/ domingo 12 de noviembre de 2023

Rubén Bonifaz Nuño fue el poeta que habló con las piedras

Se cumple el centenario del nacimiento de Rubén Bonifaz Nuño, originario de Orizaba, Veracruz

“Las palabras llegan al lugar donde no se las espera. No me gusta teorizar, pero si tuviera que definir la poesía diría: ‘Es un juego de palabras cuya finalidad es hacer que lo sin importancia parezca importante’”, dijo el poeta y traductor Rubén Bonifaz Nuño, en una conversación con el escritor Marco Antonio Campos, publicada en el número 134 de la revista Tierra Adentro.

Este 12 de noviembre se cumple el centenario del nacimiento de uno de más importantes traductores de textos grecolatinos, labrador de versos, y promotor del pensamiento crítico en el México del siglo XX.

Curiosamente en esa misma entrevista, confesó su fastidio por la idea de la poesía como transformadora en sí misma de las cosas y fundadora del ser.

“Rubén Bonifaz Nuño, a pesar de ser un personaje que estuvo presente en muchos ámbitos de la cultura y la literatura mexicana, tiene la gran ventaja de que aún es un autor por descubrirse. Fue un literato no tan típico, que se construyó a sí mismo, como muchos de sus contemporáneos, en cuyo pensamiento y obra estuvieron a caballo la tradición de la literatura hispánica, la búsqueda de la descolonización del pensamiento mexicano e importante valor de los clásicos para la vida”, afirma Diego Alcázar, maestro y profesor de Literatura Mexicana de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.

DECIR DE OTRO MODO

Lector desde los 15 años de clásicos de la literatura universal como Gustavo Adolfo Bécquer, por sus rimas; Alexandre Dumas, y sus Tres mosqueteros y Homero, con su Ilíada, el veracruzano escribió cerca de una veintena de poemarios, desde 1945 hasta 2003, varios de ellos reunidos en el libro titulado De otro modo lo mismo.

Alcázar menciona que se trata a nivel lingüístico y técnico “marcado por sus traducciones de textos griegos y latinos”, en los que implementó elementos, que dieron “un quiebre a su versificación hispánica”, los cuales, a pesar de tender a una poesía conversacional adquieren una complejidad no tan accesible a todos.

“La formulación de la frase del título de libro De otro modo lo mismo ya nos dice lo que vamos a encontrar en sus páginas. La idea de que la poesía aborda siempre los mismos temas, pero trabajados con expresiones distintas y que tal vez en palabras de otros poetas ya conocíamos. Sus poemas apelan, sí, a los clásicos, pero también a esas otras voces y sonidos que forman parte de nuestra educación sentimental”, explica el especialista, quien subraya el sentido coloquial y hasta de “relajo” en muchos de sus versos, que apelaban a un sentido de orgullo mexicano y de valentía ante los tiempos difíciles.

Bonifaz Nuño en varias ocasiones afirmó que utilizaba la canción y el corrido para sus propios versos, con su propia métrica y motivos para hacer sus “fusilatas”.

TRADUCTOR Y LECTOR DE PIEDRAS

Antes del traductor y poeta en forma, hubo un joven que se graduó como abogado en la UNAM, casa de estudios que se volvió su hogar y espacio de trabajo. Durante sus años como estudiante de abogacía, Bonifaz Nuño comenzó a mostrar interés por la traducción de textos latinos en 1949, lo cual se volvió pasión y trabajo, luego de inscribirse en la Facultad de Filosofía y Letras, donde más tarde fue maestro de latín.

Su obra de traducción contempla textos indispensables de las culturas grecolatinas, como Eneida, de Virgilio; Las metamorfosis, de Ovidio; De la naturaleza de las cosas, de Lucrecio; Olímpicas, de Píndaro; Hipólito, de Eurípides; y la Iliada de Homero. Todas publicadas en la colección Bibliotheca Scriptorvm Graecorvm Et Romanorvm Mexicana, una de las más importantes de la UNAM.

“El gran mérito de Rubén está en su sistema de traducción, que ha sido muy castigado por su percepción, que es el método de la literalidad. Un método que defendió por encima de todo, y que decía que era el único medio de la honestidad académica.

