/ domingo 9 de junio de 2019

"Niño de Morelia" cuenta su historia 82 años después

Juan Llop Plants, uno de los 457 niños que llegaron a esta ciudad platica la historia que cambió su vida

CIUDAD DE MÉXICO.- Ellos llegaron como españoles y muchos han muerto como morelianos. Cada uno de estos niños tiene su historia, una que sólo ellos pueden contar. Así es la de Juan Llop Plants.

Sonriente recibe a El Sol de Morelia en su casa, junto a su esposa. Su mirada es tranquila, y a pesar de sus 87 años, está lúcido y recuerda los recorridos que hacía por las calles de Morelia. Ahora vive en la Ciudad de México, en una de las colonias más importantes de la metrópoli.

“Somos morelianos, llegamos siendo rubios y llegamos a México morenos; en España comíamos tortilla de patata y en México tortilla de maíz. Somos niños de Morelia para todos. Somos morelianos”, afirma mientras sonríe.

Él llegó a la capital michoacana después de una travesía por Francia, Cuba, Veracruz, Orizaba y Puebla. Tenía cinco años y su hermano mayor, Jorge Llop Plants, 11 años, quien lo acompañaba. “Mi padre nos mandó porque salió un recorte de periódico donde el presidente Cárdenas, junto con México, invitaba a 500 niños a una excursión a México para liberarnos de los bombardeos, el hambre y los problemas que había”.

Su madre murió cuando tenía tres años, por lo que su padre se hacía cargo de los cuatros hijos. Cuando vino la guerra, trabajaba en el centro de Barcelona, era encargado de una papelería y hacía sellos de goma.

Foto: Daniel Galeana

“Decidió mandarnos porque nunca creyó que iba a ser para siempre. Era una angustia de mi padre regresar, saber que había bordados y no saber si estábamos bien. Entonces encontró este anuncio donde México invitaba a 500 niños. A mi padre le pareció correcto que viniéramos durante nueve meses o un año para quitarse un poco del apuro tanto él como nosotros”.

Pero el exilio duró toda la vida. “Nosotros todavía teníamos la idea de que regresaríamos, pero no fue así. Duramos varios años hasta que quedamos 40, entre niños y niñas españoles, era una escuela que se había construido para 500”.

“El presidente Lázaro Cárdenas tenía un mentalidad muy pronunciada, él sabía que la guerra no iba a acabar pronto. Lo que trató fue de unirnos, de que no fuéramos los españolitos de aquí; volver iba a estar difícil en un año, en España se estaba poniendo muy difícil”.

Para Llop Plants, la identidad es una de las cosas más difíciles de recuperar. “Uno pierde la identidad, no sabe, en un momento dado, si uno es español o si es mexicano. Si tienes familia en México o en España. Aquí en Morelia teníamos varios amigos, gente residente que nos echaba la mano, que nos invitaban a comer. Se va uno acostumbrando a esa realidad”.

“Llega un momento en que se siente uno español, pero se siente uno mexicano, tengo 82 años en México, lógicamente fui a España de vacaciones, pero no regresaría a vivir. Mi México no lo cambio”.

La separación de su tierra, de su familia y el reencuentro con otra realidad fue más difícil para este hombre cuando su hermano vivió en otra parte, y años después cuando su padre murió.

Foto: Daniel Galeana

“No volví a ver a mi padre desde el día que nos dejó en el camión para tomar el tren. Tengo un leve recuerdo de mi padre que me regaló un trompo, tengo la memoria de eso. De lo demás ya no”.

Hay pocos recuerdos que tiene de él, pero uno que lo cimbra es “cuando llegaba de trabajar, chiflaba, vivíamos en el tercer piso, bajábamos corriendo y a mí me subía en brazos. Cuando estábamos en el barco me acuerdo de pocas cosas, muy nebuloso”.

Desde que llegaron a Morelia, por cuestiones de edad, fueron dividiendo a los hermanos. Fue el segundo golpe anímico que Juan Llop tuvo en la vida. “Nos veíamos en el recreo y sí era muy difícil no tener noticias ya. Cuando uno empieza a crecer y tiene más conciencia de todo, pues empieza a preguntarse. Mi padre nos escribía al principio y luego ya no escribía. Y nosotros preguntábamos ¿por qué no escribe papá? Nos decían: ‘es que está cansado, está viejo’, puro cuento para no decirnos que había muerto”.

Para mí y para mi hermano fue muy importante Morelia, la recordamos mucho. La gente que vivía siempre fue muy cariñosa con nosotros. Nos la pasamos muy bien, era una época triste de una forma, pero lo supimos llevar, de Morelia sólo tengo buenos recuerdos

EL REGRESO A ESPAÑA

Tuvieron que pasar 25 años antes de volver a ver España. “La viví con mucho miedo. En las ciudades grandes, a mí me metieron miedo de aquí, ‘a ver si no te agarran por ser niño de Morelia, refugiado y comunista’, me decían”.

