/ domingo 18 de noviembre de 2018

Estalla Francia por gasolinazo

Una movilización sin precedentes, organizada en redes sociales, deja un muerto y 227 heridos tras bloqueos de carreteras

Francia – Un muerto y 227 heridos, cinco de ellos graves, dejó ayer en Francia la movilización sin precedentes de los chalecos amarillos, organizada a través de las redes sociales para protestar contra el aumento de precio de los combustibles, el costo de vida, el alza de los impuestos y—en términos generales—el cuestionamiento a la política del presidente Emmanuel Macron.

La protesta constituye una severa advertencia para la política general del gobierno que encuentra, cada día que pasa, una mayor resistencia. En la mayoría de las concentraciones, los chalecos amarillos coreaban con frecuencia la consigna “Macron dimisión” y entonaban las primeras estrofas del himno nacional, La Marsellesa. Para numerosos analistas y dirigentes de la oposición, esa protesta generalizada constituyó un plebiscito contra Macron.

El país quedó virtualmente paralizado por esa agitación que traduce la exasperación de una parte importante de la sociedad y que se identificó portando las prendas fluorescentes de seguridad que es obligatorio transportar dentro de cada vehículo en rutas y autopistas en previsión de situaciones de emergencia.

La tensa jornada, en la que participaron 282 mil manifestantes, terminó con 52 detenciones provisorias y 38 inculpaciones, según indicó al final de la tarde el ministro del Interior, Christophe Castaner.

Los partidos de oposición cuestionaron esas cifras y aseguraron que más de 500.000 personas participaron en esas protestas que consistieron en interrumpir la circulación en unos 2.000 puntos estratégicos de la red vial francesa y bloquear algunas gasolineras y accesos a peajes de autopistas.

El movimiento de los chalecos amarillos surgió de manera espontánea hace un mes en las redes sociales, sin ningún vínculo aparente con los partidos políticos tradicional ni los sindicatos.

En los últimos días, a medida que ganaba en amplitud, el movimiento recibió el “apoyo a título personal” de numerosos dirigentes de extrema derecha, extrema izquierda, del Partido Socialista y de Los Republicanos (LR, derecha conservadora), así como de las grandes centrales sindicales.

La protesta se nutrió del descontento de la clase media-baja y de los sectores más desfavorecidos de la población, que canalizaron de esa forma su exasperación frente a la política económica de Macron. El detonante de la protesta fue el reciente aumento de las tasas que se aplican a los combustibles, adoptadacon el pretexto de promover la transición energética.

Muchos de los chalecos amarillos viven en zonas urbanas alejadas de las grandes aglomeraciones y aseguran que el automóvil es su único medio de transporte, lo que grava duramente su presupuesto.

La actitud despolitizada de los descontentos cuenta con la simpatía de 74% de la población francesa, según una encuesta divulgada el viernes por el instituto Odoxa-Dentsu.

El carácter “inorgánico” del movimiento es una de las razones que explican el dramático balance de la jornada, pues los puntos de bloqueo fueron decididos a último minuto. Esa improvisación y la ausencia de servicio de orden para canalizar a los más exaltados dificultó la reacción policial para garantizar la seguridad a fin de evitar accidentes provocados por la tensión y los enfrentamientos entre chalecos amarillos, fuerzas del orden y ciudadanos hostiles al movimiento de protesta.

“Un movimiento sin líderes, sin encuadramiento y sin servicio de orden… Estamos en el primer día de un fenómeno sin precedentes: la cíber protesta. Los ciudadanos lanzan movimientos que se coagulan a través de internet y desembocan en lo que hemos visto hoy”, interpretó Raymond Soubié, uno de los mayores expertos franceses en asuntos sociales.

La tensión fue extremadamente visible en numerosos puntos críticos de las principales ciudades del interior y, en particular, en las inmediaciones de la avenida de los Campos-Elíseos. En varias ocasiones, los chalecos amarillos intentaron tomar el control de la avenida para impedir la circulación, pero fueron rechazados por la policía. Las fuerzas del orden también debieron utilizar gases lacrimógenos para impedir que un grupo pudiera llegar hasta el Palacio del Elíseo, donde el presidente Macron estaba reunido con sus principales colaboradores siguiendo la evolución de los acontecimientos.

Alentados por el resultado obtenido en la jornada de ayer, numerosos grupos de chalecos amarillos permanecían anoche en sus puntos de concentración decididos a continuar la protesta este domingo con la esperanza de encontrar el apoyo de los camioneros y transportistas de larga distancia.

Ante esa situación, numerosos especialistas y analistas políticos temen que, precisamente debido a la ausencia de líderes, el movimiento pueda desbordar de su cauce y entrar en una vía de mayor exasperación difícil de canalizar.

