/ domingo 12 de marzo de 2023

Armando Linares: de la impunidad al olvido, el penar de la familia del periodista

Después del asesinato, medios de comunicación de Zitácuaro han decido detener sus labores

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- A eso de las seis de la tarde del 15 de marzo de 2022, en la calle García, del municipio de Zitácuaro, se escucharon siete disparos. Acostumbrados a las fiestas de las iglesias, los vecinos creyeron en un primer momento que se trataban de cuetes, pero unos gritos de pánico los sacarían del error: en el domicilio 152-A habían asesinado al periodista Armando Linares López.

A un año de aquel suceso que se sumó al homicidio de Roberto Toledo ocurrido en enero de ese mismo 2022, en la casa color mamey todavía quedan restos de cinta policial y en el ambiente se sigue respirando el miedo. “Oye, ahí ya no hay nadie, ya se murieron”, se acerca a explicar un niño cuando nota nuestra presencia.

Pocas son las personas que quieren hablar sobre el tema y cuando una vecina accede a hacerlo, pide que se omita su nombre por cuestiones de seguridad. Lo que se vivió aquella tarde, lo define como algo que a todos los dejó en estado de shock.

“Recuerdo que se escucharon gritos y fue cuando mi papá salió para ver qué estaba pasando, fue difícil darse cuenta que llegaba la policía a rodear la escena. Había mucho miedo porque Armando era una persona muy querida por todos, pues nunca tuvo conflictos con nadie, era muy alegre y nos extrañó la situación porque él ya había solicitado apoyo por las amenazas en su contra”.

A la escena desgarradora de ver cómo sacaban el cuerpo del comunicador ahora se le añade la impunidad, ya que los responsables del crimen siguen sin ser detenidos y la carpeta de investigación de la Fiscalía General del Estado (FGE) no presenta avances.

En las afueras del municipio, Rosa Elena Pedraza Salazar, viuda de Armando Linares, acepta dar una entrevista porque dice que está cansada de que poco a poco el asesinato del periodista titular de Monitor Michoacán se esté quedando en el olvido.


Con el semblante agotado, explica que sigue viviendo en la zozobra que genera el no saber quién mandó ejecutar a su esposo, pero también está el temor por no tener una certeza en cuanto a la seguridad de ella y sus hijos, pues argumenta que ahora desconocen si sus vidas están en riesgo.

“No entendemos si todavía estamos vulnerables o en una situación de peligro, no tenemos protección de nadie y parece que no hay avances en las investigaciones. La Fiscalía lo único que nos dice es que las personas responsables ya están señaladas, pero que no se han logrado sus capturas y la sensación es que se trata de un caso que mandaron al archivo”.

De los tres hijos que procreó con Armando, relata que es el menor de edad el que más afectado se ha visto con la muerte de su padre. Detalla que, al ser el más chico de la familia, mantenía un vínculo fuerte con el periodista y tras el asesinato, no ha logrado canalizar y superar el duelo, lo que lo llevó a tener problemas de adicciones.

Como parte del resarcimiento, Rosa Elena detalla que, a través de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (CEEAV), recibió un apoyo mensual de dos mil 500 pesos por un periodo de seis meses. Pero luego del último pago en el mes de diciembre, señala que ha enfrentado dificultades financieras, ya que gran parte del sustento diario lo proporcionaba Armando Linares.

“He buscado acercarme al gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, ya mandé varias solicitudes formales, pero hasta ahora no ha habido una respuesta. Yo lo que quiero es que me apoyen con mi hijo menor para que pueda seguir estudiando y culmine una carrera, pues yo no tengo los recursos para sacarlo adelante”.

Cuando habla de su esposo, refiere que era un apasionado del periodismo que se fue haciendo camino desde abajo. Cuenta que no solía ser estable en sus trabajos, pero todo cambió cuando se enamoró de los medios de comunicación, donde empezó vendiendo periódicos, voceando y finalmente consiguió ser reportero.

Por las noches le siguen asaltando las dudas y no consigue dar con los motivos que provocaron el asesinato. “Todos pensamos que fue por lo de su trabajo, algo que quizá haya dicho y que provocó incomodidad, pero la realidad es que no sabemos a quién culpar”.

Rosa Elena y su familia han tenido que aprender a vivir en el bajo perfil, donde tratan de ser cautelosos, siempre cuidándose las espaldas y evitando exponerse en las redes sociales. A un año de la muerte de su esposo, pide a las autoridades que no abandonen el caso, que sean más ágiles en sus investigaciones y que hagan todo lo posible para que por fin llegue la justicia.