Después de que ya no hubo forma de cuidar a los niños, tras el gasto que esto requería. Juan Llop pensó en regresar a España. “Le escribí una carta a mi padre, tenía ya 16 años, estaba en la secundaria, yo no sabía la situación que había, es más, pensaba que mi padre vivía; cuando se fue mi hermano, años antes, se fue con la idea de que mi padre vivía, si no, no se hubiera ido”.

Llop Plants escribió una carta dirigida a su padre diciéndole “que me quedaba solo y me respondieron la carta de que ‘no, ni se te ocurra venir, tú quédate ahí’. Me quedé con una familia con la cual mi hermano había trabajado dos años en el centro de la Ciudad de México. Él había vivido con ellos. Me fui con ellos y me puse a trabajar en la papelería”.

Reencontrarse con la vida que dejó en España fue difícil para este hombre que tiene una imprenta. “Yo no tenía mucho dinero, tenía 30 años; entonces hubo una excursión de una compañía católica en donde iban a España durante tres meses y visitaban las iglesias, catedrales y plazas”.

Foto: Cortesía

Llop Plants agarró su maleta y con otros niños de Morelia se fueron a Madrid. “Yo tenía la dirección de mi hermano. Llegué a la casa y aquello fue un impacto para todos, fue aquello de llorar y abrazarnos”.

“Desde luego encontrarse con las cosas que uno sueña de España, uy de la familia, era complicado. La gozamos y a los tres meses nos regresamos. Fueron varias cosas las que me hicieron regresar a México y no quedarme. La primera era mi mujer, que conocía en la Ciudad de México, la segunda por la imprenta en la que trabajaba y la tercera es que uno está enamorado de México. México se le cuela a uno, las amistades, la forma de hablar, las comidas”.

SOMOS MORELIANOS

“Es muy triste no encontrar la huella y no saber qué es lo que va a pasar, no sé… es difícil. Pero yo me impuse, pues qué remedio. Noches de mucho llorar, uno se siente solo. Yo tuve muchas épocas de sentirme solo aunque tuviera amigos, no es lo mismo que la familia y fue muy difícil”.

Foto: Cortesía

Juan Llop nunca pensó que podría tener la tranquilidad y la felicidad que ahora tiene. Aquí estamos con tres hijos maravillosos, gracias a mi mujer que nos echó para adelante. Son épocas que pasan y que mejoran afortunadamente. Pasé mucha tristeza solo, ahora tengo mucha felicidad y tranquilidad. Nunca soñé que llegara a esta tranquilidad”.

Para Llop seguirán siendo morelianos siempre. “Nosotros decíamos, siempre somos niños de Morelia, y cuando nos presentamos decimos que somos morelianos. Esa es nuestra identificación. Somos mexicanos.

“Yo ahí encontré algo que para mí era importante. Tengo 52 años de casado, tres hijos, es la familia que uno buscaba”.

CIUDAD DE MÉXICO.- Ellos llegaron como españoles y muchos han muerto como morelianos. Cada uno de estos niños tiene su historia, una que sólo ellos pueden contar. Así es la de Juan Llop Plants.

Sonriente recibe a El Sol de Morelia en su casa, junto a su esposa. Su mirada es tranquila, y a pesar de sus 87 años, está lúcido y recuerda los recorridos que hacía por las calles de Morelia. Ahora vive en la Ciudad de México, en una de las colonias más importantes de la metrópoli.

“Somos morelianos, llegamos siendo rubios y llegamos a México morenos; en España comíamos tortilla de patata y en México tortilla de maíz. Somos niños de Morelia para todos. Somos morelianos”, afirma mientras sonríe.

Él llegó a la capital michoacana después de una travesía por Francia, Cuba, Veracruz, Orizaba y Puebla. Tenía cinco años y su hermano mayor, Jorge Llop Plants, 11 años, quien lo acompañaba. “Mi padre nos mandó porque salió un recorte de periódico donde el presidente Cárdenas, junto con México, invitaba a 500 niños a una excursión a México para liberarnos de los bombardeos, el hambre y los problemas que había”.

Su madre murió cuando tenía tres años, por lo que su padre se hacía cargo de los cuatros hijos. Cuando vino la guerra, trabajaba en el centro de Barcelona, era encargado de una papelería y hacía sellos de goma.

Foto: Daniel Galeana

“Decidió mandarnos porque nunca creyó que iba a ser para siempre. Era una angustia de mi padre regresar, saber que había bordados y no saber si estábamos bien. Entonces encontró este anuncio donde México invitaba a 500 niños. A mi padre le pareció correcto que viniéramos durante nueve meses o un año para quitarse un poco del apuro tanto él como nosotros”.

Pero el exilio duró toda la vida. “Nosotros todavía teníamos la idea de que regresaríamos, pero no fue así. Duramos varios años hasta que quedamos 40, entre niños y niñas españoles, era una escuela que se había construido para 500”.

“El presidente Lázaro Cárdenas tenía un mentalidad muy pronunciada, él sabía que la guerra no iba a acabar pronto. Lo que trató fue de unirnos, de que no fuéramos los españolitos de aquí; volver iba a estar difícil en un año, en España se estaba poniendo muy difícil”.

