/ domingo 1 de septiembre de 2019

Acereros, los pioneros de Sicartsa

Después de 45 años, exbecarios que llegaron a la región en 1974 a trabajar en la siderúrgica, narran su “orgullo, honor y satisfacción” de haber pertenecido a este grupo de superación

LÁZARO CÁRDENAS, Mich. (OEM-Informex).- La convocatoria fue compartida de boca en boca en las comunidades del territorio purépecha y, en las principales ciudades de la entidad se colocó el póster en secundarias públicas donde invitaron a los jóvenes de 16 a 20 años de edad a formar parte de la primera generación de técnico profesional de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas.

Así comenzó la historia de 120 de personas que llegaron a la región como estudiantes becados a formación teórica práctica en cinco especialidades durante dos años en el Centro de Capacitación (CCS) de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas, (Sicartsa), hoy ArcelorMittal.

Ellos, son los michoacanos que protagonizaron el sueño mexicano del general Lázaro Cárdenas del Río, presidente de la República, quien ideó y proyectó la empresa siderúrgica para beneficio del país y fuente de empleo de los michoacanos.

Muchos jóvenes de familias humildes tomaron la oportunidad de trabajar en Sicartsa, se apuntaron con los reclutas en su comunidad como primer filtro, que les dio derecho a presentar el examen selectivo, narran: “No de conocimientos, sino de aptitudes y actitudes; fue un examen psicométrico y otro psicológico”.

Con un nudo en la garganta reviven la experiencia vivida al compartir lo que le dio un giro de 180 grados a su proyecto de vida, que los marcó y puso en la ruta de éxito con estudio, disciplina y trabajo en equipo.

Unos lo presentaron en la ciudad de Uruapan, otros, en Apatzingán; para la segunda generación de becarios el selectivo se verificó en Pátzcuaro, cada generación la integraron 120 jóvenes, quienes recibieron en grupos de 10 el conocimiento básico en tronco común con seis especialidades; ajustes, máquinas y herramientas, pailería, soldadura, electricidad y electrónica.

La segunda etapa de la instrucción fue en ajustes y máquinas y herramientas, cada grupo fue integrado por los instructores con base en las capacidades y aptitudes de cada becario; sin embargo, dieron la oportunidad de escoger el área que más le gustara, coincidieron en señalar los becarios de la primera generación.


TESTIMONIOS DE VIDA

Martín Espinoza Munguía oriundo de Coalcomán de Vázquez Pallares, con alegría, humildad y orgullo de sus raíces comparte vicisitudes que lo acercaron a la brecha de la oportunidad a la que buscaron 39 jóvenes de su localidad, de los cuales dos fueron los afortunados, los dos representantes de Coalcomán con el mismo nombre, homónimo de dos becarios.

“Erase una tarde de verano cuando entro a mi casa al concluir mi jornal en el campo, me enteré de que llegaron tres fuereños a ofrecer becas para estudiar y mi hermano mayor, José se apersonó con los reclutas en mi nombre y solicitó ingresar, pero llegó el momento que fui yo para aclarar y seguir el sueño mexicano”. Hoy radica en “La Ciudad de la Cantera Rosa”, capital del estado donde es exitoso microempresario en servicio de mantenimiento Servitodo.


Reclutados en Uruapan y Apatzingán iniciaron labores el 24 de agosto de 1974 (primer grupo) y en la ciudad de Pátzcuaro (segundo grupo) en febrero de 1975, conocidos como primera y segunda generación; 239 jóvenes de Michoacán y uno del estado de Colima son los becarios pioneros de Sicartsa, las políticas públicas cambiaron al concluir el gobierno de Luis Echeverría Álvarez con ello, el programa de becarios y de desarrollo de la productora de acero.

En 1973 salió una convocatoria para reunir a todos estos jóvenes, decía: “Vente a estudiar, Sicartsa te ofrece una preparación y un sueldo, vas a ser más que ingeniero...”. Al terminar los cursos de dos años, todos laboraron en la siderúrgica.

