/ domingo 17 de abril de 2022

Michoacán, sin métricas de consumo de drogas

El Consejo Estatal Contra las Adicciones reconoce que el trabajo que se realiza en el estado se basa en estadísticas nacionales

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Una de las frases atribuidas al físico matemático de origen inglés Lord Kelvin es que lo que no se mide, no se puede mejorar. En materia de consumo de drogas, México carece de estudios actualizados que puedan calibrar el comportamiento de las adicciones en su población, pues la estadística más reciente data de 2016, si nos basamos en la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco.

El intento más reciente es el Estudio sobre Patrones de Consumo de Sustancias Psicoactivas y Covid-19, realizado en 2020, el cual solo se enfoca en la relación que guarda el encierro por la pandemia y el posible uso de alcohol o drogas legales e ilegales, con una población que en su mayoría habita en la Ciudad de México, Guanajuato, Querétaro, Durango y Estado de México.

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En Michoacán ninguna institución u organización se ha dado a la tarea de estudiar el fenómeno de las adicciones, a pesar de que la entidad es una de las principales productoras de drogas como marihuana y que grupos de la delincuencia organizada disputan territorios para ganar la distribución de otras drogas como el cristal y la cocaína.

El doctor Bruno Montesano, comisionado del Consejo Estatal Contra las Adicciones (CECA), reconoce que en la entidad todo el trabajo que se realiza con base en estadísticas nacionales como las mencionadas, pues no se cuenta con bases de datos locales. Partiendo de esos números generales, la institución ha puesto en marcha los Centros de Atención Primaria en Adicciones (CAPA) localizados en Morelia, Uruapan, Zitácuaro y Lázaro Cárdenas, donde se brinda consulta externa, a los que se añaden los Centros de Integración Juvenil (CIJ) con presencia en La Piedad, Zamora y la capital del estado.

En cuanto al presupuesto, el CECA opera con cuatro millones de pesos anuales que, a decir de Montesano, resultan insuficientes, pues “no se puede hacer participar a la sociedad civil como se desea, nos hemos quedado prácticamente en compás de espera y lo que deseamos es una reactivación a partir del nuevo gobierno”.

Cada vez más adicciones en comunidades indígenas

El 5 de abril pasado, comuneros de Arantepacua informaron que con el presupuesto directo otorgado a su autogobierno, invertirán recursos en una escuela de baloncesto para combatir las adicciones entre sus jóvenes. En entrevista para este diario, el representante del Consejo de Asuntos Sociales, Oscar Jiménez Álvarez, aceptó que el consumo de alcohol y drogas cada vez es más alarmante, por lo que les urge incentivar a su población con actividades recreativas.

Una tesis similar es la de Pavel Uliánov Guzmán, vocero del Consejo Supremo Indígena de Michoacán (CSIM), quien refiere que en la zona donde tienen influencia, con 65 comunidades originarias, las adicciones cada vez son más sobre todo entre los jóvenes, quienes sobre todo consumen marihuana y cristal, sin contar con el alcohol a muy tempranas edades. Es a través de las rondas comunitarias que se han pretendido reducir los índices, pero acepta que no es suficiente.

Esfuerzos individuales

Sonia Contreras es una psicóloga que ha trabajado 15 años prestando atención a adictos en la región purépecha de Nahuatzen y Paracho. En su labor a lo largo de este periodo, ha notado el constante aumento en las adicciones, que de alcohol e inhalantes pasó a la marihuana y el cristal. En ese municipio, por ejemplo, realizaron un estudio entre 600 jóvenes, 90 de los cuales reconocieron beber alcohol desde que cursaban la primaria. Por increíble que parezca, llegaron a atender a niños de primero de secundaria que ya se reconocían como alcohólicos.

La profesionista reconoce que el proyecto tuvo que detenerse por dos cuestiones: la llegada de la pandemia y la presencia de integrantes reclutados por el crimen organizado, quienes representaron una amenaza e incluso comenzaron a distribuir droga en distintas escuelas.

En Paracho, afirma la psicóloga, la marihuana y el cristal son las drogas más consumidas; en el segundo caso se ha disparado a partir de la cosecha de frutos como la fresa y el arándano en Zamora y Jacona, pues se trata de una sustancia que genera más resistencia física y presuntamente es distribuida por los mismos dueños de las empacadoras.

Su colega Haydeéliza Smith laboró por dos años en un centro de rehabilitación de Santiago Undameo, donde hasta antes de la pandemia atendían hasta 30 pacientes, pero la cifra se duplicó gracias a problemas de salud mental producto del encierro. Recuerda que recibieron a pacientes de Chilchota, Santa Fe de la Laguna, Pátzcuaro, Los Reyes y Tancítaro, todos con adicciones avanzadas en cristal y cocaína. “En las comunidades indígenas está aumentando el consumo en drogas estimulantes, lo hacen los campesinos, los albañiles y los obreros, todos con el objetivo de rendir más en sus jornadas de trabajo, para quitarse el hambre y vencer al sueño”. Detalla que el cristal presenta más consumo por sus precios bajos, pero además, coincide con Sonia Contreras, muchas veces es “obsequiado” por los mismos patrones.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Una de las frases atribuidas al físico matemático de origen inglés Lord Kelvin es que lo que no se mide, no se puede mejorar. En materia de consumo de drogas, México carece de estudios actualizados que puedan calibrar el comportamiento de las adicciones en su población, pues la estadística más reciente data de 2016, si nos basamos en la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco.

