Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).– El artesano originario de Pátzcuaro Mario Agustín Gaspar Rodríguez, se hizo acreedor del Premio Nacional de Artes y Literatura 2020, por sus aportaciones en la laca prehispánica –también conocida como maque–, la pasta de caña y otras técnicas arraigadas en la región lacustre.
En entrevista para El Sol de Morelia, el maestro Gaspar Rodríguez, quien fue notificado el vienes pasado del galardón que otorga el Gobierno federal, a través de la Secretaría de Cultura, dijo que recibió la buena nueva sobre su premio en el área de Artes y tradiciones populares, “con sorpresa”.
“No me lo imaginaba y después pienso que el trabajo que uno realiza en toda su vida, alguna vez tiene una recompensa y el hecho es que mientras se haga bien el trabajo, hay buenas recompensas”, señaló.
Reconocido como uno de los máximos exponentes del maque y la laca perfilada en oro, el artesano de 70 años explicó que la técnica ancestral le fue compartida a la edad de 12 años, gracias a que su maestro de primaria fue Francisco Reyna Ruiz, un artesano de quien fue discípulo y trabajó en su taller, dijo, “donde empecé a hacer mis primeras piezas de maque”.
“Ya después conocí la otra técnica, que es la laca perfilada en oro, y me interesó mucho, porque los diseños son un poquito más finos y tienen más trabajo… Me metí a otro taller con los maestros Carlos Álvarez –mi primer maestro en esa técnica–, Raúl García y Alfonso Guido, quienes me aceptaron y me dieron enseñanza”, dijo al precisar que trabajó dicha técnica, junto a sus mentores y colegas, alrededor de 30 años.
A pregunta expresa sobre los orígenes del maque, el artífice dijo que se “han encontrado piezas enterradas en tumbas que datan alrededor de 500 años a. C.”. A su vez, destacó que “es fabuloso tener este conocimiento y saber que es parte de la historia del pueblo purépecha”.
El rescate de la pasta de caña
“Esa técnica también es prehispánica, los purépechas la usaron para hacer sus dioses… cuando llegan los frailes, vieron que las imágenes no pesaban, que eran muy ligeras, entonces los enseñaron a hacer vírgenes y así empezaron a hacer imágenes católicas”, explicó Gaspar Rodríguez.
A pesar de ser una técnica arraigada en talleres de la zona lacustre lugar donde, por ejemplo, se esculpieron las vírgenes de San Juan de Los lagos y de Zapopan, el también representante de la Unión de Decoradores “Salvador Zochán”, señaló que durante la Guerra de los Cristeros, la elaboración de este tipo de imaginerías “se perdió por el temor de los artesanos de que los mataran”. Razón por la cual, junto a
Alfonso Guido “nos dimos a la tarea de impulsar un rescate de esta técnica para que se volviera a poner en marcha”, comentó.
Advirtió que dicho proceso de rescate requirió 20 años de trabajo y fue apoyado por la Casa de las Artesanías, el Gobierno del estado y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).
Con un taller en la Casa de los Once Patios, él y su esposa Beatriz Ortega, además de sus cuatro hijos trabajan las técnicas arriba mencionadas. “Se requiere mucha paciencia”, dice al ser cuestionado por su herencia y por quiénes continuarán la tradición.
“A mi taller han venido jóvenes que buscan aprender y no aguantan ni tres meses… Ya no vuelven, piensan que a lo mejor es muy fácil o fácil el aprender y rápido vender, pero no… para que una persona pueda aprender cualquier de estas técnicas necesita unos cuatro o cinco años de trabajo, es como una carrera y ahorita ya los jóvenes no tienen esa paciencia, quieren rápido ganar dinero”, aseguró.
A pregunta expresa sobre la divulgación de su trabajo artesanal, dijo que se han escrito algunos textos breves, “pero todavía no algo muy a fondo”. Asimismo, reconoció que le gustaría “dejar un testimonio escrito en algún libro”, pues él mismo tiene en mente “más o menos el proceso que podría seguir para escribirlo”.
Producción artesanal para 2021
Por otra parte, Gaspar Rodríguez señaló que este año ha sido uno de los peores para el gremio artesanal de la ciudad lacustre, luego de suspenderse a causa de la pandemia los tianguis artesanales de Uruapan y Pátzcuaro, además de las afectaciones implícitas por el decremento de turismo.
“Nosotros tenemos la esperanza de que la cosa mejore y que esta enfermedad se vaya controlando y podamos tener el acceso de turistas, para que podamos vender nuestros productos, porque sí se vivieron unos meses bastantes duros: durante tres meses nos la pasamos en cero, entonces los pocos ahorros que teníamos nos los acabamos. Actualmente no tenemos para reinvertir porque también todo nos lo comimos”, explicó.