“Habría una tercera generación pero se destinó el recurso de 65 millones de pesos para resolver un cuello de botella”, explicó Pedro Barrios Castañeda, de Torreón, Coahuila, quien fue el primer instructor contratado para la capacitación de quienes serían los trabajadores pioneros formados por 15 instructores para laborar en la acerera. Hombre de sensibilidad y conocimiento, parte toral del grupo de acereros que llevaron a “buen puerto” el histórico proyecto.

Muchos de ellos tuvieron la oportunidad de conocer a personajes de la historia, como el 3 de febrero de 1977, cuando Martín Espinoza Munguía, de Coalcomán, quien estaba trabajando en el área de laminación conoció a la reina Isabel de Inglaterra cuando vino a inaugurar el arranque de operación del alambrón. “La reina era una mujerón, altísima y aún joven”.

Con el paso del tiempo, se dispersó el grupo; muchos emigraron hacia todos los puntos cardinales, hubo reuniones al pasar cinco, ocho, 12 y 15 años con unos cuantos del grupo, “hoy con la tecnología del whatsapp, como bola de nieve nos hemos contactado y cada año nos reunimos los más que podemos”, explicó Samuel Ponce.

La tónica de la reunión de los acereros es no involucrar personas ajenas al grupo, son sólo para acereros, no familiar: no esposa, no amigos, sólo acereros. Creando una hermandad donde se respira compañerismo de estos hombres de la tercera edad que consideran: “Creo que el proyecto del gobierno con nosotros se cuajó; el que menos tiene hoy en día, es una casa y un carro del año”, mencionó José Antonio Avilés Ruiz, de Uruapan; hoy jubilado.

Salvador Barajas Maldonado, de Nahuatzen; Roberto Ramírez Magaña, de Tepalcatepec, recordaron cómo durante dos años convivieron en la misma aula, comedor y dormitorio, donde se forjaron laboralmente junto con los 92 de los 240 que iniciaron esta aventura siendo jóvenes de 16 a 20 años de edad. Con excepción de Sergio Cendejas Sánchez, el más viejo del grupo, quien llegó de Uruapan a los 22 años de edad.

“Inicialmente venía mi hermano Rubén, porque yo a pesar de haber pasado los exámenes me rechazaron por el límite de edad; sin embargo, parece que no se completó el grupo de Uruapan, yo ya me había regresado a casa, de pronto, llegó mi padre, quién se había quedado a despedir a mi hermano, y me dijo ‘jálate tú también; te vas, ya hablé con el ingeniero y te van aceptar’. Así fue como ingresé.

“A luchar, ganar y triunfar, aaacereeros...” es la porra emblemática del grupo. “Antes éramos compañeros, luego amigos, hoy somos hermanos”, subrayó Felipe Coara, quien después fue maestro.

José Antonio Avilés Ruiz, de Uruapan, luchador social por naturaleza, quien gestionó con éxito la donación de un predio para la extensión de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) en su natal ciudad ante el entonces Presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez.

A ésta opción de desarrollo para los michoacanos se integró Alberto Guevara Ortega, Director de proyectos de la siderúrgica y Salvador Morfín Gutiérrez, hoy director del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación (IMCED), Plantel Pacífico.

Todos los becarios formaron parte de la plantilla laboral sindicalizada, los más se titularon como ingenieros, abogados y docentes, gracias a la beca sindical y por escalafón fueron ascendiendo la mayoría para ocupar puestos de mando; algunos se acogieron a la liquidación voluntaria con la privatización de Sicartsa en 1991 y formaron sus microempresas de servicio y mantenimientos en las especialidades que se formaron; algunos en Lázaro Cárdenas, otros en su lugar de origen y otros más en la capital michoacana.

