/ jueves 21 de abril de 2022

En aumento, las niñas que piden asilo

La llegada de niñas y adolescentes a territorio mexicano en búsqueda de refugio ha sido una constante desde hace tres años

Perla extraña a sus amigos, pero sobre todo a sus abuelos a quienes dejó en Honduras para emprender un viaje que a su corta edad –seis años- todavía no comprende. Junto a su madre, la menor tuvo que abandonar su hogar en Comayagua, uno de los municipios más pobres de Honduras, para huir de las pandillas que hace siete meses mataron a su padre tras una disputa por una moto.

Apenas amaneció, recuerda, y su madre sólo le dijo que tenían que viajar a México para después llegar a Estados Unidos a encontrarse con su madrina.

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“Solo me dejó agarrar mi muñeca y empezamos a caminar, hemos pasado caminando muchos días y por muchos lados que ni conozco, la verdad es que no sé porque nos fuimos. Extraño a mis amigos pero sobre todo a mis abuelos”, afirma Perla desde Chiapas donde, junto a su madre, permanece en espera de que la Comisión Nacional de Ayuda a Refugiados (Comar) resuelva si les otorga o no refugio.

Perla sólo es una de las dos mil 612 menores mujeres que entre enero y febrero pasado solicitaron asilo en nuestro país. La cifra casi duplica a la registrada durante el mismo periodo del año pasado cuando un total de mil 401 niñas, solas y acompañadas, buscaron refugio en México.

La llegada de niñas y adolescentes a territorio mexicano en búsqueda de refugio ha sido una constante desde hace tres años (cuatro mil 40 en 2020 y 32 mil 393 en 2021), pero en lo que va del 2022 ya representan un tercio del total de mujeres que buscan asilo.

Las causas de este aumento, en opinión de Aidé Mendoza Flores, asistente de investigación de la Cátedra Elias Landsmanas Dymensztejn- Anáhuac en niños migrantes, van desde el aumento de la violencia en las naciones de Centroamérica hasta la violencia familiar durante la pandemia de Covid-19, que afectó directamente a mujeres y niñas.

“En general, todos los efectos de la pandemia, el encierro principalmente, pero también los desastres naturales, siempre afectan de manera desproporcionada a las mujeres y a las niñas”, afirma la experta.

De acuerdo con las cifras de la Comar, los estados de Chiapas, Veracruz y Tabasco son los que más han detenido a niñas migrantes, mientras que la mayoría de las menores acompañadas que han solicitado refugio este año provienen de Honduras, Brasil, Haití, Venezuela y Chile. La mayoría de ellas está en el grupo de edad de 0-11 años, aunque la mayoría de las no acompañadas es del grupo de edad de los 12 a 17.

A pesar de que los riesgos de migrar son latentes para todas las personas que se ven obligadas a dejar sus lugares de origen, para las niñas, en opinión de Mendoza Flores, los peligros durante su trayecto por México son mayores ya que las rutas que la gran parte de los indocumentados toman hacia Estados Unidos, están conectadas con las de la trata de personas, siendo las niñas las más vulnerables. “En Estados Unidos, por ejemplo, 25 por ciento de las víctimas de trata son migrantes, de los cuales, 80 por ciento son mujeres y de estas, 70 por ciento son niñas menores de edad”, afirma la experta.

Agrega que una vez que son captadas por las redes de trata, las menores son obligadas a realizar actividades ilícitas como tráfico de droga y explotación sexual. Además, seis de cada 10 mujeres que atraviesan México son víctimas de agresión sexual.

En su informe sobre la migración de niños, niñas y adolescentes, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), reconoce que las niñas migrantes son las más vulnerables a situaciones que pueden violentar sus derechos como ser detenidas, estar expuestas al crimen organizado o al tráfico de personas, sufrir violencia y discriminación; así como no tener acceso a servicios de salud.

“Los niños y niñas migrantes corren el riesgo de sufrir hambre y frío en su trayecto, de padecer enfermedades, sin tener acceso a servicios de salud, de ser explotados por el crimen organizado y de ser detenidos, además de otros tipos de violencia y discriminación por parte de la población de los lugares que atraviesan. Todas estas situaciones tienen graves consecuencias para su salud mental y su bienestar”, advierte el documento.



