar el agua que posteriormente será redistribuida hacia huertos originalmente ilegales que en muy poco benefician a sus habitantes.

Ubicada a solo 17 kilómetros de la zona urbana de Morelia, esta pequeña población que colinda al norte con Pico Azul comienza a estar en los planes de inversionistas que ya construyen algunas cabañas y restaurantes, una infraestructura turística sin un enfoque sustentable. A pesar de que no hay más de 200 habitantes en esta localidad, son siete los aserraderos que trabajan todos los días, a los que se suman dos astilladoras o molinos de leña, donde se procesan árboles convertidos en aserrín que terminan en fábricas papeleras. Es habitual ver el paso de camiones repletos de troncos y madera molida, situación que ha pasado inadvertida por instituciones como la Procuraduría del Medio Ambiente, cuyos inspectores de vez en cuando arriban, pero no ejercen acción alguna, de acuerdo al habitante que prefiere permanecer en el anonimato.

Foto: Cortesía | Secma

No hay distinción entre las especies de árboles sacrificadas, por lo que se llevan a su paso ejemplares de carpín, sirimo, palo de borrego, magnolia y palo blanco, algunos ya considerados en peligro de extinción.

El agua, tema que ha sido noticia en los más recientes días tras la escasez en Nuevo León y la declaratoria de emergencia nacional, es el elemento que acompaña el cada vez más ambicioso proceso de cultivos intensivos. En Ichaqueo las hoyas tienen presencia sobre todo en el lugar conocido como Puerto del Lobo, donde se autorizó el cambio de uso de suelo hace un par de años en el predio Las Palomas con un pago de 7 mil pesos por hectárea afectada, tras lo cual se levantaron árboles de aguacate que ahora captan el líquido gracias a tres grandes estructuras a su alrededor. No hay ilegalidad en ello, pues la Comisión Forestal del Estado de Michoacán (Cofom) impone estas multas también conocidas como “Fondo Verde”, un pase automático para deforestar sin consecuencias.


Se necesita el agua todo el año

“La función de la hoya de agua es recoger el líquido de los escurrimientos naturales y no se conforman con captar la lluvia, porque no sería proporcional con el tamaño promedio de sus estructuras”, asegura el ambientalista Julio Santoyo, integrante del Consejo Estatal de Ecología.

El activista en el municipio de Madero, donde la tala, las huertas ilegales y la presencia del narcotráfico ya son la norma, refiere que son acompañadas por un sistema de riego altamente tecnificado y sofisticado, permitiendo que el líquido penetre hasta la raíz de los árboles durante los 365 días del año. Incluso, ya hay estructuras que permiten que el nutriente artificial para el aguacate llegue por estos conductos. “Las hoyas deben ser capaces de abastecer de agua todo el año, sin descanso, lo mismo para el aguacate que para las berries, que incluso consumen más líquido. Esa es la razón por lo que todas estas huertas se suelen levantar en donde hay agua cercana, es decir, a través de manantiales y pozos”.

Foto: Cortesía | Secma

El tamaño promedio de una hoya es de 25 metros de largo por 15 de ancho, pero incluso se han detectado las de 160 metros de largo por 55 de ancho, todas con entre 6 y 8 metros de profundidad: “unas terribles represas”, sintetiza Santoyo, quien añade que son cubiertas con geomembrana, un material que impide que el agua se filtre en los muros de tierra.


Sin regulación

En México no hay una sola ley ambiental que siquiera mencione la existencia de las hoyas de agua, por lo tanto, su construcción no es penalizada por nadie. “Es un factor decisivo para el estrés hídrico, pero en materia legal, no están reconocidas”, lamenta el activista. Dice que una vía para prohibirlas sería incluirlas como parte del cambio de uso de suelo, sólo que hasta ahora no forma parte de la conversación oficial: “Si revisamos la Ley de Aguas Nacionales, no viene en ninguna parte el concepto de las hoyas de agua”.

Ante los problemas de sequía en algunos estados del país han surgido propuestas como la construcción de presas o un parón de industrias extractivas como las refresqueras o de cerveza. Sin embargo, tales medidas servirían de muy poco, pues lo importante, dice Santoyo, es apostarle a “las fábricas naturales de agua”, es decir, a la reforestación de bosques.

El hecho de que las hoyas no estén reguladas implica que su construcción sea totalmente arbitraria, sin los mínimos estudios de impacto ambiental. Cada que aparece una nueva, de forma paralela hay comunidades afectadas que ya no van a gozar de ese derecho humano, el del consumo del agua. En la localidad de Santas Marías, municipio de Madero, sus 1,200 habitantes han visto proliferar las huertas de aguacate, por lo menos 300 hectáreas en las que el agua se ha retrancado para bombearla a las hoyas y luego regar los plantíos. Esto ha ocasionado que en temporada de estiaje simplemente no haya agua para los pobladores, quienes han intentado derrumbar diques y han denunciado ante las autoridades, pero sin éxito alguno.

Foto: Cortesía | Secma

A la par, hay daños para los ecosistemas tierras abajo, como pinares, encinales y fauna salvaje. Pumas, lobos, coyotes, gatos montés o venados se quedan sin sus lugares de tomas habituales, por lo que salen a buscar el líquido exponiéndose a la cacería e incluso cayendo en las propias hoyas que se convierten así en una trampa mortal.

Otro peligro latente es que una de estas estructuras no se hayan construido de forma adecuada y llegue a romperse, sobre todo en época de lluvias abundantes. Ya ha sucedido en ciertos lugares del estado, dice Santoyo, quien alerta sobre el riesgo de recibir un derramamiento abrupto de un contenedor de hasta 12 mil metros cúbicos. “Si no hay una legislación, por lo menos se necesita que a nivel municipal actúen las direcciones de Protección Civil, para evitar tragedias humanas”.

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