Cada uno tiene una historia que contar, todos se dijeron agradecidos por la oportunidad que les brindó el gobierno en 1974, oportunidad que les dio rumbo y certeza con capacitación y disciplina para toda la vida.

LÁZARO CÁRDENAS, Mich. (OEM-Informex).- La convocatoria fue compartida de boca en boca en las comunidades del territorio purépecha y, en las principales ciudades de la entidad se colocó el póster en secundarias públicas donde invitaron a los jóvenes de 16 a 20 años de edad a formar parte de la primera generación de técnico profesional de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas.

Así comenzó la historia de 120 de personas que llegaron a la región como estudiantes becados a formación teórica práctica en cinco especialidades durante dos años en el Centro de Capacitación (CCS) de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas, (Sicartsa), hoy ArcelorMittal.

Ellos, son los michoacanos que protagonizaron el sueño mexicano del general Lázaro Cárdenas del Río, presidente de la República, quien ideó y proyectó la empresa siderúrgica para beneficio del país y fuente de empleo de los michoacanos.

Muchos jóvenes de familias humildes tomaron la oportunidad de trabajar en Sicartsa, se apuntaron con los reclutas en su comunidad como primer filtro, que les dio derecho a presentar el examen selectivo, narran: “No de conocimientos, sino de aptitudes y actitudes; fue un examen psicométrico y otro psicológico”.

Con un nudo en la garganta reviven la experiencia vivida al compartir lo que le dio un giro de 180 grados a su proyecto de vida, que los marcó y puso en la ruta de éxito con estudio, disciplina y trabajo en equipo.

Unos lo presentaron en la ciudad de Uruapan, otros, en Apatzingán; para la segunda generación de becarios el selectivo se verificó en Pátzcuaro, cada generación la integraron 120 jóvenes, quienes recibieron en grupos de 10 el conocimiento básico en tronco común con seis especialidades; ajustes, máquinas y herramientas, pailería, soldadura, electricidad y electrónica.

La segunda etapa de la instrucción fue en ajustes y máquinas y herramientas, cada grupo fue integrado por los instructores con base en las capacidades y aptitudes de cada becario; sin embargo, dieron la oportunidad de escoger el área que más le gustara, coincidieron en señalar los becarios de la primera generación.


TESTIMONIOS DE VIDA

Martín Espinoza Munguía oriundo de Coalcomán de Vázquez Pallares, con alegría, humildad y orgullo de sus raíces comparte vicisitudes que lo acercaron a la brecha de la oportunidad a la que buscaron 39 jóvenes de su localidad, de los cuales dos fueron los afortunados, los dos representantes de Coalcomán con el mismo nombre, homónimo de dos becarios.

“Erase una tarde de verano cuando entro a mi casa al concluir mi jornal en el campo, me enteré de que llegaron tres fuereños a ofrecer becas para estudiar y mi hermano mayor, José se apersonó con los reclutas en mi nombre y solicitó ingresar, pero llegó el momento que fui yo para aclarar y seguir el sueño mexicano”. Hoy radica en “La Ciudad de la Cantera Rosa”, capital del estado donde es exitoso microempresario en servicio de mantenimiento Servitodo.


Reclutados en Uruapan y Apatzingán iniciaron labores el 24 de agosto de 1974 (primer grupo) y en la ciudad de Pátzcuaro (segundo grupo) en febrero de 1975, conocidos como primera y segunda generación; 239 jóvenes de Michoacán y uno del estado de Colima son los becarios pioneros de Sicartsa, las políticas públicas cambiaron al concluir el gobierno de Luis Echeverría Álvarez con ello, el programa de becarios y de desarrollo de la productora de acero.

En 1973 salió una convocatoria para reunir a todos estos jóvenes, decía: “Vente a estudiar, Sicartsa te ofrece una preparación y un sueldo, vas a ser más que ingeniero...”. Al terminar los cursos de dos años, todos laboraron en la siderúrgica.

