/ domingo 18 de julio de 2021

La nueva piel del tatuaje

Las modificaciones corporales han acompañado a la sociedad a lo largo de la historia, pero en esta segunda década del siglo XXI, comienzan a ser cada vez más comunes

Morelia, Michoacán-(OEM-Infomex).- Las modificaciones corporales han acompañado a la sociedad a lo largo de la historia, pero en esta segunda década del siglo XXI, tanto tatuajes como perforaciones, comienzan a ser cada vez más comunes a pesar de haber sido un tema tabú durante varios años.


Este auge ha incrementado la demanda de personas que buscan plasmar con tinta en su piel alguna imagen para distinguirse de los demás. Esto genera una rentabilidad estable para el rubro, atrayendo a un grupo de profesionales del dibujo, diseño y demás artes visuales.


En Morelia, este crecimiento ha sido favorable para la comunidad creativa, ya que ha encontrado la forma para dar a conocer sus creaciones, tomando al cuerpo humano como lienzo.


A propósito del Día Internacional del Tatuaje, que se celebra cada 17 de julio, platicamos con Frida León y Omar Pallares, tatuadores emergentes que han llevado su diseños a otros estados, acerca de las nuevas prácticas y de cómo la sociedad ve este oficio.


Las monas de Frida León


En su estudio llamado Papito Calavera, Frida León prepara a su cliente para tatuar su espalda colocando un stencil de un bebé sonriendo, un diseño propio al que llama “monos o monas” y que le han dado una peculiaridad a su trabajo.


Diseñadora de carrera, pero tatuadora de profesión desde hace dos años, afirma que en sus primeros acercamientos al tatuaje realizaba símbolos o letras que sus clientes pedían, pero que desde hace casi un año, ha buscado enfocar sus esfuerzos en darle vida a sus “monas”.


Rodeada de impresiones, pinturas, dibujos y un restirador, Frida opina que este crecimiento se debe a la gran cantidad de personas que lo toman como profesión, lo que generó que cada vez sea más normal ver a personas tatuadas sin que reciban algún tipo de discriminación, haciendo que sus clientes busquen trabajos más completos y visibles.


“He recibido a chavas que su primer tatuaje lo quieren en el cuello o el pecho completo, yo creo que ya no hay una discriminación. También trabajé en ambientes de oficinas y nunca me dijeron nada, ya cada vez es más normal que las personas traigan tatuajes”, comentó.


Mientras pasa la máquina sobre la piel de su cliente, “el mono” comienza a revelarse y a tomar forma, ya tiene un nuevo hogar y está listo para ser presumido en la playa, en redes sociales y donde logre asomar su amplia cabeza.


¿Cómo vivir del tatuaje?


Omar Pallares no se autoproclama como artista, pero su carrera en Artes Visuales y el trabajo que cuelga en las paredes de su estudio, respaldan este título.


Su entrada al mundo del tatuaje fue por razones económicas. Observó una forma de hacer dinero para poder vivir y de ser repartidor, en seis años logró crear su propio estudio.


Su estilo, poco monstruoso y bizarro, ha sido aceptado por sus clientes, pero reconoce que los cambios sociales también lo han favorecido, aunque desconoce si este oficio le permita vivir de ello toda su vida.


Reconoce que el tatuaje se ha convertido en un lujo, del cual cada vez más personas quieren ser parte. Ha recibido a personas mayores y profesionistas.


“Es algo que me sorprendió, porque yo esperaba tatuar a un público joven o de cierto grupo de la sociedad que tiene que ver con estudiantes, pero poco a poco he tratado con todo tipo de gente: doctores, ingenieros, dentistas, señores, gente en general que no tiene estigmas por estar tatuados”, compartió.


La singularidad y particularidad que generan los nuevos estilos ofrecen a los clientes un sentimiento de individualidad que hace imposible que pronto termine la cultura del tatuaje.


El mensaje del tatuaje


El sociólogo y doctor en Ciencias del Desarrollo, Jorge Tinajero, explica que, en México, los tatuajes estuvieron relacionados con la delincuencia y la criminalidad, lo que generó prejuicios.


Sin embargo, admite que esta percepción negativa cambió paulatinamente y ahora ha tomado un sentido importante en términos de identidad para las generaciones recientes.


“Así como en los años 60 y 70 ser o parecer hippie era una manera de distinguirse de la generación anterior, ahora tener tatuajes puede distinguirte de las personas adultas de los años 80 o 90”, explicó.


