/ domingo 31 de mayo de 2020

Muerte por Covid-19, un duelo incompleto

Arely Ruiz perdió a su madre a causa del coronavirus, debido a la contingencia no hubo servicios funerarios ni el consuelo de llorarle al cuerpo

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Arely Ruiz Mendoza no pudo despedirse de su mamá. A las pocas horas de haber fallecido el pasado 16 de abril, el sistema crematorio entregó las cenizas a la familia. No hubo servicios funerarios ni el consuelo de llorarle al cuerpo. El Covid-19 le arrebató en una semana a su madre y por poco también se lleva a su hermano.

Radicada en Morelia, Arely era testigo a distancia de cómo sus familiares peleaban contra el virus en el Estado de México. Mantenía contacto con ellos, se enteraba de la hospitalización y en una llamada sabía que venía lo peor. Con el dolor y la desesperación, junto a su hermana menor viajaron a la Ciudad de México.

Cuenta que todo olía a muerte, era un ambiente totalmente distinto al acostumbrado en la ciudad. A las 2:00 horas de aquel 16 de abril su madre perdió la vida y a las 12 horas las cenizas ya estaban en sus manos. “Si hubiera muerto dos días antes, todavía alcanzaba a ser velada, pero debido a que las personas que trabajaban en las funerarias llegaron a presentar síntomas, las autoridades decidieron anular estos servicios”.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia


La falta de un proceso de duelo, ha hecho que no termine de asimilar lo que está viviendo. Explica que es como si todo le pareciera irreal, un sueño, una película, algo que no está pasando. Pero también sabe que en algún punto el dolor va terminar por estallar y se manifestará al 100 por ciento.

“Cuesta asimilar y el hecho de estar pensando claro que causa dolor, tantas personas mueren y los familiares tienen todavía el consuelo de ver mínimo a su muerto aunque saben que ya no está ahí la persona; pero así, como le pasó a mi madre, no se vale”.

Todo comenzó una semana antes. Aunque la pandemia ya era una realidad, había negocios que se negaban a cerrar. Ese fue el caso de los patrones de su madre y hermano. Todos los días se tenían que trasladar desde Ciudad Neza hasta Ciudad de México. Usar el transporte público, estar en contacto con más personas. Ida y vuelta.

Desde que se supo de Covid-19, su madre se mostraba preocupada. “Ojalá hagan algo para que el virus no llegue a México” añoraba. El cierre del restaurante donde trabajaba vino tarde. Para ese momento su hijo ya presentaba síntomas.

Mi hermano se empezó a sentir mal, tenía síntomas de gripa, fueron al doctor y con medicamentos erradicó los malestares por unos días; pero luego mi mamá también comenzó a enfermarse y al ir a consulta, le aseguraron que no se trataban de señales de Covid-19

Le dieron el voto de confianza al personal médico, regresaron a casa pero la cosa no mejoró. Ambos comenzaron a presentar fiebres y al acudir con un nuevo doctor, éste se negó a atenderlos al argumentar que requerían urgentemente hacerse una prueba de Covid-19.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia


Llamaron a un número telefónico para avisar a las autoridades de salud sobre los síntomas, pero la reacción fue tardía. El día domingo a las complicaciones ya manifestadas, se sumó la dificultad para respirar. Cuando ingresaron al hospital “La Perla”, lo hicieron con un primer diagnóstico que indicaba neumonía. Dos días después, les confirmaron que eran casos positivos de Covid-19.

En medio de su duelo, Arely lamenta el que se hayan subestimado las circunstancias. El no entender el alcance de lo que se estaba viviendo, ignorar los síntomas por parte de personal médico y el lento proceso de la realización de pruebas para conocer si una persona está infectada.

“La realidad es que como país no tenemos la capacidad de atender un problema de esta magnitud y lo subestimamos. Cómo es posible que estemos frente a algo te mata tan rápido y las pruebas no estén a tiempo, son caras, no cualquiera las puede pagar y el sector salud no contaba con ellas”.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia


Arely está encabronada, llena de odio y coraje. La pandemia le ha reafirmado que el sistema de salud en México es “una mentada de madre”. Lo acusa de estar abandonado y por consecuencia ser denigrante y deplorable. “El que tiene dinero se puede pagar la prueba y aun así, no es un proceso rápido”.

No tolera que la televisión maneje a los muertos como simples cifras. Le duele que no se piense en que eran personas con sueños, metas e ilusiones. “Mi mamá tenía 55 años, yo la necesitaba, mi hermana la necesitaba, era su sustento para poder seguir estudiando veterinaria en Morelia. No ven lo que se destruye”.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia


¿Qué piensas cuando escuchas a las personas asegurar que Covid-19 no existe? Se le pregunta y con pesar responde que somos un país incrédulo, tonto y que estamos llenos del “nunca me va pasar”, hasta que te sucede. “Tendemos a nunca tomar medidas de nada”.

