/ domingo 21 de abril de 2019

Francia, en alerta por ola de suicidios de policías

Esta epidemia es atribuida a la desmoralización y las tensiones acumuladas a meses de manifestaciones

Cada cuatro días, un policía francés se suicida. Esa epidemia devastadora, atribuida a la desmoralización y a las tensiones acumuladas en cinco meses de manifestaciones y protestas políticas, se transformó en un serio motivo de inquietud para las autoridades, que parecen incapaces de actuar para contener ese fenómeno.

Desde que comenzó el año, por lo menos 28 policías y gendarmes se han quitado la vida en Francia. En solo cuatro meses, esa cifra superó holgadamente el total de 2018, año que culminó con 35 policías y 33 gendarmes que se suicidaron, según cifras del ministerio de Interior.

El último caso que provocó una auténtica conmoción entre sus colegas fue protagonizado por una mujer capitán de 48 años, madre de niñas, que disparó un balazo en el corazón en su domicilio.

Otro episodio sobrecogedor fue el suicidio de Maggy Biskupski, también perpetrado con su arma de servicio. Hace dos años, esa joven oficial de la brigada contra la delincuencia había creado la asociación Movilización de Policías en Cólera (MPC) precisamente para ayudar a sus colegas víctimas de la presión psicológica que sufren durante el ejercicio de su profesión.

En numerosas comisarías los policías se concentraron el viernes en señal duelo a fin de expresar su malestar por la ola de suicidios y pedir al ministerio de Interior que acelere el lanzamiento de un plan de prevención a fin de evitar nuevas tragedias.

“Es hora de parar esta epidemia. Las autoridades deben ser conscientes de la magnitud que alcanzó el problema", advirtió David Olivier Reverdy, secretario nacional adjunto del sindicato policial Alliance.

Entre las principales causas que podrían explicar ese fenómeno los sindicatos de policías enumeran jornadas de trabajo extenuantes, salarios insuficientes, enormes atrasos en el pago de horas suplementarias, deterioro de la vida familiar, precariedad social, falta de reconocimiento, aislamiento y sanciones desproporcionadas cuando cometen excesos.

Muchos de ellos ni siquiera se atreven a sincerarse con los médicos y psicólogos del cuerpo por temor a la violación de la confidencialidad, agrega una nota oficial de la Federación Autónoma de Sindicatos del ministerio de Interior (UNSA-FASMI).


Cada cuatro días, un policía francés se suicida. Esa epidemia devastadora, atribuida a la desmoralización y a las tensiones acumuladas en cinco meses de manifestaciones y protestas políticas, se transformó en un serio motivo de inquietud para las autoridades, que parecen incapaces de actuar para contener ese fenómeno.

Desde que comenzó el año, por lo menos 28 policías y gendarmes se han quitado la vida en Francia. En solo cuatro meses, esa cifra superó holgadamente el total de 2018, año que culminó con 35 policías y 33 gendarmes que se suicidaron, según cifras del ministerio de Interior.

El último caso que provocó una auténtica conmoción entre sus colegas fue protagonizado por una mujer capitán de 48 años, madre de niñas, que disparó un balazo en el corazón en su domicilio.

Otro episodio sobrecogedor fue el suicidio de Maggy Biskupski, también perpetrado con su arma de servicio. Hace dos años, esa joven oficial de la brigada contra la delincuencia había creado la asociación Movilización de Policías en Cólera (MPC) precisamente para ayudar a sus colegas víctimas de la presión psicológica que sufren durante el ejercicio de su profesión.

En numerosas comisarías los policías se concentraron el viernes en señal duelo a fin de expresar su malestar por la ola de suicidios y pedir al ministerio de Interior que acelere el lanzamiento de un plan de prevención a fin de evitar nuevas tragedias.

“Es hora de parar esta epidemia. Las autoridades deben ser conscientes de la magnitud que alcanzó el problema", advirtió David Olivier Reverdy, secretario nacional adjunto del sindicato policial Alliance.

Entre las principales causas que podrían explicar ese fenómeno los sindicatos de policías enumeran jornadas de trabajo extenuantes, salarios insuficientes, enormes atrasos en el pago de horas suplementarias, deterioro de la vida familiar, precariedad social, falta de reconocimiento, aislamiento y sanciones desproporcionadas cuando cometen excesos.

Muchos de ellos ni siquiera se atreven a sincerarse con los médicos y psicólogos del cuerpo por temor a la violación de la confidencialidad, agrega una nota oficial de la Federación Autónoma de Sindicatos del ministerio de Interior (UNSA-FASMI).


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