“Es un sistema que le dio la oportunidad de hacer una traducción diferente, porque no tiene el afán de hacer una nueva obra, sino que tiene la responsabilidad de mantener la misma obra para que la entienda todo el mundo que hable español, manteniendo el sentido de cada palabra”, explica, el doctor Bulmaro Reyes Coria, profesor de Latín en la UNAM, y colega del poeta, quien colaboró en su última traducción, los Epigramas de Marcial.

Movido el pensamiento descolonizador de México y las ideas filosóficas de definir lo mexicano, como las que compartieron los integrantes del grupo Hiperión, Bonifaz Nuño también realizó ensayos en los que propuso lecturas iconográficas de las esculturas y tallados prehispánicos: Cosmogonía antigua mexicana: hipótesis iconográfica y textual (1995) e Imagen de Tláloc: hipótesis iconográfica y textual (1996).

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“El trabajo de lectura iconográfica que hizo, y yo llamo de traducción, fue muy importante. La plástica mexicana (precolombina) ha sido estudiada por especialistas de otras naciones. Pero Rubén me decía que para poder entender bien a alguna piedra en el Museo de Antropología e Historia, siéntate y platica con ella, algo que no pueden hacer los que no entienden ese estilo. Él tenía la capacidad de explicar cada pliegue, cada hendidura y cada tallado” afirma Bulmaro Reyes, quien considera que estas lecturas han sido menospreciadas por historiadores, antropólogos y arqueólogos, por su carácter poético.

GRAN UNIVERSITARIO

Dentro de la UNAM, Rubén Bonifaz Nuño ejerció varios cargos, desde director general de Publicaciones en 1954 y Coordinación de Humanidades 1966 a 1974; hasta director del Instituto de Investigaciones Filológicas, del cual fue fundador en 1973; así como del Seminario de Estudios para la Descolonización de México. Además de haber sido, afuera la casa de estudio Miembro de la Junta de Gobierno, y Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

“A Rubén le podemos poner el título de fundador o fundacional, y también el de bienhechor, porque apoyó a todos y cada uno de los proyectos universitarios que llegaban a su oficina, como director del instituto o como coordinador de Humanidades”, señala Bulmaro Reyes acerca de un hombre profundamente generoso, que trabajó en sus obras hasta una semana antes de su fallecimiento, el 31 de enero de 2013.



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Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music

“Las palabras llegan al lugar donde no se las espera. No me gusta teorizar, pero si tuviera que definir la poesía diría: ‘Es un juego de palabras cuya finalidad es hacer que lo sin importancia parezca importante’”, dijo el poeta y traductor Rubén Bonifaz Nuño, en una conversación con el escritor Marco Antonio Campos, publicada en el número 134 de la revista Tierra Adentro.

Este 12 de noviembre se cumple el centenario del nacimiento de uno de más importantes traductores de textos grecolatinos, labrador de versos, y promotor del pensamiento crítico en el México del siglo XX.

Curiosamente en esa misma entrevista, confesó su fastidio por la idea de la poesía como transformadora en sí misma de las cosas y fundadora del ser.

“Rubén Bonifaz Nuño, a pesar de ser un personaje que estuvo presente en muchos ámbitos de la cultura y la literatura mexicana, tiene la gran ventaja de que aún es un autor por descubrirse. Fue un literato no tan típico, que se construyó a sí mismo, como muchos de sus contemporáneos, en cuyo pensamiento y obra estuvieron a caballo la tradición de la literatura hispánica, la búsqueda de la descolonización del pensamiento mexicano e importante valor de los clásicos para la vida”, afirma Diego Alcázar, maestro y profesor de Literatura Mexicana de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.

DECIR DE OTRO MODO

Lector desde los 15 años de clásicos de la literatura universal como Gustavo Adolfo Bécquer, por sus rimas; Alexandre Dumas, y sus Tres mosqueteros y Homero, con su Ilíada, el veracruzano escribió cerca de una veintena de poemarios, desde 1945 hasta 2003, varios de ellos reunidos en el libro titulado De otro modo lo mismo.

Alcázar menciona que se trata a nivel lingüístico y técnico “marcado por sus traducciones de textos griegos y latinos”, en los que implementó elementos, que dieron “un quiebre a su versificación hispánica”, los cuales, a pesar de tender a una poesía conversacional adquieren una complejidad no tan accesible a todos.