Se deja llevar por el coraje. Piensa las palabras pero al final se anima: esas personas que no creen, son las que merecen infectarse. Aclara de nuevo que dice lo que dice porque está encabronada. El reclamo no es la muerte. Lo que lamenta, lo que le da impotencia es saber que su madre siempre se cuidó. Que desde que el mundo supo del virus, ella vivió con una preocupación constante, dando recomendaciones a sus hijos para que no fueran a ser víctimas. El Covid-19 no entiende de justicia.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Arely Ruiz Mendoza no pudo despedirse de su mamá. A las pocas horas de haber fallecido el pasado 16 de abril, el sistema crematorio entregó las cenizas a la familia. No hubo servicios funerarios ni el consuelo de llorarle al cuerpo. El Covid-19 le arrebató en una semana a su madre y por poco también se lleva a su hermano.

Radicada en Morelia, Arely era testigo a distancia de cómo sus familiares peleaban contra el virus en el Estado de México. Mantenía contacto con ellos, se enteraba de la hospitalización y en una llamada sabía que venía lo peor. Con el dolor y la desesperación, junto a su hermana menor viajaron a la Ciudad de México.

Cuenta que todo olía a muerte, era un ambiente totalmente distinto al acostumbrado en la ciudad. A las 2:00 horas de aquel 16 de abril su madre perdió la vida y a las 12 horas las cenizas ya estaban en sus manos. “Si hubiera muerto dos días antes, todavía alcanzaba a ser velada, pero debido a que las personas que trabajaban en las funerarias llegaron a presentar síntomas, las autoridades decidieron anular estos servicios”.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia


La falta de un proceso de duelo, ha hecho que no termine de asimilar lo que está viviendo. Explica que es como si todo le pareciera irreal, un sueño, una película, algo que no está pasando. Pero también sabe que en algún punto el dolor va terminar por estallar y se manifestará al 100 por ciento.

“Cuesta asimilar y el hecho de estar pensando claro que causa dolor, tantas personas mueren y los familiares tienen todavía el consuelo de ver mínimo a su muerto aunque saben que ya no está ahí la persona; pero así, como le pasó a mi madre, no se vale”.

Todo comenzó una semana antes. Aunque la pandemia ya era una realidad, había negocios que se negaban a cerrar. Ese fue el caso de los patrones de su madre y hermano. Todos los días se tenían que trasladar desde Ciudad Neza hasta Ciudad de México. Usar el transporte público, estar en contacto con más personas. Ida y vuelta.

Desde que se supo de Covid-19, su madre se mostraba preocupada. “Ojalá hagan algo para que el virus no llegue a México” añoraba. El cierre del restaurante donde trabajaba vino tarde. Para ese momento su hijo ya presentaba síntomas.

Mi hermano se empezó a sentir mal, tenía síntomas de gripa, fueron al doctor y con medicamentos erradicó los malestares por unos días; pero luego mi mamá también comenzó a enfermarse y al ir a consulta, le aseguraron que no se trataban de señales de Covid-19

Le dieron el voto de confianza al personal médico, regresaron a casa pero la cosa no mejoró. Ambos comenzaron a presentar fiebres y al acudir con un nuevo doctor, éste se negó a atenderlos al argumentar que requerían urgentemente hacerse una prueba de Covid-19.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia


Llamaron a un número telefónico para avisar a las autoridades de salud sobre los síntomas, pero la reacción fue tardía. El día domingo a las complicaciones ya manifestadas, se sumó la dificultad para respirar. Cuando ingresaron al hospital “La Perla”, lo hicieron con un primer diagnóstico que indicaba neumonía. Dos días después, les confirmaron que eran casos positivos de Covid-19.

En medio de su duelo, Arely lamenta el que se hayan subestimado las circunstancias. El no entender el alcance de lo que se estaba viviendo, ignorar los síntomas por parte de personal médico y el lento proceso de la realización de pruebas para conocer si una persona está infectada.

“La realidad es que como país no tenemos la capacidad de atender un problema de esta magnitud y lo subestimamos. Cómo es posible que estemos frente a algo te mata tan rápido y las pruebas no estén a tiempo, son caras, no cualquiera las puede pagar y el sector salud no contaba con ellas”.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia


Arely está encabronada, llena de odio y coraje. La pandemia le ha reafirmado que el sistema de salud en México es “una mentada de madre”. Lo acusa de estar abandonado y por consecuencia ser denigrante y deplorable. “El que tiene dinero se puede pagar la prueba y aun así, no es un proceso rápido”.

No tolera que la televisión maneje a los muertos como simples cifras. Le duele que no se piense en que eran personas con sueños, metas e ilusiones. “Mi mamá tenía 55 años, yo la necesitaba, mi hermana la necesitaba, era su sustento para poder seguir estudiando veterinaria en Morelia. No ven lo que se destruye”.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia


¿Qué piensas cuando escuchas a las personas asegurar que Covid-19 no existe? Se le pregunta y con pesar responde que somos un país incrédulo, tonto y que estamos llenos del “nunca me va pasar”, hasta que te sucede. “Tendemos a nunca tomar medidas de nada”.

Se deja llevar por el coraje. Piensa las palabras pero al final se anima: esas personas que no creen, son las que merecen infectarse. Aclara de nuevo que dice lo que dice porque está encabronada. El reclamo no es la muerte. Lo que lamenta, lo que le da impotencia es saber que su madre siempre se cuidó. Que desde que el mundo supo del virus, ella vivió con una preocupación constante, dando recomendaciones a sus hijos para que no fueran a ser víctimas. El Covid-19 no entiende de justicia.

Foto: Mariana Luna | El Sol de Morelia

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