Francia – Un muerto y 227 heridos, cinco de ellos graves, dejó ayer en Francia la movilización sin precedentes de los chalecos amarillos, organizada a través de las redes sociales para protestar contra el aumento de precio de los combustibles, el costo de vida, el alza de los impuestos y—en términos generales—el cuestionamiento a la política del presidente Emmanuel Macron.

La protesta constituye una severa advertencia para la política general del gobierno que encuentra, cada día que pasa, una mayor resistencia. En la mayoría de las concentraciones, los chalecos amarillos coreaban con frecuencia la consigna “Macron dimisión” y entonaban las primeras estrofas del himno nacional, La Marsellesa. Para numerosos analistas y dirigentes de la oposición, esa protesta generalizada constituyó un plebiscito contra Macron.

El país quedó virtualmente paralizado por esa agitación que traduce la exasperación de una parte importante de la sociedad y que se identificó portando las prendas fluorescentes de seguridad que es obligatorio transportar dentro de cada vehículo en rutas y autopistas en previsión de situaciones de emergencia.

La tensa jornada, en la que participaron 282 mil manifestantes, terminó con 52 detenciones provisorias y 38 inculpaciones, según indicó al final de la tarde el ministro del Interior, Christophe Castaner.

Los partidos de oposición cuestionaron esas cifras y aseguraron que más de 500.000 personas participaron en esas protestas que consistieron en interrumpir la circulación en unos 2.000 puntos estratégicos de la red vial francesa y bloquear algunas gasolineras y accesos a peajes de autopistas.

El movimiento de los chalecos amarillos surgió de manera espontánea hace un mes en las redes sociales, sin ningún vínculo aparente con los partidos políticos tradicional ni los sindicatos.

En los últimos días, a medida que ganaba en amplitud, el movimiento recibió el “apoyo a título personal” de numerosos dirigentes de extrema derecha, extrema izquierda, del Partido Socialista y de Los Republicanos (LR, derecha conservadora), así como de las grandes centrales sindicales.

La protesta se nutrió del descontento de la clase media-baja y de los sectores más desfavorecidos de la población, que canalizaron de esa forma su exasperación frente a la política económica de Macron. El detonante de la protesta fue el reciente aumento de las tasas que se aplican a los combustibles, adoptadacon el pretexto de promover la transición energética.

Muchos de los chalecos amarillos viven en zonas urbanas alejadas de las grandes aglomeraciones y aseguran que el automóvil es su único medio de transporte, lo que grava duramente su presupuesto.

La actitud despolitizada de los descontentos cuenta con la simpatía de 74% de la población francesa, según una encuesta divulgada el viernes por el instituto Odoxa-Dentsu.

El carácter “inorgánico” del movimiento es una de las razones que explican el dramático balance de la jornada, pues los puntos de bloqueo fueron decididos a último minuto. Esa improvisación y la ausencia de servicio de orden para canalizar a los más exaltados dificultó la reacción policial para garantizar la seguridad a fin de evitar accidentes provocados por la tensión y los enfrentamientos entre chalecos amarillos, fuerzas del orden y ciudadanos hostiles al movimiento de protesta.

“Un movimiento sin líderes, sin encuadramiento y sin servicio de orden… Estamos en el primer día de un fenómeno sin precedentes: la cíber protesta. Los ciudadanos lanzan movimientos que se coagulan a través de internet y desembocan en lo que hemos visto hoy”, interpretó Raymond Soubié, uno de los mayores expertos franceses en asuntos sociales.

La tensión fue extremadamente visible en numerosos puntos críticos de las principales ciudades del interior y, en particular, en las inmediaciones de la avenida de los Campos-Elíseos. En varias ocasiones, los chalecos amarillos intentaron tomar el control de la avenida para impedir la circulación, pero fueron rechazados por la policía. Las fuerzas del orden también debieron utilizar gases lacrimógenos para impedir que un grupo pudiera llegar hasta el Palacio del Elíseo, donde el presidente Macron estaba reunido con sus principales colaboradores siguiendo la evolución de los acontecimientos.

Alentados por el resultado obtenido en la jornada de ayer, numerosos grupos de chalecos amarillos permanecían anoche en sus puntos de concentración decididos a continuar la protesta este domingo con la esperanza de encontrar el apoyo de los camioneros y transportistas de larga distancia.

Ante esa situación, numerosos especialistas y analistas políticos temen que, precisamente debido a la ausencia de líderes, el movimiento pueda desbordar de su cauce y entrar en una vía de mayor exasperación difícil de canalizar.

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