El intento más reciente es el Estudio sobre Patrones de Consumo de Sustancias Psicoactivas y Covid-19, realizado en 2020, el cual solo se enfoca en la relación que guarda el encierro por la pandemia y el posible uso de alcohol o drogas legales e ilegales, con una población que en su mayoría habita en la Ciudad de México, Guanajuato, Querétaro, Durango y Estado de México.

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El doctor Bruno Montesano, comisionado del Consejo Estatal Contra las Adicciones (CECA), reconoce que en la entidad todo el trabajo que se realiza con base en estadísticas nacionales como las mencionadas, pues no se cuenta con bases de datos locales. Partiendo de esos números generales, la institución ha puesto en marcha los Centros de Atención Primaria en Adicciones (CAPA) localizados en Morelia, Uruapan, Zitácuaro y Lázaro Cárdenas, donde se brinda consulta externa, a los que se añaden los Centros de Integración Juvenil (CIJ) con presencia en La Piedad, Zamora y la capital del estado.

En cuanto al presupuesto, el CECA opera con cuatro millones de pesos anuales que, a decir de Montesano, resultan insuficientes, pues “no se puede hacer participar a la sociedad civil como se desea, nos hemos quedado prácticamente en compás de espera y lo que deseamos es una reactivación a partir del nuevo gobierno”.

Cada vez más adicciones en comunidades indígenas

El 5 de abril pasado, comuneros de Arantepacua informaron que con el presupuesto directo otorgado a su autogobierno, invertirán recursos en una escuela de baloncesto para combatir las adicciones entre sus jóvenes. En entrevista para este diario, el representante del Consejo de Asuntos Sociales, Oscar Jiménez Álvarez, aceptó que el consumo de alcohol y drogas cada vez es más alarmante, por lo que les urge incentivar a su población con actividades recreativas.

Una tesis similar es la de Pavel Uliánov Guzmán, vocero del Consejo Supremo Indígena de Michoacán (CSIM), quien refiere que en la zona donde tienen influencia, con 65 comunidades originarias, las adicciones cada vez son más sobre todo entre los jóvenes, quienes sobre todo consumen marihuana y cristal, sin contar con el alcohol a muy tempranas edades. Es a través de las rondas comunitarias que se han pretendido reducir los índices, pero acepta que no es suficiente.

Esfuerzos individuales

Sonia Contreras es una psicóloga que ha trabajado 15 años prestando atención a adictos en la región purépecha de Nahuatzen y Paracho. En su labor a lo largo de este periodo, ha notado el constante aumento en las adicciones, que de alcohol e inhalantes pasó a la marihuana y el cristal. En ese municipio, por ejemplo, realizaron un estudio entre 600 jóvenes, 90 de los cuales reconocieron beber alcohol desde que cursaban la primaria. Por increíble que parezca, llegaron a atender a niños de primero de secundaria que ya se reconocían como alcohólicos.

La profesionista reconoce que el proyecto tuvo que detenerse por dos cuestiones: la llegada de la pandemia y la presencia de integrantes reclutados por el crimen organizado, quienes representaron una amenaza e incluso comenzaron a distribuir droga en distintas escuelas.

En Paracho, afirma la psicóloga, la marihuana y el cristal son las drogas más consumidas; en el segundo caso se ha disparado a partir de la cosecha de frutos como la fresa y el arándano en Zamora y Jacona, pues se trata de una sustancia que genera más resistencia física y presuntamente es distribuida por los mismos dueños de las empacadoras.

Su colega Haydeéliza Smith laboró por dos años en un centro de rehabilitación de Santiago Undameo, donde hasta antes de la pandemia atendían hasta 30 pacientes, pero la cifra se duplicó gracias a problemas de salud mental producto del encierro. Recuerda que recibieron a pacientes de Chilchota, Santa Fe de la Laguna, Pátzcuaro, Los Reyes y Tancítaro, todos con adicciones avanzadas en cristal y cocaína. “En las comunidades indígenas está aumentando el consumo en drogas estimulantes, lo hacen los campesinos, los albañiles y los obreros, todos con el objetivo de rendir más en sus jornadas de trabajo, para quitarse el hambre y vencer al sueño”. Detalla que el cristal presenta más consumo por sus precios bajos, pero además, coincide con Sonia Contreras, muchas veces es “obsequiado” por los mismos patrones.

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