“La formulación de la frase del título de libro De otro modo lo mismo ya nos dice lo que vamos a encontrar en sus páginas. La idea de que la poesía aborda siempre los mismos temas, pero trabajados con expresiones distintas y que tal vez en palabras de otros poetas ya conocíamos. Sus poemas apelan, sí, a los clásicos, pero también a esas otras voces y sonidos que forman parte de nuestra educación sentimental”, explica el especialista, quien subraya el sentido coloquial y hasta de “relajo” en muchos de sus versos, que apelaban a un sentido de orgullo mexicano y de valentía ante los tiempos difíciles.

Bonifaz Nuño en varias ocasiones afirmó que utilizaba la canción y el corrido para sus propios versos, con su propia métrica y motivos para hacer sus “fusilatas”.

TRADUCTOR Y LECTOR DE PIEDRAS

Antes del traductor y poeta en forma, hubo un joven que se graduó como abogado en la UNAM, casa de estudios que se volvió su hogar y espacio de trabajo. Durante sus años como estudiante de abogacía, Bonifaz Nuño comenzó a mostrar interés por la traducción de textos latinos en 1949, lo cual se volvió pasión y trabajo, luego de inscribirse en la Facultad de Filosofía y Letras, donde más tarde fue maestro de latín.

Su obra de traducción contempla textos indispensables de las culturas grecolatinas, como Eneida, de Virgilio; Las metamorfosis, de Ovidio; De la naturaleza de las cosas, de Lucrecio; Olímpicas, de Píndaro; Hipólito, de Eurípides; y la Iliada de Homero. Todas publicadas en la colección Bibliotheca Scriptorvm Graecorvm Et Romanorvm Mexicana, una de las más importantes de la UNAM.

“El gran mérito de Rubén está en su sistema de traducción, que ha sido muy castigado por su percepción, que es el método de la literalidad. Un método que defendió por encima de todo, y que decía que era el único medio de la honestidad académica.

“Es un sistema que le dio la oportunidad de hacer una traducción diferente, porque no tiene el afán de hacer una nueva obra, sino que tiene la responsabilidad de mantener la misma obra para que la entienda todo el mundo que hable español, manteniendo el sentido de cada palabra”, explica, el doctor Bulmaro Reyes Coria, profesor de Latín en la UNAM, y colega del poeta, quien colaboró en su última traducción, los Epigramas de Marcial.

Movido el pensamiento descolonizador de México y las ideas filosóficas de definir lo mexicano, como las que compartieron los integrantes del grupo Hiperión, Bonifaz Nuño también realizó ensayos en los que propuso lecturas iconográficas de las esculturas y tallados prehispánicos: Cosmogonía antigua mexicana: hipótesis iconográfica y textual (1995) e Imagen de Tláloc: hipótesis iconográfica y textual (1996).

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“El trabajo de lectura iconográfica que hizo, y yo llamo de traducción, fue muy importante. La plástica mexicana (precolombina) ha sido estudiada por especialistas de otras naciones. Pero Rubén me decía que para poder entender bien a alguna piedra en el Museo de Antropología e Historia, siéntate y platica con ella, algo que no pueden hacer los que no entienden ese estilo. Él tenía la capacidad de explicar cada pliegue, cada hendidura y cada tallado” afirma Bulmaro Reyes, quien considera que estas lecturas han sido menospreciadas por historiadores, antropólogos y arqueólogos, por su carácter poético.

GRAN UNIVERSITARIO

Dentro de la UNAM, Rubén Bonifaz Nuño ejerció varios cargos, desde director general de Publicaciones en 1954 y Coordinación de Humanidades 1966 a 1974; hasta director del Instituto de Investigaciones Filológicas, del cual fue fundador en 1973; así como del Seminario de Estudios para la Descolonización de México. Además de haber sido, afuera la casa de estudio Miembro de la Junta de Gobierno, y Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

“A Rubén le podemos poner el título de fundador o fundacional, y también el de bienhechor, porque apoyó a todos y cada uno de los proyectos universitarios que llegaban a su oficina, como director del instituto o como coordinador de Humanidades”, señala Bulmaro Reyes acerca de un hombre profundamente generoso, que trabajó en sus obras hasta una semana antes de su fallecimiento, el 31 de enero de 2013.



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