Temor a la libertad de expresión

Al hablar de seguridad, el presidente municipal de Zitácuaro, Juan Antonio Ixtláhuac, no duda en enumerar lo que considera como logros en la materia: 40 patrullas al servicio de los ciudadanos, el único municipio que cumple con la norma de la ONU en cuanto a un número específico de policías por habitante y la mejora que se refleja en los datos proporcionados en la última sesión del Consejo Estatal de Seguridad.

Sin embargo, cuando se le cuestiona por los grupos del crimen organizado que operan en la región, el edil acepta que prefiere no meterse en esos temas bajo el argumento de que no son de la competencia del municipio y, por ende, le corresponde al gobierno federal atenderlo.

“Zitácuaro es una ciudad fronteriza con el Estado de México y eso a veces genera colisión entre bandas criminales, pero la operación de estos grupos no es nuestra tarea y por ello no puedo ahondar en el tema”, dijo.

Foto: Cortesía | Facebook Toño Ixtláhuac

No obstante, el alcalde emanado de la coalición PRD-PRI-PAN no niega la presencia de estos grupos en el municipio, pero insiste en que desconoce el territorio en el que operan y sus límites, dado que afirma que es algo que debe atender el gobierno del estado junto con el federal.

Una de las hipótesis más fuertes que rodean el asesinato de Armando Linares es que detrás del hecho está el crimen organizado, pero para Antonio Ixtláhuac en Zitácuaro existen las garantías para ejercer el periodismo y prueba de ello, ejemplifica que siguen vigentes medios como Tribuna de Poder, El Despertar, Panorama Informativo, Radio Zitácuaro, entre otros.

“Obviamente que para muchos periodistas y medios de comunicación les es complicado atender temas criminales y por ello han omitido esas partes, pero yo no veo que se esté presentando el cierre de empresas periodísticas, pues al contrario, los veo con normalidad”.

De acuerdo con datos de la FGE, el año pasado se presentaron un total de 313 denuncias en Zitácuaro por amenazas, cifra que fue superior, por ejemplo, a la que se registró en Zamora, donde se contabilizaron 275 recursos por la misma causa.

Pero la visión del presidente municipal es distinta a la que tiene el gremio. Con la condición de que no se revele su identidad, un periodista local contó al Sol de Morelia sobre la realidad que viven los comunicadores de la región a raíz del homicidio de Armando Linares.

Contrario a lo dicho por Antonio Ixtláhuac, el comunicador apunta que medios como Primer Plano se mantienen cerrados, mientras que Al Aire estuvo inactivo por varios meses como consecuencia del temor de vivir una situación similar a la de Linares.

“Aquí el ambiente periodístico es de temor y paranoia, pues Armando era un compañero que no solía ser imprudente en el ejercicio de su trabajo, entonces nos ponemos a pensar que si eso le pasó a alguien que era cuidadoso y que abordaba los temas con mesura, qué nos puede pasar a los demás”.

Como la mayoría de los medios de Zitácuaro, indica que Armando Linares omitía hablar de temas de seguridad y policiacos, por lo que desconoce de dónde vino la orden para asesinarlo. El crimen perpetrado el 15 de marzo, abunda, es algo que cambió la vida de todos los reporteros de la región.

Además de verse obligados a modificar el contenido de la información que publican, explica que también han cambiado los hábitos de subsistencia, pues muchos comunicadores prefieren trabajar desde sus domicilios y evitar cualquier tinte de protagonismo.

“Da la impresión que en la actualidad es un crimen ser periodista, entonces no abordamos los temas de seguridad y en el aspecto político, tenemos que analizar a quién se le va a hacer la observación porque ahora el exhorto a la reflexión los entes públicos lo toman como si fuera una agresión. Es una verdad que nuestras libertades han sido censuradas y canceladas, ya no hay tal libertad de expresión”.

Pese a su trayectoria, el comunicador reconoce que por momentos se ha contemplado la posibilidad de dedicarse a otra cosa, pero subraya que no conoce otra forma de subsistir, “solo nos queda ejercer el oficio con mucho miedo”.

