/ sábado 3 de octubre de 2020

Memorias de Tlatelolco: relatos de dos testigos del 68

Fernando Ortiz y Rosa Citlali Martínez no llegaron ese día a la Plaza de la 3 Culturas, pero esto no mermó su ideología de seguir en la lucha social

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex) .- La tarde del 02 de octubre, Fernando Ortiz Rojas se encontró junto a otros compañeros en la colonia Guerrero imprimiendo volantes. Estaban retrasados. Con las prisas y como pudo, tomaron camino rumbo a la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, pero para su fortuna, ya era demasiado tarde.

Mientras más se acercaba al punto de reunión donde se llevaría a cabo el mitin, al estudiante de la Prepa 8 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le parecía extraño el paisaje: la desbandada de gente que corría por la avenida Nonoalco era impresionante . Escasos minutos atrás, dos bengalas iluminaron el cielo de la Ciudad de México y el Ejército accionó sus armas ante los miles de estudiantes que estaban ahí reunidos.

Fernando volvió al día siguiente junto a su hermano. El cerco militar era visible a la distancia y no había paso para nadie; pero por aquellos tiempos, cuenta que su hermano estudiaba en una escuela de inglés, por lo que portaba una credencial que decía “Washington” y que sirvió para engañar a los uniformados argumentando que pertenecían a la prensa extranjera.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

“Ya estando en la plaza, todavía pudimos observar manchas de sangre, zapatos y ropa por todos lados. Fue durísimo porque muchos compañeros desaparecieron, el reporte que teníamos es que han estado detenidos y llevados al campo número 1, donde se tienen crematorios. Era lo que se decía, yo nunca pude corroborarlo, lo que es verdad es que no volvimos a ver a muchos de los que participaron ”.

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Dice que la represión fue tan brutal, que el miedo rondaba en el ambiente, pues en su caso, aunque no era de los líderes del movimiento, había sido detenido previamente en dos ocasiones, por lo que sabía perfectamente que el Estado Mexicano contaba con sus datos y estaba plenamente localizado.

“Tardé tiempo en explicarme muchas cosas porque como jóvenes entramos a la participación simplemente como un acto de no permitir que se violentara, era una manifestación de rebeldía, pero sin mucha conciencia política. Luego entendí que no era libre, que había un Estado Mexicano que te iba a impedir muchas cosas, que tenías que estudiar y entender lo que pasa socialmente ”.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

En esa época, Fernando tenía 17 años de edad. Considera que el movimiento del 68 se dio de manera muy natural, cuando en el mes de julio el Ejército intervino en un conflicto estudiantil entre dos escuelas y aplicó métodos desmedidos de represión. El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz jamás imaginaría la explosión política y rebelde que se generaría a raíz de esto.

Con 69 años de edad y mirando a distancia, Fernando Ortiz presume que el movimiento para él sigue siendo un referente de nunca bajar la guardia, una convicción política que ha llevado a cada ámbito de su vida y que siempre trata de proyectar a través de su profesión que ahora desarrolla en Morelia: el teatro. También dice que el 68 es parte intrínseca de su formación para nunca ser manipulado y que sí, en efecto, el 02 de octubre no se olvida.

Bendita eventualidad

A Rosa Citlali Martínez Cervantes nunca le pasó por la mente que la escalada de represión pudiera llegar a tanto. Si bien es verdad que la presencia y el acoso policial era constante en las escuelas de la UNAM, no creyó que todo desembocaría en centenares de muertos, desaparecidos y detenidos.

Proveniente de una familia con tradición de lucha social, Rosa Citlali no dudó en involucrarse en el movimiento del 68. Como estudiante de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en todo momento apoyó la asamblea permanente y el voto a favor hacia la huelga general.

“Había un ambiente de entusiasmo, de fiesta, de deseo de acabar con el sistema que había tan totalitario y represivo. Se tenía mucha participación, las brigadas que se formaron de manera espontánea fueron muy importantes, salíamos a las calles, nos subíamos a los autobuses, a las entradas de las fábricas, a los mercados, repartíamos volantes, boteábamos y reuníamos alimentos para quienes estaban de guardia en las escuelas ”.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia

Rosa y su hermana se disponían a asistir al mitin que se había convocado en la plaza de las Tres Culturas, pero antes decidieron hacer una escala en el hospital de la Cruz Verde. Días atrás un compañero había sido golpeado por la policía y querían saber cómo estaba.

“Justo en ese momento presentó una crisis y nos tocó conseguir medicinas, consolar a la familia. Ya cuando todo se controló y pretendíamos llegar a Tlatelolco, empezamos a escuchar las noticias en la radio de lo que había sucedido y ya no alcanzamos a llegar ”.