Para el especialista, los tatuajes son una cuestión de gustos e intencionalidades individuales, pero que también suponen una práctica social que implica comunicación, moda, e incluso, la conexión con otros.


La aceptación o rechazo de esta práctica dependerá del contexto social en donde las personas se desarrollen. “Un tatuaje manda un mensaje a los demás”.


Un ejemplo es la Tierra Caliente de Michoacán, donde hay habitantes que tienen abundantes tatuajes en su cuerpo que comunican “yo soy malo” o “yo pertenezco a un grupo, una banda”, explicó.


Discriminación


De acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), tres de cada 10 personas tiene algún tatuaje o piercing y el 30 % de ellos se ha sentido discriminado.


En Michoacán, la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) no ha recibido hasta la fecha ninguna queja referente a este tema.


Los riesgos


En Michoacán no existe un censo sobre el número de establecimientos o personas dedicadas a esta actividad. Aunque se ha convertido en oficio altamente redituable, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) no lo reconoce aún como una actividad comercial.


La Comisión Estatal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Coepris), reconoció que es evidente la falta de higiene en muchos de ellos y que en lo que va del año han suspendido dos negocios de este tipo en Morelia.


“La regulación que lleva a cabo la Coepris se realiza con el afán de revisar que el material que utilizan estos establecimientos sea esterilizado y desechable; de que las agujas sean separadas y entregadas a empresas que se dedican a la recolección de residuos peligrosos y no se depositen a la basura convencional”, explicó su titular Rafael Torres Mandujano.


En condiciones de seguridad mínimas, esta práctica representa un riesgo sanitario porque se pueden transmitir enfermedades como el VIH o la hepatitis C.


La tarjeta de control sanitario es el trámite único y obligatorio para quienes tatúan en negocios establecidos.


Legislación local


En el año 2019, la diputada Wilma Zavala Rodríguez presentó una iniciativa con proyecto de decreto para expedir la Ley para la práctica de tatuajes, perforaciones y micropigmentaciones en el estado, al considerar que si bien, la Ley General de Salud en el país prevé que los establecimientos que brinden estos servicios deberán contar con una autorización sanitaria, ésta no es suficiente.


Su propuesta consistió en tener una reglamentación más precisa, al exponer que la entidad no expide las licencias adecuadas para el giro comercial de tatuajes, sino que se les otorga una licencia que corresponde a comercios como estéticas.


Hasta el momento la propuesta continúa en la congeladora a la espera de ser dictaminada.


Morelia, Michoacán-(OEM-Infomex).- Las modificaciones corporales han acompañado a la sociedad a lo largo de la historia, pero en esta segunda década del siglo XXI, tanto tatuajes como perforaciones, comienzan a ser cada vez más comunes a pesar de haber sido un tema tabú durante varios años.


Este auge ha incrementado la demanda de personas que buscan plasmar con tinta en su piel alguna imagen para distinguirse de los demás. Esto genera una rentabilidad estable para el rubro, atrayendo a un grupo de profesionales del dibujo, diseño y demás artes visuales.


En Morelia, este crecimiento ha sido favorable para la comunidad creativa, ya que ha encontrado la forma para dar a conocer sus creaciones, tomando al cuerpo humano como lienzo.


A propósito del Día Internacional del Tatuaje, que se celebra cada 17 de julio, platicamos con Frida León y Omar Pallares, tatuadores emergentes que han llevado su diseños a otros estados, acerca de las nuevas prácticas y de cómo la sociedad ve este oficio.


Las monas de Frida León


En su estudio llamado Papito Calavera, Frida León prepara a su cliente para tatuar su espalda colocando un stencil de un bebé sonriendo, un diseño propio al que llama “monos o monas” y que le han dado una peculiaridad a su trabajo.


Diseñadora de carrera, pero tatuadora de profesión desde hace dos años, afirma que en sus primeros acercamientos al tatuaje realizaba símbolos o letras que sus clientes pedían, pero que desde hace casi un año, ha buscado enfocar sus esfuerzos en darle vida a sus “monas”.


Rodeada de impresiones, pinturas, dibujos y un restirador, Frida opina que este crecimiento se debe a la gran cantidad de personas que lo toman como profesión, lo que generó que cada vez sea más normal ver a personas tatuadas sin que reciban algún tipo de discriminación, haciendo que sus clientes busquen trabajos más completos y visibles.


“He recibido a chavas que su primer tatuaje lo quieren en el cuello o el pecho completo, yo creo que ya no hay una discriminación. También trabajé en ambientes de oficinas y nunca me dijeron nada, ya cada vez es más normal que las personas traigan tatuajes”, comentó.