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Perla extraña a sus amigos, pero sobre todo a sus abuelos a quienes dejó en Honduras para emprender un viaje que a su corta edad –seis años- todavía no comprende. Junto a su madre, la menor tuvo que abandonar su hogar en Comayagua, uno de los municipios más pobres de Honduras, para huir de las pandillas que hace siete meses mataron a su padre tras una disputa por una moto.

Apenas amaneció, recuerda, y su madre sólo le dijo que tenían que viajar a México para después llegar a Estados Unidos a encontrarse con su madrina.

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“Solo me dejó agarrar mi muñeca y empezamos a caminar, hemos pasado caminando muchos días y por muchos lados que ni conozco, la verdad es que no sé porque nos fuimos. Extraño a mis amigos pero sobre todo a mis abuelos”, afirma Perla desde Chiapas donde, junto a su madre, permanece en espera de que la Comisión Nacional de Ayuda a Refugiados (Comar) resuelva si les otorga o no refugio.

Perla sólo es una de las dos mil 612 menores mujeres que entre enero y febrero pasado solicitaron asilo en nuestro país. La cifra casi duplica a la registrada durante el mismo periodo del año pasado cuando un total de mil 401 niñas, solas y acompañadas, buscaron refugio en México.

La llegada de niñas y adolescentes a territorio mexicano en búsqueda de refugio ha sido una constante desde hace tres años (cuatro mil 40 en 2020 y 32 mil 393 en 2021), pero en lo que va del 2022 ya representan un tercio del total de mujeres que buscan asilo.

Las causas de este aumento, en opinión de Aidé Mendoza Flores, asistente de investigación de la Cátedra Elias Landsmanas Dymensztejn- Anáhuac en niños migrantes, van desde el aumento de la violencia en las naciones de Centroamérica hasta la violencia familiar durante la pandemia de Covid-19, que afectó directamente a mujeres y niñas.

“En general, todos los efectos de la pandemia, el encierro principalmente, pero también los desastres naturales, siempre afectan de manera desproporcionada a las mujeres y a las niñas”, afirma la experta.

De acuerdo con las cifras de la Comar, los estados de Chiapas, Veracruz y Tabasco son los que más han detenido a niñas migrantes, mientras que la mayoría de las menores acompañadas que han solicitado refugio este año provienen de Honduras, Brasil, Haití, Venezuela y Chile. La mayoría de ellas está en el grupo de edad de 0-11 años, aunque la mayoría de las no acompañadas es del grupo de edad de los 12 a 17.

A pesar de que los riesgos de migrar son latentes para todas las personas que se ven obligadas a dejar sus lugares de origen, para las niñas, en opinión de Mendoza Flores, los peligros durante su trayecto por México son mayores ya que las rutas que la gran parte de los indocumentados toman hacia Estados Unidos, están conectadas con las de la trata de personas, siendo las niñas las más vulnerables. “En Estados Unidos, por ejemplo, 25 por ciento de las víctimas de trata son migrantes, de los cuales, 80 por ciento son mujeres y de estas, 70 por ciento son niñas menores de edad”, afirma la experta.

Agrega que una vez que son captadas por las redes de trata, las menores son obligadas a realizar actividades ilícitas como tráfico de droga y explotación sexual. Además, seis de cada 10 mujeres que atraviesan México son víctimas de agresión sexual.

En su informe sobre la migración de niños, niñas y adolescentes, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), reconoce que las niñas migrantes son las más vulnerables a situaciones que pueden violentar sus derechos como ser detenidas, estar expuestas al crimen organizado o al tráfico de personas, sufrir violencia y discriminación; así como no tener acceso a servicios de salud.

“Los niños y niñas migrantes corren el riesgo de sufrir hambre y frío en su trayecto, de padecer enfermedades, sin tener acceso a servicios de salud, de ser explotados por el crimen organizado y de ser detenidos, además de otros tipos de violencia y discriminación por parte de la población de los lugares que atraviesan. Todas estas situaciones tienen graves consecuencias para su salud mental y su bienestar”, advierte el documento.



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