El asesinato de Armando Linares cumple un año, pero el periodista señala que incluso entre compañeros prefieren evadir el tema. Son conscientes de que no hay detenidos y que la impunidad sigue prevaleciendo, pero también han entendido que, por lo menos en Zitácuaro, el silencio se ha convertido en su mejor herramienta para seguir viviendo.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- A eso de las seis de la tarde del 15 de marzo de 2022, en la calle García, del municipio de Zitácuaro, se escucharon siete disparos. Acostumbrados a las fiestas de las iglesias, los vecinos creyeron en un primer momento que se trataban de cuetes, pero unos gritos de pánico los sacarían del error: en el domicilio 152-A habían asesinado al periodista Armando Linares López.

A un año de aquel suceso que se sumó al homicidio de Roberto Toledo ocurrido en enero de ese mismo 2022, en la casa color mamey todavía quedan restos de cinta policial y en el ambiente se sigue respirando el miedo. “Oye, ahí ya no hay nadie, ya se murieron”, se acerca a explicar un niño cuando nota nuestra presencia.

Pocas son las personas que quieren hablar sobre el tema y cuando una vecina accede a hacerlo, pide que se omita su nombre por cuestiones de seguridad. Lo que se vivió aquella tarde, lo define como algo que a todos los dejó en estado de shock.

“Recuerdo que se escucharon gritos y fue cuando mi papá salió para ver qué estaba pasando, fue difícil darse cuenta que llegaba la policía a rodear la escena. Había mucho miedo porque Armando era una persona muy querida por todos, pues nunca tuvo conflictos con nadie, era muy alegre y nos extrañó la situación porque él ya había solicitado apoyo por las amenazas en su contra”.

A la escena desgarradora de ver cómo sacaban el cuerpo del comunicador ahora se le añade la impunidad, ya que los responsables del crimen siguen sin ser detenidos y la carpeta de investigación de la Fiscalía General del Estado (FGE) no presenta avances.

En las afueras del municipio, Rosa Elena Pedraza Salazar, viuda de Armando Linares, acepta dar una entrevista porque dice que está cansada de que poco a poco el asesinato del periodista titular de Monitor Michoacán se esté quedando en el olvido.


Con el semblante agotado, explica que sigue viviendo en la zozobra que genera el no saber quién mandó ejecutar a su esposo, pero también está el temor por no tener una certeza en cuanto a la seguridad de ella y sus hijos, pues argumenta que ahora desconocen si sus vidas están en riesgo.

“No entendemos si todavía estamos vulnerables o en una situación de peligro, no tenemos protección de nadie y parece que no hay avances en las investigaciones. La Fiscalía lo único que nos dice es que las personas responsables ya están señaladas, pero que no se han logrado sus capturas y la sensación es que se trata de un caso que mandaron al archivo”.

De los tres hijos que procreó con Armando, relata que es el menor de edad el que más afectado se ha visto con la muerte de su padre. Detalla que, al ser el más chico de la familia, mantenía un vínculo fuerte con el periodista y tras el asesinato, no ha logrado canalizar y superar el duelo, lo que lo llevó a tener problemas de adicciones.

Como parte del resarcimiento, Rosa Elena detalla que, a través de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (CEEAV), recibió un apoyo mensual de dos mil 500 pesos por un periodo de seis meses. Pero luego del último pago en el mes de diciembre, señala que ha enfrentado dificultades financieras, ya que gran parte del sustento diario lo proporcionaba Armando Linares.

“He buscado acercarme al gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, ya mandé varias solicitudes formales, pero hasta ahora no ha habido una respuesta. Yo lo que quiero es que me apoyen con mi hijo menor para que pueda seguir estudiando y culmine una carrera, pues yo no tengo los recursos para sacarlo adelante”.

Cuando habla de su esposo, refiere que era un apasionado del periodismo que se fue haciendo camino desde abajo. Cuenta que no solía ser estable en sus trabajos, pero todo cambió cuando se enamoró de los medios de comunicación, donde empezó vendiendo periódicos, voceando y finalmente consiguió ser reportero.

Por las noches le siguen asaltando las dudas y no consigue dar con los motivos que provocaron el asesinato. “Todos pensamos que fue por lo de su trabajo, algo que quizá haya dicho y que provocó incomodidad, pero la realidad es que no sabemos a quién culpar”.

Rosa Elena y su familia han tenido que aprender a vivir en el bajo perfil, donde tratan de ser cautelosos, siempre cuidándose las espaldas y evitando exponerse en las redes sociales. A un año de la muerte de su esposo, pide a las autoridades que no abandonen el caso, que sean más ágiles en sus investigaciones y que hagan todo lo posible para que por fin llegue la justicia.