Mientras pasa la máquina sobre la piel de su cliente, “el mono” comienza a revelarse y a tomar forma, ya tiene un nuevo hogar y está listo para ser presumido en la playa, en redes sociales y donde logre asomar su amplia cabeza.


¿Cómo vivir del tatuaje?


Omar Pallares no se autoproclama como artista, pero su carrera en Artes Visuales y el trabajo que cuelga en las paredes de su estudio, respaldan este título.


Su entrada al mundo del tatuaje fue por razones económicas. Observó una forma de hacer dinero para poder vivir y de ser repartidor, en seis años logró crear su propio estudio.


Su estilo, poco monstruoso y bizarro, ha sido aceptado por sus clientes, pero reconoce que los cambios sociales también lo han favorecido, aunque desconoce si este oficio le permita vivir de ello toda su vida.


Reconoce que el tatuaje se ha convertido en un lujo, del cual cada vez más personas quieren ser parte. Ha recibido a personas mayores y profesionistas.


“Es algo que me sorprendió, porque yo esperaba tatuar a un público joven o de cierto grupo de la sociedad que tiene que ver con estudiantes, pero poco a poco he tratado con todo tipo de gente: doctores, ingenieros, dentistas, señores, gente en general que no tiene estigmas por estar tatuados”, compartió.


La singularidad y particularidad que generan los nuevos estilos ofrecen a los clientes un sentimiento de individualidad que hace imposible que pronto termine la cultura del tatuaje.


El mensaje del tatuaje


El sociólogo y doctor en Ciencias del Desarrollo, Jorge Tinajero, explica que, en México, los tatuajes estuvieron relacionados con la delincuencia y la criminalidad, lo que generó prejuicios.


Sin embargo, admite que esta percepción negativa cambió paulatinamente y ahora ha tomado un sentido importante en términos de identidad para las generaciones recientes.


“Así como en los años 60 y 70 ser o parecer hippie era una manera de distinguirse de la generación anterior, ahora tener tatuajes puede distinguirte de las personas adultas de los años 80 o 90”, explicó.


Para el especialista, los tatuajes son una cuestión de gustos e intencionalidades individuales, pero que también suponen una práctica social que implica comunicación, moda, e incluso, la conexión con otros.


La aceptación o rechazo de esta práctica dependerá del contexto social en donde las personas se desarrollen. “Un tatuaje manda un mensaje a los demás”.


Un ejemplo es la Tierra Caliente de Michoacán, donde hay habitantes que tienen abundantes tatuajes en su cuerpo que comunican “yo soy malo” o “yo pertenezco a un grupo, una banda”, explicó.


Discriminación


De acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), tres de cada 10 personas tiene algún tatuaje o piercing y el 30 % de ellos se ha sentido discriminado.


En Michoacán, la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) no ha recibido hasta la fecha ninguna queja referente a este tema.


Los riesgos


En Michoacán no existe un censo sobre el número de establecimientos o personas dedicadas a esta actividad. Aunque se ha convertido en oficio altamente redituable, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) no lo reconoce aún como una actividad comercial.


La Comisión Estatal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Coepris), reconoció que es evidente la falta de higiene en muchos de ellos y que en lo que va del año han suspendido dos negocios de este tipo en Morelia.


“La regulación que lleva a cabo la Coepris se realiza con el afán de revisar que el material que utilizan estos establecimientos sea esterilizado y desechable; de que las agujas sean separadas y entregadas a empresas que se dedican a la recolección de residuos peligrosos y no se depositen a la basura convencional”, explicó su titular Rafael Torres Mandujano.


En condiciones de seguridad mínimas, esta práctica representa un riesgo sanitario porque se pueden transmitir enfermedades como el VIH o la hepatitis C.


La tarjeta de control sanitario es el trámite único y obligatorio para quienes tatúan en negocios establecidos.


Legislación local


En el año 2019, la diputada Wilma Zavala Rodríguez presentó una iniciativa con proyecto de decreto para expedir la Ley para la práctica de tatuajes, perforaciones y micropigmentaciones en el estado, al considerar que si bien, la Ley General de Salud en el país prevé que los establecimientos que brinden estos servicios deberán contar con una autorización sanitaria, ésta no es suficiente.


Su propuesta consistió en tener una reglamentación más precisa, al exponer que la entidad no expide las licencias adecuadas para el giro comercial de tatuajes, sino que se les otorga una licencia que corresponde a comercios como estéticas.


Hasta el momento la propuesta continúa en la congeladora a la espera de ser dictaminada.


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