“Habría una tercera generación pero se destinó el recurso de 65 millones de pesos para resolver un cuello de botella”, explicó Pedro Barrios Castañeda, de Torreón, Coahuila, quien fue el primer instructor contratado para la capacitación de quienes serían los trabajadores pioneros formados por 15 instructores para laborar en la acerera. Hombre de sensibilidad y conocimiento, parte toral del grupo de acereros que llevaron a “buen puerto” el histórico proyecto.

Muchos de ellos tuvieron la oportunidad de conocer a personajes de la historia, como el 3 de febrero de 1977, cuando Martín Espinoza Munguía, de Coalcomán, quien estaba trabajando en el área de laminación conoció a la reina Isabel de Inglaterra cuando vino a inaugurar el arranque de operación del alambrón. “La reina era una mujerón, altísima y aún joven”.

Con el paso del tiempo, se dispersó el grupo; muchos emigraron hacia todos los puntos cardinales, hubo reuniones al pasar cinco, ocho, 12 y 15 años con unos cuantos del grupo, “hoy con la tecnología del whatsapp, como bola de nieve nos hemos contactado y cada año nos reunimos los más que podemos”, explicó Samuel Ponce.

La tónica de la reunión de los acereros es no involucrar personas ajenas al grupo, son sólo para acereros, no familiar: no esposa, no amigos, sólo acereros. Creando una hermandad donde se respira compañerismo de estos hombres de la tercera edad que consideran: “Creo que el proyecto del gobierno con nosotros se cuajó; el que menos tiene hoy en día, es una casa y un carro del año”, mencionó José Antonio Avilés Ruiz, de Uruapan; hoy jubilado.

Salvador Barajas Maldonado, de Nahuatzen; Roberto Ramírez Magaña, de Tepalcatepec, recordaron cómo durante dos años convivieron en la misma aula, comedor y dormitorio, donde se forjaron laboralmente junto con los 92 de los 240 que iniciaron esta aventura siendo jóvenes de 16 a 20 años de edad. Con excepción de Sergio Cendejas Sánchez, el más viejo del grupo, quien llegó de Uruapan a los 22 años de edad.

“Inicialmente venía mi hermano Rubén, porque yo a pesar de haber pasado los exámenes me rechazaron por el límite de edad; sin embargo, parece que no se completó el grupo de Uruapan, yo ya me había regresado a casa, de pronto, llegó mi padre, quién se había quedado a despedir a mi hermano, y me dijo ‘jálate tú también; te vas, ya hablé con el ingeniero y te van aceptar’. Así fue como ingresé.

“A luchar, ganar y triunfar, aaacereeros...” es la porra emblemática del grupo. “Antes éramos compañeros, luego amigos, hoy somos hermanos”, subrayó Felipe Coara, quien después fue maestro.

José Antonio Avilés Ruiz, de Uruapan, luchador social por naturaleza, quien gestionó con éxito la donación de un predio para la extensión de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) en su natal ciudad ante el entonces Presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez.

A ésta opción de desarrollo para los michoacanos se integró Alberto Guevara Ortega, Director de proyectos de la siderúrgica y Salvador Morfín Gutiérrez, hoy director del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación (IMCED), Plantel Pacífico.

Todos los becarios formaron parte de la plantilla laboral sindicalizada, los más se titularon como ingenieros, abogados y docentes, gracias a la beca sindical y por escalafón fueron ascendiendo la mayoría para ocupar puestos de mando; algunos se acogieron a la liquidación voluntaria con la privatización de Sicartsa en 1991 y formaron sus microempresas de servicio y mantenimientos en las especialidades que se formaron; algunos en Lázaro Cárdenas, otros en su lugar de origen y otros más en la capital michoacana.

Cada uno tiene una historia que contar, todos se dijeron agradecidos por la oportunidad que les brindó el gobierno en 1974, oportunidad que les dio rumbo y certeza con capacitación y disciplina para toda la vida.

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