Temor a la libertad de expresión

Al hablar de seguridad, el presidente municipal de Zitácuaro, Juan Antonio Ixtláhuac, no duda en enumerar lo que considera como logros en la materia: 40 patrullas al servicio de los ciudadanos, el único municipio que cumple con la norma de la ONU en cuanto a un número específico de policías por habitante y la mejora que se refleja en los datos proporcionados en la última sesión del Consejo Estatal de Seguridad.

Sin embargo, cuando se le cuestiona por los grupos del crimen organizado que operan en la región, el edil acepta que prefiere no meterse en esos temas bajo el argumento de que no son de la competencia del municipio y, por ende, le corresponde al gobierno federal atenderlo.

“Zitácuaro es una ciudad fronteriza con el Estado de México y eso a veces genera colisión entre bandas criminales, pero la operación de estos grupos no es nuestra tarea y por ello no puedo ahondar en el tema”, dijo.

Foto: Cortesía | Facebook Toño Ixtláhuac

No obstante, el alcalde emanado de la coalición PRD-PRI-PAN no niega la presencia de estos grupos en el municipio, pero insiste en que desconoce el territorio en el que operan y sus límites, dado que afirma que es algo que debe atender el gobierno del estado junto con el federal.

Una de las hipótesis más fuertes que rodean el asesinato de Armando Linares es que detrás del hecho está el crimen organizado, pero para Antonio Ixtláhuac en Zitácuaro existen las garantías para ejercer el periodismo y prueba de ello, ejemplifica que siguen vigentes medios como Tribuna de Poder, El Despertar, Panorama Informativo, Radio Zitácuaro, entre otros.

“Obviamente que para muchos periodistas y medios de comunicación les es complicado atender temas criminales y por ello han omitido esas partes, pero yo no veo que se esté presentando el cierre de empresas periodísticas, pues al contrario, los veo con normalidad”.

De acuerdo con datos de la FGE, el año pasado se presentaron un total de 313 denuncias en Zitácuaro por amenazas, cifra que fue superior, por ejemplo, a la que se registró en Zamora, donde se contabilizaron 275 recursos por la misma causa.

Pero la visión del presidente municipal es distinta a la que tiene el gremio. Con la condición de que no se revele su identidad, un periodista local contó al Sol de Morelia sobre la realidad que viven los comunicadores de la región a raíz del homicidio de Armando Linares.

Contrario a lo dicho por Antonio Ixtláhuac, el comunicador apunta que medios como Primer Plano se mantienen cerrados, mientras que Al Aire estuvo inactivo por varios meses como consecuencia del temor de vivir una situación similar a la de Linares.

“Aquí el ambiente periodístico es de temor y paranoia, pues Armando era un compañero que no solía ser imprudente en el ejercicio de su trabajo, entonces nos ponemos a pensar que si eso le pasó a alguien que era cuidadoso y que abordaba los temas con mesura, qué nos puede pasar a los demás”.

Como la mayoría de los medios de Zitácuaro, indica que Armando Linares omitía hablar de temas de seguridad y policiacos, por lo que desconoce de dónde vino la orden para asesinarlo. El crimen perpetrado el 15 de marzo, abunda, es algo que cambió la vida de todos los reporteros de la región.

Además de verse obligados a modificar el contenido de la información que publican, explica que también han cambiado los hábitos de subsistencia, pues muchos comunicadores prefieren trabajar desde sus domicilios y evitar cualquier tinte de protagonismo.

“Da la impresión que en la actualidad es un crimen ser periodista, entonces no abordamos los temas de seguridad y en el aspecto político, tenemos que analizar a quién se le va a hacer la observación porque ahora el exhorto a la reflexión los entes públicos lo toman como si fuera una agresión. Es una verdad que nuestras libertades han sido censuradas y canceladas, ya no hay tal libertad de expresión”.

Pese a su trayectoria, el comunicador reconoce que por momentos se ha contemplado la posibilidad de dedicarse a otra cosa, pero subraya que no conoce otra forma de subsistir, “solo nos queda ejercer el oficio con mucho miedo”.

El asesinato de Armando Linares cumple un año, pero el periodista señala que incluso entre compañeros prefieren evadir el tema. Son conscientes de que no hay detenidos y que la impunidad sigue prevaleciendo, pero también han entendido que, por lo menos en Zitácuaro, el silencio se ha convertido en su mejor herramienta para seguir viviendo.

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