Rabia. Indignación. Las sensaciones de Rosa eran combinadas ya eso se le sumaba la incertidumbre, el no saber con precisión lo que había sucedido. Por más que escuchaban las versiones, no daba crédito a las órdenes que ejecutado Díaz Ordaz desde la presidencia.

Sigue leyendo: Llega al centro de Morelia otra manifestación por el 2 de octubre

De la prensa mexicana no esperaba nada, el silencio estaba garantizado. Expone que fueron los medios internacionales quienes de un poco fueron desmenuzando la fatídica tarde del 02 de octubre, que se enmarcaba ante unos Juegos Olímpicos que se aproximaban y que se presentaban más como un acto del descaro y la insolencia por parte del gobierno.

No reculó. Cada día, la estudiante asistía a su facultad y lograba burlar las murallas militares para encontrarse con la asamblea. Con un dejo de orgullo, aplaude que una y otra vez votaron por mantener la huelga pese al hostigamiento, hasta que el 04 de diciembre determinaron bajar las banderas.

“Yo les diría a los jóvenes que sigan teniendo un poco más de participación e interés por mejorar las cosas en el país, hay mucha apatía e indiferencia, que en el lugar de estar pensando en cosas superficiales y sin importancia, tienen un poco más de conciencia sobre la problemática social ”.

Foto: Cortesía | Citlali Martínez

A Rosa Citlali Martínez, el movimiento del 68 la marcó para siempre. Desde entonces y hasta la fecha, no ha abandonado las causas sociales y populares. Comparte que la exigencia del Comité 68 pro Libertades Democráticas de México sigue siendo que se hace justicia, que se consigne y se encarcele a Luis Echeverría Álvarez, el único sobreviviente y responsable de aquella masacre.

Argumenta que las nuevas generaciones no tienen ni la más mínima idea de lo que significó vivir en esas épocas de represión, autoritarismo y arbitrariedad. No han cambiado muchas cosas en el país, pero se consuela pensando en que por lo menos se pueden hacer más cosas, “antes te poder dar un balazo por pegar un volante”.

Rosa Citlali tiene 72 años de edad y sabe que fue el infortunio y la impuntualidad la que la salvaron de ser una cifra más perdida en la memoria histórica, como aquellas que salen a manifestarse, gritar y tomar las calles cada 02 de octubre.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex) .- La tarde del 02 de octubre, Fernando Ortiz Rojas se encontró junto a otros compañeros en la colonia Guerrero imprimiendo volantes. Estaban retrasados. Con las prisas y como pudo, tomaron camino rumbo a la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, pero para su fortuna, ya era demasiado tarde.

Mientras más se acercaba al punto de reunión donde se llevaría a cabo el mitin, al estudiante de la Prepa 8 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le parecía extraño el paisaje: la desbandada de gente que corría por la avenida Nonoalco era impresionante . Escasos minutos atrás, dos bengalas iluminaron el cielo de la Ciudad de México y el Ejército accionó sus armas ante los miles de estudiantes que estaban ahí reunidos.

Fernando volvió al día siguiente junto a su hermano. El cerco militar era visible a la distancia y no había paso para nadie; pero por aquellos tiempos, cuenta que su hermano estudiaba en una escuela de inglés, por lo que portaba una credencial que decía “Washington” y que sirvió para engañar a los uniformados argumentando que pertenecían a la prensa extranjera.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

“Ya estando en la plaza, todavía pudimos observar manchas de sangre, zapatos y ropa por todos lados. Fue durísimo porque muchos compañeros desaparecieron, el reporte que teníamos es que han estado detenidos y llevados al campo número 1, donde se tienen crematorios. Era lo que se decía, yo nunca pude corroborarlo, lo que es verdad es que no volvimos a ver a muchos de los que participaron ”.

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Dice que la represión fue tan brutal, que el miedo rondaba en el ambiente, pues en su caso, aunque no era de los líderes del movimiento, había sido detenido previamente en dos ocasiones, por lo que sabía perfectamente que el Estado Mexicano contaba con sus datos y estaba plenamente localizado.

“Tardé tiempo en explicarme muchas cosas porque como jóvenes entramos a la participación simplemente como un acto de no permitir que se violentara, era una manifestación de rebeldía, pero sin mucha conciencia política. Luego entendí que no era libre, que había un Estado Mexicano que te iba a impedir muchas cosas, que tenías que estudiar y entender lo que pasa socialmente ”.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

En esa época, Fernando tenía 17 años de edad. Considera que el movimiento del 68 se dio de manera muy natural, cuando en el mes de julio el Ejército intervino en un conflicto estudiantil entre dos escuelas y aplicó métodos desmedidos de represión. El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz jamás imaginaría la explosión política y rebelde que se generaría a raíz de esto.