Para Llop Plants, la identidad es una de las cosas más difíciles de recuperar. “Uno pierde la identidad, no sabe, en un momento dado, si uno es español o si es mexicano. Si tienes familia en México o en España. Aquí en Morelia teníamos varios amigos, gente residente que nos echaba la mano, que nos invitaban a comer. Se va uno acostumbrando a esa realidad”.

“Llega un momento en que se siente uno español, pero se siente uno mexicano, tengo 82 años en México, lógicamente fui a España de vacaciones, pero no regresaría a vivir. Mi México no lo cambio”.

La separación de su tierra, de su familia y el reencuentro con otra realidad fue más difícil para este hombre cuando su hermano vivió en otra parte, y años después cuando su padre murió.

Foto: Daniel Galeana

“No volví a ver a mi padre desde el día que nos dejó en el camión para tomar el tren. Tengo un leve recuerdo de mi padre que me regaló un trompo, tengo la memoria de eso. De lo demás ya no”.

Hay pocos recuerdos que tiene de él, pero uno que lo cimbra es “cuando llegaba de trabajar, chiflaba, vivíamos en el tercer piso, bajábamos corriendo y a mí me subía en brazos. Cuando estábamos en el barco me acuerdo de pocas cosas, muy nebuloso”.

Desde que llegaron a Morelia, por cuestiones de edad, fueron dividiendo a los hermanos. Fue el segundo golpe anímico que Juan Llop tuvo en la vida. “Nos veíamos en el recreo y sí era muy difícil no tener noticias ya. Cuando uno empieza a crecer y tiene más conciencia de todo, pues empieza a preguntarse. Mi padre nos escribía al principio y luego ya no escribía. Y nosotros preguntábamos ¿por qué no escribe papá? Nos decían: ‘es que está cansado, está viejo’, puro cuento para no decirnos que había muerto”.

Para mí y para mi hermano fue muy importante Morelia, la recordamos mucho. La gente que vivía siempre fue muy cariñosa con nosotros. Nos la pasamos muy bien, era una época triste de una forma, pero lo supimos llevar, de Morelia sólo tengo buenos recuerdos

EL REGRESO A ESPAÑA

Tuvieron que pasar 25 años antes de volver a ver España. “La viví con mucho miedo. En las ciudades grandes, a mí me metieron miedo de aquí, ‘a ver si no te agarran por ser niño de Morelia, refugiado y comunista’, me decían”.

Después de que ya no hubo forma de cuidar a los niños, tras el gasto que esto requería. Juan Llop pensó en regresar a España. “Le escribí una carta a mi padre, tenía ya 16 años, estaba en la secundaria, yo no sabía la situación que había, es más, pensaba que mi padre vivía; cuando se fue mi hermano, años antes, se fue con la idea de que mi padre vivía, si no, no se hubiera ido”.

Llop Plants escribió una carta dirigida a su padre diciéndole “que me quedaba solo y me respondieron la carta de que ‘no, ni se te ocurra venir, tú quédate ahí’. Me quedé con una familia con la cual mi hermano había trabajado dos años en el centro de la Ciudad de México. Él había vivido con ellos. Me fui con ellos y me puse a trabajar en la papelería”.

Reencontrarse con la vida que dejó en España fue difícil para este hombre que tiene una imprenta. “Yo no tenía mucho dinero, tenía 30 años; entonces hubo una excursión de una compañía católica en donde iban a España durante tres meses y visitaban las iglesias, catedrales y plazas”.

Foto: Cortesía

Llop Plants agarró su maleta y con otros niños de Morelia se fueron a Madrid. “Yo tenía la dirección de mi hermano. Llegué a la casa y aquello fue un impacto para todos, fue aquello de llorar y abrazarnos”.

“Desde luego encontrarse con las cosas que uno sueña de España, uy de la familia, era complicado. La gozamos y a los tres meses nos regresamos. Fueron varias cosas las que me hicieron regresar a México y no quedarme. La primera era mi mujer, que conocía en la Ciudad de México, la segunda por la imprenta en la que trabajaba y la tercera es que uno está enamorado de México. México se le cuela a uno, las amistades, la forma de hablar, las comidas”.

SOMOS MORELIANOS

“Es muy triste no encontrar la huella y no saber qué es lo que va a pasar, no sé… es difícil. Pero yo me impuse, pues qué remedio. Noches de mucho llorar, uno se siente solo. Yo tuve muchas épocas de sentirme solo aunque tuviera amigos, no es lo mismo que la familia y fue muy difícil”.

Foto: Cortesía

Juan Llop nunca pensó que podría tener la tranquilidad y la felicidad que ahora tiene. Aquí estamos con tres hijos maravillosos, gracias a mi mujer que nos echó para adelante. Son épocas que pasan y que mejoran afortunadamente. Pasé mucha tristeza solo, ahora tengo mucha felicidad y tranquilidad. Nunca soñé que llegara a esta tranquilidad”.

Para Llop seguirán siendo morelianos siempre. “Nosotros decíamos, siempre somos niños de Morelia, y cuando nos presentamos decimos que somos morelianos. Esa es nuestra identificación. Somos mexicanos.

“Yo ahí encontré algo que para mí era importante. Tengo 52 años de casado, tres hijos, es la familia que uno buscaba”.

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