/ domingo 2 de abril de 2023

De Perfil | Alejandro Calva, todo empezó con una sonrisa

Alejandro Calva, una de los actores más populares de televisión, sólido intérprete de teatro y cine, encontró su talento cuando era un niño.

Alejandro Calva poseía desde pequeño ese amor por entretener a la gente y contar historias. Esa pasión la explotaba sacando una sonrisa a su familia, actuando como payasito en fiestas infantiles, y hasta contando chistes de un libro de albures que le obsequiaron a los 11 años.

En ese momento era muy joven para entender lo que esas frases significaban, pero de inmediato se percató que le gustaba hacer reír a los adultos. Esa idea se quedaría en su mente, y lo ayudaría más adelante durante la crisis vocacional que sufrió en su adolescencia.

“Estaba estudiando la secundaria, no sabía qué iba hacer con mi vida, ahí empezaron todas las inquietudes que tiene un adolescente. Quería cambiar al mundo, antes de saber qué hacer con mi vida, quería que ese mundo fuera diferente”, cuenta en entrevista con El Sol de México.

“Empecé a militar políticamente en partidos y a involucrarme en movimientos, a alfabetizar gente, a enseñarle a campesinos y obreros. Tenía este gusanito político que de alguna manera también tenía que ver con llegar y decirles ‘es que ustedes están explotados, no se dejen”. Eso tiene algo de teatral, los políticos son muy teatrales”.

INSPIRADO POR LES LUTHIERS Y CHAVA FLORES

Una vez que tuvo claro su camino, comenzó su formación en una preparatoria de arte, y más tarde en la Facultad de Filosofía y Letras, siempre con el apoyo de su familia, quienes le inculcaron el valor del trabajo, pues nunca le permitieron quedarse en casa sin hacer nada.

Sus primeros proyectos fueron en el teatro universitario, contando con grandes mentores, indirectos y directos, como los comediantes argentinos Les Luthiers, Chava Flores, Nacha Guevara y las películas de los británicos Monty Python, a quienes veía de pequeño.

En la escuela también contó con maestros de vida, como Javier Villegas, quien tenía un grupo de teatro llamado La luna y le enseñó que la sutileza es fundamental para el quehacer actoral; Juan José Gurrola, cuya guía lo ayudó a aterrizar la seriedad del teatro y Jesusa Rodríguez.

Sin embargo, su primera experiencia frente a la cámara la tuvo en la infancia, cuando Alberto Lozano, un maestro de música que tenía, lo invitó a salir en un programa de televisión, y desde ahí descubrió la comodidad que siente en la pantalla.

“Empecé a entender que tenía que trabajar para la cámara, muy inconscientemente al principio, y cuando fui ya mayor y ya vivía de esto, poco a poco fui haciendo este proceso largo donde hay una sobre conciencia, y después hay una digestión natural”.

ACTOR DE VOCACIÓN

Desde el inicio, su profesión le ha dejado muchas satisfacciones, porque lo ha llevado a explotar su pasión por contar historias de todo tipo, hecho que ha sido la piedra angular de su carrera.

“El mayor reto de ser actor es que sea una vocación, que tengas realmente la claridad de que lo que más te gusta. Los que menos sufrimos somos los actores que nos gusta esto”, dice.

“Hay gente que se vincula más con la notoriedad, con ser visto, ser escuchado, que le pidan autógrafos o fotos, y ser famoso. Pero ese vínculo con esta profesión es muy sufrido, sí veo gente que sufre profundamente porque no es el protagonista de la historia, o no lo llaman para hacer las cosas que le gustan, hay mucha amargura en eso”.

“A mí nunca se me han cerrado las puertas, siempre generado mi trabajo, si no me llaman, me genero mi trabajo, porque no es un sacrificio, es una necesidad. Lo hago porque lo necesito”.

Alejandro Calva considera que “el teatro es mi vida, el cine es un arte y la televisión es un electrodoméstico”. Aunque no demerita la labor que se hace en la pantalla chica, está convencido que por los tiempos de producción y para construir personajes, el teatro es la mejor escuela que un artista puede tener.

“Ha cambiado mucho la televisión, no niego que hay muchas cosas a nivel artesanal que aprender de la televisión, sobre todo para resolver rápido, porque los tiempos en la televisión son otros.

“Ahora tiene otros valores de producción, por lo tanto se hace menos rápido y eso también es interesante, pero se maleduca al actor, porque empieza a volverse instantáneo”, agregó.

La reina del sur, Los simuladores, Amigas y rivales, Señora acero, Los héroes del norte y Un gancho al corazón, son algunas de las producciones televisivas en las que ha participado.