Con 69 años de edad y mirando a distancia, Fernando Ortiz presume que el movimiento para él sigue siendo un referente de nunca bajar la guardia, una convicción política que ha llevado a cada ámbito de su vida y que siempre trata de proyectar a través de su profesión que ahora desarrolla en Morelia: el teatro. También dice que el 68 es parte intrínseca de su formación para nunca ser manipulado y que sí, en efecto, el 02 de octubre no se olvida.

Bendita eventualidad

A Rosa Citlali Martínez Cervantes nunca le pasó por la mente que la escalada de represión pudiera llegar a tanto. Si bien es verdad que la presencia y el acoso policial era constante en las escuelas de la UNAM, no creyó que todo desembocaría en centenares de muertos, desaparecidos y detenidos.

Proveniente de una familia con tradición de lucha social, Rosa Citlali no dudó en involucrarse en el movimiento del 68. Como estudiante de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en todo momento apoyó la asamblea permanente y el voto a favor hacia la huelga general.

“Había un ambiente de entusiasmo, de fiesta, de deseo de acabar con el sistema que había tan totalitario y represivo. Se tenía mucha participación, las brigadas que se formaron de manera espontánea fueron muy importantes, salíamos a las calles, nos subíamos a los autobuses, a las entradas de las fábricas, a los mercados, repartíamos volantes, boteábamos y reuníamos alimentos para quienes estaban de guardia en las escuelas ”.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia

Rosa y su hermana se disponían a asistir al mitin que se había convocado en la plaza de las Tres Culturas, pero antes decidieron hacer una escala en el hospital de la Cruz Verde. Días atrás un compañero había sido golpeado por la policía y querían saber cómo estaba.

“Justo en ese momento presentó una crisis y nos tocó conseguir medicinas, consolar a la familia. Ya cuando todo se controló y pretendíamos llegar a Tlatelolco, empezamos a escuchar las noticias en la radio de lo que había sucedido y ya no alcanzamos a llegar ”.

Rabia. Indignación. Las sensaciones de Rosa eran combinadas ya eso se le sumaba la incertidumbre, el no saber con precisión lo que había sucedido. Por más que escuchaban las versiones, no daba crédito a las órdenes que ejecutado Díaz Ordaz desde la presidencia.

Sigue leyendo: Llega al centro de Morelia otra manifestación por el 2 de octubre

De la prensa mexicana no esperaba nada, el silencio estaba garantizado. Expone que fueron los medios internacionales quienes de un poco fueron desmenuzando la fatídica tarde del 02 de octubre, que se enmarcaba ante unos Juegos Olímpicos que se aproximaban y que se presentaban más como un acto del descaro y la insolencia por parte del gobierno.

No reculó. Cada día, la estudiante asistía a su facultad y lograba burlar las murallas militares para encontrarse con la asamblea. Con un dejo de orgullo, aplaude que una y otra vez votaron por mantener la huelga pese al hostigamiento, hasta que el 04 de diciembre determinaron bajar las banderas.

“Yo les diría a los jóvenes que sigan teniendo un poco más de participación e interés por mejorar las cosas en el país, hay mucha apatía e indiferencia, que en el lugar de estar pensando en cosas superficiales y sin importancia, tienen un poco más de conciencia sobre la problemática social ”.

Foto: Cortesía | Citlali Martínez

A Rosa Citlali Martínez, el movimiento del 68 la marcó para siempre. Desde entonces y hasta la fecha, no ha abandonado las causas sociales y populares. Comparte que la exigencia del Comité 68 pro Libertades Democráticas de México sigue siendo que se hace justicia, que se consigne y se encarcele a Luis Echeverría Álvarez, el único sobreviviente y responsable de aquella masacre.

Argumenta que las nuevas generaciones no tienen ni la más mínima idea de lo que significó vivir en esas épocas de represión, autoritarismo y arbitrariedad. No han cambiado muchas cosas en el país, pero se consuela pensando en que por lo menos se pueden hacer más cosas, “antes te poder dar un balazo por pegar un volante”.

Rosa Citlali tiene 72 años de edad y sabe que fue el infortunio y la impuntualidad la que la salvaron de ser una cifra más perdida en la memoria histórica, como aquellas que salen a manifestarse, gritar y tomar las calles cada 02 de octubre.

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