PERSONAJES CONTROVERSIALES

Para el actor, entre más difícil sea un personaje, más ganas le dan de interpretarlo, pues es amante de los retos actorales. Incluso confiesa que cuando le llega un personaje cuyo perfil ya ha interpretado, prefiere no darle vida, porque no siente que le aporte nada más.

Según detalla uno de los papeles más complejos que ha tenido es el que tuvo en la obra Congelados, donde dio vida a un asesino pederasta que violaba niñas, para luego matarlas y envolverlas en celofán.

“No encontraba cuál era su motor, porque no era malo. Tú lo veías y era una persona atormentada, no sabías cómo funcionaba su cerebro y me costó. Te puedo decir que unos días antes de estrenar lo encontré, y no completamente, sino durante la temporada lo fui afianzando”, relató.

“Como por la segunda semana dije ‘ya sé de qué se trata esto’, después quedé muy contento con el trabajo que hice. A veces no llega pronto, y tú no te puedes presionar, debes seguir buscando y de pronto encuentras un camino, y ya no lo sueltas, te agarras a él y sigues por ahí. Es parte de la cocina de un actor, a veces te toca cocinar huevitos revueltos y a veces te toca mole, y este tiene varios ingredientes”.

En teatro ha aparecido en títulos como Blackbird, Los productores, El agujero y Los corderos. Mientras que en cine ha figurado en cintas como Amalgama, Mezcal, El atentado, El infierno y El elegido, donde dio vida a David Alfaro Siqueiros.

“Me gustan sus murales y sabía algo, pero luego aprendí muchísimas cosas, como que estuvo en la cárcel y que era un tipo siempre armado y era absolutamente visceral”, detalló al respecto de este papel.

QUE LA VIDA NO EMPIECE SIN MÍ

El actor considera que no ha terminado de forjar su camino, pues asegura que tiene ganas de hacer muchas más cosas, incluso no descarta la idea de regresar a dar clases, y generar un proyecto audiovisual propio, que es lo único que le falta hasta este momento.

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“De niño, si me levantaba y ya se habían levantado todos, si estaba hecho el desayuno o si ya había pasado algo, me deprimía, porque la vida había empezado sin mí. Tiene que ver con esta función vital que tengo, de hacer las cosas con el entusiasmo de siempre. Eso me revoluciona finalmente.

“Sigo teniendo esta faceta revolucionaria. En mi trabajo por cuatro años para mi sindicato negocié buenas condiciones salariales con productores, y eso también es una revolución en mí, volver a encontrar mi parte política”, comentó.

Al preguntarle su siguiente meta, con una sonrisa responde que simplemente es seguirse enamorando de los personajes.

Alejandro Calva poseía desde pequeño ese amor por entretener a la gente y contar historias. Esa pasión la explotaba sacando una sonrisa a su familia, actuando como payasito en fiestas infantiles, y hasta contando chistes de un libro de albures que le obsequiaron a los 11 años.

En ese momento era muy joven para entender lo que esas frases significaban, pero de inmediato se percató que le gustaba hacer reír a los adultos. Esa idea se quedaría en su mente, y lo ayudaría más adelante durante la crisis vocacional que sufrió en su adolescencia.

“Estaba estudiando la secundaria, no sabía qué iba hacer con mi vida, ahí empezaron todas las inquietudes que tiene un adolescente. Quería cambiar al mundo, antes de saber qué hacer con mi vida, quería que ese mundo fuera diferente”, cuenta en entrevista con El Sol de México.

“Empecé a militar políticamente en partidos y a involucrarme en movimientos, a alfabetizar gente, a enseñarle a campesinos y obreros. Tenía este gusanito político que de alguna manera también tenía que ver con llegar y decirles ‘es que ustedes están explotados, no se dejen”. Eso tiene algo de teatral, los políticos son muy teatrales”.

INSPIRADO POR LES LUTHIERS Y CHAVA FLORES

Una vez que tuvo claro su camino, comenzó su formación en una preparatoria de arte, y más tarde en la Facultad de Filosofía y Letras, siempre con el apoyo de su familia, quienes le inculcaron el valor del trabajo, pues nunca le permitieron quedarse en casa sin hacer nada.

Sus primeros proyectos fueron en el teatro universitario, contando con grandes mentores, indirectos y directos, como los comediantes argentinos Les Luthiers, Chava Flores, Nacha Guevara y las películas de los británicos Monty Python, a quienes veía de pequeño.

En la escuela también contó con maestros de vida, como Javier Villegas, quien tenía un grupo de teatro llamado La luna y le enseñó que la sutileza es fundamental para el quehacer actoral; Juan José Gurrola, cuya guía lo ayudó a aterrizar la seriedad del teatro y Jesusa Rodríguez.

Sin embargo, su primera experiencia frente a la cámara la tuvo en la infancia, cuando Alberto Lozano, un maestro de música que tenía, lo invitó a salir en un programa de televisión, y desde ahí descubrió la comodidad que siente en la pantalla.

“Empecé a entender que tenía que trabajar para la cámara, muy inconscientemente al principio, y cuando fui ya mayor y ya vivía de esto, poco a poco fui haciendo este proceso largo donde hay una sobre conciencia, y después hay una digestión natural”.

ACTOR DE VOCACIÓN

Desde el inicio, su profesión le ha dejado muchas satisfacciones, porque lo ha llevado a explotar su pasión por contar historias de todo tipo, hecho que ha sido la piedra angular de su carrera.

“El mayor reto de ser actor es que sea una vocación, que tengas realmente la claridad de que lo que más te gusta. Los que menos sufrimos somos los actores que nos gusta esto”, dice.

“Hay gente que se vincula más con la notoriedad, con ser visto, ser escuchado, que le pidan autógrafos o fotos, y ser famoso. Pero ese vínculo con esta profesión es muy sufrido, sí veo gente que sufre profundamente porque no es el protagonista de la historia, o no lo llaman para hacer las cosas que le gustan, hay mucha amargura en eso”.

“A mí nunca se me han cerrado las puertas, siempre generado mi trabajo, si no me llaman, me genero mi trabajo, porque no es un sacrificio, es una necesidad. Lo hago porque lo necesito”.

Alejandro Calva considera que “el teatro es mi vida, el cine es un arte y la televisión es un electrodoméstico”. Aunque no demerita la labor que se hace en la pantalla chica, está convencido que por los tiempos de producción y para construir personajes, el teatro es la mejor escuela que un artista puede tener.

“Ha cambiado mucho la televisión, no niego que hay muchas cosas a nivel artesanal que aprender de la televisión, sobre todo para resolver rápido, porque los tiempos en la televisión son otros.

“Ahora tiene otros valores de producción, por lo tanto se hace menos rápido y eso también es interesante, pero se maleduca al actor, porque empieza a volverse instantáneo”, agregó.

La reina del sur, Los simuladores, Amigas y rivales, Señora acero, Los héroes del norte y Un gancho al corazón, son algunas de las producciones televisivas en las que ha participado.

PERSONAJES CONTROVERSIALES

Para el actor, entre más difícil sea un personaje, más ganas le dan de interpretarlo, pues es amante de los retos actorales. Incluso confiesa que cuando le llega un personaje cuyo perfil ya ha interpretado, prefiere no darle vida, porque no siente que le aporte nada más.

Según detalla uno de los papeles más complejos que ha tenido es el que tuvo en la obra Congelados, donde dio vida a un asesino pederasta que violaba niñas, para luego matarlas y envolverlas en celofán.

“No encontraba cuál era su motor, porque no era malo. Tú lo veías y era una persona atormentada, no sabías cómo funcionaba su cerebro y me costó. Te puedo decir que unos días antes de estrenar lo encontré, y no completamente, sino durante la temporada lo fui afianzando”, relató.

“Como por la segunda semana dije ‘ya sé de qué se trata esto’, después quedé muy contento con el trabajo que hice. A veces no llega pronto, y tú no te puedes presionar, debes seguir buscando y de pronto encuentras un camino, y ya no lo sueltas, te agarras a él y sigues por ahí. Es parte de la cocina de un actor, a veces te toca cocinar huevitos revueltos y a veces te toca mole, y este tiene varios ingredientes”.

En teatro ha aparecido en títulos como Blackbird, Los productores, El agujero y Los corderos. Mientras que en cine ha figurado en cintas como Amalgama, Mezcal, El atentado, El infierno y El elegido, donde dio vida a David Alfaro Siqueiros.

“Me gustan sus murales y sabía algo, pero luego aprendí muchísimas cosas, como que estuvo en la cárcel y que era un tipo siempre armado y era absolutamente visceral”, detalló al respecto de este papel.

QUE LA VIDA NO EMPIECE SIN MÍ

El actor considera que no ha terminado de forjar su camino, pues asegura que tiene ganas de hacer muchas más cosas, incluso no descarta la idea de regresar a dar clases, y generar un proyecto audiovisual propio, que es lo único que le falta hasta este momento.

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“De niño, si me levantaba y ya se habían levantado todos, si estaba hecho el desayuno o si ya había pasado algo, me deprimía, porque la vida había empezado sin mí. Tiene que ver con esta función vital que tengo, de hacer las cosas con el entusiasmo de siempre. Eso me revoluciona finalmente.

“Sigo teniendo esta faceta revolucionaria. En mi trabajo por cuatro años para mi sindicato negocié buenas condiciones salariales con productores, y eso también es una revolución en mí, volver a encontrar mi parte política”, comentó.

Al preguntarle su siguiente meta, con una sonrisa responde que simplemente es seguirse enamorando de los personajes.

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